Jandek
P.O.Box 15375. Houston, TX 77220.
Una dirección postal es la única seña para comunicarse con el representante de Corwood Industries. 74 obras dispuestas correlativamente y sólo tres entrevistas en 36 años todavía no han conseguido responder a esa identidad sin sujeto determinado.
Hay un bar al final de la calle Ashwin Street con grandes ventanales al exterior. Londres, siempre velada por la lluvia y el bullicio, empaña los cristales y cuesta discernir las figuras que habitan dentro. Las formas se diluyen en esos “muchos alguien” encima de un escenario a ras de suelo. La prueba de sonido se cuela entre los carteles pegados en la fachada anunciando una residencia de tres días que empieza hoy. La misma fotografía que la de la portada del álbum Staring at the Cellophane (1982): una guitarra absuelta en un rincón, al otro lado un amplificador, y en medio un vacío, como objeto físico, separándolos deliberadamente. Jandek en letras negras y pocas palabras más. “Ése de ahí es su mánager, pregúntale si puedes sacar fotos durante el concierto”, me dicen señalando un grupo indeterminado de personas que se arremolinan alrededor de un señor que hace unos minutos acariciaba absorto una guitarra. Ahora mismo sale por la puerta enfundado en su traje negro y un sombrero de ala ancha. Pero resulta que tampoco es.
0814 DÍA 1
Los hay de dos tipos: los que tienen la mirada perdida y siempre están ausentes, como Baudelaire, ya que el hecho de imaginar el viaje importa más que el viaje en sí, y los que tienen la mirada curiosa, atenta para absorber toda la realidad presente, y para ellos igual que para Rimbaud el viaje tiene que ser experimentado. Las cuencas se hunden bajo el sombrero que pasa a una velocidad fugaz del umbral de la puerta a un lado del escenario. Pertenece al primer grupo, el de los ausentes, y una incertidumbre de metal empieza a caer sobre el ambiente.
Se dirige musitando a una chica y otros dos chicos (uno es Justino Saladino, el cantante de los Darwin’s Finches, con quien ya coincidió en un concierto del 2012 en Houston), antes de dejarse caer con cierta pesadumbre en una silla en medio del escenario. Como un cirujano, abre su maletín de cuero negro y coloca su recorte particular de letras en el atril en una especie de ritual preciso. La guitarra en su regazo funciona como una máquina del tiempo que practica exorcismos. No se quita el sombrero, su forma de afinar es tocando e invocando a los primeros fantasmas que se arrastran con un “I used to be valuable...”. Canciones de la primera etapa, pre Blue Corpse, completamente inclinado, las seis cuerdas en vertical. Canta “I am younger...” pero la voz suena profunda, desgastada, en un juego de identidades hipnótico y agonizante. Se mece abrazando la caja de resonancia de madera. “I was nothing”, suspiros que se agotan en un crescendo inequívoco. Entran el resto de músicos y la chica se coloca en la batería, pequeños golpes en las costuras del bombo mientras la guitarra avanza con la voz “I think a window is broken”, los acordes acompañan aleatoriamente a modo de sentencias breves, casi insertadas a traición para replantear las letras. “I see your face in every future”. La chica se desplaza al piano, el guitarrista a la batería y el bajista a la guitarra. “Who am I? Tell me. You’re wrong”. Todos buscan al hombre del sombrero para interrogarle con la mirada, necesitan alguna señal que les guíe en una atmósfera que se enturbia por momentos. Y él gruñe “your face, I ate your face. Time for this”: las disonancias encuentran su coherencia. Parten de la imperfección, los sonidos que se añaden espontáneamente al relato. “I said: what do you want? I said: I don’t know”. La cosa se complica. El guitarrista pasa a ser el bajista. El batería y la chica resoplan con dificultad. Entonces ocurre. “See you later… when I die”. En un ejercicio de musculatura emocional estallan, pura abstracción en ruido. La voz ahora es ya innecesaria, están literalmente sudando todos. Paisajes estruendosos en los que se puede identificar una repetición en cadencia. Ella empieza a bailar poseída, deus ex machina. El bajista parece que trata de arrancar con los dedos las cuerdas. El hombre de riguroso negro se coloca apartado, un mero observador de su propio crematorio. Ella pregunta y el batería responde encogiéndose de hombros. Ella salta a gritar al escenario. Hace ruidos con la guitarra que parecen ecos. ¿Jandek es eso? La pregunta es más bien si podría serlo.
Dentro de sus múltiples identidades en constante mutación hay un rasgo distintivo, que le delata a veces, como un organismo vivo que se libera en cada reinvención. Se ríe como una histérica; el hombre del sombrero yace en el suelo junto a ella. Vuelven a ser todos Jandek, él toca con la mano de ella la guitarra, podría servir perfectamente para una de sus portadas. El batería rasca el bombo con una baqueta. “I talked to the man and he didn’t respond”. Coge y cierra el maletín, haciendo mutis por el escenario. De repente ha terminado. Y el público, desamparado, se pregunta si hay más. La necesidad incipiente de poner en orden todos los interrogantes, una sensación de extrañamiento recién instaurada en el oyente, a la espera de lo que pueda pasar. Por ahora sólo rostros desfigurados, sin identidad.
0815 DÍA 2
“Anyone out there alone?”: ya ha abierto el maletín y esta vez empieza acompañado, con la chica a la guitarra y un botecito de cristal a modo de slide para acrecentar los sonidos quejumbrosos. Se balancea entre las letras, más devastado que la noche anterior, y con la crudeza de un blues que sólo acaba de empezar. El silencio se rompe en cuchillas con su voz por momentos atonal y los chirridos del cristal deslizándose por las cuerdas… “take all this rubbish. Stay your mind clean”. Saca la armónica que intercala entre susurros pegados al micrófono, clamando por un ser indefinido que ya no está y cuyas huellas hay que eliminar. Con el mismo sombrero negro de ayer, se coloca al piano, que hace sonar como una caja de música estropeada por el paso del tiempo. Hoy Jandek son todos desde el principio, en esa historia de desamor que avanza. “If you just hold me and don’t let me go”suplica, y el bombo rompe en latidos mecánicos. Los instrumentos le envuelven profiriendo un tumulto de consejos, catalizadores de la memoria, respecto a unos versos donde las preguntas han asolado a las respuestas. “I want you to love me because when you love me it’s like nothing”.
Lo desgarrador del relato lo confiere este existencialismo rotundo en busca de la nada como el “yo” más puro. Cada estado de ánimo es ensamblado por los músicos en un diálogo común: lo múltiple impacta por su unidad. “I spent a lifetime wondering true time”, los instrumentos se repiten a modo de teléfono que se ha quedado sin señal y no consigue descifrar la realidad. “I thought I knew you”. Ante la frustración de no ser correspondido el ser muta y estalla otra vez hasta tocar fondo, tumbado con la guitarra en el suelo. La devastación también tiene final propio. Y bajo ese rostro descompuesto tendrán que resurgir otros. La confusión del primer día cercana al enamoramiento se ha disuelto en el desconocimiento del ser amado, de uno mismo, el paisaje en este instante es el vacío. La chica coge unas flores y sonríe, y así regresan al estallido final de la noche anterior. Cada uno en la sala hace un sonido, conscientemente o sin saberlo, contribuyendo a la historia, transformándola. El batería abandona el escenario descalzo, esos zapatos ya no le sirven. Aunque puede tocar su rostro todavía, las historias que subyacen en él no le permitirán ya ser el mismo. Jandek, satisfecho, cierra su maletín.“Who says art has to be pretty? Anyway”.
0816 DÍA 3
Un cirujano trata de restaurar el rostro de su hija insertándole los trozos de otras chicas parecidas a las que mata. El argumento es el de Georges Franju en Los ojos sin rostro (1960), una especie de delirio terrorífico que intentaba proyectar la necesidad de “ser” o “volver a ser” en relación a aquello que ha sido arrebatado. La identidad como resultado de todos los tiempos verbales y la confusión entre los mismos. Es el último día y la incertidumbre sobre el setlist (si es que existe), la identidad de los músicos (a nadie le sorprendería que apareciesen otros, ya que uno de los requisitos es siempre tocar con músicos locales y desconocidos), o quién es Jandek permanece intacta. Abre el maletín, el de todos los días, aunque podría ser que tuviera varios iguales que va intercambiando, y coloca su poemario en silencio absoluto. Se sienta solo y empieza, aunque nunca sabes cuándo. Aprieta la guitarra contra el oído esperando que ésta le responda mientras la rasga.“People saying things I don’t want to hear”en los márgenes de la sociedad. La chica hoy está a la batería, jugando con todas las posibilidades sonoras que permiten las baquetas. Le interesa ese cambio de roles, así el sonido no es predeterminado, se va descubriendo a medida que caen las palabras. La música sin encorsetar, en su estado más crudo.“Why don’t you love me?” y unos golpes secos responden con desgana.“Will you be there? Have you been here before?”… la mayoría de las letras juegan con esa no presencia. El hombre del traje negro es quien aporta el acorde más inclusivo, rompiendo la atmósfera para darle coherencia y hacerla única. Se desplaza hasta la batería y uno de los chicos se sitúa en el teclado mientras el otro se enfrenta al micrófono. Alguien cantando unas letras que no son suyas frente al supuesto compositor, ¿pero quién puede decir quién es realmente?
El momento más desgarrador se salda con aullidos que claman “something beautiful and natural... something beautiful comes alone”. La atmósfera se tensa, a medida que han pasado los días se hace más difícil de soportar, cada vez más cerca del extremo. El bajo es quién marca ahora el grosor de esa soledad. Sonidos que jamás se repetirán, practican la poesía como las matemáticas, sabiendo que las variantes cada día son distintas y, por tanto, infinitas. “You can live or return is all the same”, el teclado suena como si alguien estuviera en otra habitación. “You don’t know anything yet”. El momento de improvisación al descubierto: para ir quitándose las máscaras acumuladas los músicos son llevados al límite emocional, allí donde el virtuosismo no es relevante.“Who are you? I can’t stop thinking about you except when I’m thinking about myself. What are you doing inside me?” Y tú empiezas a moverte en la silla, inquieto, haciendo ruido. De una manera determinante, tus pensamientos también pasan a formar parte del barullo. El batería da palmas sobre las teclas del piano, “What can I be? Someone who plays tennis? A jazz musician? What can I be?” Silencio rotundo porque todos saben la respuesta. “Somebody or not.” Y cierra definitivamente su maletín.
Sales más confundido que el primer día, porque ahora tienes más preguntas. Desolado con una cámara de fotos en la mano y “muchos alguien” a tu alrededor. El hombre del traje negro se aleja con otros, sombras suyas o no. El viento de Londres, que antes era lluvia, le arrebata su sombrero, la máscara que esconde su identidad. Va a parar a tus pies, lo agarras para devolvérselo. Y unos ojos sin rostro responden “Thank you”.
¿Usted juega a la rayuela?
Portadas para hilar una discografía.
Cuando uno se tiene que enfrentar a tareas titánicas como abordar una discografía por primera vez nunca sabe si debe seguir el orden cronológico de edición o por el contrario otros criterios más aleatorios como la recomendación, el nombre de los álbumes u otros varios. Con 74 títulos, todos editados por Corwood Industries, que corresponden a la cuasi producción de disco por año, uno puede empezar por el principio o por el final, es decir, por donde quiera.
Antes que el autor nació su obra. Con el nombre de The Units editó el primer álbum, pero la existencia de otro grupo con el mismo nombre hizo que pasara a llamarse Jandek. Tras la reseña de OP Magazine, que destacaba “su lado amateur que lo hacía más atractivo”, empezará una etapa frenética de edición. Ninguna fotografía ni información que contrasten quién está detrás de todo el proyecto. Una dirección postal para realizar los envíos y sus álbumes en crudo, igual que sus portadas. Los títulos de su obra son enumerados de forma rigurosa a partir del 0739, un número y un título escueto. Recuerda a Pollock y Rothko, que utilizaban sólo números para no condicionar al espectador ni los posibles significados: una manera de evitar la tendencia involuntaria de mirar antes el nombre que la obra para tratar de entenderla. Cuando no hay un título o una historia oficial no queda más remedio que buscar una interpretación propia, hacer como si fuera de uno mismo, dejarla viva en cada lectura y apropiación. Y ésta supongamos que podría empezar así, como en Temor y temblor de Kierkegaard: “Había una vez un hombre; de niño le habían enseñado un cuento maravilloso (...)
Era temprano por la mañana (...)”
0739 Ready For The House
(1978)
Las Obras Completas de Christopher Marlowe en edición de Penguin reposa en la ventana. La muerte de este autor autor, igual que la de Caravaggio, está envuelta en un halo de misterio, lo que ha generado diferentes teorías contradictorias y múltiples verdades posibles. El principio de incertidumbre es acrecentado por el sillón y la mesa, que representan un salón habitado. Podemos ver un jarrón de flores no marchitas y varios libros, pero no al habitante de la casa. Esa ausencia que está presente se materializa en la voz medio recitada, medio cantada, de las canciones que configuran el álbum. A tientas se acopla a la guitarra para mostrar matices a partir de su crudeza. Sin arreglos, completamente desnudo. En acústico, excepto en European Jewel, va mostrando esa melancolía cotidiana propia del blues para ofrecer una escucha poco confortable, plagada de matices. Una declaración de intenciones rotunda: el sonido no procede de un estudio de grabación, sino que se produce de forma esporádica, instantánea, como si estuviera en el mismo salón de tu casa.
0740 Six And Six
(1981)
Una fotografía de un joven con la mirada inquisitiva despierta las primeras dudas sobre si es la persona que está detrás de las composiciones. “You are not one but many”, esgrime en los diez minutos de la pieza central I Knew You Would Leave con una voz siempre neurótica y obsesiva, en trance continuado. Sí la comparamos con portadas posteriores, la fotografía, que podría ser de bolsillo, se presupone de él en su juventud, pero la calidad de la imagen y el uso del blanco y negro dificultan su datación.“The most whited things fade and emerge to no color. Dust enters into all being and man who came from dust, to dust shall he return”: estas palabras del tema Delinquent Words cierran el álbum, a modo de preludio del resto de álbumes que lo seguirán, dejando en vilo la percepción de que todo en la vida es cíclico. Otro de los caracteres que determinan su obra es el cuestionamiento del tiempo: las letras parecen recuperar fantasmas de un pasado que nunca sabes hasta qué punto están presentes o se manifestarán en un futuro. Uno de sus álbumes más oscuros por su rudeza y el efecto de similitud que tienen unas canciones con otras y que responde a otro de sus rasgos: las variaciones estáticas sobre una misma nota. Una especie de eco en la niebla que podría estar hablando (¿en forma de homenaje también la portada?) a Robert Johnson.
0742 Chair Beside A Window
(1982)
El sujeto que ya aparecía de cuerpo entero en el álbum anterior Later On ahora aparece en primer plano como una apariencia fantasmagórica debido a la sobreexposición de la luz. La fotografía parece aumentada por el grano; algunos señalan que podría tratarse de un recorte de alguna foto grupal. La idea de que se insinúe de forma sutil la presencia de más individuos se recalca con el tema Nancy Sings, donde por primera vez se oye otra voz de una mujer. ¿Y si todo lo que habíamos dado por supuesto ahora resulta que no es? La aproximación que supone la portada conlleva más aspectos novedosos en el álbum, como la inclusión de la armónica en You Think You Know How to Score, o los pasos de alguien como elemento de discordancia para el conjunto. La improvisación de tres minutos abre otros caminos que más tarde recorrerá en sus piezas instrumentales.
0744 Staring At The Cellophane
(1982)
Cuando parecía que el espectador/oyente se estaba acercando al sujeto, supuesto propietario del salón del primer álbum, con tres portadas consecutivas que lo muestran a través de un plano medio, general y detalle, éste desaparece: “Michael Where are you now?”, pregunta en el primer tema, para regresar a los objetos inanimados. Coge la guitarra borrosa del álbum anterior (Living In A Moon So Blue) y la amplía hasta situarla en un lugar vacío. El hecho de remarcar el instrumento sirve de preludio de un álbum más focalizado en la guitarra que en la voz, tal y como demuestran las dos piezas instrumentales: This Is for You y Basic Themes. Esta portada ha sido utilizada como cartel para anunciar los tres días de su residencia en los conciertos del Café Oto de este año, ya que resume de forma abstracta la peculiaridad del proyecto que se basa en el puro desconcierto, y el sometimiento de los oyentes a una descontextualización constante debido a los sonidos aleatorios que parecen estar interrogándoles siempre.
0745 Your Turn To Fall
(1983)
Primera foto en color desde el primer álbum, otro salón sin sujeto (¿de otra casa quizás?), y por primera vez podemos percibir la introducción de otro músico a partir de su mención en el tema John Plays Drums. Casualmente la batería constituirá el motivo central de las portadas de los dos álbumes siguientes. A partir de entonces Jandek pasa a ser concebido como un grupo de personas. El cuestionamiento de identidades ahora es un campo abierto a la expectación. En They Knew My Game su boca pegada al micrófono suena como si se estuviera apagando, entronca así con su concepción del ser sometido a un cambio constante, a veces multiplicado por la falta de certezas y la tensión existencial entre el amor/desamor. A pesar de que las letras son más crípticas y escuetas se percibe una violencia inherente en la recitación de Jandek, casi a golpes de respiración, en un álbum que si bien podría resultar más fácil de digerir, al ser más melódico, termina por convertirse en una antesala abrupta de la desolación.
0748 Nine- thirty (1985)
0749 Foreign Keys (1985)
0750 Telegraph Melts (1986)
Los tres álbumes insinúan una cosmogonía única en blanco y negro que narra el movimiento de los cuerpos. Partiendo de una postura estática, en la que aparece sentado, en el siguiente lo vemos a punto de entrar o salir de una casa y en la otra fotografiado en el jardín. El mismo sujeto en diferentes momentos y lugares, ese factor ajeno que hace que la misma persona actúe de otra manera. El tiempo como mayor alterador de identidades.
0751 Follow Your Footsteps
(1986)
El joven de las anteriores portadas permanece de pie con una guitarra y mirando fijamente, medio sorprendido en el interior de un sótano. El primer tema abre con una pregunta que parece alegórica (“What do you want to sing? A song?”), para engarzar el resto de preguntas que se van sucediendo a lo largo de los trece cortes. En una especie de reencarnación del Canto a mí mismo de Walt Whitman, el sujeto lanza esos interrogantes que en vez de resultar liberadores se tornan claustrofóbicos en un alarde de pura introspección. El diálogo es consigo mismo y sus otros “yo”. El pasado como una grieta constante en la realidad presente.
0753 Blue Corpse
(1987)
Un punto de inflexión determinante, para muchos el fin de la primera etapa, se aprecia también en la portada, tan diferente del resto, en las que reinaba una rigidez casi absoluta. En ésta lo vemos paseando por la calle en pleno movimiento, borroso. Elimina la mayoría de las disonancias características de sus trabajos anteriores para utilizar progresiones más reconocibles para el público. Incluso hay una versión de House of the Rising Sun. Con letras que describen la fatalidad de una ruptura, Jandek regresa al estado inicial en acústico/solo, pero después de todo lo sucedido ya no puede sonar igual. Una muestra de sinceridad abrasiva traducida en forma de canciones que funcionan como espejos sin trucar.
0757 Somebody In The Snow
(1990)
Primera foto de él en color: se anuncia un cambio de dirección. El proyecto que podía ser tildado de reiterativo se expande hacia una visión más amplia y heterogénea de lo que se podía presuponer. Otra vuelta de tuerca, donde predomina la guitarra eléctrica en la mayoría de los cortes y los instrumentos suenan como si estuvieran en otra habitación. En el último tema, Walking Home, nos invita a sentarnos para observar todo lo sucedido, como en una galería de retratos con los que podemos ir jugando según el estado de ánimo: “I got a mirror, I got a gallery”. La opción de elegir supone una brecha que prepara la incursión hacia paraderos desconocidos, que no tardarán en manifestarse en en sus posteriores obras.
0766 The Beginning
(1999)
Después de una serie de fotografías de espacios públicos deshabitados y la fotografía granulada de joven en el White Box Requiem, (cuya melancolía previa ha pasado a un estado más minimalista de pura sublimación), con otro giro más el autor nos confirma que no está muerto. Una habitación a oscuras deja entrever una batería, la misma que ya estaba en otras portadas, pero ahora casi sólo se puede percibir su sombra. Algo ha cambiado, y aunque el objeto percibido es el mismo la atmósfera se ha enturbiado, tiene otros matices. Los quince minutos de piano solo que cierran el álbum así lo confirman. Las teclas van moviéndose a un ritmo de experimentación que no tiene nada que ver ni con la pericia ni con la técnica, pero a medida que las notas se suceden la gravedad hace presa en la partitura adulterada. Una y otra vez, como en un loop infinito, va autodescubriéndose en los sonidos que le ofrece el nuevo medio de expresión. La belleza se hace patente en este viaje en espiral que conduce a otro de sus inicios, a un nuevo personaje.
0767 Put My Dream On This Planet
(2000)
Una fotografía borrosa deja entrever el cuerpo de una figura humana. Se intuye que pertenece al mismo hombre que transita en el resto de los álbumes. Un autorretrato demoledor acompañado de tres temas a voz sola. Ya no hay batería, ni guitarra, ni piano, absolutamente nada. Desposeído de todo lo recogido en el viaje, se alza en un recitado austero y sangrante con la voz arrugada, ininteligible a veces. “Vivimos en una época en la que el hombre trata el arte como si tuviera que ser una forma de autobiografía y por ese motivo considera que el retrato revela el secreto de su propia alma, y por eso el artista decide no exhibirlo” dice el personaje de Basil en El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde remarca este concepto en el prefacio de la edición revisada de la novela: “Es el espectador y no la vida lo que el arte realmente refleja”. Un prefacio que podría servir para esta nueva puerta que Jandek deja entreabierta, una más por descubrir.
0773 The Gone Wait
(2003)
Las únicas formas humanas, aparte del hombre que se va repitiendo, son los maniquíes de esta portada y los del álbum anterior, The Place. En ese escaparate los reflejos son cegadores, la duplicidad marca la estética del arte, y al mismo tiempo acoge este trabajo donde sólo hay voz y bajo. Cada uno de los instrumentos que incorpora suena como si fuese tocado por un aprendiz; la profundidad de su voz contrasta con la frescura del que se enfrenta por primera vez a lo desconocido.
0792 Glasgow Sunday
(cd 2005 y dvd 2006)
Una iglesia al final de una calle con coches en las aceras, como parte de una serie de fotografías de diferentes calles por donde posiblemente Jandek haya transitado. Será su primera aparición pública, en un festival en Glasgow, y el inicio de varios álbumes grabados en directo que serán editados en cd y dvd. Los músicos, en este caso Richard Youngs y Alexander Nilson, no aparecen en los créditos, como es habitual en la filosofía sobre la identidad mantenida por Jandek. Aunque el público ya puede atribuir un cuerpo a los ejecutantes de la música, a la pregunta, más incisiva, de “¿Quién es?” responde un organismo con vida propia que muere y renace en cada concierto. Células de un tejido que abre nuevas perspectivas al concepto previo de directo.
0796 Helsinki Saturday (2009)
Parecida al resto de series seguidas del nombre de la ciudad y un día de la semana, el binomio entre voz y arpa marca otro hito en la cartografía de los territorios inexplorados del artista. Una reafirmación, más que fundamentada después de los años, que constata la máxima de que es necesario renacer para permanecer vivo.
0811 The Song Of Morgan
Nueve discos de piano solo. Un límite más al descubierto. Y un niño parecido al hombre que hemos visto en el resto de fotografías como portada. Como si recogiera el testimonio de The Beginning, el primer álbum que incluía un piano solo, para continuar su tesis cíclica. Esa galería de personajes que habita en sus letras para mostrar la sorprendente capacidad de ver todos los reflejos posibles de una misma cara. A través del arte viaja por los caminos que habría podido escoger si la realidad no pareciera tan delimitada.
“Había una vez un hombre; de niño le habían enseñado un cuento maravilloso (...) Era temprano por la mañana (...)”, Kierkegaard, una de las obsesiones reconocidas por Jandek en la última entrevista concedida a The Wire (febrero y marzo 2014), cuenta la historia del sacrificio de Isaac. Una frase que abre todos los párrafos sucesivos en los que se introducen pequeñas variaciones en el relato. De esta manera, la historia que parece siempre la misma acoge diferentes significados y posibilidades de interpretación. ¿Pero cuál es la versión original, la completa y definitiva? Quién sabe. Es mejor no tener todas las respuestas.
Jessica Niñerola
Jessica Niñerola Tàpies (1986) es licenciada en Derecho y Periodismo, y máster en Gestión Cultural. Es crítica cinematográfica en Cahiers du Cinéma España (actual Caimán Cuadernos de Cine), ha trabajado en Universal Music y actualmente vive en Londres, donde estudia un curso de comisariado en la Central Saint Martins.