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Encontrar una casa

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Hace 10 años vi una exposición en Roma por casualidad. Las dos miradas y media de tres niños africanos del cartel que la anunciaba eran imposibles de evitar. El fotógrafo Francesco Zizola había viajado por los que llaman primer y tercer mundo para retratar la realidad de haber nacido en un lugar determinado. Una suerte o una desgracia, las diferencias entre hacer sido parido en Afganistán, Angola, Guatemala, Haiti, Libia, Kurdistán, Estados Unidos, Italia… aparecen en contrastes.

La ropa, las habitaciones, las cocinas, la forma en la que la madre se relaciona con el niño, la indiferencia con la que se le arrincona frente a la excesiva atención. Formas de ser niño y crecer completamente marcadas por el lugar donde a uno le ha tocado nacer.

Recuerdo que cuando me iba deteniendo en esas fotografía la primera vez que las vi, y varias veces más tarde, al recurrir de nuevo al catálogo que me llevé, pensaba en lo fácil que era imaginarse la evolución de las vidas de esas personas. Factores establecidos y de difícil variación, frente a las modificaciones que cada uno de nosotros nos empeñamos en llevar a  cabo cuando queremos cambiar el ritmo de nuestra vida.

El lugar donde uno nace pasa a ser el que habita, y cuando se es consciente de lo que significa pertenecer a un lugar empezamos a hacernos preguntas. Born somewhere ofrece muchas respuestas de base, a pelo, y sin demasiado espacio para la condescendencia o los disimulos.

Volví a tener la misma sensación mientras entrevistaba en Ammán a Ahlam Shibli, una artista visual y fotógrafa palestina, que expuso su obra “Home” en la espléndida y descuidada galería Darat al Funun. Meses después el MACBA de Barcelona mostró su trabajo: “Retrata la violenta desposesión de la propia casa, y las limitaciones y restricciones que se imponen en nombre del hogar; muestra la resistencia ante esta desposesión y los esfuerzos desplegados para hallar nuevas formas de existencia y supervivencia lejos del él”, explicaban en el prospecto de la exposición.

Shibli intentaba comprender porque los palestinos que dejaron sus hogares en 1948 y se instalaron en Irbid, en el norte de Jordania, habían reconstruido cada detalle de los barrios que abandonaron, mientras que los que permanecieron en el lugar de origen había permitido que los ocupantes terminasen con cada signo de identidad.

“El lugar donde uno nace pasa a ser el que habita, y cuando se es consciente de lo que significa pertenecer a un lugar empezamos a hacernos preguntas”

En 2013, al mismo tiempo que Shibli mostraba la dureza de los que defienden su espacio-casa en el desierto, de los beduinos palestinos que no ponen límites ni paredes al lugar en el que habitan y del que se sienten parte, se gestaba un proyecto en Barcelona dirigido por Jiwar: Creació i Societat. Mireia Estrada me explicaba el resultado de la experiencia de haber trabajado con varios artistas sobre el concepto “Construir vecindad”.  Durante un mes de estancia en la céntrica y acogedora residencia Jiwar, dos artistas extranjeros y uno local se sumergieron en la convivencia, compartir espacio, entono a una idea de proyecto común, en el que cada uno investigara la relación del ciudadano con el lugar que habita, más allá de los edificios que componen ese espacio. Ese fue el eje sobre el que giro el trabajo.

Una labor intensa que a Jiwar le está obligando a buscar nuevos caminos para que una vez que han hablado de “vivir en la ciudad, la que nos vio nacer o la que nos acogió de manera más o menos acogedora”, pasar a buscar la forma de responder a: ¿dónde está mi casa?

Continúa la inquietud y en esta etapa trabajan para dar forma a la simbología que envuelve a la palabra/concepto CASA, un término “sencillo y dramático” para tanta gente, como estamos comprobando en los más de 150 desahucios que se ejecutan al día en España (en 2013 fueron 25.811 desahucios). Porque un año después de la entrada en vigor de la “ley antideshaucios” son claras sus limitaciones (formar parte de una familia numerosa, estar sólo con al menos dos hijos al cargo, tener a un menor de tres años, que los ingresos de la unidad familiar no superen los 1.600 euros mensuales…). La Plataforma de Afectados por la Hipoteca denuncia que la LEY sólo ha llegado a un 10% de los afectados, y la califican como un “parche”.

Necesidad de vivir en un lugar, de tener una casa, y de moverse para tener una vida digna. Son los mismos parámetros para los habitantes del primer y tercer mundo, nazcan donde nazcan. Por eso el Alto Comisionado de Naciones Unidas (ACNUR) recuerda estos días que más de 33 millones de personas han tenido que desplazarse, que abandonara sus CASAS, por la guerra o situaciones de violencia. En el caso de Siria, los mismos sirios que cruzan varios países, miles de kilómetros, para llegar a Ceuta y Melilla, ACNUR ha hecho un cálculo: “cada 60 segundos se desplaza una nueva familia siria”.

Datos, cifras con personas detrás, injusticias y realidades que apenas hacen reflexionar y que no logran llegar a los que toman decisiones. Millones de desplazados en el mundo, de los que apenas 2.500 se atrevieron a pedir asilo en España el año pasado... ACNUR ya no tendrá que gestionar la suerte de 170 personas que han muerto en los últimos cuatro meses en el mar que rodea Europa.

Imágenes de Francesco Zizola pertenecientes a la exposición Born somewhere.