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La revolución tópica

Ganemos Madrid y el lugar común
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El lugar común se ha convertido en el punto de apoyo de la transformación social. Lo común –objetivo escurridizo donde los haya– aparece anclado a un lugar de encuentro donde el cualquiera se convierte en el gran protagonista, porque “la democracia empieza en lo cercano” y “la ciudadanía ha demostrado ir muy por delante de las instituciones tradicionales”. Ayer fue Madrid –la ciudad del desencuentro– el lugar para poner en marcha un experimento municipalista que aspira a gestionar la vida en la urbe siguiendo el lema zapatista de “mandar obedeciendo”, es decir, que, de triunfar, las hipotéticas decisiones ejecutivas que se tomen en el consistorio estarán dictadas por los ciudadanos, a través de procesos asamblearios de deliberación en Juntas de Distrito –rebautizadas como Juntas del buen gobierno– y con la ayuda de herramientas virtuales de participación. O algo así.

Con éxito se presentó ayer en el Círculo de Bellas Artes Ganemos Madrid, la plataforma ciudadana que pretende ser “la herramienta democrática efectiva de confluencia y empoderamiento ciudadano que defienda los derechos y recupere la ciudad para sus habitantes”. La sala de las columnas y el hall completaron el aforo sobradamente (con decenas de personas que se quedaron fuera) y –tal vez en algo ayudara el partido que libraba el Madrid contra el Liverpool– el hashtag #HoyGanaMadrid  fue trending topic durante toda la tarde. Aunque lo que llamó más la atención de este cronista es el entusiasmo que manifestaban los presentes ante un acto que se alargó hasta las dos horas y media; un espectáculo bien llevado, con sus dosis de sentido del humor y sobre todo mucho sentido común, demasiado quizás: acostumbrados como estamos en esta época neobarroca a las rupturas de lo previsible, a presentadores que se suben a la mesa y montan el número para llamar la atención, o a candidatos que piden a su audiencia que no los aplaudan, lo de ayer a punto estuvo de caer en la pesadez con tanta corrección. 19 personas, con la periodista Olga Rodríguez de discreta maestra de ceremonias, se turnaron frente al micro para arengar a la audiencia sobre lo mal que lo están haciendo los políticos profesionales y sobre el invento tan maravilloso que se está poniendo en marcha con Ganemos. No hay fisuras en los discursos sobre la conquista del poder, quizás la insistencia en que van a ganar sí o sí, hace planear una sombra de duda sobre ese andamiaje, bien ajustado en la organización, pero montado finalmente sobre buenas intenciones y poco más.

Porque lo más sorprendente de ayer es que todos esos discursos triunfalistas no eran para presentar una candidatura sino el comienzo de un proceso para elaborar en común un programa y una candidatura con la que ganar la alcaldía. Lo de ayer, si le quitamos la parte espectacular, se nos queda en un acto de lanzamiento de la campaña para recoger 30.000 firmas de apoyo para conseguir el aval ciudadano sin el cual el proyecto no tiene sentido ni fundamento. Si a finales de diciembre o enero, horizonte próximo, no se consiguen las 30.000 firmas, Ganemos desaparece. Ayer consiguieron las primeras mil, ahora ya sólo les quedan las veintinueve mil restantes.

Calendario de acciones

Para los que pensamos que Podemos corre el riesgo de convertirse en una organización donde el carisma de sus representantes pese más (en lo bueno y en lo malo) que las decisiones de sus círculos, Ganemos representa el caso contrario al poner el acento en el proceso de decisión colectivo y correr el riesgo de no encontrar a nadie con suficiente tirón –piensen que en Barcelona, donde tanto éxito está teniendo Guanyem, tienen a Ada Colau–, una cabeza visible que despierte la confianza de aquellos cuyo compromiso político se limita a votar cuando toca y poco más. Aunque sería injusto hundir el barco antes de zarpar, pues lo de ayer fue el pistoletazo de salida y la presentación de un calendario de pasos: tras conseguir el respaldo de 30.000 firmas y a la par extender territorialmente por Madrid el movimiento mediante asambleas de barrio, en diciembre se celebrará un nuevo plenario donde discutirán el proceso de primarias abiertas y un primer borrador de programa, decidirán las candidaturas y verán si se presentan también a las autonómicas. La tercera fase abarcará desde enero hasta abril, tiempo de construir el programa ciudadano y de llevar a cabo las primarias abiertas a todos los ciudadanos donde se elegirán a los candidatos que poco después concurran a las elecciones municipales tras haber firmado, eso sí, un compromiso ético que fije todo tipo de condiciones para el ejercicio honesto del poder, desde límites salariales hasta el carácter revocable del mandato en cualquier momento que no se cumpla lo acordado.

Madrid es una ciudad de tres millones de tuertos (y 28 milmillonarios)

A su favor cuentan con lo mal que lo están haciendo los otros, los políticos profesionales. El entusiasmo desbordante y a menudo impostado que lucían los ponentes se volvía natural a poco que recordaran el despropósito que nos gobierna: Madrid, tras 25 años en manos del PP, se encuentra con una alcaldesa que no ha sido elegida por las urnas y ostentando el dudoso privilegio de ser el ayuntamiento más endeudado de España (6.800 millones de euros reconocidos, más toda la deuda de empresas mixtas y otras tantas más ocultas de las que no se sabe el monto total) que, sin embargo, se permite gastos como cambiar todas las marquesinas de autobuses de la ciudad por unas nuevas cuyo diseño impide que los mendigos puedan pernoctar a su amparo. A lo largo del evento se dan muchos detalles escandalosos sobre desahucios de pisos de la Empresa Municipal de la Vivienda que pasan a formar parte de fondos buitres; todos nos reímos (por no llorar) cuando, después de recordar el 20,5 por ciento de paro (y el 47 de paro juvenil), dan el dato de que el sueldo medio de un madrileño es de 2.000 euros; se recuerda a las 100.000 personas que abandonaron la ciudad en 2013 y a todos los sin papeles que fueron expulsados de mala manera; se habla de 28 millonarios radicados en Madrid que atesoran 38.000 millones de euros… La distopía urbana se confirma con los detalles más mugrientos: epidemia de chinches y superación con creces de los límites permitidos de ozono troposférico y de dióxido de nitrógeno. Alguien recuerda que en Madrid no sólo cuesta vivir ¡un ojo de la cara! sino que, gracias a que los servicios funerarios están en manos de una empresa mixta, también morirse sale por un pico.

Deprisa, deprisa

Uno de los latiguillos más repetidos es que tienen prisa, que dada la urgencia social hay que hacer las cosas con rapidez. Aunque la idea del asalto al poder para hacer las cosas de otra manera se viene gestando desde antes, desde el Movimiento por la Democracia que desembocó en Municipalia, no fue hasta finales de mayo de este año que se decidió rebautizarse sin complejos como Ganemos. En estos cinco meses, con el concurso de unas 500 personas han montado una compleja estructura de siete grupos que se coordinan entre sí horizontalmente y han empezado a crear una tímida red por distritos sobre todo formada por militantes de movimientos sociales y políticos, entre los que se encuentran a título individual miembros de asociaciones de vecinos y de partidos como IU o EQUO y gente de los círculos de Podemos, pero en los que faltan aún el grueso de esos ciudadanos corrientes y comunes, sustrato necesario sin el cual toda la estructura abierta, transparente, horizontal y participativa se vendrá abajo como un castillo de naipes.

En la rueda de prensa anterior al sarao pregunto por su relación con Podemos –ya se sabe que el apoyo de la formación de Pablo Iglesias puede significar un salto cuantitativo y rápido en la cosecha de votos– y me contestan que son respetuosos con los procesos internos tanto de ese partido como del resto, que Podemos se encuentra en un momento de reflexión y que les han dicho que no se van a pronunciar sobre el asunto hasta enero.

En cualquier caso, el triunfo y lo importante, visto desde fuera, está en poner la sociedad en movimiento y trascender el gueto de los movimientos sociales, ¿será posible conjugar lo urgente con lo importante?, ¿serán capaces de hacerlo en seis meses?

La ética y la cosmética

Hace cuatro meses, a finales de junio, asistí a las reuniones plenarias que se celebraron en Tabacalera donde se confirmó que en lugar de Municipalia se adoptaría el nombre de Ganemos. Entonces el lenguaje y los uniformes eran los habituales de los movimientos sociales, se hablaba de recuperar la carga más revolucionaria del término democracia y se vestía con el descuido propio del verano y a juego con los desconchones de las paredes de la llamada sala de las farolas, una enorme y polvorienta estancia en la que junto a un colchón de gomaespuma, un carrito de hipermercado, sillas de terraza y mesas de orígenes diversos, nos apretujábamos un millar escaso de personas. Tras la exposición preliminar, uno de los organizadores explicó que nos íbamos a repartir en nueve grupos para debatir los cuatro ejes del proyecto y luego, dijo, nos iríamos a comer “porque los sujetos políticos también tienen hambre”. Entonces me marche antes de que terminara la jornada pensando en que aquello no iba a durar, y que difícilmente vistiendo y hablando así iban a conseguir sacar la cabeza del gueto y llevarse a la gente de calle. Yo podía vestir incluso hablar como ellos, pero yo no quería tomar el poder y por tanto no necesitaba el voto de nadie.

Después de estos cuatro meses, además de haber desarrollado su propuesta política y mantener su apuesta ética, se ve que han incorporado a sus estrategias la preocupación cosmética. Y no me refiero sólo al grupo de seis maquilladoras voluntarias (véase la foto superior) que anoche estaban al servicio de los ponentes que iban a lucirse bajo los focos. Estoy hablando de camisas y vestidos, de esa elegancia no ostentosa que ha sustituido al estudiado descuido del okupa y, lo que no es baladí, de ese lenguaje que se ha desbrozado de términos del argot militante. Da gusto ver que han cuidado estas cosas y, tras meses en los que Podemos ha dominado el discurso mediático, resulta refrescante que ninguno de los 19 ponentes, ni tampoco los otros cuatro que atendieron previamente la rueda de prensa, se refiera a los gobernantes o la élite económica como casta. Esta gente habla como cualquiera, lo cual no deja de ser un detalle más de una puesta en escena bien pensada.

Ganamos o ganemos, la verdad de los nombres

Tanto si Ganemos triunfa como si no, su historia está llena de nombres que componen en sí mismos un campo semántico lleno de sugerencias que apelan a una cierta irrealidad utópica. Desde la casa okupa del Patio Maravillas a la librería de Traficantes de sueños, o a la asociación en defensa de la escuela pública infantil No me bajo de las nubes. Ya saben lo que escribió Borges de que “el nombre es el arquetipo de la cosa” y que “en las letras de ‘rosa’ está la rosa y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’”. En un acto de distinción nominal que trata de ser reflejo de otras formas de ser y de estar en el mundo, los nuevos movimientos que se sienten llamados a enterrar la cleptocracia de los partidos tradicionales han optado por nombrarse con verbos, verbos que se convierten en sustantivos en una torsión que trata de poner el acento en la acción y en el proceso más que en los sujetos que lo protagonizan. Fíjense en Podemos, primera persona del plural del presente de indicativo del verbo poder: el poder para nosotros, aquí y ahora, nada de utopías.

Hoy que lo político parece dirimirse más que nunca en el campo de la comunicación publicitaria, donde un slogan vale más que mil palabras, no viene mal darle una vuelta al nombre de Ganemos como arquetipo de esta plataforma municipalista. Si Guanyem, el nombre elegido en Barcelona, sirve en catalán tanto para la primera persona del plural del presente de indicativo como para la del presente de subjuntivo, podemos pensar que representa tanto la declaración indicativa y asertiva del ganamos como la probabilidad subjuntiva del ganemos, la victoria, viene a significar Guanyem, nos pertenece tanto en el hecho como en el sueño, tanto en lo real como en lo virtual, en lo tópico como en lo utópico. Esta ambigüedad se pierde necesariamente en su traducción al español y al optar por Ganemos como nombre se queda sólo ese imperativo animoso que mantiene el temblor de la probabilidad. Tras la rueda de prensa le voy con mis especulaciones de diletante a Javier Barbero, psicólogo clínico y uno de los once portavoces provisionales, y le pregunto por la elección del ganemos frente al ganamos. Me contesta que no sabe cómo se tomó la decisión pero que en resumen Ganemos –al margen de hacia qué lado el nombre incline la balanza–, funciona atendiendo tanto a la realidad de lo que hay como al deseo de lo que podría haber, y que para que el deseo se haga realidad cuentan con la voluntad, la suya y la de cientos de personas que ya están trabajando para conseguirlo.

En estos seis meses que quedan hasta las elecciones municipales podremos comprobar si son capaces de llegar al cualquiera y si el cualquiera es lo que ellos creen que es y se presta a participar en la aventura a veces tan pesada de lo político. Medio año para ver si con la fuerza de la voluntad consiguen anclar aquí y ahora el vapososo término de lo común con propuestas que transformen la realidad en un presente menos oneroso. La cuenta atrás ha empezado, pronto veremos si son capaces de hacer que lo utópico, ese no lugar, se convierta en tópico, ese lugar de encuentro, común y ordinario, desde el que poder pensar en lo singular y en lo extraordinario, sin que te coma el tigre.