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Manjón, el negro y la puta

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Es innegable: llevaban años esperando el primer y menor desliz. La jauría mediática, sus adiestradores políticos y esa correa de transmisión trenzada con víctimas útiles se mordían las uñas y afilaban sus dientes aguardando el momento preciso para soltar la cuerda y morder. Como explicaba hace unos días Antonio Maestre en su artículo Pilar Manjón, dimite, jamás le han perdonado que no se dejara manipular políticamente por quienes querían instrumentalizar su dolor. Y entonces, como lluvia de agosto, les cayó el famoso tuit: "Odio al negro de la Casa Blanca. Quiero a mis niños asesinados en Gaza. Quiero que la P de su mujer retire el vídeo de las niñas secuestradas". Manjón ya ha cerrado su cuenta. Pero las bocas demoledoras siguen ladrando:  "¡Racista!" le gritan los racistas. Más alto y más fuerte y más veces los que han demostrado ser más racistas, como suele suceder. El hecho de que haya llamado "negro" a Obama, pretende ser utilizado para demostrar y certificar todas las acusaciones, sospechas, insultos y tropelías que sus enemigos llevan vomitando más de una década.                                                   

Para mí lo único reprochable de ese arrebato no es en absoluto su discutible racismo. De hecho, esta hipersensibilidad hacia el racismo, y en concreto hacia el racismo del blanco con el negro es algo extraño en un mundo que, en pleno siglo XXI, es mucho más fascista, misógino, homófobo y clasista que racista. John Carlin se planteaba esta cuestión hace unos años en un polémico artículo, preguntándose por qué en el fútbol solo se condenaban los insultos racistas, y no los proferidos "hacia –entre muchos otros– los judíos, las mujeres, los homosexuales y los muertos".

Y es precisamente a este punto al que yo pretendía y deseaba llegar: ¿Por qué nadie ha reparado, descalificado, señalado o criticado que Pilar Manjón haya llamado a Michelle Obama "la P de su mujer"? Si hay algo en su tuit que me rechina y me ofende es esa "P". Y podría justificar o excusar la ninguneada "P" tanto como el crucificado negro, excepto porque me parece impropio de alguien como Manjón  recurrir a ese adjetivo como insulto, y excepto porque me causa muchísimo miedo el absoluto y desolador silencio al respecto.