Hacia la singularidad
Todos podremos ser mejorados por dentro y extendidos por fuera. La predicción de Ray Kurzweil, experto en Sistemas e Inteligencia Artificial y director de ingeniería en Google, pulveriza los límites entre biología y tecnología, y avisa del advenimiento del humano 2.0. A ese punto de no retorno, que vuelve imprevisible cualquier asunto humano, Mr. Kurz lo llama la Singularidad.
Hablar de la Singularidad es acabar hablando de Dios —un Dios, algún Dios, ese Dios—, y claro, no sólo es fácil perderse, sino que además poco tiene que ver con una convergencia que apenas podemos vislumbrar en nuestro presente actual. Es fácil acabar deambulando por pensamientos metafísicos camuflados de materialidad científica y tangible, porque aquello que implique proyectar la trascendencia humana nos lanza directamente a realidades en las que nuestra propia experiencia/individualidad marca el camino a seguir. Y hay mucho de esto en el Transhumanismo de Kurzweil (TdK en adelante).
En este contexto, la Singularidad es el momento en el que los humanos nos fundiremos/integraremos con nuestra propia tecnología y con las distintas formas de inteligencia que hayamos creado hasta entonces. Trascenderemos la biología. Aparecerá un humano, siguiente paso evolutivo, del que poco o nada podemos decir, porque escapa a toda forma de comprensión actual. La Singularidad es el evento que conforma el horizonte de nuestra visión sobre nosotros mismos. No podemos ver más allá.
Fotografias de Roc Herms
Con Second Life y plataformas de realidad virtual como PlayStation Home, el mundo se ha desdoblado. En ese “otro mundo” podemos elegir a discreción nuestra personalidad y estilo de vida. Podemos insistir, en la pantalla, en nuestro tedio cotidiano o embarcarnos en trepidantes aventuras. Podemos decidir a qué tribus urbanas virtuales deseamos adscribirnos. Y, lógicamente, en ese mundo desdoblado podemos convertirnos en fotógrafos y tener que optar entonces por hacer un reportaje “a lo Cartier-Bresson” o “a lo Robert Frank”, o tomar retratos como Richard Avedon o como Diane Arbus. A estos dilemas se enfrenta Roc Herms (Barcelona, 1978) con su proyecto Postcards from Home, del que forman parte las imágenes aquí reproducidas. En su vida virtual, Herms sale cámara en riste al encuentro de otros “instantes decisivos” que mostrarán gran diversidad tanto en las obsesiones temáticas como en los tratamientos estilísticos. (Joan Fontcuberta)
Al seguir siendo humanos, en ningún momento el TdK habla de posthumanos. Para los partidarios de esta visión, el momento de transcender [trans-cender, trans-humano, trans-humanismo] simplemente daría continuidad al paso de un tipo de humano a otro. La evolución como tal no se detendría. Aquel humano postsingularidad se vería a sí mismo tan humano como nosotros lo hacemos al mirarnos. Y como probablemente lo hicieran los cromañones al reconocerse como iguales.
COMENZANDO POR EL PRINCIPIO, MR. KURTZ
Ray Kurzweil parece ser un personaje pintoresco y extravagante. Convencido de su hipótesis sobre la evolución humana, aplica y experimenta sobre sí mismo sus propias teorías. Eso le ha llevado, por ejemplo, a diseñar su propio tratamiento contra la diabetes, o a “reprogramar” su cuerpo mediante la ingesta de más de 150 pastillas diarias de diferentes cócteles bioquímicos. Monitoriza su estado de salud a diario, y los análisis de sangre son continuos. El objetivo es alargar su propia vida lo suficiente como para poder llegar a ver la Singularidad. Con ciertas pinceladas de Fermat y Darwin, su trabajo/esperanza se centra sobre un tema cotidiano: el fin del sujeto, la discontinuidad de la conciencia: la muerte. Pero desde el otro lado del asunto, Mr. Kurz quiere ser inmortal. No es un mal propósito, desde luego. Y sin ánimo de burla, yo también quiero.
Definiéndose a sí mismo como inventor, y definido por otros como futurista, Mr. Kurz es toda una figura de éxito en el mundo de la tecnología aplicada. Sus logros más conocidos son ser el inventor del primer escáner de imágenes del tipo que muchos tenemos en casa, del procesador de reconocimiento de caracteres, del primer sintetizador de voz capaz de leer textos, del primer sintetizador musical capaz de competir con pianos reales y de uno de los softwares de reconocimiento de habla humana más capaz de dicha tecnología. Entre otras cosas.
Su entendimiento y experiencia en el tratamiento de patrones de información le ha llevado a ser contratado por el Gran Google para “que las máquinas de G aprendan a pensar”. He aquí su aspecto a lo Fermat. Sus aciertos previos desplazan la confianza a dar por válida/sensata/plausible/inevitable su visión sobre el futuro de la relación entre la Humanidad y la tecnología. ¿Y su lado Darwin? Mr. Kurz ha reunido una —en apariencia —ingente cantidad de indicios/pruebas a lo largo de décadas que él interpreta de una determinada manera. Su interpretación no es formal, no es comprobable a priori por otras mentes. Es su interpretación. Sólo el desarrollo de los acontecimientos nos mostrará hasta qué punto esa proyección se cumple. No hay otra forma. El TdK es un ad hominem positivo. Es la visión de un hombre sobre el futuro de todos nosotros. Y de ahí a la aclamación de un mesías hay un solo paso, aunque el elegido no lo pretenda.
NOTA SOBRE FRITZ LANG Y LA TEORÍA DE LA SINGULARIDAD
La gente se apiñará en las ciudades. Éstas crecerán hacia lo alto. Se masificarán. Y para poder subir por los edificios, se construirán escaleras, rampas y carreteras a su alrededor. Para no tener que bajar de nuevo al suelo se tenderán puentes entre edificios. Aparecerán tiendas, lugares de ocio y cualquier tipo de actividad humana en la verticalidad de las megaconstrucciones. Todo ello para ahorrarnos lo dicho: el tener que bajar hasta el suelo, desplazarnos hasta otro edificio y volver a subir.
Ésta es la visión de las ciudades que se plasma en Metrópolis. Pues bien, hemos adoptado el ascensor. Crecer hacia lo alto ya no implica tener que emplear grandes dosis de tiempo en desplazarnos verticalmente. El resultado es visible, no necesitamos la jungla distópica fritzlangiana.
A la hora de pensar el futuro, hemos de ser conscientes de este efecto del ascensor. Un pequeño detalle, un sencillo invento o la adopción de un hábito tecnológico irrelevante al principio, puede reorientar todo un mastodóntico desarrollo. Cuando hablamos del futuro corremos el riesgo de no pensar en el ascensor. Pensar en el TdK no es ninguna excepción. Dicho lo cual retomamos el camino hacia la Singularidad.
La propuesta de Mr. Kurz, esa intuición/inducción con la que hila los indicios que presenta, consta de tres postulados iniciales que actúan de pilares de todo lo demás:
- Cada «cosa» (objeto, proceso, fenómeno, elemento, caso) contenida en el Universo es un proceso de transmisión de patrones. La realidad está sometida a la paradoja de Teseo, que formula que cuando a un objeto se le reemplazan todas sus partes, éste sigue siendo el mismo. Un ejemplo es la renovación celular de nuestro cuerpo. El sustrato que nos sostiene cambia completamente cada ciertos meses, sin embargo seguimos siendo nosotros mismos, tanto para los demás como para la propia autopercepción.
- Los patrones del punto anterior pueden y de hecho son tratados como información ordenada y ordenable. Ese proceso de intercambio de patrones, esos cambios y permanencia de estados son una forma de computación. Por ejemplo, una piedra es una piedra porque computa ser una piedra. Si alteráramos las interacciones internas entre los elementos que la conforman, modificando la información que intercambian sus componentes entre sí, podríamos transformarla en otra cosa. La reprogramaríamos, provocando que compute ser otra cosa, como por ejemplo, vidrio.
- La evolución natural provoca una acumulación de información que termina transformando el desorden interno —patrones caóticos, azar— en patrones que intercambian información de una manera mucho más eficiente y ordenada. Hasta que llega un momento en el que no pueden estar mejor ordenados, y entonces el proceso de saturación continúa en un nivel más complejo que contiene los anteriores.
¿De dónde proviene este punto de vista? De la observación e interpretación del aumento de la complejidad/orden de los sistemas. Y de interpretar/asumir que la estructura básica de todo lo que existe es una relación de intercambio de información. El TdK se sostiene sobre la base de entender que los humanos hemos aprendido a modelar el Universo de esta manera y, al hacerlo, somos capaces de manipular la saturación de información. Eso nos incluye.
Para Mr. Kurz ese proceso de saturación de información tiene un comportamiento particular: se produce a una velocidad exponencial. Al principio el cambio es pequeño. Es como los primeros metros de vuelo de un avión, prácticamente en paralelo al suelo. En un segundo momento se produce una curva suave de ascenso, en la que se puede percibir que el avión ha cambiado la inclinación. Pasado ese punto, el avión se transforma en cohete y asciende cada vez más rápido, sin detenerse. Y según Mr. Kurz, los humanos no percibimos este tipo de cambio (esto parece ser muy correcto). Cuando el avión ya es cohete, la situación nos arrolla para bien o para mal. Esta deficiencia de percepción tendría origen en nuestra propia evolución, al tener que decidir sobre intervalos de tiempo muy pequeños, en los que un proceso exponencial no se muestra como tal.
De esta manera se describe un marco general evolutivo que el TdK clasifica en seis épocas evolutivas, que funcionan por indirección: aparece una capacidad que es la base del siguiente paso.
- E1: la época de la física y la química. La información está contenida en las estructuras atómicas.
- E2: al no ser suficiente el nivel atómico para contener toda la información necesaria para la persistencia del patrón, aparecen el ADN y estructuras similares (como los priones). Ésta es la época de la biología.
- E3: de nuevo, al no ser suficiente el almacenamiento contenible por la biología, aparecen los sistema neuronales, y con ellos los cerebros (y, me permito añadir, la cultura).
- E4: los cerebros dan lugar a la tecnología, que a su vez opera tanto siendo hardware como software. Se da el paso a codificar el Universo como información. Actualmente estamos en este momento, en esta época. Cerca de su final, según Mr. Kurz.
- E5: la tecnología, ya como inteligencia propia, domina los métodos de intercambio de información de las épocas anteriores y las integra. Esto incluye el proceso de la inteligencia humana. Las capacidades de manejar información a voluntad y de alterar el medio se expandirán a todo sustrato: toda materia será usada para procesar información.
- E6: todo el Universo está lleno de procesos de tratamiento de información y conocimiento. El Universo despierta y emerge una inteligencia que emplea todo lo contenido en ella misma.
Buff. Vaya. Con Dios hemos topado. Y con la borrosa línea entre la ciencia material, la teórica, la ciencia-ficción y la fantasía. Es difícil no pensar en una Inteligencia Universal como algo que no sea Dios. Pero para no meter los pies en el pantano de la teología, vamos a dejar esto por ahora de lado. Como descripción y modelo de lo que ha sucedido hasta ahora en la Evolución, las Épocas de la 1 a la 4 parecen sensatas. Si la Ciencia no nos engaña, podemos tomar como narración válida esta manera de ver nuestro camino hasta aquí.
EL PROBLEMA DE LA INTELIGENCIA
Al pensar en la Época 4 nos encontramos con un problema de envergadura. La inteligencia. No sabemos muy bien lo que es. ¿Es sólo la capacidad de resolver situaciones? ¿Es la aplicación de estrategias que permiten la persistencia del patrón que las ejecuta? ¿Es alguna forma de creatividad? No lo tenemos claro.
En el TdK la inteligencia se asimila a capacidad de computación de una manera directa. De esta forma, una piedra o un átomo de hidrógeno poseen algo de inteligencia porque tienen capacidad de computación. De vez en cuando [en sus libros La Singularidad está cerca y La era de las máquinas espirituales, por ejemplo] Mr. Kurz sugiere sutilmente que la inteligencia lo es porque es una computación con propósito.
Un ejemplo sencillo: una piedra «natural» sólo computa ser piedra, pero si alteramos ligeramente su estructura podría contener/computar la información que le programáramos, sin que deje de ser una piedra. Su orden interno podría ser lo suficientemente distinto como para seguir siendo una piedra, pero albergar dentro de sí la lista de la compra de hoy al provocar que sus átomos se comporten de determinada manera. Al fin y al cabo es lo que hacemos con una lápida de mármol en la que escribimos nuestro epitafio.
También un gato es más inteligente que una piedra. Sobre la capa de almacenamiento y procesado de información atómica tiene la biológica, y sobre ésta, la neuronal. Y nosotros, como humanos, somos más inteligentes que los gatos. Computamos más y mejor. Obvio es que dispuesto así, inteligencia queda separada de conciencia o identidad. Entendido así también, un Universo que compute al máximo de sus capacidades será un Universo Inteligente. Y si la inteligencia depende de la cantidad de computación bien ordenada que se genere, por descontado que nuestra inteligencia humana actual no será capaz de comprender la Inteligencia Universal, porque será sobrepasada masivamente. Y si el postulado número tres se cumple, el destino final del Universo es ser una inteligencia absoluta. ¡Voilà! Ya tenemos a Dios (otra vez).
Respecto al problema de la conciencia, Mr. Kurz simplemente asume que ésta es una propiedad emergente de la capacidad de computación, si esta última sigue un proceso de desarrollo lo suficientemente análogo al desarrollo biológico/neuronal. Pero el problema de determinar si algo posee conciencia parece imposible de resolver. Es cierto que si en un determinado momento una entidad no humana dice tener conciencia de sí misma, nos veremos en el mismo caso que cuando nos lo dice otro humano. No hay forma objetiva de comprobarlo. La conciencia de los demás no es más que el suponer a los otros nuestra propia experiencia subjetiva de autoconciencia (esta limitación parece que nos acompañará al menos un tiempo).
VALE, ¿Y CÓMO ME AFECTA TODO ESTO?
Asumir hoy el paso de la época 4 a la 5 implica un pequeño salto de fe. Ese salto es creer que lo que los humanos estamos haciendo es lo que hay que hacer para que se produzca esa futura saturación de inteligencia. Según Mr. Kurz, lo hacemos en tres áreas. GNR: Genética, Nanotecnología y Robótica.
Común a los tres campos es el hecho de que gracias a herramientas como las matemáticas podemos elaborar modelos de aquello que estudiamos. Esos modelos tienden a ser tan precisos que el objeto estudiado queda superado por nuestra alternativa. Un ejemplo son los respirocitos de Robert A. Freitas, un proyecto de glóbulos rojos artificiales —máquinas— capaces de proveer al cuerpo humano del oxígeno necesario durante más tiempo y con una mejor dosificación que los biológicos. Otro ejemplo es el modelo de doble hélice del ADN donde, una vez secuenciado y enlazado qué secuencias hacen qué, el ADN se convierte en una base de datos que podemos manipular de la misma manera que cambiamos cualquier otra base de datos.
Tal modelización y posterior manipulación es consecuencia del tratamiento de los fenómenos naturales como información y como procesos de intercambio de información.
Y aquí es donde comienza a surgir/solaparse la perspectiva del TdK con el estado del desarrollo científico actual. Hemos comenzado a manipular —al poder pensarlo como información— el nivel bioquímico de nuestra existencia. Estamos incorporando en nuestras estrategias, en nuestra inteligencia, los modelos de las épocas 1 y 2. Y lejos de perderla, la replicamos y asimilamos. Al mismo tiempo que desarrollamos formas de alterar dichas estrategias, porque nuestra inteligencia tiene propósitos.
Uno de esos propósitos, quizás el más poderoso de todos, es sortear la muerte. Junto con ella, las enfermedades y las deficiencias. Bajo el impulso de mejorar la salud y evitar el sufrimiento, aprendemos a alargar la vida, reparar el desgaste del cuerpo e incluso sustituir partes del mismo. Comenzamos ya a interferir en el acortamiento de los telómeros deteniendo el envejecimiento programado por el ADN de nuestras células, reprogramamos células cancerosas para que migren a partes del cuerpo donde poder extraerlas, clonamos órganos a partir de las células de un organismo para emplearlos en ese mismo organismo. Incluso hemos comenzado a diseñar y hacer operativas formas de reproducción en las que el cuerpo puede llegar a no ser necesario. Si añadimos que no parece haber ninguna prueba de la necesidad de la muerte, ¿por qué no enfrentarse a ella y evitarla?
Aubrey de Grey sostiene que con el conocimiento científico actual sobre genética, aplicado sobre los factores identificados en el proceso de degeneración, podríamos expandir nuestra vida a unos 500 años. Y si es sobre los procesos de regeneración celular, la duración de la vida podría ser ilimitada.
Imaginemos que —tan sólo con conocimiento y manipulación de la genética— pudiéramos clonar nuestros propios órganos, uno a uno. Y que a medida que se van deteriorando, los podemos ir sustituyendo. Hígado, intestinos, corazón, y eventualmente el sistema neuronal. Es muy posible que esta posibilidad no esté muy lejos. Ya entendemos la mayor parte de los procesos involucrados, y cada día se amplía el grado de dominio y manipulación, como sucede con la investigación sobre células madre. Mediante esta técnica seríamos perfectamente reparables. La inmortalidad al alcance de una operación quirúrgica. Con perfecta inmunocompatibilidad y, en realidad, siendo nosotros mismos.
Según el TdK, estamos a punto de culminar el dominio sobre la biotecnología y su variante genética. Por supuesto, la puerta a la manipulación de otros organismos —alimentos diseñados genéticamente, virus, animales, todo esto es rediseñar su programación, su computación, haciéndolos aún más eficientes, más inteligentes— está abierta por igual. Con sus riesgos y beneficios. Además, la comprensión, modelización y manipulación del nivel bioquímico de nuestro entorno nos provee de conocimientos sobre los que poder basar el desarrollo de las otras áreas.
3D Y NANOENSAMBLAJE
En la segunda área —nanotecnología— no llevamos mucho. Pero sí el tiempo suficiente para que se puedan observar los primeros resultados aplicados ya: materiales que se autorreparan, conductores eléctricos supereficientes y, sobre todo, una miniaturización hasta nivel atómico de máquinas y sistemas. El poder desplazar átomos uno a uno o poder diseñarlos ex profeso —incluso Richard Feynman daba esto por sentado— abre la puerta a partículas y máquinas capaces de infiltrarse en cualquier entorno y realizar cualquier función que podamos diseñar y programar.
La bandera/objetivo de la nanotecnología, aunque aún sean ciencia-ficción —cada vez más ciencia y menos ficción—, son los dispositivos nanoensambladores. Sistemas que construirán cualquier objeto requerido [incluidos otros dispositivos nanotecnológicos] a partir de la materia base/prima. ¿Necesitas ropa? La nanoensamblas. ¿La pata rota de la silla? La nanoensamblas. ¿La pila de combustible de tu vehículo? También la nanoensamblas. Algunos vemos en el progreso de las actuales impresoras 3D un indicio de que los nanoensambladores ya están en camino.
Ahora, imaginemos una nanotecnología capaz de combinarse con los procesos bioquímicos y alterarlos. Y que esa nanotecnología esté disponible desde un nanoensamblador cualquiera. Si comprendemos el funcionamiento de sustitución de los huesos y podemos manipularlo, ¿podremos llegar a sustituirlos por huesos nanoensamblados?
Hemos llegado al punto en el que comienza a vislumbrarse la convergencia entre nuestra parte biológica y nuestra capacidad de desarrollo tecnológico. La sustitución de los huesos es un ejemplo entre muchos. ¿Y si resulta que podemos diseñar alternativas tecnológicas más eficientes a su contrapartida biológica (como los respirocitos)? ¿Y si puedo diseñar una nanomáquina capaz de buscar, detectar y destruir el VIH o similares? ¿O inocularme nanopartículas capaces de liberar insulina en el sitio adecuado y en el momento preciso?
Ya hemos comenzado a introducir la tecnología en nuestros cuerpos, no sólo a ampliarnos exteriormente a través de ella. Tenemos marcapasos, corazones artificiales, válvulas, secciones intestinales, prótesis óseas. Incluso podemos comenzar a imprimir vía 3D huesos artificiales para insertar en el lugar correcto y con la forma adecuada. ¿Qué sucederá cuando esa tecnología tenga un nivel nanométrico y pueda suceder dentro de nosotros? ¿Dónde estará la barrera entre nosotros como cuerpo biológico y nosotros como cuerpo complementado desde dentro? Mr. Kurz llama a este humano mejorado un humano 2.0.
¿Aceptaremos tener toda la sangre tecnológica si es más eficiente que la biológica?
COPIAS DE SEGURIDAD HUMANA
Saltemos al ingeniero Hans Moravec, quien llevó la paradoja de Teseo a una versión algo más moderna. Si cambias tu mano por una artificial, ¿sigues siendo tú? Si tras la mano, te cambias la cadera, y el fémur, ¿sigues siendo tú? ¿Y si sustituyes tus músculos? Imaginemos que el cambio es poco a poco, célula a célula, gradual. Y que finalmente implica cambiar hasta la última neurona por —al menos— un equivalente tecnológico; incluso por uno más eficiente. La nanotecnología y el conocimiento preciso de la dimensión bioquímica bien podrían hacerlo posible. Completaríamos el tránsito del cíborg (a lo Robocop) al humano-original artificial, al neohumano (un tipo de humano 2.0 kurzweliano). Si todo eso sucede, ¿sigues siendo tú?
Ser capaces de realizar algo así también implica ser capaces de tratar la totalidad del ser humano como información. Y como tal, puede ser duplicada, copiada y transferida. Sí. En el momento en el que puedo ser un neohumano también puedo ser almacenado en forma de copias de seguridad. Y puedo incluso ser duplicado. Mr. Kurz asume que la precisión nanotecnológica, el incremento exponencial de las posibilidades de almacenamiento de información y el entendimiento del funcionamiento del cerebro humano —mediante ingeniería inversa— producen como resultado la posibilidad de duplicarnos, sacar copias de nosotros mismos en un sustrato que bien puede ser biológico, artificial o puramente abstracto. Es decir, que podríamos replicar nuestro cuerpo biológico original, instalarnos en un cuerpo artificial —biológico o no—, o incluso en el interior de una máquina tipo ordenador siendo sólo software.
Desde la perspectiva del TdK las tres formas de copia serían inteligentes. Y puesto que han pasado el umbral de desarrollo determinado por la previa evolución biológica, podrían entonces tener conciencia. ¿Pero qué pasa con la identidad? ¿Soy yo mi nueva copia? ¿Soy yo mi nuevo replicante? Esta pregunta no tiene respuesta a priori. No podemos responder salvo como criaturas que son su cuerpo.
LA ROBÓTICA Y LA IA
En La Singularidad está cerca, Mr. Kurz nutre al lector de una muy numerosa cantidad de ejemplos sobre la Inteligencia Artificial (IA) débil. La que hoy opera cotidianamente y nos rodea casi sin que nos demos cuenta. Desde el SIRI de Apple al controlador de aterrizaje de los aviones comerciales. Desde los asistentes a las compras en webs a los programas de inversión en bolsa por High Frequency Trading.
Mr. Kurz también se esfuerza en ilustrarnos diferentes modelos de tratamiento de la información, de ejecución de modelos de procesamiento y de construcción de manipulación que no son ya la simple lógica de un ordenador de hace cinco décadas. Sostiene que problemas inherentes a cómo se construyen los ordenadores hasta ahora (equivalentes a una máquina de Turing) son resolubles mediante otras formas de construcción que ya se están poniendo en marcha (como los circuitos autoorganizados). Esta forma de operar, añadiendo los precisos modelos de funcionamiento del cerebro, creará la IA fuerte. Según él, podríamos asistir a la aparición de la primera inteligencia no-humana (y artificial) hacia finales de la década de 2020. Es decir, a no mucho tardar tras 2029 ya funcionarían las IAs de carácter general y equivalentes al cerebro humano. La película Her sería factible.
De nuevo, se solapan las áreas. Las IAs débiles —en su función de asistentes imperceptibles o en la de ayudantes aparentemente separados de nosotros mismos, y conocidas como Auras y Musas en la literatura cifi— a través del software de control de la nanotecnología desdibujarían los interfaces para relacionarnos con ellas. Los programas responderían directamente al estado/peticiones de nuestro sustrato de soporte, ya fuera biológico o tecnológico. Pasaríamos a estar mejorados por dentro y extendidos por fuera. Nuestros pensamientos, apetencias y necesidades provocarían una reacción del entramado tecnológico en el que estuviésemos embebidos.
En resumen: el límite entre la biología y la tecnología desaparecerá. Y ése será el momento de la Singularidad. El humano será indistinguible, incluso para sí mismo, de la tecnología que lo permea.
Hasta aquí llega lo visible, lo calculable. Nos detenemos en este paso, porque hemos arribado al momento en el que nos encontramos con un abanico/continuo de inteligencias de distintos tipos. Tendríamos:
- Los humanos biológicos, genética/bioquímicamente mejorados. Capaces de vivir largos períodos de tiempo —si no indefinidamente—gracias al conocimiento de la estructura básica de su soporte/sustrato.
- Humanos mejorados (a secas), quienes incorporarán la bio/nano/tecnología para modificar su propio cuerpo parcialmente. También capaces de vivir mientras su sustrato físico exista y sea reparado ya sean duplicables si la tecnología que incorporen tiene la capacidad de trazar su estructura interna.
- Humanos extendidos, completamente artificiales o no, pero que tengan asimilado el apoyo de las IAs como parte propia de sí mismos. Si por ejemplo pensamos en si hemos cerrado o no la puerta de casa, e inmediatamente lo sabemos porque una IA débil nos ha alimentado la memoria con el estado real de la puerta, ¿cómo lo vamos a diferenciar de una función propia biológica?
- Humanos intangibles, quienes ya han dado el paso a soportes capaces de computarlos. Replicables, duplicables... Son el cerebro en el tarro de Putnam, materializado. Y además no podrían relacionarse con nada si no es con la asistencia de un entramado de software, que incluye IAs débiles [al menos].
- IAs fuertes tipo Golem (ver Golem XIV, de Stanislav Lem), con nivel de funcionamiento humano. Inteligencias con propósito, que incluye el relacionarse con nosotros.
- IAs fuertes tipo Titán (ver el universo de Eclipse Phase, juego cifi que ha generado un marco descriptivo extensamente transhumanista). Inteligencias más allá de la capacidad de relación humana, por muy transhumana que ésta sea.
Las inteligencias de 1 al 3 son concebibles en este momento, y hasta son plausibles (¿qué tal unas Google Glass implantadas en la retina?). Pero a partir de la inteligencia 4, aunque podamos imaginarlo, hoy parece poco realista.
Se ponen sobre la mesa nuestras concepciones de la identidad, del individuo, de la autopercepción, incluso del lenguaje (¿serán los pensamientos intercambiables?). Hasta aquí llega el límite de lo comprensible por nuestra inteligencia actual. En algún punto tras el 2 sucede la Singularidad.
¿POR QUÉ IMAGINAR ESTE ESCENARIO?
Teniendo en cuenta que la perspectiva de Mr. Kurz se fundamenta en la certeza (suya) de que el crecimiento del almacenamiento de información y la manipulación de la misma es exponencial y que no se detiene porque salta a un marco/paradigma mayor, podemos decir que todo lo anterior es posible. Y hasta la inteligencia de tipo 2, probable. Y aunque sea como ejercicio podemos prever que al margen de la propia Singularidad las inteligencias tipo 4 y 5 también.
Imaginar consecuencias es prever peligros. Voy a poner un ejemplo algo catastrofista: imaginemos que creamos una nanopartícula autorreplicante, un superprión. Una partícula que se autorreplica en cualquier circunstancia usando como materia prima cualquier elemento del que disponga. Si dicha partícula se liberase al medioambiente, reemplazaría toda la materia terrestre que nos mantiene (y a nosotros mismos) en apenas dos semanas. Ni meteorito, ni calentamiento global, ni supergripe. Sustituidos por una minipieza de lego autorreplicante.
Sin ser tan exagerados, cada área del GNR tiene sus propios riesgos. Y existe la posibilidad, de darse alguna forma de singularidad, de no tener muchas opciones para enmendar errores. Las primeras acciones bien podrían ser las condiciones iniciales que delimiten de forma estricta lo que suceda después.
Las discusiones del área G están a la orden del día en los medios de comunicación habituales [los cultivos transgénicos, por ejemplo], y forman parte casi ya de la cultura general.
En el área N se discuten actualmente —ver el Foresight Institute— las limitaciones de los nanoensambladores, hasta qué punto ha de poder un nanoensamblador fabricar estructuras autorreplicantes, o replicarse a sí mismo. Entre muchas otras cosas.
Y en el área R ya comienza a debatirse la autonomía que debieran tener los drones a la hora de elegir qué hacer en escenarios de guerra, o qué límites hay que ponerle a una máquina que aprende por sí sola. Aparte de que ya hemos visto a algunas IAs débiles —como Watson, Deep Blue o el navegador de tu coche— superar a los humanos.
Puede que la Singularidad de Kurzweil al final ni siquiera suceda, o que no sea tal evento específico, sino más bien una progresión gradual. Puede que al final emerja Dios del Universo —¡ah, la teología!—, o puede que nos quedemos a medias de una inteligencia tipo 3. Pero da igual.
El TdK nos lanza a la cara no sólo las preguntas ontológicas milenarias para las que no tenemos muchas respuestas. También nos lanza una fundamental: ahora que comenzamos a poder manipular el entorno y a nosotros mismos con tal nivel de profundidad, ¿qué queremos hacer con nuestro futuro?
Yo sigo queriendo ser inmortal. Y conservar mi identidad.
Albano Cruz
Albano Cruz trabaja principalmente como diseñador y desarrollador, pero sus intereses y talentos también tienen que ver con áreas como la filosofía aplicada, las argumentación, las lógicas formales e informales, la antropología, la lingüística, y conceptos como trans y posthumanismo, el simulacro y la comunicación.
Más cosas sobre su vida: da charlas de divulgación, trabaja como coordinador técnico de conciertos musicales y colabora ocasionalmente en medios filosóficos. Se ha embarcado en el fanzine "Mordistritus", realizado al estilo-de-los-80 y sin pretensión alguna, que combina el pasárselo bien con hacer contenido de calidad.
Roc Herms
Roc Herms Pont (Barcelona, 1978) era director de arte, hasta que un día encontró en la fotografía una vía de escape. Cuando no prostituye su fotografía comercialmente utiliza la cámara para alimentar al geek que lleva dentro. Su proyecto Postcards From Home, expuesto en "From Here On" (Centre d'Arts Santa Mònica, Barcelona), intenta documentar las vidas virtuales de los primeros cyber-aborígenes.