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Un monumento a Mark Strand

Notas sobre la poesía (y el enigma)
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1. Siste Viator. Falleció Mark Strand, poeta norteamericano, el 29 de noviembre del año pasado y no pasó nada. Sí, algo me dice que tendría que haber pasado algo. Ese algo me resulta del todo desconocido.

2. La poesía de Mark Strand es de puro arrojo. Al decir que una poesía es «de puro arrojo» me refiero a que su poesía está despojada de todo accesorio: como un salto desde un avión sin paracaídas. Sirva esto para comenzar a definir su poesía.

3. Mark Strand falleció. Alguien debió habernos detenido, habernos avisado y obligado a parar un segundo. Pero, como su poesía, se marchó como presumiblemente debe ser el final, esto es, al modo de Eliot en aquellos famosos versos de Los hombres huecos:

Así es como acaba el mundo

Así es como acaba el mundo

Así es como acaba el mundo

No con un estallido sino con un quejido.1

Obsérvese la triple repetición y no sólo el verso final. La repetición es la cuestión que vamos a tratar. El verdadero tema de estas notas es la repetición, la duplicidad. La multiplicidad.

4. Antes de que muriera Mark Strand murió otro Mark Strand, su padre. Su hijo escribió un poema de seis secciones por su muerte, Elegía por mi padre. Lo fundamental de ese poema, además de la limpidez del verso, son los versos que se repiten en cada una de las secciones como si fueran el tema de cada parte del poema. Uno de ellos dice: «Continuabas con tu muerte». Otro dice: «Tú tienes tu sombra». Esa es la sencillez aparente de la poesía de Mark Strand, así es la poesía de puro arrojo2.

5. Repetir obliga a volver a (re)pensar lo repetido. Repetir cambia el significado de la frase repetida. Del mismo modo que un mismo nombre no implica una misma persona como es el caso del nombre «Mark Strand», una frase dicha dos veces es, en verdad, una frase que significa dos veces. Si significase dos veces lo mismo, esa duplicidad implicaría que no habría una verdad sino dos verdades. Que se pueda decir dos verdades sobre una misma cosa, que dos verdades habiten una frase, puede ser el nacimiento de una suspicacia, de una desconfianza en el mundo.

6. Desde Tormenta de uno, la poesía de Strand fue hacia una creciente narratividad. Creo que casi podríamos decir que su poesía se hizo narrativa por completo. Una narración poética de enigmas y símbolos. Los poemas de Strand son poemas de misterio, como podríamos considerar un poema de misterio a este cuento fantástico  de Thomas Bailey Aldrich: «Una mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay más en el mundo: todos los seres han muerto. Golpean a la puerta.»3

7. La narratividad siempre ha existido en la poesía de Strand y se puede rastrear ya en su primer poemario, Dormir con un ojo abierto. Especialmente, en este sentido, destacan los cinco poemas que componen la tercera y última sección del poemario. Estos poemas todavía no son lo que serán en Casi Invisible, aunque se parezcan. Allí sólo están en camino de serlo.4

8. La poesía narrativa última de Strand utiliza símbolos y enigmas que no tienen solución, que no se pueden resolver. Son misterios, sí, y son enigmas, sí, pero no son problemas como lo puede serlo un problema matemático. No son únicamente paradojas, aunque a veces tengan cuerpo de paradoja: el enigma se aleja de su aspecto paradójico y nos avisará de un vacío insalvable. Enigmas y misterios indican que algo ocurre, indican que un misterio, si en verdad es un misterio, nunca deja de serlo. Indican que, si es un hombre el que muere, sólo es eso: un hombre que muere. Así, escribió poemas como el siguiente, Ascensor, en Hombre y camello:

1.

El ascensor bajó al sótano. Se abrieron las puertas.

Entró un hombre y preguntó si subía.

“Bajo –dije–, no subo”.

2.

El ascensor bajó al sótano. Se abrieron las puertas.

Entró un hombre y preguntó si subía.

“Bajo –dije–, no subo”.5

Obsérvese, a la luz de lo dicho, la necesidad de que la parte primera y la segunda sean completamente iguales. O, mejor dicho, la necesidad de que 2. repita lo que dice 1., porque el poema, en su repetición, desciende.

9. Mark Strand escribió una obra poética que difícilmente puede ser enmarcada. Su sencillez estilística, la profundidad de sus metáforas e imágenes, el sentido del humor… Es una obra que, de describirla, nos obligaría a decir bobadas del estilo «es clásica y moderna al mismo tiempo» o «es intemporal». No las diré. Aunque sé que diré otras bobadas.

10. Caigo en la cuenta de que era imposible que pasara nada aunque crea que algo debiera haber pasado tras la muerte de Strand. Era imposible porque Strand veía el mundo de ausencia, veía la ausencia en el mundo: se veía a sí mismo casi invisible, como el título de su último poemario. Decir esto, que puede ser sólo una coincidencia, tal vez sea un poco bobo. No creo, a pesar de ello, que se pueda decir, como dice alguna necrológica, que es «el poeta de la ausencia»6; sí que creo que la muerte es un tema recurrente en su obra y esto se debe a que su obra siempre está en los bordes, vive en y de los bordes. Como el enigma que está en el borde del lenguaje, forzándolo; como el enigma que es de borde del lenguaje.

11. Esa misma necrológica habla de un poeta «en busca de las emociones ordinarias». Esta aseveración es muy matizable e imprecisa. De la necrológica mencionada, sí destaca en cambio la descripción que realiza Strand de su territorio poético: «el yo, el borde del yo y el borde del mundo». En los bordes, en derredor del yo. Adviértanse las repeticiones inscritas dentro de la afirmación de Strand. Es interesante el repaso biográfico de la necrológica: me gustaría insistir en el hecho de que se casó dos veces, todo va por duplicado en Strand. Aunque este último comentario es, sin duda, de nuevo, un poco bobo.

12. Nietzsche sale en dos momentos de la obra de Strand. Así hablo Zaratustra aparece, veladamente (o, en verdad, a la vista), en el título de uno de sus poemarios, Hombre y camello, y en un atípico libro/novela/poema que escribió, El Monumento. En ese libro, lo cita en dos ocasiones. Una de ellas tiene lugar en la última sección que lo compone y dice así: «¡oh, cómo soporto el vivir aún! ¡Y cómo soportaría el morir ahora!». Casualmente, la sección de Así habló Zaratustra de la que se Strand extrae esta cita se titula «De la visión y el enigma», sección en la que Zaratustra se pregunta si es un enigma lo que vio ante la visión de un pastor a quien se le introduce una serpiente por la garganta. Se pregunta: «¿qué vi yo entonces en símbolo?», y pide, ruega: «¡resolvedme, pues, el enigma que yo contemplé entonces, interpretadme la visión del más solitario!», petición a la que Zaratustra sólo obtiene la risa del pastor que, maravillosamente, se ha salvado: «esa risa me devora», dice Zaratustra. Los enigmas son así, nos devoran: devoran lo que nos muestran y nos devoran con lo que nos muestran, aquello que está a la vista sin dobleces. Strand lo sabe y por eso sus enigmas resultan tan potentes y acertados. Y por eso, yo sigo construyendo mi monumento a la poesía, tras la muerte, de Mark Strand.7

13. No, a pesar de la sencillez versal de Strand, no es que buscara lo ordinario para hacer poesía. Strand transformaba lo ordinario al adentrarse en ello: observaba lo que palpitaba en lo ordinario. Pero él es siempre más preciso, yo también intentaré serlo: lo que Strand veía palpitar es el corazón negro que bombea el cuerpo de lo ordinario. No escribe sobre lo ordinario, escribe sobre el corazón negro en el interior de lo ordinario, que, como cualquier corazón, sólo bombea aire, un halo, un impulso, una fuerza.

14. Y Strand sabe una cosa más sobre ese corazón: sabe que no existe y que es un símbolo de lo que existe. Esta paradoja constituye un enigma. Lo que existe no es más que un vacío en todo lo ordinario. O mejor dicho, mediante el enigma presenta la existencia del vacío, ya que el enigma strandiano es del vacío de todo lo existente. El enigma, por tanto, necesita presentarse para presentar el vacío –por eso la explicación del enigma es siempre una imposibilidad: el enigma no podrá explicarse, podrá repetirse–. Por eso, a Strand le gustan las imágenes de la ausencia. Por eso, la sencillez aparente de Strand no tiene que ver con la sencillez de una escritura que quiere ser despojada y directa, sino todo lo contrario. No hay nada más elusivo que el verso despojado de Strand, nada más misterioso. Strand no desarrolló una poética de lo ordinario ni de la ausencia, no, Strand cultivó una poética de la privación. Esa poética construye un poema enigmático y misterioso como un cuadro de De Chirico, pintor al que dedica un poema.8

15. El poema que dedica a De Chirico es un poema en dos partes. En cada parte se repiten, alternándose, dos versos como colofón a cada estrofa. El poema se llama Dos De Chiricos, en Tormenta de uno.

16. El último poema de la segunda parte de Tormenta de uno está compuesto de siete secciones. Cada sección es un poema de tres versos. El último verso de estos tres es siempre el mismo, se repite: «Simplemente, vete al cementerio a preguntar»9. El poema se llama Algunas últimas palabras. Huelga decir que la intención de esta repetición es humorística; huelga decir que dicho humor es negro. No resulta sorprendente que, ante los poemas de Strand, todo lo que se pueda decir esté de más. Sí, hablar de los poemas de Strand puede hacernos parecer algo bobos.

17. También cabe señalar que, en el humor del poema de Algunas últimas palabras, resuenan otros dos poemas de corte narrativo. Uno de William Carlos Williams, Esto es sólo para decirte, de un humor inocente y cándido, y otro de Kenneth Koch, Variaciones sobre un tema de William Carlos Williams, que se burla con malicia, como un simpático pillo, del de Williams. Strand conforma en su sentido del humor poético esos dos humores.

18. Hay otro pintor al que dedica Mark Strand un libro, un ensayo. Ese es Hopper10. Aunque es cierto que son más de dos los pintores a los que Strand dedica un poema o un libro.

19. Construir un enigma –forjado necesariamente de un lenguaje sencillo, de lenguaje común– es un ejercicio poético. Y no, no pueden tener solución los enigmas, como no tiene solución la muerte. El espacio del borde, donde algo deja de ser algo o donde algo comienza a ser algo, es incierto y, por tanto, enigmático. Poemas como El rey, en Hombre y camello, recogen esta complicación enigmática:

Avancé hasta el centro de la habitación y grité:

«Sé dónde está». Lo vi en un rincón,

parecía muy pequeño, con su corona de joyas y el manto

ribeteado de armiño. «Ya no tengo ganas de gobernar

–dijo–. No queda nadie en mi reino salvo tú

 y lo único que haces es solicitar mi presencia».

«Pero, Majestad…»

«Déjate de “Majestad”», dijo e inclinó la cabeza mientras

cerraba los ojos. «Así –susurró–,

mucho mejor», y se introdujo en su sueño

como un ratón que se ocultara en la ratonera.11

Por lo tanto, digámoslo ya a las claras, la sencillez del verso de Strand, de algún modo, hace trampa ya que, ¿cómo es posible ser claro y difícilmente inteligible al mismo tiempo? Habrá que recurrir a la fórmula miltoniana para describir el infierno: el verso de Strand tiene la forma de «darkness visible» (fórmula que se parece, de algún modo, a nuestra «sencillez aparente»). Una oscuridad visible, una claridad oscura.

20. Una poética de la privación es una poética de la carencia, como el pensamiento del poeta místico (comparación que imagino que complacería al poeta norteamericano). Strand nunca dice una palabra de más, una palabra de más es una palabra nueva en el poema. Strand prefiere repetir palabras y repetir versos. Son las repeticiones las que desencadenan los (nuevos) significados –porque, en muchos casos, son las repeticiones las que arman los enigmas, como en Ascensor–.

21. De hecho, poemas como El rey o Ascensor no son narrativos, no son únicamente narrativos. Podemos precisar más: son parábolas. Sería de interés ver la etimología de «parábola»: empujar o arrojar algo al margen.

22. Definir una poética del enigma, como se está viendo, es en verdad dificultoso y casi sólo podrá ser tentativo. Pero su movimiento, la voz que lo proyecta, se puede describir con una parte de la sexta sección de El Monumento:

¿En qué lenguaje vivo? No vivo en ninguno. Vivo en ti. Es tu voz la que comienzo a escuchar y no lleva lenguaje alguno. Escucho los movimientos de un espíritu y los sonidos de lo que es secreto, para mí, al convertirse en una voz que es tu voz al hablar en mi oído. Es un sufrimiento inaudito, saber que el secreto no tiene nombre, ningún lenguaje que pueda aprender.12

Un enigma es un secreto que no tiene lenguaje, que no puede ser dicho porque no tiene nombre. Un enigma es una claridad oscura, una oscuridad visible.

23. Hay un modo de definir el enigma que señala José Manuel Cuesta Abad en Poema y enigma que considero ajustado:

…pero a lo que da nombre el término “enigma” es al modo lingüístico de desbordar o traspasar el horizonte de experiencia del significado en el lenguaje.13

Quisiera señalar, para Strand, para su monumento, para mi monumento sobre él, la palabra desbordar. Porque aquí todo está desbordado: sólo la poesía de Strand se ajusta a la poesía de Strand. Del mismo modo, sólo el enigma se ajusta al enigma. Por eso, necesitamos la repetición: por eso, ocurre la tautología.

24. Deberá unirse ahora todo lo dicho, deberá pegarse una cosa con la otra, deberá forjarse en un único ser: la poesía de Mark Strand. Estas notas deben conformar un discurso, uno que, ante la poca pericia del que escribe, tiene esta forma dispersa. Únase, pues.

25. Este es mi monumento para Mark Strand. Este es el monumento que ha intentado ser. Será, casualmente, la mitad del suyo ya que El Monumento está conformado por 52 secciones y el mío terminará en la nota 26. Si mi monumento es para él, el suyo es para mí ya que está dedicado a los futuros traductores de El Monumento (y un traductor es un intérprete y un intérprete, un traductor):

Al traductor de

e l   m o n u m e n t o

en el futuro

_____________

 “Siste Viator14

26. Este es mi monumento para Mark Strand. Es, exactamente, la mitad del suyo.

 

 

1 «This is the way the world ends / This is the way the world ends / This is the way the world ends / Not with a bang but a whimper», T. S. Eliot, Los hombres huecos (1999), traducción al castellano de José María Valverde, Alianza Editorial, Madrid.

2 Se puede encontrar Elegy for my father en The Story of Our Lives (1973).

3 Existe traducción de Tormenta de uno (2009) por Dámaso López García, Visor, Madrid. El cuento de Thomas Bailey Aldrich lo he extraído de la Antología de Literatura Fantástica (1967), recopilada y traducida por J. L. Borges, A. Bioy Casares, S. Ocampos, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.

4 Los poemas a los que me refiero de Sleeping with One Eye Open (1964) son In the Privacy of the Home, Success Story, Make Believe Ballroom Time, A Kind of Weakness y Poem. Existe traducción del mencionado Almost Invisible (2012) por Julio Trujillo, Casi invisible (2012), Visor, Madrid.

5 «1. // The elevator went to the basement. The doors opened. / A man stepped in and asked if I was going up. / “I’m going down,” I said. “I won’t be going up.” // 2. // The elevator went to the basement. The doors opened. / A man stepped in and asked if I was going up. / “I’m going down,” I said. “I won’t be going up.”», Ascensor en Hombre y camello (2010), traducción al castellano de Dámaso López García, Visor, Madrid.

7 La traducción utilizada de Así habló Zaratustra (2003) es la realizada por Andrés Sánchez Pascual, Alianza Editorial, Madrid.

8 Además, la portada de la primera edición de The Monument (1978), The Ecco Press, Nueva York, lleva también un cuadro de De Chirico que, casualmente, se titula Enigma di un giorno.

9 «Just go to the graveyard and ask around», Algunas últimas palabras en Tormenta de uno (2009).

11 «I went to the middle of the room and called out, / “I know you’re here,” then noticed him in the corner, / looking tiny in his jeweled crown and his cape / with ermine trim. “I have lost my desire to rule,” / he said. “My kingdom is empty except for you, / and all you do is ask me.” “But Your Majesty–” / “Don’t ‘Your Majesty’ me,” he said, and tilted his head / to one side and closed his eyes. “There,” he whispered, / “that’s more like it,” and he entered his dream / like a mouse vanishing into its hole», El rey en Hombre y camello (2006).

12 «In what language do I live? I live in none. I live in you. It is your voice that I begin to hear and it has no language. I hear the motions of a spirit and the sound of what is secret becomes, for me, a voice that is your voice speaking in my ear. It is a misery unheard of to know the secret has no name, no language I can learn», The Monument (1978). Traducción mía.

13 J. M. Cuesta Abad, Poema y Enigma (1999), Huerga y Fierro, Madrid.

14 «To the Translator of / t h e   m o n u m e n t / in the future / “Siste Viator”», The Monument (1978). Traducción mía. Las palabras en latín, que significan «Detente, caminante», se solían inscribir en las tumbas romanas que se encontraban al borde de los caminos.