Contenido
¿Por qué me hice youtuber?
La fama de los youtubers españoles ha tenido un crecimiento exponencial durante los últimos años. Ahora mismo hay unos 40 canales en Youtube España con más de seis cifras de suscriptores. Y los que ahora tienen cerca de 10.000.000, como elrubiusOMG, Vegetta777 o los dos canales de Willyrex, apenas llegaban a los 10.000 hace tres años. La explicación más socorrida de este fenómeno es, como no podía ser de otro modo con una prensa de tendencias cuya capacidad de predicción está al nivel del sacrificio ritual de animales ante los dioses, la crisis económica. Una explicación que encuentra su reductio ad absurdum en los guiones de Mexivergas, un youtuber mexicano especialmente polémico por sus invectivas contra lo que él califica “el club de los homogaymers españoles”, el grupo de colegas formado por elrubiusOMG, mangelrogel, Vegetta777, Alexby, Willyrex y luzugames, que —según Mexivergas— serían unos “maricones” como resultado del desempleo (?) y de tanto jugar a Minecraft (!).
Según la versión moderada de esta hipótesis, los españoles verían vídeos en Youtube como una alternativa prácticamente gratuita frente otras formas de ocio más costosas. El ejemplo más evidente es el visionado de gameplays que uno no tiene el dinero o el tiempo de jugar por su cuenta. Y si bien es cierto que el mercado nacional de videojuegos lleva cayendo desde el comienzo de la crisis a un porcentaje superior al 5% anual, la idea de que menos dinero equivale a más horas en Youtube pierde de vista que este es un fenómeno global que involucra a espectadores de países que ya capearon la crisis o que nunca sufrieron realmente sus efectos.
Es como intentar vincular el éxito de elrubiusOMG y de PewDiePie, el youtuber más célebre de todos, con 10 billones de vistas y 40 millones de suscriptores, bajo la premisa de que los dos son de origen sueco y de que por tanto se les pueden aplicar todos los prejuicios atribuibles a su país. Que tienen una educación pública de calidad, por ejemplo. Aunque en ambos casos es evidente que una formación audiovisual universitaria ha desempeñado un papel relevante en el éxito que han cosechado (PewDiePie se compró el ordenador con el que empezó a grabar gameplays con los beneficios que obtuvo de la exposición de unas obras de arte que había producido con Photoshop y elrubiusOMG ha trabajado en animación y modelación en 3D) no se puede decir lo mismo de youtubers igualmente exitosos, como el chileno holasoygermán, cuya técnica de montaje es más bien primitiva. Básicamente consiste en eliminar las pausas estróficas de sus monólogos.
¿Cuales serían entonces las claves del éxito de los youtubers en nuestro país? Muy rápidamente:
(i) El videotutorialismo. Salvando a Auronplay y en menor medida El Rincón De Giorgio, que labraron su despegue en Youtube mediante la crítica y el análisis de otros canales, lo que a partir de un momento indeterminado se empezó a catalogar bajo la imprecisa etiqueta rubiusita del “salseo”, el resto de youtubers grandes han aumentado progresivamente sus audiencias a golpe de gameplay. Según ciertos puretas del género, esta conversión del videojuego en una especie de cortometraje dirigido por otra persona supone el fracaso del ideal de la emancipación del espectador a través de la interactividad que habría encarnado el formato desde sus orígenes. Por supuesto que este ideal es una tontería. ¿Acaso es más emancipador jugar a un videojuego como el Minecraft que a uno como el Walking Dead porque la mecánica del primero es infinitamente moldeable mientras que la narrativa del segundo está compuesta en su práctica totalidad de cinemáticas? A nadie se le escapa que en Corea del Sur hay jugadores profesionales de League of Legends o Starcraft II cuyas partidas se retransmiten por televisión y llenan estadios como cualquier otro deporte, y ello no implica una invitación a la pasividad sino en todo caso a una mayor competencia. A mi juicio, los gameplays deberían analizarse en el contexto más amplio de los videotutoriales, incluyendo los vlogs de las itgirls que han desbancado el análisis experto de la moda por el mero ser-ahí-mona, cuya filosofía, en caso de tener alguna, sería que el mejor juicio sobre una experiencia es la propia experiencia: mirar e imitar lo que otros hacen.
(ii) ¿Internacional o internetcional? Hay un argumento especialmente gracioso que suelen esgrimen los chovinistas del castellano contra los escritores que deciden publicar en lenguas de uso minoritario en sus respectivos países como pueden ser el vasco o el aimara. Se trata del argumento de los 470 millones de lectores potenciales en castellano. La gracia del asunto está en la palabra “potenciales”. Cualquiera que haya trabajado en una editorial de tamaño medio sabe que la población actual de los lectores en castellano tiene un censo, y lo que es peor, una tasa de natalidad inferior a la del Vaticano. A mejorar esa estadística no contribuye el hecho de prácticamente todos los países de habla hispana sean proteccionistas en lo editorial hasta el límite de la patología arancelaria que encarna el sistema de aduanas argentino. Si uno compara el grado de conexión que hay entre las distintas escenas literarias en castellano y el de sus respectivas comunidades youtuberas el resultado puede ser espeluznante o esperanzador dependiendo de lo viejuno que seas. Lo que está claro es que Youtube se beneficia de la conversión paulatina de internet en la principal fuente de identidades personal para buena parte de los jóvenes de todo el mundo, una dinámica que podría calificarse de internetcional, en la medida en que las adscripciones internautas no sustituyen a las nacionales sino que se superponen sobre ellas, y en ocasiones las refuerzan con episodios como las guerras tuiteras que estallan cada poco entre youtubers españoles y mexicanos de renombre.
(iii) Periodicidad practicamente diaria. Pues eso.
Y todo esto para explicar por qué me he abierto un canal en Youtube llamado Holamellamololillo. En verdad no hay mucho que explicar. Mi hermano me abrió una cuenta en Youtube con ese nombre, y ahí sigue. Ahora que estoy empezando a dar clases en la universidad y tengo que escribirles mails a mis alumnos con cuentas de correo del estilo soyelputoamoylosabes69@gmail.com me doy cuenta de hasta qué punto lo que empieza siendo una broma puede fácilmente convertirse en un destino. En este texto he intentado desentrañar las claves de éxito en Youtube solo para que se sepa que pienso incumplirlas sistemáticamente. Mi canal no será de tutorial, trataré temas absolutamente locales y la constancia procurará ser como mucho semanal. Y para terminar, siempre me ha molestado que cineastas como David Lynch resumieran el proceso creativo de películas que yo considero de elevado contenido filosófico como Carretera perdida con frases del tipo: “Quedé con el productor. Yo tenía unas ideas. Él tenía unas ideas. Juntamos nuestras ideas y así surgió la cosa.” Salvando las diferencias entre Lynch y un servidor, eso es todo lo que tengo que decir sobre la factura del primer vídeo que subo a este canal, una visita muy personal a una feria de arte. Yo tenía unas ideas. La realidad suscitaba otras. Y así surgió la cosa.
¿Por qué me hice youtuber?
La fama de los youtubers españoles ha tenido un crecimiento exponencial durante los últimos años. Ahora mismo hay unos 40 canales en Youtube España con más de seis cifras de suscriptores. Y los que ahora tienen cerca de 10.000.000, como elrubiusOMG, Vegetta777 o los dos canales de Willyrex, apenas llegaban a los 10.000 hace tres años. La explicación más socorrida de este fenómeno es, como no podía ser de otro modo con una prensa de tendencias cuya capacidad de predicción está al nivel del sacrificio ritual de animales ante los dioses, la crisis económica. Una explicación que encuentra su reductio ad absurdum en los guiones de Mexivergas, un youtuber mexicano especialmente polémico por sus invectivas contra lo que él califica “el club de los homogaymers españoles”, el grupo de colegas formado por elrubiusOMG, mangelrogel, Vegetta777, Alexby, Willyrex y luzugames, que —según Mexivergas— serían unos “maricones” como resultado del desempleo (?) y de tanto jugar a Minecraft (!).
Según la versión moderada de esta hipótesis, los españoles verían vídeos en Youtube como una alternativa prácticamente gratuita frente otras formas de ocio más costosas. El ejemplo más evidente es el visionado de gameplays que uno no tiene el dinero o el tiempo de jugar por su cuenta. Y si bien es cierto que el mercado nacional de videojuegos lleva cayendo desde el comienzo de la crisis a un porcentaje superior al 5% anual, la idea de que menos dinero equivale a más horas en Youtube pierde de vista que este es un fenómeno global que involucra a espectadores de países que ya capearon la crisis o que nunca sufrieron realmente sus efectos.
Es como intentar vincular el éxito de elrubiusOMG y de PewDiePie, el youtuber más célebre de todos, con 10 billones de vistas y 40 millones de suscriptores, bajo la premisa de que los dos son de origen sueco y de que por tanto se les pueden aplicar todos los prejuicios atribuibles a su país. Que tienen una educación pública de calidad, por ejemplo. Aunque en ambos casos es evidente que una formación audiovisual universitaria ha desempeñado un papel relevante en el éxito que han cosechado (PewDiePie se compró el ordenador con el que empezó a grabar gameplays con los beneficios que obtuvo de la exposición de unas obras de arte que había producido con Photoshop y elrubiusOMG ha trabajado en animación y modelación en 3D) no se puede decir lo mismo de youtubers igualmente exitosos, como el chileno holasoygermán, cuya técnica de montaje es más bien primitiva. Básicamente consiste en eliminar las pausas estróficas de sus monólogos.
¿Cuales serían entonces las claves del éxito de los youtubers en nuestro país? Muy rápidamente:
(i) El videotutorialismo. Salvando a Auronplay y en menor medida El Rincón De Giorgio, que labraron su despegue en Youtube mediante la crítica y el análisis de otros canales, lo que a partir de un momento indeterminado se empezó a catalogar bajo la imprecisa etiqueta rubiusita del “salseo”, el resto de youtubers grandes han aumentado progresivamente sus audiencias a golpe de gameplay. Según ciertos puretas del género, esta conversión del videojuego en una especie de cortometraje dirigido por otra persona supone el fracaso del ideal de la emancipación del espectador a través de la interactividad que habría encarnado el formato desde sus orígenes. Por supuesto que este ideal es una tontería. ¿Acaso es más emancipador jugar a un videojuego como el Minecraft que a uno como el Walking Dead porque la mecánica del primero es infinitamente moldeable mientras que la narrativa del segundo está compuesta en su práctica totalidad de cinemáticas? A nadie se le escapa que en Corea del Sur hay jugadores profesionales de League of Legends o Starcraft II cuyas partidas se retransmiten por televisión y llenan estadios como cualquier otro deporte, y ello no implica una invitación a la pasividad sino en todo caso a una mayor competencia. A mi juicio, los gameplays deberían analizarse en el contexto más amplio de los videotutoriales, incluyendo los vlogs de las itgirls que han desbancado el análisis experto de la moda por el mero ser-ahí-mona, cuya filosofía, en caso de tener alguna, sería que el mejor juicio sobre una experiencia es la propia experiencia: mirar e imitar lo que otros hacen.
(ii) ¿Internacional o internetcional? Hay un argumento especialmente gracioso que suelen esgrimen los chovinistas del castellano contra los escritores que deciden publicar en lenguas de uso minoritario en sus respectivos países como pueden ser el vasco o el aimara. Se trata del argumento de los 470 millones de lectores potenciales en castellano. La gracia del asunto está en la palabra “potenciales”. Cualquiera que haya trabajado en una editorial de tamaño medio sabe que la población actual de los lectores en castellano tiene un censo, y lo que es peor, una tasa de natalidad inferior a la del Vaticano. A mejorar esa estadística no contribuye el hecho de prácticamente todos los países de habla hispana sean proteccionistas en lo editorial hasta el límite de la patología arancelaria que encarna el sistema de aduanas argentino. Si uno compara el grado de conexión que hay entre las distintas escenas literarias en castellano y el de sus respectivas comunidades youtuberas el resultado puede ser espeluznante o esperanzador dependiendo de lo viejuno que seas. Lo que está claro es que Youtube se beneficia de la conversión paulatina de internet en la principal fuente de identidades personal para buena parte de los jóvenes de todo el mundo, una dinámica que podría calificarse de internetcional, en la medida en que las adscripciones internautas no sustituyen a las nacionales sino que se superponen sobre ellas, y en ocasiones las refuerzan con episodios como las guerras tuiteras que estallan cada poco entre youtubers españoles y mexicanos de renombre.
(iii) Periodicidad practicamente diaria. Pues eso.
Y todo esto para explicar por qué me he abierto un canal en Youtube llamado Holamellamololillo. En verdad no hay mucho que explicar. Mi hermano me abrió una cuenta en Youtube con ese nombre, y ahí sigue. Ahora que estoy empezando a dar clases en la universidad y tengo que escribirles mails a mis alumnos con cuentas de correo del estilo soyelputoamoylosabes69@gmail.com me doy cuenta de hasta qué punto lo que empieza siendo una broma puede fácilmente convertirse en un destino. En este texto he intentado desentrañar las claves de éxito en Youtube solo para que se sepa que pienso incumplirlas sistemáticamente. Mi canal no será de tutorial, trataré temas absolutamente locales y la constancia procurará ser como mucho semanal. Y para terminar, siempre me ha molestado que cineastas como David Lynch resumieran el proceso creativo de películas que yo considero de elevado contenido filosófico como Carretera perdida con frases del tipo: “Quedé con el productor. Yo tenía unas ideas. Él tenía unas ideas. Juntamos nuestras ideas y así surgió la cosa.” Salvando las diferencias entre Lynch y un servidor, eso es todo lo que tengo que decir sobre la factura del primer vídeo que subo a este canal, una visita muy personal a una feria de arte. Yo tenía unas ideas. La realidad suscitaba otras. Y así surgió la cosa.