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San Malaquías, en formato presencial
Varias han sido las visitas impactantes llegadas en muy pocos días al ciberespacio –que es como decir al salón de casa– y teme uno no dar la talla, no ser capaz de salir airoso de la prueba de digerirlas, de procesarlas correctamente. Para empezar, Kim Kardashian ha estrenado nuevo formato de grupa, tan lustradísima como en ella es norma ya desde formatos previos a este de centaura subida de ancas. Aún no nos hemos recuperado, y ya arriba a nuestro puerto la noticia del semi secuestro de la doble española de Pamela Anderson, a quien el malvado Din Don ha mantenido durante semanas semi encerrada en una semi cochiquera de una aldea semi remota de China, de la que finalmente ha conseguido semi evadirse con la venia, obtenida a regañadientes, de su semi captor.
Y bueno, sumado a esto, ya iba siendo hora de que el infame y sanguinario Estado Islámico hiciese algo positivo. La alegría nos la ha dado anunciando la próxima acuñación por su Departamento de Hacienda de moneda propia, medida que, aparte de suponer un salto adelante hacia la deseable vuelta del patrón-oro, le deparará la gratitud de cuantos en el mundo somos –o hemos sido– coleccionistas numismáticos. Muy poco, sí, para hacerse perdonar el rastro de iniquidad que a su paso va dejando, pero… al César, lo que es del César.
En medio de tal maremágnum, no puede extrañar que, en la vida presencial, volviera a aparecérseme la alargada sombra del “Silencio”, el club de David Lynch. Esta vez fue en la Ronda de Segovia, en un recóndito auditorio –o algo así– cuya fachada no invitaba a suponer que hubiera allí otra cosa que una casa de vecinos. El encargado de despachar las entradas para el recital era un señor bajito y como salido de Twin Peaks que, con el tono de quien leyera tu destino en la bola de cristal o te zurrara las espaldas con ramas secas de acebo en una sauna finlandesa, te informaba de quién eras:
–Es usted el espectador número tal.
Accedí, pues, al recinto bien al tanto de mi identidad y de la ínfima insignificancia de mi individualidad confrontada a la apabullante y majestuosa inmensidad del Cosmos. Cuando, sosteniendo ese peso sobre los hombros, entré en la sala de conciertos, ya estaban sobre su escenario Pedro Burruezo, Maia Kanaan y “Mon” Roy, es decir, la versión terceto de Bohemia & Camerata, la inclasificable banda barcelonesa a la que, bajo su máscara de Claustrofóbica Camerata, acaba Tormina Records de publicar La Banda Sonora Maldita. Escuchamos temas de este nuevo álbum, pero también otros de Misticísssimmmus. De hecho, el momento de momentos advino cuando, con el confeso propósito de exorcizar el caos reinante en el mundo globalizado, Burruezo cantó guitarra en mano y en latín “In Prosecutione Extrema”, el último vaticinio de la Profecía de los Papas atribuida a San Malaquías de Armagh.
Y lo hizo con tan regia sobriedad y conmovedora convicción que pares de oídos tan dignos de confianza como los de Beatriz Calvo Villoria o Juan Pablo Silvestre pueden dar fe de que, como si de repente nos halláramos en la Cueva de los Siete Durmientes de Éfeso, se vivió allí un fugaz pero muy patente cesura en el flujo natural del tiempo y respiramos un clima muy de Centro del Mundo en el sentido guenoniano de la palabra.
Siempre sospechamos que las Profecías de San Malaquías eran mucho más dignas de ser versionadas que la cara B de Kim Kardashian, pues, en tanto esta había ya ganado en su primer formato –el original– el máximo grado de concreción y significación exigible a un femenino parachoques, las profecías, gracias a una buena interpretación, siempre pueden ser mejoradas hasta el punto de, incluso, cumplirse.
¿Habrá escuchado S. S. el Papa Francisco esta versión de Burruezo? Al fin y al cabo, es su destinatario natural y, si esperamos a un nuevo formateado del envés de Kim o a la llegada de los primeros dírham de oro del Estado Islámico a las mesas del mercadillo dominical de la Plaza Mayor, quién sabe si no será ya demasiado tarde para Roma.
¡No le demos más vueltas! Aunque perteneciente al índice de Misticísssimmmus, este “In Prosecutione Extrema” es la verdadera banda sonora maldita de Bohemia & Camerata, porque no en vano es la del Fin de una Era.
Bueno, será la del Fin de una Era sólo, claro, si Dios así lo quiere.
Que puede que sí.
Imagen portada: concierto de Burruezo & Bohemia Camerata en la Ermita del Cristo de Castronuño el día 14 de junio de 2014
San Malaquías, en formato presencial
Varias han sido las visitas impactantes llegadas en muy pocos días al ciberespacio –que es como decir al salón de casa– y teme uno no dar la talla, no ser capaz de salir airoso de la prueba de digerirlas, de procesarlas correctamente. Para empezar, Kim Kardashian ha estrenado nuevo formato de grupa, tan lustradísima como en ella es norma ya desde formatos previos a este de centaura subida de ancas. Aún no nos hemos recuperado, y ya arriba a nuestro puerto la noticia del semi secuestro de la doble española de Pamela Anderson, a quien el malvado Din Don ha mantenido durante semanas semi encerrada en una semi cochiquera de una aldea semi remota de China, de la que finalmente ha conseguido semi evadirse con la venia, obtenida a regañadientes, de su semi captor.
Y bueno, sumado a esto, ya iba siendo hora de que el infame y sanguinario Estado Islámico hiciese algo positivo. La alegría nos la ha dado anunciando la próxima acuñación por su Departamento de Hacienda de moneda propia, medida que, aparte de suponer un salto adelante hacia la deseable vuelta del patrón-oro, le deparará la gratitud de cuantos en el mundo somos –o hemos sido– coleccionistas numismáticos. Muy poco, sí, para hacerse perdonar el rastro de iniquidad que a su paso va dejando, pero… al César, lo que es del César.
En medio de tal maremágnum, no puede extrañar que, en la vida presencial, volviera a aparecérseme la alargada sombra del “Silencio”, el club de David Lynch. Esta vez fue en la Ronda de Segovia, en un recóndito auditorio –o algo así– cuya fachada no invitaba a suponer que hubiera allí otra cosa que una casa de vecinos. El encargado de despachar las entradas para el recital era un señor bajito y como salido de Twin Peaks que, con el tono de quien leyera tu destino en la bola de cristal o te zurrara las espaldas con ramas secas de acebo en una sauna finlandesa, te informaba de quién eras:
–Es usted el espectador número tal.
Accedí, pues, al recinto bien al tanto de mi identidad y de la ínfima insignificancia de mi individualidad confrontada a la apabullante y majestuosa inmensidad del Cosmos. Cuando, sosteniendo ese peso sobre los hombros, entré en la sala de conciertos, ya estaban sobre su escenario Pedro Burruezo, Maia Kanaan y “Mon” Roy, es decir, la versión terceto de Bohemia & Camerata, la inclasificable banda barcelonesa a la que, bajo su máscara de Claustrofóbica Camerata, acaba Tormina Records de publicar La Banda Sonora Maldita. Escuchamos temas de este nuevo álbum, pero también otros de Misticísssimmmus. De hecho, el momento de momentos advino cuando, con el confeso propósito de exorcizar el caos reinante en el mundo globalizado, Burruezo cantó guitarra en mano y en latín “In Prosecutione Extrema”, el último vaticinio de la Profecía de los Papas atribuida a San Malaquías de Armagh.
Y lo hizo con tan regia sobriedad y conmovedora convicción que pares de oídos tan dignos de confianza como los de Beatriz Calvo Villoria o Juan Pablo Silvestre pueden dar fe de que, como si de repente nos halláramos en la Cueva de los Siete Durmientes de Éfeso, se vivió allí un fugaz pero muy patente cesura en el flujo natural del tiempo y respiramos un clima muy de Centro del Mundo en el sentido guenoniano de la palabra.
Siempre sospechamos que las Profecías de San Malaquías eran mucho más dignas de ser versionadas que la cara B de Kim Kardashian, pues, en tanto esta había ya ganado en su primer formato –el original– el máximo grado de concreción y significación exigible a un femenino parachoques, las profecías, gracias a una buena interpretación, siempre pueden ser mejoradas hasta el punto de, incluso, cumplirse.
¿Habrá escuchado S. S. el Papa Francisco esta versión de Burruezo? Al fin y al cabo, es su destinatario natural y, si esperamos a un nuevo formateado del envés de Kim o a la llegada de los primeros dírham de oro del Estado Islámico a las mesas del mercadillo dominical de la Plaza Mayor, quién sabe si no será ya demasiado tarde para Roma.
¡No le demos más vueltas! Aunque perteneciente al índice de Misticísssimmmus, este “In Prosecutione Extrema” es la verdadera banda sonora maldita de Bohemia & Camerata, porque no en vano es la del Fin de una Era.
Bueno, será la del Fin de una Era sólo, claro, si Dios así lo quiere.
Que puede que sí.
Imagen portada: concierto de Burruezo & Bohemia Camerata en la Ermita del Cristo de Castronuño el día 14 de junio de 2014