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Diccionario Escéptico (II)

  

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C

CITAS INCOMPLETAS: Buena parte de las citas y lemas más conocidos se nos presentan incompletos. A menudo es fácil suponer por qué. En los libros de texto escolares de Bélgica se suele reproducir esta cita de César en La Guerra de las Galias: “De todos los pueblos de la Galia, los belgas son los más valientes...” No se suele añadir la continuación: “...porque son los más alejados de la provincia romana y de los refinamientos de la civilización.”

D

DIABLO:  Paradojas de la modernidad: según Jean Delumeau, el incremento del miedo al diablo en occidente coincide con la expansión de la imprenta, que ayudó a difundir el miedo a Satán, más entre los protestantes seguramente que entre los católicos, que tuvieron menos acceso a ella. La presencia del demonio en los libros de la modernidad es mayor que en los de la Edad Media: en el Catecismo de Pedro Canisio se menciona a Jesús 63 veces y a Satán 67. También el Martillo de las brujas menciona con más frecuencia al diablo que a Dios.

DISTANCIA:  Hay datos que inevitablemente restan valor a algunas hazañas. Debido al movimiento de las placas tectónicas, cuando Colón llegó a América ésta estaba veinte metros más cerca que ahora.

E

EUFEMISMO:Hugh Rowson, autor de The Dictionary of Euphemisms and Double-Talk (1981) llama la atención sobre el hecho de que, sistemáticamente, los eufemismos son más largos que la palabra que sustituyen. En el caso del inglés esto podría tener una explicación simplemente lingüística. Las palabras anglosajonas son más cortas que los equivalentes neolatinos que se consideran más aptos para el eufemismo. Pero el hecho es que el fenómeno se reproduce en todos los idiomas.

H

HIGIENE, HIPÓTESIS DE LA: Se llama así a la hipótesis, sostenida por algunos historiadores de la medicina, según la cual el exceso de higiene introducido en el siglo XX, al debilitar las defensas naturales de los niños, provocó el aumento de algunas enfermedades como la polio, la rubeola, el asma o muchas de las alergias. Según esta teoría, el sistema inmune necesita exponerse de vez en cuando a la suciedad para funcionar correctamente. Es una hipótesis que podría quizás extenderse a otros ámbitos de la experiencia humana.

L

LABORALES, ACCIDENTES: En A Working Class Majority (1974) Andrew Levinson hacía esta consideración: Imagínense el escándalo si, de manera habitual, despachos de altos ejecutivos de empresas se hundiesen, como sucede con las minas, matando a sesenta o setenta de ellos, si miles de profesores universitarios perdiesen cada año dedos, brazos, ojos, o quedasen seriamente lisiados en su trabajo…

LONGEVIDAD: La idea, tan extendida, de que uno “era un viejo” a los cuarenta años es una falacia. Aunque hacer cálculos acerca de la esperanza de vida en el pasado es extremadamente difícil por muchas razones, se puede hacer un intento de demostrarlo. Entre los siglos IV y VI a. C., la edad clásica de Grecia, tan sólo conocemos las fechas de nacimiento y muerte de ochenta y tres individuos, ni uno más. Lo que nos dicen esos datos es que la media de edad en el momento de su muerte resulta estar entre los 70 y los 71 años. Estrabón murió a los 88, Sófocles a los 90 e Isócrates a los 98. Incluso hay tres centenarios en la lista: Aristarco, Demócrito y Gorgias. Resulta sorprendente constatar que esa cifra de 71 años no es muy diferente a la actual. Platón, en sus Leyes, estipula que los guardianes deben de haber cumplido los 50 años, lo que indica que esta longevidad era frecuente. Dice además que los guardianes, como máximo, deben permanecer en su puesto hasta los 70. Puesto que lo que Platón proponía era una reforma, hay que sospechar que muchos guardianes lo eran a edades aún más avanzadas, lo que nos devuelve más o menos a una mediana en torno a los 71 años. También Aristóteles, en su Historia de los animales, dice que el hombre puede reproducirse hasta los sesenta de manera habitual y que en algunos casos llega a los setenta. También prescribe en su Política, como la edad ideal para el matrimonio, los 18 años para la mujer y los 37 para el hombre. En un sentido más general, el Génesis 6:3 cita los 120 años como el máximo que puede vivir un ser humano. Tácito todavía ofrecía la misma cifra en su Diálogo sobre la oratoria —además de asegurar que conoció a un britano de esa edad. También es una cifra que Heródoto propone como propia de una vida excepcionalmente larga. Por supuesto, Heródoto pretendía sorprender a su público y el Génesis hablaba, probablemente, de un ideal inalcanzable. Pero si 120 años era una cifra sorprendente, hay que pensar que 70 no lo era.

Si repetimos esta operación de mirar a las edades de los personajes conocidos –y por tanto mejor documentados– en los distintos períodos históricos, nos encontramos con que, una vez que se excluye la mortalidad infantil, las medianas de la esperanza de vida no son tan bajas como podría pensarse. Griffin compiló una serie de listas de edades de filósofos griegos, pensadores y escritores romanos, padres de la Iglesia, pintores italianos del Renacimiento, monjes ingleses… El resultado puede verse en el siguiente cuadro.

450-150 a.C.  68
Post 100 a.C.  71,5
30 a. C.-120 a. C  56,2
150-400 63,4
1300-1600 68,9
1500-1640 67
1720-1800  62,8
1800-1840  71,2
1931  66,2
1951  68,9
1981  72

Las cifras requieren algunos matices. Es seguro que existían diferencias, quizá grandes, entre distintos grupos sociales. Un estudio comparativo entre la longitud de la vida de los Papas y los artistas que contrataban, entre los siglos XIII y XX, ya muestra una diferencia de entre tres y siete años más de vida a favor de los Papas. Las diferencias con el pueblo humilde debían de ser aún mayores. Otro factor a tener en cuenta es el sexo: hasta la revolución de la medicina moderna la esperanza de vida de las mujeres era considerablemente menor que la de los hombres, principalmente debido a las muertes durante el parto. Pero haciendo abstracción de todas estas cuestiones, como puede verse, las medianas se acercan bastante a las actuales y, aunque con variaciones, permanecen relativamente constantes a lo largo de los últimos dos mil años.

Parece, por tanto, que en el pasado, si uno sobrevivía a la infancia, podía —potencialmente— vivir una vida casi tan larga como hoy en día. Aunque mucha gente se quedase por el camino debido a infecciones o males que hoy podrían curarse fácilmente, sus muertes se consideraban prematuras.

N

NÚMEROS: Quizás sea cierto que las matemáticas son el lenguaje secreto del universo. Se han encontrado algunas relaciones extrañas, por ejemplo entre los terremotos, los incendios forestales, la desigualdad y la guerra. Cuando más intenso es un terremoto, es también más improbable. Es lo que se conoce como Ley Gutemberg-Richter: “Si se dobla la intensidad de un terremoto, éste se vuelve cuatro veces menos frecuente”. En el caso de los fuegos forestales, existe una proporción también, aunque es ligeramente diferente, pero mesurable y constante: 2x2,48. El principio puede aplicarse también a la economía: si se suma la gente que en Estados Unidos tiene mil millones de dólares y luego se compara con quienes tienen la mitad, veremos que son cuatro veces más. Finalmente, las guerras siguen igualmente una pauta calculable. Ya en los años 20, el físico británico Lewis Richardson estudió los conflictos que se habían producido entre 1820 y 1929 y encontró que doblando el número de víctimas, la guerra se volvía cuatro veces menos frecuente. En la década de 1980 Jack Levy recalculó los datos considerando la población mundial y encontró que, aunque en proporción diferente, respondían a una ley.

P

POLÍTICA, VIOLENCIA: Exageramos la importancia de las ideologías, incluso en lo que tienen de destructivas. Si sumamos todos los muertos de las guerras del s. XX, más las víctimas de la represión de Estado, los genocidios e incluso las hambrunas causadas por la política, nos encontraríamos con que el número de muertos está en torno a 180-90 millones de personas. Esto supone un 4 por ciento de todas las muertes del siglo.

PSICOFONÍAS: Llama la atención el cómo los avances tecnológicos afectan también al comportamiento del más allá. Cuando las grabaciones de psicofonías se hacían con cinta magnetofónica, los muertos se comunicaban con más frecuencia con nosotros. Desde que las grabaciones son digitales, parece que tienen menos qué contar o menos interés en contárnoslo. Se especula con la posibilidad de que los roces mecánicos y los chasquidos de la vieja cinta magnetofónica tuviesen algo que ver con esto, lo mismo que la limpieza de las grabaciones digitales. Los creyentes en la parapsicología creen, sin embargo, que la explicación tiene que ser otra.

O

ORO, QUIMERA DEL: 

Aparte de contemplar el clásico de Chaplin o leer los libros de Jack London sobre la carrera del oro de Klondike, quizás se puede apreciar mejor la cuestión por medio de la estadística:

Número de personas que se dirigieron a Klondike: 100.000

Número de los que llegaron al campo base: 40.000

Número de los que lograron realizar prospecciones: 20.000

Número de los que encontraron oro: 4.000

Número de los que encontraron oro en cantidad suficiente: 300

Número de los que seguían siendo ricos al poco de regresar: 50

T

TERRATENIENTE: El libro más antiguo escrito en latín que conocemos es un tratado de agricultura, el que escribió Catón, en el que nos instruye sobre cómo debe ser el perfecto campesino romano. En realidad, lo que describe es la vida de un terrateniente. Cuando enumera las cosas de las que debe deshacerse sin pensar, menciona: …plostrum vetus, ferramenta vetera, servum senem, servum morbosum et si quid aliud supersit. “El arado viejo, herramientas viejas, siervos viejos o enfermos y todas esas cosas que no sirven para nada.”

Miguel-Anxo Murado

Miguel-Anxo Murado (Lugo, 1965) es escritor. Ha publicado una veintena de títulos de ficción y ensayo, entre otros, Otra idea de Galicia y La invención del pasado. Es colaborador habitual de la cadena SER, la BBC y The Guardian.