La edad del bronce (V)
ENRIQUE MORENTE. Despegando (CBS, 1977)
Cada vez que vuelvo a este disco y reparo en su título no me viene a la cabeza la imagen de un avión levantando suavemente el vuelo, ganando poco a poco altura, como acaso su creador quisiera humildemente sugerir, sino la de un cohete propulsándose hacia la estratosfera. Tal me parece la velocidad a la que se aleja de la tierra firme, a la que se separa de lo conocido y penetra en lo inexplorado.
Si nos permitimos seguir con las metáforas astronómicas, quizás inducidas por ese primer corte llamado “Estrella” que continúa siendo uno de los más refulgentes del repertorio de Morente, podemos decir que este trabajo tuvo efectos de revolución copernicana en el flamenco. Por actitud, por sonido, por ambición, por la idea de álbum como algo que trasciende la suma de sus partes. Y lo fue también por esa suerte de perspicacia intuitiva que siempre demostró el granadino. Casi de forma simultánea, con la misma compañía de Pepe Habichuela, había editado su Homenaje a D. Antonio Chacón, un disco que a la vez que rescataba un paradigma cantaor bastante orillado en aquel momento demostraba el conocimiento y reverencia por los clásicos de su artífice. Algo que ampliaba la onda expansiva de Despegando: no era la creación de un indocumentado cualquiera, sino una concebida con toda la intención por alguien en pleno dominio de sus facultades.
Enrique no reconocía que su propósito fuera cambiar el paso a nadie: “Yo no cantaba pa’ que me escucharan/ ni porque mi voz fuera buena/yo canto pa’ que me se vayan/las fatiguillas y las penas”, nos advierte en “Que me van aniquilando”, esos tangos explosivos que condensan a la perfección su ética cantaora. Morente sólo buscaba una relación personal con la verdad, aunque fuera a través de un estilo pautado como el flamenco. “Esto no puede ser un folklore de museo”, se le oía protestar en ocasiones, y tenía la tozuda convicción de que ningún apelo a la tradición debía sofocar el anhelo de alcanzar una voz propia. Pero esa simple afirmación de que la expresión sincera de uno mismo mandaba sobre los esquemas y las estructuras resultaba más subversiva que cualquiera de las transgresiones musicales, rítmicas o líricas concretas que contuviera la obra. Que las contenía y en abundancia.
Sería por lo demás inútil reseñarlas aquí, desmenuzadas y con ánimo enciclopédico. Igual que inspiró a cantar por libre, Morente también instigó a escuchar del mismo modo, con la guía de la intuición más que la del metrónomo. Después de él, ya nadie más debería tener miedo. Respeto, afición, ganas de aprender y entender los elementos que conforman la gramática de esta música, desde luego. Pero esos temores infundidos por cierta retórica gremial, la ridícula sensación de ser un profano porque no se dominan sus arcanos más artificiosos, la idea de que esta música sólo la pueden disfrutar iniciados tras arduos años de aprendizaje, todo eso ha quedado abolido.
Y hace bien recordarlo hoy que el nombre de Morente se subordina demasiado a menudo a epítetos –moderno, innovador, vanguardista y etc.– que se han vuelto triviales con la insistencia. En un momento en el que el abuso a su advocación amenaza con convertirle en lo que menos le hubiera gustado: una mera etiqueta legitimadora, la cifra de un nuevo estándar. Ante eso, el antídoto de volver a sus discos, escuchar otra vez “Tú vienes vendiendo flores” o sus liberadoras “Alegrías de Enrique”. Ese es el mensaje más perdurable de Despegando, el único dogma de esa especie de luteranismo jondo que propagó. Ir derecho a las fuentes, gozar y pelearse con ellas sin mediación, no admitir coacciones o imposiciones de gustos y seguir por el propio camino, porque ya se sabe “que las nubes las destruye el viento”.
Alexandre Serrano
Alexandre Serrano (1976) es periodista y colaborador de Televisió de Catalunya, Rockdelux o Diariofolk. En ellos, como en su blog, Rastres, vestigis, derelictes, se ocupa principalmente de las músicas de raíz y otras expresiones culturales minoritarias. De orígenes catalanes y sevillanos, vive actualmente en Madrid.