Contenido

Teatros de verano de la villa

Modo lectura

Muchos son los que se van. Y la ciudad cambia de rostro, más tranquila, más brillante. En verano, Madrid es un jubilado que despacito busca un banco a la sombra para pasar la tarde. El ritmo relaja los músculos, y se esconde en largas siestas, sudorosos reencuentros y reflexiones febriles. Las paredes son de papel. Y las ventanas, siempre abiertas, filtran los escarceos amorosos de los vecinos, las toses consecuencia de los aires acondicionados y los gritos de los niños que no madrugan para ir a la escuela. Y los teatros, que abren a la hora exacta del fin de la siesta y cierran cuando da gusto pasear, programan nuevas propuestas, inventos para la próxima temporada de otoño.

Muchas compañías estarán de festival, por Almagro, Mérida, Olmedo… Pero otras se encierran en un garaje de Carabanchel para dar vida a los personajes que coparán las retinas de un público que hoy degusta mojitos en Caños de Meca, Benidorm o Ibiza. Los grandes teatros, en su mayoría, cuelgan el cartel de “cerrado por vacaciones”. Las salas pequeñas, las del circuito alternativo, quizás descansen en agosto, pero no se pueden permitir dos meses de inactividad.

Y resulta que, en esos paseos veraniegos, me adentré la semana pasada en dos salas a ver dos obras muy distintas: Vagabundos del viento y Hoy no leas el horóscopo. La primera de ellas se programará todos los jueves y viernes de julio en la malasañera Sala TU, buscando algún escenario para la temporada otoñal. Hoy no leas el horóscopo se ha exhibido desde el 10 de mayo en Nave 73, y también anda en busca de un futuro próximo.

"Dos muestras de cómo desde el más escondido y diminuto espacio, desde la más incómoda de las butacas, se pueden escuchar bellos y nuevos textos"

He dicho que son dos obras muy distintas por los géneros teatrales en los que se les podría encasillar (hoy, que todo cambia y todo se desvanece y huye de las clasificaciones racionales, el género es un concepto difícil, algo obsoleto), las puestas en escena y los temas que se tratan. Vagabundos del viento es algo parecido a un drama familiar, con tintes de Eugene O´Neill, algo de Arthur Miller y de Regreso al hogar, de Harold Pinter. Quizás no sea un texto tan cercano a la perfección como los ejemplos a los que me he referido, muy diferentes entre sí, por cierto, pero teniendo en cuenta que es la primera obra estrenada de su joven autor, Alexander Merelo, vale mucho la pena referirse a ella y tenerla presente. Una puesta en escena que invita, desde la gran proximidad que el escenario de esta sala mantiene con el público, a sumergirse en una historia donde el paso del tiempo, los silencios y la incomunicación entre los miembros de la familia están a punto de destruirla. Está dirigida por Fael García y los intérpretes muestran grandes dotes sobre el escenario, una sencilla naturalidad que se agradece: Fran Cantos, María Rubio, Patricia Mediavilla, Jesús Ramírez y el propio Alexander Merelo.

Del autor Ozkar Galán es Hoy no leas el horóscopo. Dirigida por Ana Vayón y Javier Prieto, nos encontramos ante una historia fresca, de un reencuentro de tres amigas que hacen años que no se ven, pero que se necesitan. Sin más pretensiones que las de entretener y dejar un buen sabor de boca en los asistentes (bastante altas son ya estas pretensiones), destacaría el trabajo que desarrollan las tres actrices: María Lorés, Marta Morujo y Cayetana Recio. Las intérpretes trabajan únicamente las unas con las otras, se escuchan y se entienden, en un escenario casi vacío, apoyadas únicamente por la iluminación y los elementos sonoros y temas musicales que nos hacen recordar grandes momentos pasados con amigos.

Dos muestras de lo que está pasando en Madrid, donde el teatro se escapa por las rendijas de los viejos edificios y despachos de los que tanto saben sobre este arte y los que tanto gestionan. Dos muestras de cómo desde el más escondido y diminuto espacio, desde la más incómoda de las butacas, se pueden escuchar bellos y nuevos textos, contemplar preciosas puestas en escenas y deleitarse con el trabajo de una grandísima generación de intérpretes, a los que no se les reconoce su trabajo como se debiera porque no son caras famosas, porque la profesión del actor no goza todavía de la integración sindical y asociativa que necesita, porque los poderes públicos prefieren mirar para otro lado y, cuando miran para este, más vale que no lo hubieran hecho. Dos gratas sorpresas, y la acidez producida por tantas otras sorpresas que me estaré perdiendo.

  Imagen: Fran Cantos, uno de los intérpretes de Vagabundos del viento, fotografiado por Studio84