Lucrecia Martel: Un pozo sin fondo
Me aferré a un malentendido porque es bonito viajar un día entero por un encuentro que pende de un hilo, sobre todo si es con Lucrecia Martel, a quien quise conocer una tarde de hace quince años, cuando al apagarse las luces del cine oí unas sillas arañando el suelo y el ruido de unos hielos. Yo estaba sola y me quedé pasmada. Me ha sucedido otras veces, con otros directores pero no de la misma manera. Pienso en Enduring Love (Roger Mitchell), de cuyo arranque no se recuperan ni los...