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Mairena y el tiempo jondo
El Festival de Cante Jondo Antonio Mairena cumple 54 años buscando adaptar al siglo XXI los dictados —para algunos dictadura— del mairenismo.
“Nuestro tiempo está pasando”, dijo la bailaora sevillana Matilde Coral en el patio de la Academia de Mairena del Alcor (Sevilla) el 4 de septiembre de 1983, día en que Antonio Mairena no pudo asistir al festival de cante que lleva su nombre porque se estaba muriendo. Las palabras de Coral lamentaban la ausencia del cantaor y auguraban el fin de una era. Pero los finales en el flamenco son eternos y si alguien en aquel patio pensó que el mairenismo desaparecería con la muerte de Antonio es que no conocía los tiempos del mundo jondo.
Han pasado 32 años y las líneas que trazó Antonio Cruz García, Antonio Mairena para la historia, siguen dando munición a quienes se encargan de debatir sobre los límites del cante. Y esa discusión sin final tiene consecuencias sobre un festival que se creó a la medida del cantaor y que celebra su 54ª edición buscando la forma de adaptarse al siglo XXI. La tarea no es fácil: los organizadores buscan cambios consecuentes con la ortodoxia que marcó el maestro y topan con una parte de la afición que se resiste a cualquier innovación.
Una semana de actos culturales en torno al flamenco y una aplicación de móvil son las novedades. “También hemos organizado el espectáculo ‘Flamenke@ndo’, con el que el festival pretende acercarse a un público más joven y abrirse a propuestas que, sin pertenecer al flamenco más ortodoxo, ponen de manifiesto que éste es un arte vivo y que su esencia es una influencia fundamental en la música de nuestra tierra”, ha explicado Ricardo Sánchez a El Estado Mental. Esa ‘k’ y esa @ en el título del show no son inofensivas en Mairena y quien considere que la que firma exagera, que siga leyendo.
Los “fanáticos”
“Da pánico interpretar a Antonio Mairena.” Pánico. Esa y no otra palabra es la que escogió el cantaor Pedro Cintas cuando estrenó su disco Papeles íntimos, basado en textos del gran cantaor mairenero. Cintas ganó en 2010 el Certamen de Cante Jondo Antonio Mairena, enmarcado en el festival, y como todo el que se acerca a la figura del ciudadano más ilustre de la comarca, temía la reacción de sus seguidores. “Van a mirar Papeles íntimos con lupa para destriparlo y festejar los fallos más que los aciertos”, dijo. Esos jueces implacables a los que hacía referencia son los mairenistas más severos.
Calixto Sánchez ganó el premio en 1965, cuando aún vivía Mairena: “Yo no era mairenista, era un cantaor atípico: ni era gitano ni canté como él, y gané el premio. Lo que pasa es que los seguidores de Mairena son más papistas que el Papa”. De una opinión parecida es el musicólogo y productor Chemi López, para quien el mairenismo es lo peor que le pudo pasar a la obra de Antonio. “Su obra discográfica es la más importante del flamenco pero muchos de los que se adhieren ciegamente a los preceptos de Mairena, sean artistas o aficionados, se acaban obcecando”. A ese grupúsculo es a los que denomina el crítico Manuel Bohórquez, no sin polémica, “fanáticos” del mairenismo.
Teorías en entredicho
Mairena no fue sólo un cantor de flamenco. Su pasión por el cante le llevó a recorrer Andalucía grabadora en mano en busca de cantes perdidos y a redactar varios escritos entre los que se encuentra su libro Mundos y formas del cante flamenco, la biblia flamenca de muchos, en la que recoge sus ideas sobre este arte. Pero no es su tarea de recopilador, creador o intérprete lo que está en entredicho: son sus aportaciones teóricas las que han despertado mayores controversias.
La familia cuenta que el abuelo se refería a él como “un científico del flamenco”, pero para algunos estudiosos como José Manuel Gamboa buena parte de su obra teórica no puede ser más “acientífica.” Uno de los conceptos sobre los que se ha discutido más ha sido el de la Razón Incorpórea, un término acuñado por el cantaor que viene a aglutinar pulsión creadora, inspiración y duende en un solo concepto que nadie acaba de saber con claridad a qué hace referencia.
Muchos de los ataques se dirigen a la separación que hizo entre cantes gitano-andaluces y cantes flamencos. Mairena optó por ignorar los segundos y marcar como puros los primeros, y esa separación y su defensa del cante gitano frente al payo le han valido críticas por su “hipergitanismo”. Calixto Sánchez, que además de cantaor es investigador y divulgador, ataca esa postura frontalmente: “¿Y qué es ser gitano? En Andalucía hay una mezcla de orígenes que hace difícil hacer separaciones tajantes. El cante es gitano porque lo canta un gitano, y no tiene ni más ni menos valor que el que canta un payo”, explica a El Estado Mental.
Para Sánchez, ese “gitanismo” ha sido empleado más por los seguidores de Mairena que por él mismo. “En el flamenco, detrás de cualquier ‘ismo’, ya sea marchenismo, caracolismo o gitanismo, hay un motivo económico. Si yo separo unos cantes de otros, limito el número de personas que los pueden cantar y limito también la competencia por subir a un escenario”, opina el cantaor.
Sus fieles, sin embargo, ahondaron en esa línea hipergitanista y fueron más allá, como bien recoge José Cenizo Jiménez en Antonio Mairena, la forja de un clásico del cante flamenco. Uno de ellos, Aquilino Duque, llegó a escribir sobre el “agachonamiento” del cante, haciendo referencia a la “impurificación progresiva del arte para acercarlo al vulgo profano”.
El legado de Mairena
Además de su forma de cantar, y de su labor de recopilación y creación, nadie le niega a Mairena otro logro: haber sacado el flamenco de los márgenes y darle eco. Fue el primer artista del género en recibir la medalla de oro de las Bellas Artes, y su obra y la tarea de difusión de su festival sirvieron para dignificar el flamenco. Los discípulos que dejó también son buena muestra de los logros de Mairena: José Menese, Curro Malena, El Lebrijano son sólo tres nombres de las potentes semillas que dejó al flamenco. Semillas capaces de desmentir con su trabajo que se puede seguir la senda mairenista sin dictaduras estéticas, aportando lo propio y atreviéndose a grabar y ejecutar palos a los que su maestro jamás se acercó.
La tarea difusora la consiguió en buena parte a través del festival y del concurso con los que Mairena consiguió que pasaran por su pueblo los mejores artistas del ramo. Esto hizo que el público escuchara mucho y bueno. “El público de Mairena es muy entendido. Saben mucho de cante y es difícil satisfacerlos. Por eso es normal que haya críticas a la programación y al concurso”, dice Chemi López. Calixto prefiere tirar de sorna para explicar las quejas: “Lo que pasa es que algunos no se han enterado aún de que La Paquera, Mairena y Chacón hace años que ya no cantan”.
Atraer público nuevo
La pregunta que surge es la misma que se hacen en todos los festivales flamencos con décadas de historia. ¿Hay que programar un festival que atraiga público o uno “auténtico” que ofrezca lo de siempre? “Es importante que Antonio siga siendo el maestro que nos guíe pero nunca una figura que nos limite”, declara Ricardo Sánchez, el alcalde de Mairena del Alcor. La idea es atraer a gente de fuera a conocer la obra de Mairena y convertir el festival en un acontecimiento al que acudan espectadores que paguen la entrada. Eso les permitiría programar con más desahogo económico, pues la aportación pública no es suficiente.
“Estamos trabajando en crear una marca que aglutine toda la actividad que se lleva a cabo en el municipio en torno al flamenco”, dice el edil. En la misma línea está el presidente de la Casa del Arte Antonio Mairena, Manuel Ríos, que informa de que su entidad se está adaptando “a los nuevos hábitos comunicativos y a las exigencias de los aficionados actuales”. Pero la fórmula de un cambio pequeño y condicionado que contente a todo el mundo parece un freno para dar el giro que convertiría al de Mairena en un festival flamenco con la proyección que tienen otros como la Bienal de Sevilla o el de La Unión.
Con motivo del centenario de Antonio Mairena, Ríos hacía una reflexión en la que aseguraba que todos los cabales han tenido la impresión de haber nacido demasiado tarde y que todos han lamentado en algún momento haber vivido los mejores festivales de Mairena del Alcor. Incluso Ríos, que está a favor de abrir el legado de Mairena al mundo, usa en su reflexión una visión del tiempo muy flamenca: esa que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Así, en lugar de alegrarse por haber sido testigo del arte de los mejores, el cabal se lamenta porque cree que algo así no volverá a suceder. Y mientras llora como carga lo que sin duda fue un privilegio, no puede escuchar el cante que suena, ni preparar el terreno para el que esté por venir.
Mairena y el tiempo jondo
“Nuestro tiempo está pasando”, dijo la bailaora sevillana Matilde Coral en el patio de la Academia de Mairena del Alcor (Sevilla) el 4 de septiembre de 1983, día en que Antonio Mairena no pudo asistir al festival de cante que lleva su nombre porque se estaba muriendo. Las palabras de Coral lamentaban la ausencia del cantaor y auguraban el fin de una era. Pero los finales en el flamenco son eternos y si alguien en aquel patio pensó que el mairenismo desaparecería con la muerte de Antonio es que no conocía los tiempos del mundo jondo.
Han pasado 32 años y las líneas que trazó Antonio Cruz García, Antonio Mairena para la historia, siguen dando munición a quienes se encargan de debatir sobre los límites del cante. Y esa discusión sin final tiene consecuencias sobre un festival que se creó a la medida del cantaor y que celebra su 54ª edición buscando la forma de adaptarse al siglo XXI. La tarea no es fácil: los organizadores buscan cambios consecuentes con la ortodoxia que marcó el maestro y topan con una parte de la afición que se resiste a cualquier innovación.
Una semana de actos culturales en torno al flamenco y una aplicación de móvil son las novedades. “También hemos organizado el espectáculo ‘Flamenke@ndo’, con el que el festival pretende acercarse a un público más joven y abrirse a propuestas que, sin pertenecer al flamenco más ortodoxo, ponen de manifiesto que éste es un arte vivo y que su esencia es una influencia fundamental en la música de nuestra tierra”, ha explicado Ricardo Sánchez a El Estado Mental. Esa ‘k’ y esa @ en el título del show no son inofensivas en Mairena y quien considere que la que firma exagera, que siga leyendo.
Los “fanáticos”
“Da pánico interpretar a Antonio Mairena.” Pánico. Esa y no otra palabra es la que escogió el cantaor Pedro Cintas cuando estrenó su disco Papeles íntimos, basado en textos del gran cantaor mairenero. Cintas ganó en 2010 el Certamen de Cante Jondo Antonio Mairena, enmarcado en el festival, y como todo el que se acerca a la figura del ciudadano más ilustre de la comarca, temía la reacción de sus seguidores. “Van a mirar Papeles íntimos con lupa para destriparlo y festejar los fallos más que los aciertos”, dijo. Esos jueces implacables a los que hacía referencia son los mairenistas más severos.
Calixto Sánchez ganó el premio en 1965, cuando aún vivía Mairena: “Yo no era mairenista, era un cantaor atípico: ni era gitano ni canté como él, y gané el premio. Lo que pasa es que los seguidores de Mairena son más papistas que el Papa”. De una opinión parecida es el musicólogo y productor Chemi López, para quien el mairenismo es lo peor que le pudo pasar a la obra de Antonio. “Su obra discográfica es la más importante del flamenco pero muchos de los que se adhieren ciegamente a los preceptos de Mairena, sean artistas o aficionados, se acaban obcecando”. A ese grupúsculo es a los que denomina el crítico Manuel Bohórquez, no sin polémica, “fanáticos” del mairenismo.
Teorías en entredicho
Mairena no fue sólo un cantor de flamenco. Su pasión por el cante le llevó a recorrer Andalucía grabadora en mano en busca de cantes perdidos y a redactar varios escritos entre los que se encuentra su libro Mundos y formas del cante flamenco, la biblia flamenca de muchos, en la que recoge sus ideas sobre este arte. Pero no es su tarea de recopilador, creador o intérprete lo que está en entredicho: son sus aportaciones teóricas las que han despertado mayores controversias.
La familia cuenta que el abuelo se refería a él como “un científico del flamenco”, pero para algunos estudiosos como José Manuel Gamboa buena parte de su obra teórica no puede ser más “acientífica.” Uno de los conceptos sobre los que se ha discutido más ha sido el de la Razón Incorpórea, un término acuñado por el cantaor que viene a aglutinar pulsión creadora, inspiración y duende en un solo concepto que nadie acaba de saber con claridad a qué hace referencia.
Muchos de los ataques se dirigen a la separación que hizo entre cantes gitano-andaluces y cantes flamencos. Mairena optó por ignorar los segundos y marcar como puros los primeros, y esa separación y su defensa del cante gitano frente al payo le han valido críticas por su “hipergitanismo”. Calixto Sánchez, que además de cantaor es investigador y divulgador, ataca esa postura frontalmente: “¿Y qué es ser gitano? En Andalucía hay una mezcla de orígenes que hace difícil hacer separaciones tajantes. El cante es gitano porque lo canta un gitano, y no tiene ni más ni menos valor que el que canta un payo”, explica a El Estado Mental.
Para Sánchez, ese “gitanismo” ha sido empleado más por los seguidores de Mairena que por él mismo. “En el flamenco, detrás de cualquier ‘ismo’, ya sea marchenismo, caracolismo o gitanismo, hay un motivo económico. Si yo separo unos cantes de otros, limito el número de personas que los pueden cantar y limito también la competencia por subir a un escenario”, opina el cantaor.
Sus fieles, sin embargo, ahondaron en esa línea hipergitanista y fueron más allá, como bien recoge José Cenizo Jiménez en Antonio Mairena, la forja de un clásico del cante flamenco. Uno de ellos, Aquilino Duque, llegó a escribir sobre el “agachonamiento” del cante, haciendo referencia a la “impurificación progresiva del arte para acercarlo al vulgo profano”.
El legado de Mairena
Además de su forma de cantar, y de su labor de recopilación y creación, nadie le niega a Mairena otro logro: haber sacado el flamenco de los márgenes y darle eco. Fue el primer artista del género en recibir la medalla de oro de las Bellas Artes, y su obra y la tarea de difusión de su festival sirvieron para dignificar el flamenco. Los discípulos que dejó también son buena muestra de los logros de Mairena: José Menese, Curro Malena, El Lebrijano son sólo tres nombres de las potentes semillas que dejó al flamenco. Semillas capaces de desmentir con su trabajo que se puede seguir la senda mairenista sin dictaduras estéticas, aportando lo propio y atreviéndose a grabar y ejecutar palos a los que su maestro jamás se acercó.
La tarea difusora la consiguió en buena parte a través del festival y del concurso con los que Mairena consiguió que pasaran por su pueblo los mejores artistas del ramo. Esto hizo que el público escuchara mucho y bueno. “El público de Mairena es muy entendido. Saben mucho de cante y es difícil satisfacerlos. Por eso es normal que haya críticas a la programación y al concurso”, dice Chemi López. Calixto prefiere tirar de sorna para explicar las quejas: “Lo que pasa es que algunos no se han enterado aún de que La Paquera, Mairena y Chacón hace años que ya no cantan”.
Atraer público nuevo
La pregunta que surge es la misma que se hacen en todos los festivales flamencos con décadas de historia. ¿Hay que programar un festival que atraiga público o uno “auténtico” que ofrezca lo de siempre? “Es importante que Antonio siga siendo el maestro que nos guíe pero nunca una figura que nos limite”, declara Ricardo Sánchez, el alcalde de Mairena del Alcor. La idea es atraer a gente de fuera a conocer la obra de Mairena y convertir el festival en un acontecimiento al que acudan espectadores que paguen la entrada. Eso les permitiría programar con más desahogo económico, pues la aportación pública no es suficiente.
“Estamos trabajando en crear una marca que aglutine toda la actividad que se lleva a cabo en el municipio en torno al flamenco”, dice el edil. En la misma línea está el presidente de la Casa del Arte Antonio Mairena, Manuel Ríos, que informa de que su entidad se está adaptando “a los nuevos hábitos comunicativos y a las exigencias de los aficionados actuales”. Pero la fórmula de un cambio pequeño y condicionado que contente a todo el mundo parece un freno para dar el giro que convertiría al de Mairena en un festival flamenco con la proyección que tienen otros como la Bienal de Sevilla o el de La Unión.
Con motivo del centenario de Antonio Mairena, Ríos hacía una reflexión en la que aseguraba que todos los cabales han tenido la impresión de haber nacido demasiado tarde y que todos han lamentado en algún momento haber vivido los mejores festivales de Mairena del Alcor. Incluso Ríos, que está a favor de abrir el legado de Mairena al mundo, usa en su reflexión una visión del tiempo muy flamenca: esa que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Así, en lugar de alegrarse por haber sido testigo del arte de los mejores, el cabal se lamenta porque cree que algo así no volverá a suceder. Y mientras llora como carga lo que sin duda fue un privilegio, no puede escuchar el cante que suena, ni preparar el terreno para el que esté por venir.