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Kim Jong Film
Cómo es y para qué sirve el cine en Corea del Norte
Pyongyang ataca de nuevo, esta vez sin misiles Taepodong, torpedos Unha u otros clásicos de la balística norcoreana. Según parece, el país eremita, donde los números de teléfono tienen cuatro cifras y la población solo accede a intranet, ha lanzado un sofisticado ciberataque contra Sony Pictures en represalia por el lanzamiento de “The interview”, la comedia en la que se urde una conspiración mortal contra su jefe de estado. ¿Causa y efecto? Claro. Pero en el jaque a Hollywood hay un tercer factor a considerar; llamémosle orgullo nacional cinematográfico. En Corea del Norte el cine es un arma propagandística clave, una estrategia abiertamente claseobrerizante e incluso una industria local de cierta potencia. Es más: es un asunto personal para los Líderes Supremos. Kim Il Sung escribió y dirigió películas, su hijo Kim Jong Il también; ¿y el hijo de este, Kim Jong Un? Las hackea.
PELÍCULAS QUE NUNCA VERÁS (BUENO, TAL VEZ ALGÚN DÍA)
El cine en Corea del Norte y en el resto del mundo sirven para cosas distintas. Allí forma parte del cuerpo ideológico-artístico (hoz, martillo y pincel); redunda en la denominada Idea Juche (el hombre debidamente ideologizado es superior a la misma naturaleza) y apuntala lo que, desde hace década y pico, se denomina política songun (las armas primero). La producción nacional arranca poco después de la fundación del país, bajo el trauma de la división que trajo el final de la Segunda Guerra Mundial y las matanzas acaecidas durante la guerra civil (1950-1953). En esos días se sentaron las líneas de trabajo, haciéndolas coincidir con las de libros, óperas, series de televisión, arte pictórico, espectáculos circenses y deportivos; en general, cualquier manifestación cultural.
Aquí se pueden ver dos tipos de películas: tradicionales y bélicas. Las primeras recuerdan la vida, folklore y costumbres de Corea antes de la invasión japonesa (1910-1945) y de la posterior división por el paralelo 38º, mitad para Stalin, mitad para Truman. Las otras perpetúan el trauma de la guerra a través de las más encarnizadas batallas contra el enemigo (sobre todo americano). Están en su derecho: Estados Unidos masacró la Corea roja con especial saña, y esto, en el país de los Kims, se recuerda todos los días en el único canal de televisión (que repite los mismos programas hasta el martirio) y en los cines —en Pyongyang hay unas 30 salas—. Es constante la reprogramación de películas como La carta de amor del soldado a su esposa, No nos encadenarán. El Destino y la Nación, El coraje del soldado honrado que halló el corazón del socialismo, El ministro del condado de Dahoo, Una tierra impregnada de cariño, Las campanas del amor y El alma de Celadon. Hay grandes actores especializados en lo militar, como Yun Suk Yong y O Mi Ran. Son muy populares en el ámbito tradicional Sou Sing Huang, el galán Che Chang Su y la bella Kim Jong Ha. Un dato interesante tiene que ver con el género: actrices y actores disfrutan de cuotas de pantalla muy equilibradas, toda vez que las mujeres, perfectamente integradas en la vida militar, encuentran tantas oportunidades de actuar en estas películas como los hombres. ¿Directores? Paek Min. ¿Guionistas? Li Chun Gu. No te molestes en buscarlos en Imdb: este cine, como todo lo norcoreano, es de consumo interno. Nunca verás estas películas. Bueno, igual algún día. Quién sabe.
Otro dato curioso: ¿quiénes interpretan a los soldados americanos? Pues soldados americanos reales, capturados y presos en su día, condenados a cadena perpetua a quienes se da “permiso” para acudir a los rodajes. Uno de los más famosos es Charles Robert Jenkins, un soldado estacionado en la frontera sur que, el 5 de enero de 1965, después de saber que su batallón iba a ser transferido a Vietnam (y de tomarse diez cervezas), cruzó a pie la frontera y se entregó al enemigo. La inconsciencia le costó 39 años de trabajos forzados. Películas aparte, Jenkins y otros desertores fueron utilizados en carteles propagandísticos para demostrar que los occidentales “que saben lo que quieren” prefieren Corea del Norte. Jenkins fue liberado en 2004 junto a su esposa (una japonesa víctima de secuestro en los años 80) y, al pisar suelo japonés, fue juzgado por deserción en un tribunal militar y encarcelado durante 20 días. Motivo: “beneficiar al enemigo enseñándole inglés a los soldados coreanos”. Si esta historia te parece estrafalaria no te vayas, que hay más.
LA INCREÍBLE Y TRÁGICA HISTORIA DE SHIN SANG OK Y CHOI EUN HEE
Shin Sang Ok era un importante cineasta de Corea de Sur —le conocían como una versión patria de Orson Welles—y su esposa, Choi Eun Hee, una importante actriz en el mismo país. Eran pareja. Y les habían ido bien las cosas en los primeros 70; hasta tenían su propia productora, Shin Films. Pero la política anticultural del presidente Park Cheng Hee —un dictador particularmente sanguinario a quien, no obstante, se atribuye el despegue económico del país— terminó por dejarles en la estacada. En 1978 la actriz fue a un supuesto casting en Hong Kong... y no volvió. Alarmado, su marido viajó en su búsqueda hasta la ciudad china y allí mismo fue asaltado en plena calle por un tipo que portaba un pañuelo empapado en éter. Despertó en un campo de trabajos forzados en Corea del Norte. A ella le había ocurrido más o menos lo mismo. Estuvieron cuatro años sometidos al escarnio del trabajo esclavo, separados y sin saber del otro. “Cuatro años tragando bilis, alimentado de hierba, sal, arroz y propaganda. Experimenté los límites de lo humano”, escribiría él en sus memorias.
Un día de 1983, uno y otro fueron conducidos, sin recibir explicaciones, a un palacio en Pyongyang. Allí se reencontraron en presencia del mismísimo Kim Jong Il. Este les habló. El caso es que el Querido Camarada no estaba satisfecho con el “trabajo superficial” de los creadores audiovisuales de su país, y quería darle nuevos aires al cine nacional. “Nuestros directores no tienen nuevas ideas y sus películas están llenas de las mismas expresiones y guiones, las mismas redundancias”, se lamentaba el mariscal. “No hacen lo que yo les he pedido”. “¡Tengo que traerme a esta pareja!”, se había dicho. Dicho y hecho. Kim les “propuso” que se hicieran cargo del cine nacional. A cambio les ofreció una mansión, un Mercedes particular, un presupuesto anual de tres millones de dólares para gastos de trabajo y los favores de los más elevados cargos del gobierno. No hará falta explicar que no había mucha elección.
Shin y Choi filmaron siete películas en los estudios de Pyongyang. De una de ellas ha hablado Shin como de su obra maestra: Escape, de 1984. Cuenta la terrible historia de una familia coreana que vivió en Manchuria durante los años 20, atrapada entre la represión japonesa y la deshonestidad de sus vecinos. Su último filme para el régimen fue Pulgasari, nada menos que una versión coreana y socialista de Godzilla en la que un herrero fabrica un muñeco con arroz y tierra, un especie de golem que se hace amigo de los sufridos granjeros y derroca al gobernador del lugar, un tirano capitalista. La película contó con un presupuesto generoso, que permitió a Shin traerse de Japón a los técnicos en efectos especiales responsables de Godzilla 1985, e incluso a Kempachiro Satsuma, el segundo actor en la historia que lució el traje del legendario monstruo japonés.
Pero la película tuvo que ser terminada por otro director, Chong Gon Jo, porque, aprovechando un viaje a un festival de cine en Austria, la pareja —que muy astutamente había sabido trabajarse cierta confianza con el gobierno— logró escapar en 1986. Se cree que Kim Jong Il se puso furioso, y que por eso la película nunca se estrenó en Corea del Norte. Y que quizá también por eso Pyongyang dejó que la copia de la película saliera del país y llegara en 1998 a Japón, donde hace las delicias de los aficionados a la serie B. Pulgasari es la única película norcoreana que se ha visto en el extranjero. Y ha sido por despecho.
¿Qué fue de la pareja? A su regreso Corea del Sur fueron recibidos con incomprensión general, al ser considerados colaboracionistas. Shin y Choi se sumieron en una depresión y terminaron divorciándose. Él emigró a Hollywood, se cambió el nombre por el de Simon Sheen y triunfó como director y productor de la saga 3 Ninjas, serie que su productora anunció como "una mezcla entre las Tortugas Ninja y Sólo en casa" y que en su última entrega contó con la participación del héroe de la lucha libre Hulk Hogan. Shin murió en 2006 por un problema hepático, en Seúl, ciudad donde se había quedado Choi. Ella aún vive allí.
LAS ENSEÑANZAS CINEMATOGRÁFICAS DE KIM JONG IL
En Corea del Norte te cuentan que después de leer El Manifiesto Comunista, El Capital, Imperialismo: El Mayor de los Capitalismos, Estado y Revolución, Kim Jong Il levantó el dedo y proclamó: “¡Toda esa teoría no corresponde con nuestra era. Todo se reduce a describir la cuestión en un esbozo, pero no ha logrado ir más allá de la teoría!”. El mandatario, que llevaba años dando instrucciones en múltiples ámbitos —mecanizando las técnicas y aplicaciones químicas en el campo, proponiendo métodos hasta entonces desconocidos en las granjas, aportando ideas para estimular las economías locales, incrementando la productividad de los equipos de transmisión, desarrollando ideas y teorías revolucionarias, formando divisiones, levantando regimientos, auspiciando compañías, adiestrando pelotones, asentando bases aquí y allá— tuvo que ponerse serio con el asunto de las artes.
Ya había claseobrerizado la ópera, incorporando al viejo concepto del changguk (la ópera coreana clásica) gloriosos pangchangs (canciones tradicionales sobre héroes y heroínas). También se había metido con la Compañía de Producción Literaria 15 de Abril poniendo a trabajar a los más clarividentes escritores, quienes bajo su tutela crearon todo un ciclo de novelas llamado Historia Inmortal (con títulos como Aurora Revolucionaria, El año 1932, Sonrisa Eterna, Un Álamo Blanco, El Mar de Sangre, La Muchacha Flor y El Destino de un Miembro del Cuerpo de Defensa). Era cuestión de tiempo que encauzara sus esfuerzos a través de un tercer camino que las combina a ambas: el cine.
Así fue como Kim Jong Il —esposado en primeras nupcias con la actriz Sung Hae Rim, a la que conoció durante una de sus visitas a los estudios cinematográficos de Pyongyang— dio una nueva forma a Paektusan Productions, y con ese espíritu vanguardista acometió el rodaje de Cinco Hermanos Guerrilleros en 1967. Satisfecho de la experiencia, al año siguiente se hizo cargo personalmente de la adaptación de El Mar de Sangre, rodaje al que asistió nada menos que en 120 ocasiones. Multidisciplinar y eficiente, el Líder produjo El Destino de un Miembro del Cuerpo de Defensa en sólo 40 días. Luego dirigió un drama escrito por su padre: El Templo. Y más tarde La Muchacha Flor. Poco después, en junio de 1970, pronunció ante los trabajadores del cine su discurso Creemos Más Películas Revolucionarias Basadas en la Vida Socialista. Y por fin —siempre según su biografía oficial— dirigió decenas de películas, como La Estrella de Corea, La Secretaria del Jefe Regional del Partido, La Isla de Wolmi, Un Corazón Solitario, El Compromiso Trajo Este Día, La Nación y El Destino.
Creado el cine Juche, dejó escrito el libro El arte cinematográfico para que a nadie se le olvidara cómo se hace cine-cine.
BREVE VISITA A LOS ESTUDIOS DE CINE DE PYONGYANG
Se entra a un complejo en el cual se ve un gran ministerio cuyo frontón es un colosal fresco del tamaño de diez vallas publicitarias. Rosadas puestas de sol, aguas tranquilas, tapizados jardines en flor, impetuosas montañas, cielos abiertos: la Naturaleza siempre favorece a los gloriosos líderes en sus representaciones pictóricas. En frente, a escala real, Kim Il Sung sonríe con magnanimidad. A su derecha una familia le contempla maravillada. Una niña se ha colocado bajo el brazo protector del dirigente; su rostro refleja un bienestar inexplicable. Otra pareja le observa con respeto y admiración desde el lado izquierdo. Y entre estos y el Líder, un hombre con una cámara de cine. La estatua, con ese tono chocolate que tienen todas las cerca de 35.000 figuras de bronce de los Líderes, recuerda que el visitante está a punto de entrar en el complejo que alberga los estudios cinematográficos de Pyongyang.
Se inauguraron en febrero de 1947. En junio de 1949 se rodó aquí la primera de un millar de cintas: Mi Patria. El lugar se extiende a lo largo de un millón de metros cuadrados. Se trata de un complejo de 200 casas distribuidas en siete calles norcoreanas, surcoreanas, chinas y europeas. En la primera de las áreas se representa el tradicional reino de Koryo. Luego todo se vuelve un encantador y anticuado Tokio, un viejo hu tong pekinés, un Seúl anclado en los años 50; incluso en un barrio de un extraño aspecto alemán, o en la rara posibilidad de un barrio latino parisino o italiano. Se sabe que Amado Líder Kim Il Sung vino aquí 20 veces (un fresco recuerda cuando el Glorioso Camarada estuvo aquí el 26 agosto de 1969 a ver la filmación de Mar de fuego). El Querido Líder Kim Jong Il, un mínimo de 341 veces. Esta información es previa a la investidura de Kim Jong Un, e ignora si el Brillante Camarada se ha dejado caer por aquí.
CONCLUSIÓN
Sí es patente que Kim Jong Un, heredero de la colección de DVDs de su padre, no ha tenido las ganas de ser ridiculizado como éste en aquella comedia con marionetas estrenada en 2004 bajo el nombre de Team America. La jugada del ciberataque se plantea magistral al utilizar la misma arma que le atacaba y revertir su poder ridiculizante en daño económico, aunque sea de unos cuantos millones de dólares que tampoco arruinarán a Sony. Por otro lado desmitifica en una mínima medida la miseria tecnológica del país (no tendrán internet, pero son capaces de agujerear la Red, supuestamente segura en suelo americano). Por último y más importante, ratifica la ferocidad que se presupone al nuevo Líder Supremo hacia su empiterno enemigo americano (que, por cierto, es también su máximo benefactor en el programa World Food Program de Naciones Unidas). Como poco, en cualquier caso, añade una página a la estrafalaria historia que relaciona al séptimo arte y ese país-reliquia que es Corea del Norte.
Kim Jong Film
Pyongyang ataca de nuevo, esta vez sin misiles Taepodong, torpedos Unha u otros clásicos de la balística norcoreana. Según parece, el país eremita, donde los números de teléfono tienen cuatro cifras y la población solo accede a intranet, ha lanzado un sofisticado ciberataque contra Sony Pictures en represalia por el lanzamiento de “The interview”, la comedia en la que se urde una conspiración mortal contra su jefe de estado. ¿Causa y efecto? Claro. Pero en el jaque a Hollywood hay un tercer factor a considerar; llamémosle orgullo nacional cinematográfico. En Corea del Norte el cine es un arma propagandística clave, una estrategia abiertamente claseobrerizante e incluso una industria local de cierta potencia. Es más: es un asunto personal para los Líderes Supremos. Kim Il Sung escribió y dirigió películas, su hijo Kim Jong Il también; ¿y el hijo de este, Kim Jong Un? Las hackea.
PELÍCULAS QUE NUNCA VERÁS (BUENO, TAL VEZ ALGÚN DÍA)
El cine en Corea del Norte y en el resto del mundo sirven para cosas distintas. Allí forma parte del cuerpo ideológico-artístico (hoz, martillo y pincel); redunda en la denominada Idea Juche (el hombre debidamente ideologizado es superior a la misma naturaleza) y apuntala lo que, desde hace década y pico, se denomina política songun (las armas primero). La producción nacional arranca poco después de la fundación del país, bajo el trauma de la división que trajo el final de la Segunda Guerra Mundial y las matanzas acaecidas durante la guerra civil (1950-1953). En esos días se sentaron las líneas de trabajo, haciéndolas coincidir con las de libros, óperas, series de televisión, arte pictórico, espectáculos circenses y deportivos; en general, cualquier manifestación cultural.
Aquí se pueden ver dos tipos de películas: tradicionales y bélicas. Las primeras recuerdan la vida, folklore y costumbres de Corea antes de la invasión japonesa (1910-1945) y de la posterior división por el paralelo 38º, mitad para Stalin, mitad para Truman. Las otras perpetúan el trauma de la guerra a través de las más encarnizadas batallas contra el enemigo (sobre todo americano). Están en su derecho: Estados Unidos masacró la Corea roja con especial saña, y esto, en el país de los Kims, se recuerda todos los días en el único canal de televisión (que repite los mismos programas hasta el martirio) y en los cines —en Pyongyang hay unas 30 salas—. Es constante la reprogramación de películas como La carta de amor del soldado a su esposa, No nos encadenarán. El Destino y la Nación, El coraje del soldado honrado que halló el corazón del socialismo, El ministro del condado de Dahoo, Una tierra impregnada de cariño, Las campanas del amor y El alma de Celadon. Hay grandes actores especializados en lo militar, como Yun Suk Yong y O Mi Ran. Son muy populares en el ámbito tradicional Sou Sing Huang, el galán Che Chang Su y la bella Kim Jong Ha. Un dato interesante tiene que ver con el género: actrices y actores disfrutan de cuotas de pantalla muy equilibradas, toda vez que las mujeres, perfectamente integradas en la vida militar, encuentran tantas oportunidades de actuar en estas películas como los hombres. ¿Directores? Paek Min. ¿Guionistas? Li Chun Gu. No te molestes en buscarlos en Imdb: este cine, como todo lo norcoreano, es de consumo interno. Nunca verás estas películas. Bueno, igual algún día. Quién sabe.
Otro dato curioso: ¿quiénes interpretan a los soldados americanos? Pues soldados americanos reales, capturados y presos en su día, condenados a cadena perpetua a quienes se da “permiso” para acudir a los rodajes. Uno de los más famosos es Charles Robert Jenkins, un soldado estacionado en la frontera sur que, el 5 de enero de 1965, después de saber que su batallón iba a ser transferido a Vietnam (y de tomarse diez cervezas), cruzó a pie la frontera y se entregó al enemigo. La inconsciencia le costó 39 años de trabajos forzados. Películas aparte, Jenkins y otros desertores fueron utilizados en carteles propagandísticos para demostrar que los occidentales “que saben lo que quieren” prefieren Corea del Norte. Jenkins fue liberado en 2004 junto a su esposa (una japonesa víctima de secuestro en los años 80) y, al pisar suelo japonés, fue juzgado por deserción en un tribunal militar y encarcelado durante 20 días. Motivo: “beneficiar al enemigo enseñándole inglés a los soldados coreanos”. Si esta historia te parece estrafalaria no te vayas, que hay más.
LA INCREÍBLE Y TRÁGICA HISTORIA DE SHIN SANG OK Y CHOI EUN HEE
Shin Sang Ok era un importante cineasta de Corea de Sur —le conocían como una versión patria de Orson Welles—y su esposa, Choi Eun Hee, una importante actriz en el mismo país. Eran pareja. Y les habían ido bien las cosas en los primeros 70; hasta tenían su propia productora, Shin Films. Pero la política anticultural del presidente Park Cheng Hee —un dictador particularmente sanguinario a quien, no obstante, se atribuye el despegue económico del país— terminó por dejarles en la estacada. En 1978 la actriz fue a un supuesto casting en Hong Kong... y no volvió. Alarmado, su marido viajó en su búsqueda hasta la ciudad china y allí mismo fue asaltado en plena calle por un tipo que portaba un pañuelo empapado en éter. Despertó en un campo de trabajos forzados en Corea del Norte. A ella le había ocurrido más o menos lo mismo. Estuvieron cuatro años sometidos al escarnio del trabajo esclavo, separados y sin saber del otro. “Cuatro años tragando bilis, alimentado de hierba, sal, arroz y propaganda. Experimenté los límites de lo humano”, escribiría él en sus memorias.
Un día de 1983, uno y otro fueron conducidos, sin recibir explicaciones, a un palacio en Pyongyang. Allí se reencontraron en presencia del mismísimo Kim Jong Il. Este les habló. El caso es que el Querido Camarada no estaba satisfecho con el “trabajo superficial” de los creadores audiovisuales de su país, y quería darle nuevos aires al cine nacional. “Nuestros directores no tienen nuevas ideas y sus películas están llenas de las mismas expresiones y guiones, las mismas redundancias”, se lamentaba el mariscal. “No hacen lo que yo les he pedido”. “¡Tengo que traerme a esta pareja!”, se había dicho. Dicho y hecho. Kim les “propuso” que se hicieran cargo del cine nacional. A cambio les ofreció una mansión, un Mercedes particular, un presupuesto anual de tres millones de dólares para gastos de trabajo y los favores de los más elevados cargos del gobierno. No hará falta explicar que no había mucha elección.
Shin y Choi filmaron siete películas en los estudios de Pyongyang. De una de ellas ha hablado Shin como de su obra maestra: Escape, de 1984. Cuenta la terrible historia de una familia coreana que vivió en Manchuria durante los años 20, atrapada entre la represión japonesa y la deshonestidad de sus vecinos. Su último filme para el régimen fue Pulgasari, nada menos que una versión coreana y socialista de Godzilla en la que un herrero fabrica un muñeco con arroz y tierra, un especie de golem que se hace amigo de los sufridos granjeros y derroca al gobernador del lugar, un tirano capitalista. La película contó con un presupuesto generoso, que permitió a Shin traerse de Japón a los técnicos en efectos especiales responsables de Godzilla 1985, e incluso a Kempachiro Satsuma, el segundo actor en la historia que lució el traje del legendario monstruo japonés.
Pero la película tuvo que ser terminada por otro director, Chong Gon Jo, porque, aprovechando un viaje a un festival de cine en Austria, la pareja —que muy astutamente había sabido trabajarse cierta confianza con el gobierno— logró escapar en 1986. Se cree que Kim Jong Il se puso furioso, y que por eso la película nunca se estrenó en Corea del Norte. Y que quizá también por eso Pyongyang dejó que la copia de la película saliera del país y llegara en 1998 a Japón, donde hace las delicias de los aficionados a la serie B. Pulgasari es la única película norcoreana que se ha visto en el extranjero. Y ha sido por despecho.
¿Qué fue de la pareja? A su regreso Corea del Sur fueron recibidos con incomprensión general, al ser considerados colaboracionistas. Shin y Choi se sumieron en una depresión y terminaron divorciándose. Él emigró a Hollywood, se cambió el nombre por el de Simon Sheen y triunfó como director y productor de la saga 3 Ninjas, serie que su productora anunció como "una mezcla entre las Tortugas Ninja y Sólo en casa" y que en su última entrega contó con la participación del héroe de la lucha libre Hulk Hogan. Shin murió en 2006 por un problema hepático, en Seúl, ciudad donde se había quedado Choi. Ella aún vive allí.
LAS ENSEÑANZAS CINEMATOGRÁFICAS DE KIM JONG IL
En Corea del Norte te cuentan que después de leer El Manifiesto Comunista, El Capital, Imperialismo: El Mayor de los Capitalismos, Estado y Revolución, Kim Jong Il levantó el dedo y proclamó: “¡Toda esa teoría no corresponde con nuestra era. Todo se reduce a describir la cuestión en un esbozo, pero no ha logrado ir más allá de la teoría!”. El mandatario, que llevaba años dando instrucciones en múltiples ámbitos —mecanizando las técnicas y aplicaciones químicas en el campo, proponiendo métodos hasta entonces desconocidos en las granjas, aportando ideas para estimular las economías locales, incrementando la productividad de los equipos de transmisión, desarrollando ideas y teorías revolucionarias, formando divisiones, levantando regimientos, auspiciando compañías, adiestrando pelotones, asentando bases aquí y allá— tuvo que ponerse serio con el asunto de las artes.
Ya había claseobrerizado la ópera, incorporando al viejo concepto del changguk (la ópera coreana clásica) gloriosos pangchangs (canciones tradicionales sobre héroes y heroínas). También se había metido con la Compañía de Producción Literaria 15 de Abril poniendo a trabajar a los más clarividentes escritores, quienes bajo su tutela crearon todo un ciclo de novelas llamado Historia Inmortal (con títulos como Aurora Revolucionaria, El año 1932, Sonrisa Eterna, Un Álamo Blanco, El Mar de Sangre, La Muchacha Flor y El Destino de un Miembro del Cuerpo de Defensa). Era cuestión de tiempo que encauzara sus esfuerzos a través de un tercer camino que las combina a ambas: el cine.
Así fue como Kim Jong Il —esposado en primeras nupcias con la actriz Sung Hae Rim, a la que conoció durante una de sus visitas a los estudios cinematográficos de Pyongyang— dio una nueva forma a Paektusan Productions, y con ese espíritu vanguardista acometió el rodaje de Cinco Hermanos Guerrilleros en 1967. Satisfecho de la experiencia, al año siguiente se hizo cargo personalmente de la adaptación de El Mar de Sangre, rodaje al que asistió nada menos que en 120 ocasiones. Multidisciplinar y eficiente, el Líder produjo El Destino de un Miembro del Cuerpo de Defensa en sólo 40 días. Luego dirigió un drama escrito por su padre: El Templo. Y más tarde La Muchacha Flor. Poco después, en junio de 1970, pronunció ante los trabajadores del cine su discurso Creemos Más Películas Revolucionarias Basadas en la Vida Socialista. Y por fin —siempre según su biografía oficial— dirigió decenas de películas, como La Estrella de Corea, La Secretaria del Jefe Regional del Partido, La Isla de Wolmi, Un Corazón Solitario, El Compromiso Trajo Este Día, La Nación y El Destino.
Creado el cine Juche, dejó escrito el libro El arte cinematográfico para que a nadie se le olvidara cómo se hace cine-cine.
BREVE VISITA A LOS ESTUDIOS DE CINE DE PYONGYANG
Se entra a un complejo en el cual se ve un gran ministerio cuyo frontón es un colosal fresco del tamaño de diez vallas publicitarias. Rosadas puestas de sol, aguas tranquilas, tapizados jardines en flor, impetuosas montañas, cielos abiertos: la Naturaleza siempre favorece a los gloriosos líderes en sus representaciones pictóricas. En frente, a escala real, Kim Il Sung sonríe con magnanimidad. A su derecha una familia le contempla maravillada. Una niña se ha colocado bajo el brazo protector del dirigente; su rostro refleja un bienestar inexplicable. Otra pareja le observa con respeto y admiración desde el lado izquierdo. Y entre estos y el Líder, un hombre con una cámara de cine. La estatua, con ese tono chocolate que tienen todas las cerca de 35.000 figuras de bronce de los Líderes, recuerda que el visitante está a punto de entrar en el complejo que alberga los estudios cinematográficos de Pyongyang.
Se inauguraron en febrero de 1947. En junio de 1949 se rodó aquí la primera de un millar de cintas: Mi Patria. El lugar se extiende a lo largo de un millón de metros cuadrados. Se trata de un complejo de 200 casas distribuidas en siete calles norcoreanas, surcoreanas, chinas y europeas. En la primera de las áreas se representa el tradicional reino de Koryo. Luego todo se vuelve un encantador y anticuado Tokio, un viejo hu tong pekinés, un Seúl anclado en los años 50; incluso en un barrio de un extraño aspecto alemán, o en la rara posibilidad de un barrio latino parisino o italiano. Se sabe que Amado Líder Kim Il Sung vino aquí 20 veces (un fresco recuerda cuando el Glorioso Camarada estuvo aquí el 26 agosto de 1969 a ver la filmación de Mar de fuego). El Querido Líder Kim Jong Il, un mínimo de 341 veces. Esta información es previa a la investidura de Kim Jong Un, e ignora si el Brillante Camarada se ha dejado caer por aquí.
CONCLUSIÓN
Sí es patente que Kim Jong Un, heredero de la colección de DVDs de su padre, no ha tenido las ganas de ser ridiculizado como éste en aquella comedia con marionetas estrenada en 2004 bajo el nombre de Team America. La jugada del ciberataque se plantea magistral al utilizar la misma arma que le atacaba y revertir su poder ridiculizante en daño económico, aunque sea de unos cuantos millones de dólares que tampoco arruinarán a Sony. Por otro lado desmitifica en una mínima medida la miseria tecnológica del país (no tendrán internet, pero son capaces de agujerear la Red, supuestamente segura en suelo americano). Por último y más importante, ratifica la ferocidad que se presupone al nuevo Líder Supremo hacia su empiterno enemigo americano (que, por cierto, es también su máximo benefactor en el programa World Food Program de Naciones Unidas). Como poco, en cualquier caso, añade una página a la estrafalaria historia que relaciona al séptimo arte y ese país-reliquia que es Corea del Norte.