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Los pobres son gordos, o el cierre de Entre todos

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Ha terminado Entre todos, el programa de caridad televisada. Reconozcámoslo: nos da un poco de pena. Nos da pena porque era un blanco fácil y atractivo, eso lo primero. Nada será igual sin la Toñi diciendo “guapo” y “guapa” a seres desmadejados, por usar un apelativo suave, como si en vez de desahuciados fueran príncipes de Asturias. Pero también nos da miedo, o debería darnos miedo, que el ente público quite Entre todos.

Toñi ha estado con nosotros suficiente tiempo como para que nos acostumbrásemos a ella y a su programa. Si a mí me hubiera venido un barbas a decirme, en el año 2005, que Televisión Española, la de todos, iba a aceptar y a emitir en horario de tarde una cosa semejante, yo le hubiera respondido al barbudo: pues en 2014 se pondrá de moda engarzarse florecillas en la barba. Y los dos, el barbas y yo, nos hubiéramos reído mucho, muy fuerte, hasta perder el aliento. Pero nada como el futuro para dejarnos sin aliento. El futuro es un jinete de hueso que cabalga gritando hasta dejarnos pálidos y alucinados. Era 2005 y no existía esta moda ni este programa. Llegó 2014 y las cosas habían cambiado mucho. Sorpresa. O no.

El barbudo no me lo advirtió en 2005 pero sí lo hizo un director de cine afeitado y con una mata de pelo norcoreano en la parte de arriba de la cabeza. En una película de Almodóvar que para mí es la mejor de todas aparece un programa parecido. Una mujer con cáncer va a la tele a que le paguen el tratamiento. Almodóvar quería caricaturizar la telebasura, pero erró el tiro o fue demasiado listo. De un disparo caricaturizó nuestro futuro. Ha pasado cerca de un año desde que Entre todos desembarcó en la tele, y el ente público cede finalmente a la presión ciudadana que pedía el cierre, más por vergüenza ajena que por insolidaridad. Twitter no quiere ver a Toñi pidiendo limosna para gente gorda. Y no quiere que Toñi llame guapo y guapa a esa gente degradada por la miseria.

Nadie, en el remoto pasado, hubiera podido imaginarse que en 2014 los pobres estarían tan gordos. Cuando voy al supermercado corro hasta la sección de embutidos refrigerados para cerciorarme de que las salchichas sintéticas siguen a un precio menor de 35 céntimos el paquete de seis. Verán: el día que esas salchichas suban de precio, y que suba de los 30 céntimos el paquete de espaguetis marca blanca, y que suba de los 50 céntimos el brick de salsa de tomate dulzona, ese día compraré en el supermercado todo lo necesario para resistir una revolución.

Los pobres que hemos visto en Entre todos se habrán vuelto flacos. Tampoco estará la Toñi para decirles guapo y guapa y aplacarlos con dinero. Serán flacos y serán salvajes, y estarán furiosos. Cuando los pobres dejen de estar gordos, como los pobres de los países del Este y de los países de Oriente Medio, entonces habrá caído el Gran Imperio Americano y ya no habrá nada que hacer. Con comida a precios irrisorios, el capitalismo neoliberal forró de grasa a los pobres para entorpecer sus movimientos. Porque el capitalismo neoliberal sabe que un pobre flaco es un pobre que ataca, por eso puso en los mercados comida tan barata, porque sabe que un pobre flaco es un pobre ágil. Un banquero no duerme cómodo si se le clavan los huesos de los pobres. Un gordo es el mejor colchón. Compraré bidones de agua y productos deshidratados, me verán salir del centro comercial cargado de cosas feas: háganme caso, nada de paquetes bonitos, los paquetes bonitos se corrompen primero. Cuando las salchichas sintéticas y los espaguetis marca blanca y el tomate frito dulzorro cuesten más de 2 euros, entonces los pobres dejarán de ser gordos, será cuestión de tiempo. Y cumpliremos con las predicciones que hicieron los barbudos hace siglos y entonces nadie podrá pararlos.

La procesión de personas desesperadas que hemos visto en Entre todos nos hace pensar que todo va a aguantar un poco más todavía. Ahora que la Toñi abandona el plató y no tiene en la pantalla de atrás a esos gordos para decirles guapo y guapa, sólo me quedará visitar a los amigos pobres que viven en provincias y tentarles con la punta de los dedos los tobillos a sus madres. Cuando pueda cerrar el índice y el pulgar en torno a un tobillo, correré al supermercado más cercano. Comprobaré que ya ha subido intolerablemente el precio de las salchichas, de los espaguetis y de la salsa azucarada de tomate podrido. Y compraré todo lo necesario para aguantar la guerra mientras se pueda comprar.

Todo el mundo tranquilo. Hace dos días aparecía Rajoy muy contento en los medios porque están construyendo empleo. Aumenta incluso la contratación a tiempo completo, no sólo el trabajo basura. ¡Cualquier día dejan de buscar ustedes en la basura! Y justo ahora, cuando sube el empleo, Televisión Española, la de todos, quita Entre todos

Acabo con preguntas: ¿habrá sido por la presión del Twitter, como dije más arriba? ¿O será tal vez que ya no quieren que la miseria parezca algo que está entre todos? Cuando una cámara deja de apuntar a un sitio, empieza a apuntar a otro. ¿Qué echan hoy?