Contenido

Palabras de papel

Modo lectura

Esta noche se despide en Madrid la revista cultural Boronía, una aventura editorial desobediente y caprichosa, predestinada al fracaso. "Te lo juro por la crisis"1 es su sexto y último número. En esta entrevista apócrifa, su director, Gabriel Núñez Hervás, colaborador habitual de EEM, recurre a explicaciones que siempre acaban sonando a excusas.

¿Cómo explicarías qué es Boronía a los que no la conocen?

Los que no la conocen son una inmensa mayoría. Boronía tiene cierta presencia entre sus fans y colaboradores, pero su difusión ha sido muy limitada y accidental. En seis años hemos publicado seis números sin frecuencia periódica ni distribución oficial, y cada uno de ellos hablaba de cosas tan distintas como la poesía, el flamenco o la crisis. En realidad, Boronía es una revista contemporánea en un formato anacrónico2, y es un vehículo muy personal de mis aficiones, intereses, ocurrencias y preguntas. Esa identificación tan excesiva entre una publicación y su principal responsable es una apuesta suicida comercialmente, pero también una cierta garantía de satisfacción. Antes de lanzar el primer número estuve incluso tentando de ponerle mi nombre al proyecto, para no dar lugar a equívocos ni generar falsas expectativas. "No hay ninguna revista que tenga el nombre de su editor", me dije. Mi mujer me bajó rápidamente del carro con dos palabras: "Ana Rosa".

¿Hablabas de esa vinculación cuando en la presentación del número cero dijiste que esta revista te había costado literalmente un riñón, un huevo y un ojo de la cara?

Por supuesto. Mientras preparábamos ese número me diagnosticaron un cáncer renal, un tumoraco brutal que tuve que operarme urgentemente. En la operación, la sonda me produjo una infección en un testículo. Y algunos problemas de hipertensión relacionados con el riñón derivaron en una maculorretinopatía serosa central en el ojo derecho, con el que veo las cosas muy diferentes a como son, afortunadamente.

Boronía nació el siglo pasado.

Sí, nació en junio de 1988. Fue el sentido común el que nos condujo a financiarla con publicidad y distribuirla gratuitamente: sabíamos que no podíamos competir en los quioscos con nuestras revistas de referencia: Ajoblanco, El Europeo, Sur Exprés, La Luna...  Nos hinchamos de recibir críticas por tomar esta decisión. La gente nos decía que nosotros mismos no valorábamos nuestro producto. Fuimos la primera revista gratis. De esto hace 25 años, durante los cuales la oferta de publicaciones gratuitas no solo no ha dejado de crecer sino que se ha consolidado como un sistema ventajoso (que de alguna manera anticipó el modus operandi habitual de internet).

Mucha gente cree que Boronía es una revista flamenca.

Es difícil intentar argumentar lo contrario: en seis números, tres portadas son de Enrique Morente3.

¿Por qué una revista flamenca como Boronía dedica su último número a la crítica sociopolítica?

En realidad, el número más político de Boronía es el de la portada de Enrique Morente fumando. Dicho esto, Boronía no sabe nada de flamenco, ni falta que le hace. Y tampoco aprecia el arte contemporáneo, la poesía del siglo XXI ni los masterchefs. También íbamos a hacer un número sobre el fútbol, y solo jugamos al póker. Pero no, en ningún caso Boronía es una revista flamenca, y tal vez ese sambenito ha afectado demasiado a su trayectoria.

Pero publicasteis un "Especial Flamenco".

Sí. Tuve la suerte de conocer a Enrique Morente, el artista que más admiro del mundo y de la historia. También teníamos mucho material del disco de Howe Gelb con Raimundo Amador y los gitanos de Córdoba. Y además, le propusimos a J una charla con Fosforito. Así que decidí que dedicaríamos el segundo número al flamenco para no volver a ocuparnos  de él.

Y después de ese número...

Después comenzamos a preparar otros: uno de fútbol, otro de cine, otro de poesía, y en esas estábamos cuando sobrevino la muerte de Morente. Yo seguí terminando el número sobre poesía: "Poemas a 45 rpm", pero la noche anterior a su presentación solo tenía en la cabeza una especie de anagrama: AMORAMORENTE. Así que entendí que el siguiente Boronía solo podría estar dedicado a él.

Y así nació el "Libro de Morente"...

Nació de esa necesidad, insatisfecha siempre, de llenar un poco el enorme vacío que nos dejó. Y nació al tener una idea que me resultó tan respetuosa como atractiva: crear una biografía de Enrique a través de los testimonios de la gente que tuvo la suerte de estar a su lado en alguna ocasión.

Hubo un segundo volumen. Totalmente diferente.

Ese le habría gustado mucho más a Morente. Descubrimos el potencial de Soleá, reprodujimos las primeras obras plásticas de Aurora Carbonell, "La Pelota", presentamos en sociedad a Los Evangelistas, señalamos como heredero a Israel Galván y conseguimos la participación de artistas de primer nivel mundial (de Hans Ulrich Obrist a Barceló, de Lee Ranaldo a José María Sicilia, de Auserón a Blanca Li...). Pero el postmorentismo ha derivado en un mercantilismo feroz y en una competición de oportunistas, en un concurso de egos desquiciados, y yo estoy fuera de esta carrera. Solo quiero poder volver a escuchar a Enrique con tranquilidad, sin las campanas de sus duelos.

En esta secuencia has pasado por encima de ese número dedicado a los poetas.

Sí, y eso que creo que es el más original4. Comencé a participar en lecturas poéticas y al final siempre acababa hablando de música con los poetas. Por otra parte, yo creo que la mejor poesía del siglo XX la han hecho los letristas del rock y del pop. Me pareció una buena idea darles a los poetas ese tratamiento, el de rock'n'roll stars, y editar sus poemas como si fueran singles de vinilo. Eso propició muchos juegos entre los poetas y también entre poetas y diseñadores gráficos, y dio resultados muy creativos. A partir de esa idea necesitaba un título. Cuando lo encontré ("Poemas a 45 rpm") todo fluyó muy rápido: pasamos del formato de long play de los dos primeros números al formato single con el que editaríamos el resto.

Nadie cree que este adiós sea definitivo.

Hacen bien. Si mi voluntad en este cierre es parecida a la de mis propósitos personales, habrá Boronía para rato. Pero mi secreto es abandonar este proyecto-mascota en la gasolinera de la sobrevalorada red5: Imagino ya la web de Boronía como una tumba abierta, con souvenirs o reliquias, como un mausoleo en el que liquidar los restos celulosos.

¿No había un final mejor?

Tal vez pudimos morir en EEM, en una sección residual e injustificable, pero había que cerrar la puerta definitivamente, soltar el lastre: la cosas que engordan sin control conducen al infarto, se convierten en atascos insoslayables.

¿Cuál es tu número favorito de Boronía?

Uno que nunca llegamos a hacer, dedicado a la gastronomía, en el que el lector podía comerse las páginas. Una idea impecable: arte efímero, cultura alimenticia, caducidad de las tintas. Kisko García, uno de los pocos cocineros que viven trabajando en los platos en vez de en los platós, se entusiasmó con el proyecto y analizamos papeles comestibles de Lezama y de Tokyo. Pero no fuimos capaces de encontrar la hostia sagrada del salmorejo.

¿Cuál fue la estrategia de mercado de esta apuesta editorial?

Ignorar a las instituciones6. Equivocarnos sin corregirnos. Desestimar los consejos de los especialistas. Inventarnos cosas, tomar cañas, reírnos y discutir todo el rato por cuestiones microeconómicas y macroegocéntricas. Preferir las ruinas a las reinas.

¿A quiénes no lograron convencer para colaborar en Boronía?

A David Bowie, Pep Guardiola y Gia Paloma.

¿Cuál es el mejor recuerdo de este fracaso?

El día que Antonio Jesús Luna7 (codirector del nº cero) intentó convencer muy seriamente al secretario de Antonio Gala de la conveniencia de que su jefe apareciese en nuestra portada con traje de gitana.

¿Y el logro más relevante?

No ser pesados. Durar poco. No alcanzar las mil páginas. Haber conseguido que Boronía esté en las bibliotecas públicas de Andalucía. Publicar un poema de Alba Moon.

¿Volvería a intentar todo esto?

Mejor el fuego.

¿Cómo definiría esta parte de su vida?

Irrepetible.

 

 

[1] En "Te lo juro por la crisis" se muestra la obra de un autor radical y desconocido, Cristóbal Ruiz. Un malagueño de Lavapiés que con su magistral uso de la paleta gráfica y con su verbo implacable retrata a los responsables, cómplices y mamporreros de esta neodictadura soft que se nos va imponiendo día a día. Las firmas de autores como Enric González, Ajo, Alberto García-Alix, Miguel Brieva, Toni Garrido, Suso33 y muchos más completan una obra que se edita con 34 portadas diferentes y que nace, como las anteriores, con vocación de permanencia y con la intención de que, dentro de unos años, no olvidemos a los que nos condujeron (o nos intentaron conducir, si es que le ponemos remedio) al desastre.

[2] Así nos explicábamos en el número de octubre de 2010 de ROCKDELUX: "Una revista dedicada a la creación contemporánea, deliberadamente subjetiva, que reivindica el valor de la edición en papel y la filosofía de la slow culture. ¿Se puede ser a la vez contemporáneo y anacrónico? Una persona leyendo una revista es un acto que, por inusual, puede resultar hasta subversivo, algo demasiado lento y poco adecuado para el siglo XXI. Leer una revista, y después pensar en lo que se ha leído, y también olerla, acariciarla, saborearla. Ésa es la experiencia que proponemos. BORONÍA se hace a fuego lento, sin prisas, y requiere tiempo para disfrutarla. Hastiados de la cultura de usar y tirar, en BORONÍA apostamos por el placer de las cosas bien hechas que se guardan, se revisan, se coleccionan".

[3] Tuvimos mucho cuidado de no caer en esa ola macabra de utilización y rentabilización postmortem del nombre de Morente. Restringimos al mínimo la publicidad y preparamos una edición gratuita. Mucha gente lamentó no haber participado en este recuerdo y nos vimos empujados a preparar un segundo número que publicamos en febrero de 2012. Fue especialmente desagradable comprobar, en la misma tierra del maestro, como su nombre se añadía con clarísimos fines comerciales a cuantos eventos y citas se producían en la ciudad. No eran actos de reconocimiento, sino puro marketing. Se le añadió la "marca Morente" a actividades institucionales que no tenían nada que ver con él y que ya estaban programadas antes de su muerte. Granada se mostró muy rácana y huraña con este proyecto. En el primer volumen sólo participó, casi testimonialmente, la Diputación y un constructor, Enrique Román, que todavía nos debe la doble página de publicidad que contrató para su Inmobiliaria Romany. En el segundo, el vacío.

[4] El tercer número fue presentado en la octava edición de Cosmopoética. Pasamos una oferta a la organización en la que incluíamos los gastos de la fiesta de presentación, una página de publicidad en la revista y 300 ejemplares para que fuesen regalados a los participantes. "Mejor no nos deis revistas, que luego tenemos todo el Ayuntamiento lleno de cosas", nos indicó un responsable del evento. Ante tal muestra de delicadeza y de respeto por nuestro trabajo decidimos volver a la fórmula gratuita y repartirlo entre los asistentes. "Poemas a 45 rpm", que así se llamó este número, está considerada a día de hoy una de las mejores antologías de poesía en castellano del siglo XXI.

[5] En estos cuatro años nos hemos aburrido de escuchar (sin pedirlos) redundantes y sin duda bienintencionados consejos que nos señalaban la red como única posibilidad de supervivencia. La devoción religiosa que la gente dedica a internet y a las redes sociales nos ha vacunado contra la palabrería de los vendedores de milagros virales. Para Boronía , internet es necesaria, pero no es ninguna garantía. "Si no estás en internet no existes" es uno de esos dogmas que mucha gente se traga automáticamente y que tanto asquito nos da. Pero lo cierto es que Boronía ha existido hasta ahora sin estar en la red. Que esa existencia sea mínima o insignificante para los predicadores 2.0 no anula su latido. A nosotros también nos parece ridícula, superficial, vacía y estúpida la mayor parte de la vida en las redes.

[6] La relación de Boronía con las instituciones no ha sido fácil, o más exactamente, ha sido casi inexistente. Boronía ha contado con publicidad institucional, especialmente en el número cero, pero sólo se ha tratado de eso: de publicidad. Anuncios contratados al mismo precio que han pagado pequeñas empresas y comercios (con la diferencia de que, en general, la institucional ha sido cobrada mucho después y con muchísimos problemas). Boronía no ha recibido subvenciones (sólo pedimos una al Ministerio de Cultura y, cuando comprobamos a quiénes estaban destinadas esas ayudas, preferimos no volver a perder el tiempo), y ya estaba en su ADN su progresiva desvinculación de las instituciones. "Muy crítica con la política cultural de las instituciones que se publicitan en ella, BORONÍA no puede esperar ayudas públicas: esto ya lo sabíamos hace veinte años", escribimos en el número de ROCKDELUX ya citado.

[7] Este texto está escrito en casi su totalidad en primera persona del plural. Boronía es un proyecto muy personal, pero su mayor fortuna ha sido la de contar con el trabajo, el apoyo y el entusiasmo de cientos de creadores. Todos ellos, desde el más desconocido al más prestigioso, han colaborado sin recibir un solo euro. Sería imposible nombrarlos a todos: son más de trescientos. Junto a ellos, cada etapa o cada número ha tenido colaboradores muy cercanos, en algunas ocasiones prácticamente codirectores. La idea original la di a luz junto a Pablo Gallego. En los ochenta estuvieron Esther Casado, Rafa Hueso y Luis Gallego, entre otros muchos. En la nueva etapa, el renacimiento vino de la mano, el talento y las ideas de Antonio Jesús Luna. En el "Especial Flamenco" tuvieron un papel esencial los conocimientos y la energía de Carmen Salmerón y el diseño de Paco Domínguez. Juanclemente ha diseñado el resto de números y le ha dado a Boronía el estilo que la caracteriza y distingue. En “Poemas a 45 rpm” fue decisiva la brújula de Nacho Montoto. Los "Libros de Morente" no hubiesen sido posibles sin los contactos y la pasión de Carmen Salmerón y de Amaranta Ariño. Y Paloma García y Yolanda Núñez han sido las compañeras constantes e infatigables de este apasionante viaje.

Imágenes:

1. Invitación a la presentación del sexto y último número de Boronía

2. Portada del primer número de Boronía

3. Portada del segundo Libro de Morente

4. Póster de "Poemas a 45 rpm"

5. Editorial de  "Poemas a 45 rpm"

6. Los lomos de las 34 portadas diferentes del sexto y último número de Boronía, "Te lo juro por la crisis"

7. Una de las 34 portadas de "Te lo juro por la crisis", de Alberto García-Alix

8. Póster con las 34 portadas de "Te lo juro por la crisis"

9. Gabriel Nuñez fotografiado por José Carlos Nievas