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Sistemas y estructuras

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Sería inútil pretender que las traducciones de un texto de un idioma a otro buscaran la exactitud, la copia a escala 1:1 del original; cualquier traductor conoce la imposibilidad de tal empeño. No es posible crear un mismo texto en otro idioma, todo son simulacros, recreaciones. Y no porque una frase sea un extenso territorio, sino por todo lo contrario: cada palabra está llena de microsimas infinitamente profundas.

En la teleserie CSI Las Vegas, cada cierto tiempo hay una trama que se repite. En determinados capítulos, un asesino en serie deja en la escena del crimen que él mismo ha cometido una maqueta de exactamente esa escena del crimen: cada objeto, cada mancha, cada cojín descolocado fruto del forcejeo, cada gota de sangre y la habitación al completo, incluidos los diferentes adornos y complementos; por supuesto, también un muñeco idéntico al asesinado, en su posición exacta. No obstante, el asesino siempre introduce en la maqueta un detalle que no está en la escena real, que funciona de pista para que Grissom y sus muchachos tengan una zanahoria a la que agarrarse. Si la reproducción fuera exacta, de nada serviría esa maqueta, no pasaría de ser una broma de mal gusto. Pero gracias a la pista, gracias a ese error premeditado del criminal, la trama avanza. O dicho de otra manera, los de criminalística pueden pasar de la abstracción que es toda maqueta —platónica, atemporal y sin defectos por definición— a los acontecimientos de la “vida real” y al tiempo orgánico que permiten avanzar en la dirección de atrapar al asesino. No tenemos más remedio que concluir que las copias exactas no nos sirven para nada.

Lo que nos lleva a la segunda e inevitable conclusión de que, además de la imposibilidad de poder traducir un texto con toda exactitud, ni falta que hace. De poder traducirse, tampoco nos valdría para nada, porque negaría la existencia de diferentes lenguas.

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El colapso de la estructura de libre mercado a la que hemos asistido tiene mucho que ver con las maquetas, las escalas y las copias. En Teoría de la Ciencia suele distinguirse entre sistema y estructura. Se entiende sistema como algo incardinado en la Historia, algo orgánico y que está ocurriendo; lo que comúnmente llamamos los “hechos”, articulados en un suceso. Y se entiende por estructura su base teórica, que en última instancia siempre es una abstracción, como un álgebra. Así, por ejemplo, “el sistema de economía de libre mercado” es una “historia real” que tiene su correlato en una determinada teoría económica, en una “estructura de economía de libre mercado”. De la misma manera, el sistema económico marxista tiene su correlato en una teoría (estructura) económica marxista, y así con todo. La pregunta que nos interesa es: ¿sustenta el sistema la estructura o, viceversa, es la estructura la que sustenta el sistema? ¿Es la teoría quien dirige la Historia, o es la Historia quien dirige la teoría? ¿Es posible que entre la Historia y la teoría exista una relación de escala de 1:1, o cualquier otro tipo de escala? ¿Se puede traducir exactamente la Historia a una teoría o viceversa? La respuesta es tan obvia hoy como antes del desastre económico: resulta imposible que ambas sean equivalentes porque no hay teoría, por orgánica y realista que sea, que pueda dar cuenta de todos los avatares de la Historia, de los acontecimientos. Por eso, entre otras cosas, fracasó en su día el marxismo. Las teorías, por sólidas que sean, no eximen del colapso. Es dudoso incluso que en el marco de las modernas teorías de sistemas complejos puedan estudiarse todas las variables en juego en un sistema como el económico mundial. En pocas palabras: tenemos muy claro cuál es la estructura económica de libre mercado, o la marxista, pero nunca podemos estar seguros de encontrarnos verdaderamente ante un sistema de libre mercado o marxista. Esto se sabía, no pocos matemáticos y economistas lo sabían. Es más, es ésa una de las moralejas que nos dejó la posmodernidad: la falacia de cualquier teoría determinista.

Al igual que la imposibilidad de traducir un texto exactamente es lo que dota a los lenguajes de tiempo orgánico y, en última instancia, de riqueza semántica y entropía creativa, el desplome económico es lo que dota a la Historia de vida real, no platónica. No es deseable, claro que no, pero sí inevitable si no se tiene en cuenta lo antes descrito. Pero en ese fallo respecto del original, en esa no equivalencia entre la realidad y la maqueta, se cifra el detalle por el que Grissom y sus muchachos de CSI Las Vegas atraparán al asesino. El asesino en este caso se diluye en una compleja red de delictivas prácticas corporativas e ingenuidad ciudadana. El asunto está en quién podrá sacar a la luz la pista veraz en medio de la intrincada maqueta llamada Mercado Global.

 

Imágenes: Loading 1 (Jonás masculino) y Loading 3 (Jonás femenino) de MP&MP Rosado