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Percibir los acuerdos

Una conversación comentada sobre la exposición “El Contrato” en AlhóndigaBilbao, con Luca Frei, Miren Jaio, Isabel de Naverán y Leire Vergara.

 

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El Contrato, la exposición que hasta el próximo enero es posible visitar en AlhóndigaBilbao asume un punto de partida específico: “¿Cuáles son, más allá de aquellos evidentes y explícitos, esos otros contratos, afectivos, invisibles y no dichos que determinan nuestro día a día?”. Sin embargo, el interés por detectar dentro del conjunto de estructuras prefijadas de antemano aquellas zonas donde reglas y sistemas de organización canalizan otros pactos, huye de los modelos de señalización al que exposiciones de tales características suelen recurrir. En 2013 la oficina de arte y conocimiento Bulegoa z/b (Bilbao), llevada adelante por Beatriz Cavia, Isabel de Naverán, Miren Jaio y Leire Vergara en colaboración con AlhóndigaBilbao inició un grupo de lectura y un programa de residencias para artistas y pensadores cuya última fase, que no conclusión, fuera una exposición. Acuerdos tácitos, pactos, responsabilidades o desclasificaciones son algunas de las claves de una investigación abierta en el tiempo, cuya revisión permite aproximar tanto las reglas que gobiernan las zonas de atención de Bulegoa z/b —sociología, comisariado, crítica y coreografía— como las que replican en la vida cotidiana. A lo largo de un año, cada dos semanas, esta pre-instancia expositiva mantuvo un grupo estable de 30 participantes, fruto de una convocatoria pública, en torno a cuatro grupos de lectura, organizados por artistas y pensadores capaces de reflexionar sobre cada una de las áreas de Bulegoa z/b. “Quisimos empezar con una dinámica de trabajo bastante silenciosa”, señala Leire Vergara, “un proceso de investigación que nos permitiera ganar ese tiempo para abordar una noción como el contrato. Revisar de alguna manera nuestras propias prácticas. Para ello invitamos en primer término al dramaturgo mexicano Héctor Bourges, interesado en pensar cómo la identidad nacional mexicana se produce a partir de la idea de contrato. La segunda invitada fue la artista portuguesa Catarina Simão, quien investiga el tipo de contrato que el cine establece con la verdad. Luego desde la crítica invitamos al diseñador de libros Filiep Tacq, para pensar la plataforma del libro como una zona de producción artística y por último invitamos a la socióloga Elena Casado a hablar sobre lo ordinario”. Los diversos textos, definidos alrededor de cada sesión, surgieron desde Bulegoa z/b, de tal manera que los grupos de lectura fueran capaces de reflexionar, en muchos casos de manera transversal, sobre cada práctica. Isabel de Naverán comenta que en el caso de la coreografía “se plantearon textos que cuestionan los mismos principios de la danza que se fundaron en la Modernidad, por ejemplo de la danza en relación al movimiento, si la danza tiene que ir acompañada de movimiento, si el cuerpo presente siempre tiene que estar, etc. Nos detuvimos mucho en las diferencias entre el contrato hablado y el contrato escrito, es decir lo que se escribe para ser hablado y lo que se escribe para ser leído y esa relación entre lo vivo y lo que sucede cuando le pasas el texto a otra persona”. Leire Vergara recuerda que “para pensar la relación del comisariado con el archivo recurrimos a textos no tanto surgidos en el contexto de las artes visuales sino a los vinculados con la coreografía, como por ejemplo un texto de André Lepecki El cuerpo como archivo, que plantea un modo de abordar el archivo desde los propios cuerpos”. Si bien cada texto y cada devolución escrita de manera colectiva por el grupo permitió revisar desde la perspectiva del contrato los diversos acuerdos entre la autoría y la audiencia que se han ido cerrando hasta definirse como lo que conocemos en la actualidad, algunas obras presentes en la exposición sí que surgieron, en algunos casos a modo de dictado, a partir de los textos. Isabel de Naverán especifica que “un texto, en concreto Danza y trabajo, de Bojana Kunst, que habla de Gastev y la eficiencia corporal, nos permitió recordar esta pieza de Academy Of Work que gira en torno al brazo como herramienta de trabajo en el socialismo y reproduce el brazo de Gastev. En ese mismo texto también se hablaba en detalle de 1 poor and one 0, una pieza escénica de BADco, un colectivo de performance croata que vendrá a realizarla aquí. Es un lujo haber leído un texto donde aparece el análisis de una pieza y un año después poder mostrarla”. 

 

Acercar instancias técnicas a un terreno subjetivo permitió redescubrir las dinámicas de configuración de las diferentes prácticas y a la vez desarrollar una especie de guión plural de comportamientos, capaz de modificar, cuestionar y visibilizar otros usos de los mismos principios. Todo ello confluye en El Contrato la exposición, no necesariamente de manera lineal, caracterizada por un preludio compuesto por un conjunto informe de pensamientos y puntos de vista y unas conclusiones siempre en proceso. Un modo sumamente sutil de abordar la exposición, donde la lógica del potlatch, ese derroche de construcción productiva, aparece reinventada. Miren Jaio recuerda que “fue al terminar el grupo de lectura y empezar a conformar el proyecto expositivo cuando invitamos al artista y diseñador Luca Frei a que nos ayudara a articular el espacio. Nos interesaba dialogar con Luca sobre cómo volcar toda esa trama de lecturas y de experiencias en la sala de una manera particular. Si bien pensábamos en determinadas piezas y en ciertos artistas con los que nos gustaría trabajar, había muchas cosas que aún estaban abiertas y era posible definir o replantear”. Este carácter firme pero inconcluso podría ser una efectiva clave de acceso a la exposición, donde obras y disposiciones parecen asistir a una especie de expansión e inclusión constante. Para Luca Frei la propuesta en sí fue un reto: “Cuando participo de estas intervenciones procuro trabajar como un mediador en diferentes niveles e intento relacionarme con el espacio y sus límites, como el tamaño de las paredes, que siempre los incluyo en la planificación y a partir de ahí comienzo a construir la exposición”. Todo el proyecto se articula alrededor de una serie de imponentes paneles temporales que expanden y comprimen la exposición y que alojan, tanto en el interior como en el exterior, obras y proyecciones. “Los muros no están cubiertos del todo por piezas y son muy anchos para ser estructuras temporales”, continúa Luca Frei, “en algunos de ellos se puede ver la estructura, me interesó reducir las superficies ocupadas al mínimo y resaltar los muros como algo que separa el espacio y enfatiza el exterior y abre nuevas perspectivas en la muestra”. Otro elemento del diseño expositivo que mezcla funcionalidad y síntesis es la mesa donde se van a realizar las futuras lecturas y encuentros, esta vez en la propia exposición. La mesa rectangular perteneciente al grupo de lectura está rodeada de diferentes sillas, aportadas por cada uno de los participantes y trasladadas de sus ámbitos de trabajo. Sillas que seguirán llegando al espacio a la largo de los próximos meses y que se suman al programa de cine, conferencias, performances y lecturas con las que el proyecto expande conclusiones y reactiva nuevos debates. Agrupadas alrededor de doce secciones, percibidas solo a través del plano informativo colgado en una de las paredes de la antesala a la exposición —ya que en la sala las relaciones temáticas ofrecen un continuo sin categorizaciones ni parcelas—, las obras de más de treinta artistas sugieren la revisión de los acuerdos que de manera individual pero también colectiva asumimos. 

 

Casino Lux (Has empezado riendo pero vas a terminar llorando), la vídeo-instalación de Jon Mikel Euba en la que dos cámaras de seguridad registran una situación que no llega a ser del todo extraña pero tampoco del todo familiar, donde un grupo de jóvenes responde a las indicaciones dictadas fuera de cámara mientras caminamos sobre un suelo empedrado, parece sumarse al mutismo y confrontación de la obra de teatro dividida en dos actos de Karl Larson Consensus (The Room) escrita para no ser interpretada y formalizada a través de un texto y un conjunto de esculturas. Cerca de estas piezas el colectivo Jeleton duplica voces y participantes a través de María-Fenix irratiak, la radio creada para la exposición, en la que incluyen programas emitidos desde México y Barcelona donde repasan estructuras relacionadas con el feminismo y los diversos tipos de accesibilidad. Elena Aitzkoa ubica en el suelo una selección de sus 11 esculturas para un hijo vivo, realizadas a partir de una estructura temporal. Una vez por semana la artista hizo y deshizo objetos y herramientas, pero también su propia ropa. Gestos y pliegues tensos reconvertidos en formas únicas como los que generan dos de las piezas de Daniel Steegman Mangrané U y quebreira. El artista grabó el ruido que en la plataforma naval de Petrobrás producen sus trabajadores las 24 h del día durante todos los días del año. Esta densidad sonora es interpretada por la flautista Joana Saraiva, quien se guió de la vibración corporal que tal escucha le generaba para ejecutar la melodía. El altavoz que reproduce el tamiz auditivo es acompañado por una escultura tubular que parece seguir el movimiento de los trabajadores en la plataforma naval. La distancia y proximidad entre horizonte de análisis y representación ofrecen distintos niveles y responde casi a una cuestión metodológica. “Como el título marcaba tantísimo”, señala Miren Jaio, “en un principio nos alejamos, pero luego cuando descubrimos su articulación decidimos incluir casos muy específicos,  como por ejemplo la pieza de Kajsa Dahlberg Campamento de mujeres Femo 2008. Película y contrato, y ahí vimos que era posible incluir piezas que abordaban el tema de una manera muy directa y que nos hablan del contrato como un sistema de relación más performativo. En el caso de esta pieza, Kajsa Dahlberg demuestra cómo el contrato aquí produce realidad”. Algo de esta realidad no escenificada sino fortalecida en su ámbito de pertenencia reaparece en la Serie de fotografías de la vida cotidiana de Eulalia Abatua, protagonizadas por mujeres del ámbito rural y urbano vizcaíno de 1900, en el film de Teresa Lanceta Años felices. Cierre es la respuesta, compuesto por los relatos de antiguas trabajadoras de la Fábrica de Tabacos de Alicante, o de una manera un tanto más espectral en la doble proyección de diapositivas de Asier Mendizabal España, tipos y trajes, procedentes de dos álbumes fotográficos que ubican en el folklore la manifestación más prístina de “lo español”. Son muchos y muy variados los momentos que la exposición permite ser intuida como una crítica a la representación impuesta por las diversas taxonomías que articulan nuestro presente y como una apuesta por ver más allá de las formas establecidas. Pero sin duda, uno que resume muy bien ese efecto de discreción y potencia que el proyecto aloja, es el retrato, poema y conferencia de Gertrude Stein Si yo le dijera. Retrato completo de Picasso. Durante 3 minutos y 42 segundos la voz firme de Stein recorre los versos de un poema analítico y reiterativo, donde la emisión y dicción de lo que se lee acompaña una sintaxis circular capaz de desmantelar la convención objetiva del retrato. De una manera coral y a través de una multiplicidad de narraciones y gestualidades El Contrato descubre un dilatado y sugerente procedimiento de trabajo, capaz de construir un hábitat a partir de las indagaciones y posiciones que la lectura de textos de autores como Isaac Joseph, Hanna Arendt, Susan Sontag, Jean-Luc Godard, John Cage, Roland Barthes o James Clifford promueven.  

Mariano Mayer

Mariano Mayer es poeta, crítico de arte y curador independiente. Junto a Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico edita SCRIPT (Madrid – Buenos Aires). 

Fotografías de Jaime Gastiza de la exposición El Contrato. Cortesía de AlhóndigaBilbao y Bulegoa z/b

“El Contrato” está abierta hasta el 11 de enero de 2015 en AlhóndigaBilbao.