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Vídeos de primera

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Es razonable pensar que los medios de comunicación deberían producir retratos veraces. Y es cierto que lo hacen, pero lo hacen de una manera cada vez más sintomática: se han convertido en un eco involuntario de la realidad de la que creen dar cuenta. Uno de estos síntomas es la fosilización de una división por secciones que, al modo de un mapa zombi, a duras penas captura en sus redes la complejidad de eso que un tanto imprecisamente damos en llamar la realidad social.

De la sección “Cultura” hay poco que decir. Siempre es la variable olvidada: primum vivere deinde filosofare. Obsérvese si no la resignación de sectores sensibles a la cultura ante el fatídico hecho de que sea ésta la primera damnificada de la crisis, máxime cuando es evidente que sólo desde ahí estamos en disposición de elaborar relatos convincentes y vinculantes de lo que sucede a nuestro alrededor.

“…para la gran mayoría, la economía pasa a engrosar el ámbito existencial de ‘lo que nos sucede’, no de lo que ‘hacemos que suceda’”

La sección “Economía”, frecuentada últimamente por un público ávido de encontrar alguna explicación, por nimia que sea, a la crisis, muestra la economía como un sistema autorreferencial, refractario a todo intento de comprensión por parte del público. Los medios nos hablan, a base de una interminable ristra de números, como en un bingo, no tanto de las causas cuanto de las consecuencias de la crisis, lo que produce el perverso espejismo de que las consecuencias terminan siendo las verdaderas causas de la crisis. En todo caso, la información económica provoca un extrañamiento radical –“nunca alcanzaré a entenderlo” – hacia un sistema que necesita de la ignorancia colectiva para su funcionamiento. Sobre todo cuando se asume acríticamente que economía y cripticismo son consustanciales. Pero, siendo esto grave, no lo es demasiado, pues en ninguna parte está escrito que la economía capitalista sea autoevidente, ni que exija nuestra participación informada y reflexiva. De hecho, la desaconseja: la economía funciona porque somos meros detonantes involuntarios de intrincadas cadenas de acontecimientos, muchos de ellos indeseables, que solamente los más informados, los que conocen de la materia, son capaces de descifrar para manejar a su antojo. Total parcial: para la gran mayoría, la economía pasa a engrosar el ámbito existencial de “lo que nos sucede”, no de lo que “hacemos que suceda”.

Más accesible debería mostrarse, de seguir el relato republicano, la sección “Política”, porque compete al principio de participación activa de la ciudadanía, no al de conocimiento de la política. Como decía el viejo Castoriadis, la política es doxa, no episteme, por más que quienes han irrumpido espectacularmente en las elecciones europeas, muchos de ellos politólogos, vayan pregonando por ahí que “saben de política” y designen equipos técnicos para canalizar la expresión del Demos. La experiencia reciente nos ha enseñado que la política, también la (vieja) nueva política, es sobre todo una máquina de fabricar redundancia.

“La experiencia reciente nos ha enseñado que la política, también la (vieja) nueva política, es sobre todo una máquina de fabricar redundancia”

En su declinación tele-política, esta antaño virtuosa actividad (al menos eso afirman los nostálgicos) se centra más en los rostros que en los procesos. Bien mirado, el “no nos representan” del 15-M significa no (sólo) que no nos representan los rostros de quienes ocupan la política, sino (también) quienes, incluso desde posiciones críticas, pretenden escamotearla ocupando el sentido de lo político, toda vez que, mientras se hacen eco de lo que el pueblo necesita, ocultan sistemáticamente que es la notoriedad de unos pocos (y no sólo su afán) la verdadera enemiga del Demos; que es más acuciante que nunca dar a conocer el principio de indeterminación que rige sobre la tele-política: observar la posición de la partícula (todos esos caretos, también el de los electrones libres) nos impide ver el movimiento de onda. Así las cosas, lamentablemente, la política es otra muesca más en el revolver de “lo que nos sucede”.

Nos queda, pues, la sección de “Sociedad”. Es sin duda la más compleja, la que los medios se limitan a despachar con cierta desgana porque lo ignoran todo sobre ella. Se podrá decir que la economía y la política son cosas que “nos suceden”, pero nadie puede abdicar de la “sección sociedad”: somos los que (más) deberíamos saber de sociedad. Y ahí no valen representaciones (ni siquiera las que expide con acento funcionarial la sociología).

¿Es alienable la producción de lo social? ¿Puede la sección Sociedad ser algo que “nos sucede”, algo ajeno a nuestro dominio? Pues bien, por lo visto últimamente parece que sí. Las secciones de sociedad de los medios de comunicación, sobre todo los audiovisuales, están mutando en Vídeos de Primera, ese conocido programa de televisión que, sin mediar sintaxis o relato alguno, lanza un torrente de imágenes de accidentes de tráfico, catástrofes naturales, animales, atracos, atracones y tropezones de niños y mayores, captadas gracias a la tupida red de cámaras de vigilancia y al creciente celo voyeurístico de los ciudadanos. Podría pensarse que estas imágenes se introducen en los informativos por su vistosidad. Tampoco hay que descartar la reducción de costes de producción que supone esta versión chusca del periodismo ciudadano. Pero se me antoja que dichas imágenes son la perfecta radiografía de una sociedad que se vive a sí misma desde la incertidumbre radical, como una jungla atravesada por peligros. Presentar lo social, el producto de la inteligencia colectiva, como una película de acción desactiva toda tentativa de “pensar” la sociedad más allá de ese “algo que nos sucede”. No es casual, pues, que en la actualidad asistamos a la sonrojante paradoja de que hay más verdad en algunas ficciones televisivas que en los informativos. Si no, échenle un vistazo a The Wire. Esta extraordinaria serie de televisión pone en evidencia que lo que los medios entienden por información no es más que un pliegue en la realidad, un dispositivo barroco que muestra ocultando y oculta mostrando.

Imágenes: Target Kaleidoscopic Fashion Spectacular (2010) y fotograma de la serie The Wire