Contenido
Una rareza inusual
‘Variaciones sobre tema mexicano’ y ‘México: ensayo de un mito’
Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire,
mi torpe andar a tientas por el lodo.
José Gorostiza, Muerte sin fin (fragmento)
El título de esta muestra —y que por la extrema singularidad con que ha sido concebida quizás las palabras “muestra” o “exposición” no consigan captar la compleja trama que podemos contemplar—, Variaciones sobre tema mexicano, hace referencia a las prosas poéticas que Luis Cernuda publicó en 1952 en México, casi recién llegado al país, después de su estancia en California y anteriormente en Londres, haciendo de su figura de “exiliado” uno de los motivos de inspiración poética más fecundos, probablemente ya el más importante argumento de su obra, y razón de que escribiera algunos de los poemas más amargos, tristes y estremecedores de la poesía española del siglo XX. Pero en esos primeros años de la década de los cincuenta, enamorado y más o menos feliz, México literalmente le deslumbra. Ése es el rejuvenecido estado de ánimo que le permite escribir las Variaciones…, que forman parte, junto a Ocnos, escrito tres años antes, del volumen que lleva el mismo título de esta obra recién citada, y que juntas es como editorialmente se presentan ambas composiciones.
En música una “variación” es una composición caracterizada por contener un tema fuerte que se imita en otros subtemas o variaciones, los cuales guardan el mismo patrón armónico del tema original, y cada parte se asocia una con la otra. Difieren entre ellas los patrones melódicos y el tempo de cada variación. Si acabo de afirmar que esta exposición, o inteligente agrupamiento de realidades artísticas y culturales, posee una rareza inusual por la forma envalentonada y productiva con que fue concebida, no tengo la más mínima duda de que la definición musical de variación es la que mejor me puede servir para una más o menos correcta interpretación de la misma. O al menos intentarlo.
Digamos entonces que en estas Variaciones… el tema “fuerte” es México como realidad histórica, cultural y antropológica, pero que también se refleja en una considerable alteración y transformación de sí mismas cuando especularmente se miran en otros subtemas y variaciones transitivas, que pueden prologar o epilogar ese tema fuerte o dominante, si bien manteniendo una compleja relación armónica, pues tanto puede ser melódica como dodecafónica. Cambian, en efecto, y al igual que en la composición musical, la raíz tonal de su sonido (o de su visualidad en este caso) y el cronómetro que mide y calcula el tempo de sus respectivas alturas por medio de un diapasón —que aquí podemos interpretarlo como el dispositivo conceptual y escénico que ordena y fija la entera muestra o exhibición de elementos estructuradores de sentido visual e intelectual—. Variaciones sobre tema mexicano ha sido ideada, concebida y presentada por Guillermo Paneque, y enteramente producida por el departamento de servicios culturales y expositivos de Iberdrola para su sede de Bilbao, en concreto en el elegante rascacielos de más de 160 metros de altura construido por el arquitecto argentino César Pelli entre 2007 y 2011; es decir, que ha sido comisariada por un artista que ocasionalmente también crea de una manera otra, pues indudablemente esta exposición es una creación artística, y en definitiva cultural, de su autoría.
Dividida o significada en ocho temas o argumentos, Variaciones… se despliega en el espacio y en el tiempo como un tejido o patchwork, un poco a la manera de los mapas y territorios creados por el artista italiano Alighiero e Boetti, que únicamente conquista su sentido final en la unión de los diferentes elementos en juego. En el caso concreto de Variaciones… un arriesgado display expositivo establece, por medio de esos temas elegidos, una bella y rara constelación de procesos artísticos y culturales, pero también afectivos y sentimentales, que unidos en el territorio de exhibición lo que esencialmente presentan, como si fuera una maqueta de arquitectura, es una acción poética, y en tanto que tal, deudora de la misma sinrazón que detenta todo decir poético. Un ejemplo, en definitiva, muy interesante de admirable y valiosa locura creativa. Considero muy importante citar los títulos de las ocho subdivisiones o variaciones del tema fuerte y central con que el comisario ha fragmentado su discurso de exposición, pues precisamente los títulos dicen más y mejor de esta bella sinrazón poética que ya hemos apuntado. Son los siguientes: “La mirada inquieta”, “Travesías”, “A punto de suceder”, “Ritos fósiles”, “Cajas de doble fondo”, “El objeto redimido”, “Como una pintura nos iremos borrando”, “Epílogo”. La propia lectura de esta secuencia enunciativa nos transporta, literalmente, a una consideración fantástica de lo observado, como si únicamente la dimensión poética, irracional, de aquello que se nos ofrece pudiera procesarse en una inacabable deriva de fantasía “racional” y “razonada”, paradójicamente y en sustanciosa contradicción de términos e intereses.
No es que resulte imposible citar todos los artistas o realizaciones culturales presentes en esta exposición, pero sí considero que ello no ayudaría a una mejor comprensión, máxime cuando en la misma se citan y expresan elementos que se interrelacionan entre ellos de muy diversa manera y circunstancia, no únicamente para focalizar sus atributos y cualidades, también para de alguna manera negarse en el reflejo de una alteridad otra. Pongamos ejemplos. En el primer subtema, “La mirada inquieta”, podemos contemplar un vídeo de un artista contemporáneo, Julien Devaux, junto a una obra del muralista Orozco, que a su vez mantiene una dialéctica visual con una pintura de Ignacio Zuloaga, pues no únicamente se pueden ver artistas mexicanos, desde la cultura precolombina hasta el presente, también españoles y de otras nacionalidades. En el quinto subtema, “Cajas de doble fondo”, fotografías de Gabriel Figueroa, un trabajo audiovisual de Edgardo Aragón, una pintura del austriaco Arnulf Rainer y una extraordinaria, bella e inquietante película de Teresa Margolles. En el séptimo subtema, “Como una pintura nos iremos borrando”, trabajos del belga afincado en México Francis Alÿs, una tela de Dr. Atl y una película de Alfredo Robert sobre Juan O’Gorman. Por último, en el “Epílogo”, la película de uno de los más singulares directores del cine mexicano actual, Carlos Reygadas, con el film Este es mi reino. Considero que los nombres citados pueden servir como ejemplos de la singularidad y originalidad de una muestra que nada o muy poco tiene que ver con lo que habitualmente se exhibe. Todo en ella se desborda —en una cadencia espacio temporal muy bien pensada y presentada— por sus límites (inexistentes), por sus afueras (más mentales que reales), por la exigente tonalidad de un centro (idea) fuerte y poderoso. Hay mucho en Variaciones… de inteligente divulgación cultural, pero no poco igualmente de una sofisticada cadencia de múltiples interrogaciones dispersas, diseminadas, vertidas e incluso sembradas que renuevan la cada vez más necesitada reconversión de lo que entendemos por idear y presentar una muestra de arte en su sentido más expansivo y dilatado.
Variaciones sobre tema mexicano no sería lo que es, lo que nosotros espectadores contemplamos, si de la misma no formara parte, en magnífica autonomía discursiva y presencial, el libro catálogo (ambas calificaciones no le hacen una real justicia) México: ensayo de un mito, muy bien planificado y mejor editado por la escritora y crítica cultural María Virginia Jaua. Lo expresa mucho mejor si leemos las palabras de la propia editora: “La reelaboración del mito entraña un ejercicio de absoluta libertad editorial, entendiendo la edición como una suerte de escritura. Quizás como una escritura invisible o —si se prefiere— ‘callada’, implícita en la selección de los textos y la manera de ordenarlos”. Con esta precisa información estamos en disposición de sospechar que este documento cultural resulta imprescindible para todo aquel espectador que haya contemplado la muestra con la atención requerida. En México: ensayo de un mito, y junto a muy buenas reproducciones de gran parte de las obras presentadas, podemos leer escritos y textos de dieciocho intelectuales, en su mayoría mexicanos, pero también, y al igual que sucede con los artistas, de otras latitudes culturales. La nómina de estos intelectuales (y artistas o teóricos del arte) es tan impresionante que todos ellos merecen ser citados: Luigi Amara, Georges Bataille, Mario Bellatin, Fernando Benítez, Benjamin Buchloh, Luis Cardoza y Aragón, Antonio Caso, Luis Cernuda, Jacques Derrida, Salvador Elizondo, Sergio González Rodríguez, Alfredo López Austin, Malcolm Lowry, Gabriel Orozco, Octavio Paz, José Revueltas, Alfonso Reyes y Gonzalo Rojas. Al igual que sucede con las obras presentadas de los artistas, en estos textos también se cumple un refinado rebasamiento intelectual en múltiples direcciones, como si la extensión que los mismos trazan y proyectan no obedeciera, en este caso, a ningún centro operativo, o tema fuerte, pero sin renunciar, más bien incrementándola, la misma poesía de la muestra por otros medios. Unidos en una misa realidad cultural, tanto la exposición como el libro se potencian mutuamente con inteligencia y refinamiento. El resultado final es admirable.
Imágenes que aparecen dentro del cuerpo del artículo:
Fernando Ortega, Second Chance V, 2016. Detalle.
Damián Ortega, Fantasma/Ghost, 2006. Vista lateral derecha.
Colección de 22 libros de viajeros y foto-libros mexicanos, s. XIX/XX.
Una rareza inusual
Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire,
mi torpe andar a tientas por el lodo.
José Gorostiza, Muerte sin fin (fragmento)
El título de esta muestra —y que por la extrema singularidad con que ha sido concebida quizás las palabras “muestra” o “exposición” no consigan captar la compleja trama que podemos contemplar—, Variaciones sobre tema mexicano, hace referencia a las prosas poéticas que Luis Cernuda publicó en 1952 en México, casi recién llegado al país, después de su estancia en California y anteriormente en Londres, haciendo de su figura de “exiliado” uno de los motivos de inspiración poética más fecundos, probablemente ya el más importante argumento de su obra, y razón de que escribiera algunos de los poemas más amargos, tristes y estremecedores de la poesía española del siglo XX. Pero en esos primeros años de la década de los cincuenta, enamorado y más o menos feliz, México literalmente le deslumbra. Ése es el rejuvenecido estado de ánimo que le permite escribir las Variaciones…, que forman parte, junto a Ocnos, escrito tres años antes, del volumen que lleva el mismo título de esta obra recién citada, y que juntas es como editorialmente se presentan ambas composiciones.
En música una “variación” es una composición caracterizada por contener un tema fuerte que se imita en otros subtemas o variaciones, los cuales guardan el mismo patrón armónico del tema original, y cada parte se asocia una con la otra. Difieren entre ellas los patrones melódicos y el tempo de cada variación. Si acabo de afirmar que esta exposición, o inteligente agrupamiento de realidades artísticas y culturales, posee una rareza inusual por la forma envalentonada y productiva con que fue concebida, no tengo la más mínima duda de que la definición musical de variación es la que mejor me puede servir para una más o menos correcta interpretación de la misma. O al menos intentarlo.
Digamos entonces que en estas Variaciones… el tema “fuerte” es México como realidad histórica, cultural y antropológica, pero que también se refleja en una considerable alteración y transformación de sí mismas cuando especularmente se miran en otros subtemas y variaciones transitivas, que pueden prologar o epilogar ese tema fuerte o dominante, si bien manteniendo una compleja relación armónica, pues tanto puede ser melódica como dodecafónica. Cambian, en efecto, y al igual que en la composición musical, la raíz tonal de su sonido (o de su visualidad en este caso) y el cronómetro que mide y calcula el tempo de sus respectivas alturas por medio de un diapasón —que aquí podemos interpretarlo como el dispositivo conceptual y escénico que ordena y fija la entera muestra o exhibición de elementos estructuradores de sentido visual e intelectual—. Variaciones sobre tema mexicano ha sido ideada, concebida y presentada por Guillermo Paneque, y enteramente producida por el departamento de servicios culturales y expositivos de Iberdrola para su sede de Bilbao, en concreto en el elegante rascacielos de más de 160 metros de altura construido por el arquitecto argentino César Pelli entre 2007 y 2011; es decir, que ha sido comisariada por un artista que ocasionalmente también crea de una manera otra, pues indudablemente esta exposición es una creación artística, y en definitiva cultural, de su autoría.
Dividida o significada en ocho temas o argumentos, Variaciones… se despliega en el espacio y en el tiempo como un tejido o patchwork, un poco a la manera de los mapas y territorios creados por el artista italiano Alighiero e Boetti, que únicamente conquista su sentido final en la unión de los diferentes elementos en juego. En el caso concreto de Variaciones… un arriesgado display expositivo establece, por medio de esos temas elegidos, una bella y rara constelación de procesos artísticos y culturales, pero también afectivos y sentimentales, que unidos en el territorio de exhibición lo que esencialmente presentan, como si fuera una maqueta de arquitectura, es una acción poética, y en tanto que tal, deudora de la misma sinrazón que detenta todo decir poético. Un ejemplo, en definitiva, muy interesante de admirable y valiosa locura creativa. Considero muy importante citar los títulos de las ocho subdivisiones o variaciones del tema fuerte y central con que el comisario ha fragmentado su discurso de exposición, pues precisamente los títulos dicen más y mejor de esta bella sinrazón poética que ya hemos apuntado. Son los siguientes: “La mirada inquieta”, “Travesías”, “A punto de suceder”, “Ritos fósiles”, “Cajas de doble fondo”, “El objeto redimido”, “Como una pintura nos iremos borrando”, “Epílogo”. La propia lectura de esta secuencia enunciativa nos transporta, literalmente, a una consideración fantástica de lo observado, como si únicamente la dimensión poética, irracional, de aquello que se nos ofrece pudiera procesarse en una inacabable deriva de fantasía “racional” y “razonada”, paradójicamente y en sustanciosa contradicción de términos e intereses.
No es que resulte imposible citar todos los artistas o realizaciones culturales presentes en esta exposición, pero sí considero que ello no ayudaría a una mejor comprensión, máxime cuando en la misma se citan y expresan elementos que se interrelacionan entre ellos de muy diversa manera y circunstancia, no únicamente para focalizar sus atributos y cualidades, también para de alguna manera negarse en el reflejo de una alteridad otra. Pongamos ejemplos. En el primer subtema, “La mirada inquieta”, podemos contemplar un vídeo de un artista contemporáneo, Julien Devaux, junto a una obra del muralista Orozco, que a su vez mantiene una dialéctica visual con una pintura de Ignacio Zuloaga, pues no únicamente se pueden ver artistas mexicanos, desde la cultura precolombina hasta el presente, también españoles y de otras nacionalidades. En el quinto subtema, “Cajas de doble fondo”, fotografías de Gabriel Figueroa, un trabajo audiovisual de Edgardo Aragón, una pintura del austriaco Arnulf Rainer y una extraordinaria, bella e inquietante película de Teresa Margolles. En el séptimo subtema, “Como una pintura nos iremos borrando”, trabajos del belga afincado en México Francis Alÿs, una tela de Dr. Atl y una película de Alfredo Robert sobre Juan O’Gorman. Por último, en el “Epílogo”, la película de uno de los más singulares directores del cine mexicano actual, Carlos Reygadas, con el film Este es mi reino. Considero que los nombres citados pueden servir como ejemplos de la singularidad y originalidad de una muestra que nada o muy poco tiene que ver con lo que habitualmente se exhibe. Todo en ella se desborda —en una cadencia espacio temporal muy bien pensada y presentada— por sus límites (inexistentes), por sus afueras (más mentales que reales), por la exigente tonalidad de un centro (idea) fuerte y poderoso. Hay mucho en Variaciones… de inteligente divulgación cultural, pero no poco igualmente de una sofisticada cadencia de múltiples interrogaciones dispersas, diseminadas, vertidas e incluso sembradas que renuevan la cada vez más necesitada reconversión de lo que entendemos por idear y presentar una muestra de arte en su sentido más expansivo y dilatado.
Variaciones sobre tema mexicano no sería lo que es, lo que nosotros espectadores contemplamos, si de la misma no formara parte, en magnífica autonomía discursiva y presencial, el libro catálogo (ambas calificaciones no le hacen una real justicia) México: ensayo de un mito, muy bien planificado y mejor editado por la escritora y crítica cultural María Virginia Jaua. Lo expresa mucho mejor si leemos las palabras de la propia editora: “La reelaboración del mito entraña un ejercicio de absoluta libertad editorial, entendiendo la edición como una suerte de escritura. Quizás como una escritura invisible o —si se prefiere— ‘callada’, implícita en la selección de los textos y la manera de ordenarlos”. Con esta precisa información estamos en disposición de sospechar que este documento cultural resulta imprescindible para todo aquel espectador que haya contemplado la muestra con la atención requerida. En México: ensayo de un mito, y junto a muy buenas reproducciones de gran parte de las obras presentadas, podemos leer escritos y textos de dieciocho intelectuales, en su mayoría mexicanos, pero también, y al igual que sucede con los artistas, de otras latitudes culturales. La nómina de estos intelectuales (y artistas o teóricos del arte) es tan impresionante que todos ellos merecen ser citados: Luigi Amara, Georges Bataille, Mario Bellatin, Fernando Benítez, Benjamin Buchloh, Luis Cardoza y Aragón, Antonio Caso, Luis Cernuda, Jacques Derrida, Salvador Elizondo, Sergio González Rodríguez, Alfredo López Austin, Malcolm Lowry, Gabriel Orozco, Octavio Paz, José Revueltas, Alfonso Reyes y Gonzalo Rojas. Al igual que sucede con las obras presentadas de los artistas, en estos textos también se cumple un refinado rebasamiento intelectual en múltiples direcciones, como si la extensión que los mismos trazan y proyectan no obedeciera, en este caso, a ningún centro operativo, o tema fuerte, pero sin renunciar, más bien incrementándola, la misma poesía de la muestra por otros medios. Unidos en una misa realidad cultural, tanto la exposición como el libro se potencian mutuamente con inteligencia y refinamiento. El resultado final es admirable.
Imágenes que aparecen dentro del cuerpo del artículo:
Fernando Ortega, Second Chance V, 2016. Detalle.
Damián Ortega, Fantasma/Ghost, 2006. Vista lateral derecha.
Colección de 22 libros de viajeros y foto-libros mexicanos, s. XIX/XX.