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Oleadas
Para todo problema humano hay siempre una solución, clara, plausible y equivocada.
Louis-Ferdinand Céline
El fundamentalismo democrático funciona ya como funcionaban el marxismo-leninismo y el fascismo: politizándolo todo, manipulando las conciencias con lo que se tiene a mano, proponiendo como estructura interpretativa el maniqueísmo y/o la sensiblería más extremos. Inundando con simulacros espectaculares, tergiversando, reprimiendo lo que no encaja en su sesgada perspectiva de los acontecimientos... No pienses pues, siente... Siente lo que yo te propongo, claro. Empatiza y demoniza lo que, y como, te propongo demonizar y empatizar.
¡Que no nos quiten la ilusión!
Con respecto a la mal llamada “crisis de los refugiados” hay que señalar, de entrada, que todo conflicto tiene una naturaleza poliédrica y cada actor no sólo tiene una perspectiva propia sino que la modifica con el tiempo siguiendo sus propios lineamientos y los de sus adversarios o sus aliados. No hay pues respuestas sencillas, y menos cuando la información ni es ni exhaustiva, ni es continuada, ni es fiable. Por ello las respuestas simplistas basadas en la ideología y la propaganda, que son las que nos proponen los medios de comunicación masivos dominantes (y no sólo), son absolutamente criticables. Porque estamos asistiendo, posiblemente, no sólo a un entrecruzamiento de conflictos “regionales” sino muy verosímilmente al comienzo de un conflicto bélico de grandes proporciones en la que estará implicada de pleno derecho, por sus acciones y omisiones, la Unión Europea de la que formamos parte. La entrada de Rusia en el conflicto, apoyando sin complejos con infantería y aviación al gobierno legítimo sirio, demonizado por la prensa occidental y el potente lobby mediático islamista radical auspiciado desde Arabia Saudí y los países del Golfo, da buena cuenta de la trascendencia de los acontecimientos. Por eso centrar el fenómeno en tropismos humanitarios de corte supuestamente empático, guiados por una presunta dogmática filantrópica universalista, resulta irrelevante, cuando no grotesco.
Tomamos conciencia presuntamente de los eventos, insisto, a través de un sistema heterodirigido y muy controlado de emisores de imágenes. Seguimos como marionetas el ritmo supuestamente empático que nos proponen los medios de comunicación de masas, que no son otra cosa, especialmente en estas cuestiones, que partícipes estratégicos decisivos por su potencial de moldear la opinión pública en materias donde las políticas internas y la geopolítica se entremezclan. Pero la sociedad de masas nos ha habituado a que cualquier cuestión deje de pertenecer al ámbito del pensamiento y el raciocinio para convertirse en una batalla propagandística donde todo vale si podemos persuadir a determinado número de semiconciencias[1].
Las posturas gubernamentales checas, eslovenas, búlgaras, finesas o húngaras (entre otras), rechazadas en nombre de la creación de un estado emocional regresivo, en cambio son mucho más susceptibles de ser comprendidas y discutidas racionalmente. Lo esencial en el proceso comunicativo que se ha abierto sobre esta cuestión es contrario a la racionalidad y al debate. Ya el mismo uso de un término como “mamá Merkel”, o la apuesta del Pontífice por “los pobres”, da cuenta de la abyección que postulan los comunicadores hacia unos destinatarios a los que consideran imbéciles o niños: la mayoría de la población europea, a la que se supone educada y con virtudes ciudadanas, para mejor entendernos. Nos encontramos con un grave conflicto que prolonga la Guerra Fría donde EE. UU. y Rusia, coaligados cada uno con aliados diversos, se enfrentan en el Próximo Oriente[2].
Oleadas de refugiados como mano de obra barata para la industria alemana o sueca. Otra manera de mentarlo. La competencia con China, La India, Brasil y, en general, con países muy poblados cuyas poblaciones trabajan más barato es en gran medida el quid de la cuestión, por lo menos en una primera aproximación. Competencia económica internacional, ése es el motivo de fondo: Europa pierde terreno y necesita millones de trabajadores, baratos y sumisos, para estar a la altura[3]. Esto, que es aparentemente razonable, es difícilmente defendible mediante “argumentos” emotivos plenos de generosidad y “buenismo” impostado. Como los que proceden del Papa, cuyo cinismo y ramplonería discursiva forman parte de una tradición milenaria de alianza decidida y consciente con las potencias terrenales más devastadoras y crueles. Sin obviar la imprescindible presencia de un rebaño humano (sic) susceptible de seguir sus instrucciones.
La Granja está repleta de pantallas
Oleadas de refugiados provocadas por una serie de conflictos en los que el papel de determinados países, tanto en su desencadenamiento como en su conclusión, es básico. Aquellos vientos trajeron estos lodos: Afganistán, Irak, Siria, Libia..., etc. Aquí está en gran medida el núcleo causal del fenómeno. Básicamente la política internacional seguida por los Estados Unidos y sus aliados, que han tomado el relevo de la URSS en la tarea de convertir todos los países posibles en un estercolero en nombre de ideales seudohumanitarios que ocultan una voluntad férrea de poder. En este caso, el nombre de estas pamplinas son los Derechos Humanos. Mucho cuidado con los utopiáceos... Resumiendo: la Demografía y la Geopolítica son la clave de esta cuestión. Hablar de fraternidad humana es una burla, mera propaganda.
El Estado Islámico es, digámoslo de entrada, el detonante más cercano, pero las cosas vienen de bastante más atrás. De hecho, esta configuración inverosímil y neomedieval de acrónimos seductores comenzó a generarse en 1999 y está con casi completa seguridad fabricada en un 90% por las agencias de seguridad de países como Estados Unidos, Israel, Turquía[4], Francia, Inglaterra, Arabia Saudí... No podemos desestimar, más aun como españoles, a la OTAN; Sibel Edmonds ha llamado “Gladio B” a las peculiares actividades clandestinas que involucran a esta organización con el terrorismo internacional islámico, en colaboración con protagonistas locales como Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y, en general, los Emiratos de la zona del Golfo. Una manufactura de los estrategas de la tensión para dinamizar y reestructurar esta parte del planeta del modo que sirva mejor a sus intereses.
Sin asumir esto como punto de partida es imposible entender una palabra de lo que ocurre, pero sí mucho más fácil caer en el foso psicológico que propone la propaganda humanitaria y enjambrar en el profundo descerebramiento que las ideologías de la Modernidad, su patética secuela postmoderna y sus precedentes monoteístas con las que están vinculadas, llevan postulando desde hace siglos con mayor o menor fortuna. Una manera de participar en una forma heterodirigida y grotesca de sensibilidad: del rebaño al enjambre. Y es que en el tratamiento mediático de la cuestión hay un elemento proselitista de matiz seudoreligioso realmente inquietante.
El Islam suní, desde la caída del Imperio otomano, ha sufrido, influido por el wahabismo impulsado por Arabia Saudí, una especial transformación. En Irán ha ocurrido algo parecido con el chiismo y la llegada al poder de la teocracia de los no menos repelentes ayatollahs. El petróleo y el “revivalismo” literalista han hecho del Corán un instrumento ideológico de influencia de primera magnitud a nivel planetario. La credulidad, el egoísmo y el miedo inducido en las masas ha posibilitado y posibilita las mayores audacias de los sin escrúpulos. Siempre habrá mentes proclives al fanatismo, más aun en zonas del planeta donde una demografía y un urbanismo desbocados han dispuesto sobre el escenario un potencial de catástrofe casi ilimitado. Guste o no guste escucharlo, existe un grave problema —no exclusivamente local— de superpoblación que resulta no sólo dañino en principio para todos sino que implica también ingentes beneficios para los detentadores del poder económico y político. El Capitalismo y la Técnica permiten a unas minorías muy concretas ejercer poderes titánicos sobre la naturaleza y los cerebros. No va a surgir de las clases dirigentes encauzar las sociedades hacia una mayor habitabilidad, bienestar, o hacia el interés general. Todo lo contrario, mediante los mecanismos de persuasión y otras técnicas en marcha, lo que se tratará de conseguir es simulacros cada vez más incisivos para mejor manejar, mediante energías sutiles, emprendimientos de corte demiúrgico que hoy consideraríamos locura sólo imaginar. Fritz Lang y Thea von Harbou intuyeron hace muchas décadas el horizonte de Mamá Automática.
La crisis de los refugiados es sólo una faceta más, otra fase incluso, en el desencadenamiento de un proceso de auto divinización o inmortalización, con formato muy posiblemente tecno-teocrático, de determinadas facciones de las clases dirigentes. De ahí el deseo por fomentar el Islam, estorbando al máximo desde hace décadas sus procesos sociológicos espontáneos de secularización, y crear un doble vínculo en las mentes de los occidentales haciéndoles creer que el terrorismo es islámico pero que a la vez nada tiene que ver con el Islam. El futuro requerirá masas ingentes de “conectados” para desarrollar al máximo el proyecto de una Noósfera artificial de corte planetario y más allá.
Babel/Tierra 2, psiclotrón[5] mediante
La siguiente fase adviene ya con la infiltración, en el marco de esta oleada de refugiados, de miles de terroristas potenciales[6] dispuestos a seguir las instrucciones de sus cadenas de mando para mejor gestionar la transmutación de Europa ¿en el Cuarto Reich? Todo ello en un contexto de casi guerra civil y declive económico. Ya se ruedan las primeras escenas de la película.
La entrada de Rusia, como ya hemos señalado al principio del artículo, con tropas de infantería en el conflicto hace unos días y la oposición de numerosas personas, la mayoría de los europeos, a la anegación y degradación de sus sociedades por multitudes teledirigidas, pondrá en breve sobre el tapete los primeros escenarios para la instauración “obligada” de una dictadura ultrapolicial.
Y mientras la Máquina avanza —¿o es ella la que ya determina?— pronto relevará al “último hombre” de sus tareas y pondrá sobre la escena una mente grupal digitalizada e hibridada con lo mineral. Pero ésta, con o sin turbante, es ya otra historia...
Vivimos en una época de gran oscuridad.
Salman Rushdie
[1] Las imágenes muy posiblemente falsificadas del niño sirio varado en la playa o, por poner un ejemplo más reciente, las fotografías que se impele a realizar a infantes refugiados sobre las condiciones de vida de sus comunidades, son muestra de una campaña sistemática y contumaz de propaganda que no se va a detener ante consideraciones de verosimilitud o de ética de ningún tipo. Todos los días podríamos desayunar con imágenes de algún niño muerto trágicamente en nuestro propio país, quizás incluso en nuestra ciudad, y sacar las consecuencias que nos propusieran los “creativos” de la cadena o publicación que toque.
[2] Sin olvidar a China, que afronta en los mares de Asia una presión generada por las innovaciones de la política internacional de Obama en aquella zona.
[3] Como ya ocurrió hace décadas en Europa, recordemos nuestra fiebre de la construcción, el crédito barato y los millones de inmigrantes en desbandada ya, y adónde nos han llevado.
[4] El papel de este país es básico en la crisis. Su islamización, forzada desde el poder con la anuencia de Washington y Bruselas, y su maquiavélico manejo de las grandes masas de refugiados asentados en su territorio (en sintonía con una Grecia inepta, gobernada por una izquierda que trabaja para lo contrario de aquello que prometió a sus electores), junto con su hostilidad a Siria y su apoyo descarado al Estado Islámico, la convierten en una bomba de relojería presta a estallar en cualquier momento.
[5] Concepto elaborado (psique colectiva+ciclotrón) por Timothy Leary, uno de los primeros mentores del transhumanismo.
[6] En España son continuas las detenciones de yihadistas.
Oleadas
Para todo problema humano hay siempre una solución, clara, plausible y equivocada.
Louis-Ferdinand Céline
El fundamentalismo democrático funciona ya como funcionaban el marxismo-leninismo y el fascismo: politizándolo todo, manipulando las conciencias con lo que se tiene a mano, proponiendo como estructura interpretativa el maniqueísmo y/o la sensiblería más extremos. Inundando con simulacros espectaculares, tergiversando, reprimiendo lo que no encaja en su sesgada perspectiva de los acontecimientos... No pienses pues, siente... Siente lo que yo te propongo, claro. Empatiza y demoniza lo que, y como, te propongo demonizar y empatizar.
¡Que no nos quiten la ilusión!
Con respecto a la mal llamada “crisis de los refugiados” hay que señalar, de entrada, que todo conflicto tiene una naturaleza poliédrica y cada actor no sólo tiene una perspectiva propia sino que la modifica con el tiempo siguiendo sus propios lineamientos y los de sus adversarios o sus aliados. No hay pues respuestas sencillas, y menos cuando la información ni es ni exhaustiva, ni es continuada, ni es fiable. Por ello las respuestas simplistas basadas en la ideología y la propaganda, que son las que nos proponen los medios de comunicación masivos dominantes (y no sólo), son absolutamente criticables. Porque estamos asistiendo, posiblemente, no sólo a un entrecruzamiento de conflictos “regionales” sino muy verosímilmente al comienzo de un conflicto bélico de grandes proporciones en la que estará implicada de pleno derecho, por sus acciones y omisiones, la Unión Europea de la que formamos parte. La entrada de Rusia en el conflicto, apoyando sin complejos con infantería y aviación al gobierno legítimo sirio, demonizado por la prensa occidental y el potente lobby mediático islamista radical auspiciado desde Arabia Saudí y los países del Golfo, da buena cuenta de la trascendencia de los acontecimientos. Por eso centrar el fenómeno en tropismos humanitarios de corte supuestamente empático, guiados por una presunta dogmática filantrópica universalista, resulta irrelevante, cuando no grotesco.
Tomamos conciencia presuntamente de los eventos, insisto, a través de un sistema heterodirigido y muy controlado de emisores de imágenes. Seguimos como marionetas el ritmo supuestamente empático que nos proponen los medios de comunicación de masas, que no son otra cosa, especialmente en estas cuestiones, que partícipes estratégicos decisivos por su potencial de moldear la opinión pública en materias donde las políticas internas y la geopolítica se entremezclan. Pero la sociedad de masas nos ha habituado a que cualquier cuestión deje de pertenecer al ámbito del pensamiento y el raciocinio para convertirse en una batalla propagandística donde todo vale si podemos persuadir a determinado número de semiconciencias[1].
Las posturas gubernamentales checas, eslovenas, búlgaras, finesas o húngaras (entre otras), rechazadas en nombre de la creación de un estado emocional regresivo, en cambio son mucho más susceptibles de ser comprendidas y discutidas racionalmente. Lo esencial en el proceso comunicativo que se ha abierto sobre esta cuestión es contrario a la racionalidad y al debate. Ya el mismo uso de un término como “mamá Merkel”, o la apuesta del Pontífice por “los pobres”, da cuenta de la abyección que postulan los comunicadores hacia unos destinatarios a los que consideran imbéciles o niños: la mayoría de la población europea, a la que se supone educada y con virtudes ciudadanas, para mejor entendernos. Nos encontramos con un grave conflicto que prolonga la Guerra Fría donde EE. UU. y Rusia, coaligados cada uno con aliados diversos, se enfrentan en el Próximo Oriente[2].
Oleadas de refugiados como mano de obra barata para la industria alemana o sueca. Otra manera de mentarlo. La competencia con China, La India, Brasil y, en general, con países muy poblados cuyas poblaciones trabajan más barato es en gran medida el quid de la cuestión, por lo menos en una primera aproximación. Competencia económica internacional, ése es el motivo de fondo: Europa pierde terreno y necesita millones de trabajadores, baratos y sumisos, para estar a la altura[3]. Esto, que es aparentemente razonable, es difícilmente defendible mediante “argumentos” emotivos plenos de generosidad y “buenismo” impostado. Como los que proceden del Papa, cuyo cinismo y ramplonería discursiva forman parte de una tradición milenaria de alianza decidida y consciente con las potencias terrenales más devastadoras y crueles. Sin obviar la imprescindible presencia de un rebaño humano (sic) susceptible de seguir sus instrucciones.
La Granja está repleta de pantallas
Oleadas de refugiados provocadas por una serie de conflictos en los que el papel de determinados países, tanto en su desencadenamiento como en su conclusión, es básico. Aquellos vientos trajeron estos lodos: Afganistán, Irak, Siria, Libia..., etc. Aquí está en gran medida el núcleo causal del fenómeno. Básicamente la política internacional seguida por los Estados Unidos y sus aliados, que han tomado el relevo de la URSS en la tarea de convertir todos los países posibles en un estercolero en nombre de ideales seudohumanitarios que ocultan una voluntad férrea de poder. En este caso, el nombre de estas pamplinas son los Derechos Humanos. Mucho cuidado con los utopiáceos... Resumiendo: la Demografía y la Geopolítica son la clave de esta cuestión. Hablar de fraternidad humana es una burla, mera propaganda.
El Estado Islámico es, digámoslo de entrada, el detonante más cercano, pero las cosas vienen de bastante más atrás. De hecho, esta configuración inverosímil y neomedieval de acrónimos seductores comenzó a generarse en 1999 y está con casi completa seguridad fabricada en un 90% por las agencias de seguridad de países como Estados Unidos, Israel, Turquía[4], Francia, Inglaterra, Arabia Saudí... No podemos desestimar, más aun como españoles, a la OTAN; Sibel Edmonds ha llamado “Gladio B” a las peculiares actividades clandestinas que involucran a esta organización con el terrorismo internacional islámico, en colaboración con protagonistas locales como Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y, en general, los Emiratos de la zona del Golfo. Una manufactura de los estrategas de la tensión para dinamizar y reestructurar esta parte del planeta del modo que sirva mejor a sus intereses.
Sin asumir esto como punto de partida es imposible entender una palabra de lo que ocurre, pero sí mucho más fácil caer en el foso psicológico que propone la propaganda humanitaria y enjambrar en el profundo descerebramiento que las ideologías de la Modernidad, su patética secuela postmoderna y sus precedentes monoteístas con las que están vinculadas, llevan postulando desde hace siglos con mayor o menor fortuna. Una manera de participar en una forma heterodirigida y grotesca de sensibilidad: del rebaño al enjambre. Y es que en el tratamiento mediático de la cuestión hay un elemento proselitista de matiz seudoreligioso realmente inquietante.
El Islam suní, desde la caída del Imperio otomano, ha sufrido, influido por el wahabismo impulsado por Arabia Saudí, una especial transformación. En Irán ha ocurrido algo parecido con el chiismo y la llegada al poder de la teocracia de los no menos repelentes ayatollahs. El petróleo y el “revivalismo” literalista han hecho del Corán un instrumento ideológico de influencia de primera magnitud a nivel planetario. La credulidad, el egoísmo y el miedo inducido en las masas ha posibilitado y posibilita las mayores audacias de los sin escrúpulos. Siempre habrá mentes proclives al fanatismo, más aun en zonas del planeta donde una demografía y un urbanismo desbocados han dispuesto sobre el escenario un potencial de catástrofe casi ilimitado. Guste o no guste escucharlo, existe un grave problema —no exclusivamente local— de superpoblación que resulta no sólo dañino en principio para todos sino que implica también ingentes beneficios para los detentadores del poder económico y político. El Capitalismo y la Técnica permiten a unas minorías muy concretas ejercer poderes titánicos sobre la naturaleza y los cerebros. No va a surgir de las clases dirigentes encauzar las sociedades hacia una mayor habitabilidad, bienestar, o hacia el interés general. Todo lo contrario, mediante los mecanismos de persuasión y otras técnicas en marcha, lo que se tratará de conseguir es simulacros cada vez más incisivos para mejor manejar, mediante energías sutiles, emprendimientos de corte demiúrgico que hoy consideraríamos locura sólo imaginar. Fritz Lang y Thea von Harbou intuyeron hace muchas décadas el horizonte de Mamá Automática.
La crisis de los refugiados es sólo una faceta más, otra fase incluso, en el desencadenamiento de un proceso de auto divinización o inmortalización, con formato muy posiblemente tecno-teocrático, de determinadas facciones de las clases dirigentes. De ahí el deseo por fomentar el Islam, estorbando al máximo desde hace décadas sus procesos sociológicos espontáneos de secularización, y crear un doble vínculo en las mentes de los occidentales haciéndoles creer que el terrorismo es islámico pero que a la vez nada tiene que ver con el Islam. El futuro requerirá masas ingentes de “conectados” para desarrollar al máximo el proyecto de una Noósfera artificial de corte planetario y más allá.
Babel/Tierra 2, psiclotrón[5] mediante
La siguiente fase adviene ya con la infiltración, en el marco de esta oleada de refugiados, de miles de terroristas potenciales[6] dispuestos a seguir las instrucciones de sus cadenas de mando para mejor gestionar la transmutación de Europa ¿en el Cuarto Reich? Todo ello en un contexto de casi guerra civil y declive económico. Ya se ruedan las primeras escenas de la película.
La entrada de Rusia, como ya hemos señalado al principio del artículo, con tropas de infantería en el conflicto hace unos días y la oposición de numerosas personas, la mayoría de los europeos, a la anegación y degradación de sus sociedades por multitudes teledirigidas, pondrá en breve sobre el tapete los primeros escenarios para la instauración “obligada” de una dictadura ultrapolicial.
Y mientras la Máquina avanza —¿o es ella la que ya determina?— pronto relevará al “último hombre” de sus tareas y pondrá sobre la escena una mente grupal digitalizada e hibridada con lo mineral. Pero ésta, con o sin turbante, es ya otra historia...
Vivimos en una época de gran oscuridad.
Salman Rushdie
[1] Las imágenes muy posiblemente falsificadas del niño sirio varado en la playa o, por poner un ejemplo más reciente, las fotografías que se impele a realizar a infantes refugiados sobre las condiciones de vida de sus comunidades, son muestra de una campaña sistemática y contumaz de propaganda que no se va a detener ante consideraciones de verosimilitud o de ética de ningún tipo. Todos los días podríamos desayunar con imágenes de algún niño muerto trágicamente en nuestro propio país, quizás incluso en nuestra ciudad, y sacar las consecuencias que nos propusieran los “creativos” de la cadena o publicación que toque.
[2] Sin olvidar a China, que afronta en los mares de Asia una presión generada por las innovaciones de la política internacional de Obama en aquella zona.
[3] Como ya ocurrió hace décadas en Europa, recordemos nuestra fiebre de la construcción, el crédito barato y los millones de inmigrantes en desbandada ya, y adónde nos han llevado.
[4] El papel de este país es básico en la crisis. Su islamización, forzada desde el poder con la anuencia de Washington y Bruselas, y su maquiavélico manejo de las grandes masas de refugiados asentados en su territorio (en sintonía con una Grecia inepta, gobernada por una izquierda que trabaja para lo contrario de aquello que prometió a sus electores), junto con su hostilidad a Siria y su apoyo descarado al Estado Islámico, la convierten en una bomba de relojería presta a estallar en cualquier momento.
[5] Concepto elaborado (psique colectiva+ciclotrón) por Timothy Leary, uno de los primeros mentores del transhumanismo.
[6] En España son continuas las detenciones de yihadistas.