Contenido

Sergio Dalma no existe

Modo lectura

Hoy, en el hilo musical de un supermercado, he escuchado la voz de Sergio Dalma diciendo que la vida es así, que él no la ha inventado. Esta revelación en la que Sergio deroga la quinta vía de Santo Tomás y no se hace partícipe de nada de lo que está pasando, me ha dejado noqueado. Por lo visto Sergio Dalma no es el demiurgo que estamos buscando. No es él. Lo dice claramente. Él no se ha inventado todo esto. Esa modestia le honra, sin duda. Es más, se humilla ante su propia contingencia, ante un orden que se le escapa de las manos, “la vida es así” dice, supongo que levantando los hombros y extendiendo las palmas hacia arriba, como un “¿qué se le va a hacer?”, como un “a mí también la ley de la gravedad me afecta, pero hay que apechugar”. Qué sinceridad la tuya Sergio, qué templanza, qué desgarradora tu honestidad. En qué posición de indefensión nos colocas, Sergio. Cómo afrontaremos este duro trance. Porque quizá nadie lo dijo, es verdad que nadie lo explicitó, pero muchos pensábamos que eras tú. Estábamos seguros. Se intuía en tu defensa feroz del creacionismo en Galilea, lo dejabas ver en tu dominio de las pasiones con aquella chica que era tuya. Todos te imaginábamos, más que bailando pegado, orbitando alrededor de los astros lumínicos como un ser omnisciente, siendo testigo a ritmo de ballet de la creación del mundo. Creíamos que eras tú, Sergio, de eso hablábamos cuando estuviste en el Multiusos Sánchez Paraíso de Salamanca. Todo cuadraba: tu inmortalidad, tu manera de mirar a la cámara como si lo hubieses hecho desde el principio de los tiempos, tus poses reflexivas, cabizbajas, misericordiosas, perdonándonos la vida por nuestra crueldad y egoísmo. Todos quisimos ver un guiño en aquella canción titulada , cuando, después de algunos dabadam dabadam decías: “Tú, por aquí por allá, el amor servido y tú, dime si, si te va, mi camastro es fuerte y tú, más liviana y sutil, que la gomaespuma, tú”. Qué himno a la inocencia Sergio, a la virginidad, al buen hacer, qué gloria. Qué bien te lo montas Sergio.

"¿No es “bailar de lejos no es bailar” una de las mayores verdades incontestables de este mundo?" 

Y ahora esto, nos sales con esto, con que tú no gobiernas la vida, con que el ser humano no está hecho de tu esperanza y de tu anhelo, que no has sido tú el que nos dio su corazón y sus lágrimas y nosotros hicimos con ellos nuestros hogares y las mareas. Cuando señalabas con tu dedo en nuestros televisores ¿no nos estabas señalando a cada uno de nosotros? ¿No es “bailar de lejos no es bailar” una de las mayores verdades incontestables de este mundo? ¿No nos estabas queriendo enseñar la senda correcta, el camino adecuado, la luz al final del túnel? Tus brazos en X sobre el pecho cuando decías “abrazadísimos los dos”, tus rodillas genuflexas sobre el escenario, tu puño sobre el corazón, ¿no eran pautas de un nuevo rito? ¿No era el lenguaje del feligrés? ¿No debíamos imitarte? ¿No era todo parte de una nueva simbología pagana?

Y ahora descubrimos que no, que la barba de tres días no es el nuevo traje del domingo, que la sonrisa de medio lado no es del todo redentora y que el flequillo que te gastas nada tiene que ver con un look travieso y contrarreformista.

Sergio, qué desazón en mitad del Mercadona, rodeado de almas ahora huérfanas, desprotegidas. Mientras arrastro mi cesta por los pasillos pulidos me pregunto: ¿para qué los plátanos? ¿Para qué una lata de mejillones? ¿Para qué? Para qué si no son parte de tu sutileza, para qué si no han salido de tus labios, para qué si no los has inventado tú.