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Hidrogenesse es un estado mental

Cuando debutó en 1998 con cuatro temas incluidos en el histórico recopilatorio Lujo y miseria, Hidrogenesse parecía un simple proyecto paralelo de Astrud. El multiinstrumentista Genís Segarra cambiaba la compañía de Manolo Martínez por la de Carlos Ballesteros para desarrollar ideas en parte similares y en parte diferentes. 

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A lo largo de una nueva década que, jocosamente, iniciaron con el single Así se baila el siglo XX en el año 2000, los catalanes han creado un imaginario propio y cada vez más sorprendente y desconcertante, aparentemente anclado en el electropop clásico pero abierto hacia una heterodoxia tan alocada como inteligente. Con Astrud en pleno éxito, ellos fueron construyendo carreteras secundarias remarcadas por hits tan insólitos como No hay nada más triste que lo tuyo o temas igualmente dedicados a Kurt y Courtney o a Luis de Góngora. Con Astrud diluyéndose, demostraron con Animalitos (2007) que lo suyo iba muy en serio. Crearon otro hit insólito, Disfraz de tigre, y se consagraron con el álbum conceptual más inesperado y brillante del pop español de este siglo, Un dígito binario dudoso, dedicado a la figura del matemático estadounidense Alan Turing en 2012, antes de que Hollywood pusiese de moda su figura.

Hidrogenesse vuelve a estar de plena actualidad con Roma, otro trabajo conceptual —aunque en un sentido más laxo— y que supone el quinto de su trayectoria, aunque habría que sumar ya la reciente publicación de Most, un recopilatorio al que ellos prefieren definir como “un surtido especial que reúne cosas muy dispares” pescadas de entre sus 18 años de trayectoria, y que destinan principalmente al mercado latinoamericano.

 

Dos es el mejor número

Admiradores confesos de dúos como Sparks, Pet Shop Boys, Soft Cell, The KLF, Fangoria, Single, Chico y Chica o Espanto, Carlos y Genís se adhieren a esa estirpe de artistas totales que hablan desde el nosotros y nunca desde el yo. En la época de Animalitos, incluso, la pareja se copiaba el mismo look en busca de la mímesis perfecta. “Cuando dos personas dicen la misma cosa a la vez, esas dos personas están diciendo la verdad. Sólo se necesita que dos idiotas en sintonía nos pongamos de acuerdo en la misma tontería para convertirla en la misma ideología”, cantan en Dos tontos muy tontos, tema introductorio de Roma. Por eso, y en buena lógica, responden también al cuestionario, vía email, con una sola voz, sin especificar quién de ellos dice qué. “Los dúos son más fáciles de entender, y parecen algo más fuerte”, explica Genís/Carlos. “Parece más fuerte un equipo de dos, porque la complicidad es más intensa, o la contraposición entre los dos es más exagerada. Un grupo de cuatro o seis personas enseguida puede parecer que se ha juntado por casualidad, y siempre hay alguno que ni siquiera sabe qué hace ahí. Cuando vemos a One Direction, por ejemplo, siempre nos parece que acaban de coincidir en ese momento saliendo del metro o algo. Además, los grupos de tres o más entran en la categoría de «familia». No mola”.

Son bastantes los momentos en que Hidrogenesse nos divierten, nos convulsionan o nos dejan a cuadros en este disco, aunque sin perder nunca la coherencia con respecto a lo que ellos siempre han sido. Ejemplo sintomático es Siglo XIX, donde vuelven a apuntar, de forma más clara que nunca, que el futuro proviene del pasado. “La idea —explican— era hacer una canción del idealismo, de la fe en el progreso, en la humanidad… Por eso la situamos a finales del siglo XVIII, cuando la gente, influida por las utopías humanistas, los derechos humanos y la Revolución, podía creer de verdad que en el futuro, en el siglo XIX, todo sería mejor. Nos gustaría que la gente usara «el siglo XIX» para referirse a un futuro mejor. Está claro que el mundo evoluciona muy lentamente y que las ideas modernas lo son por muchos años, incluso siglos. Por ejemplo, la lucha por la igualdad de clases, sexos y razas, aunque sea una cosa bien antigua, todavía es algo actual y vigente. Siempre nos queda la esperanza de que todo se arregle en el siglo XIX.” 

 

Hidrogenesse con la tercera edad

Paralelamente a esa idea está la oda A los viejos, algo así como su personal renovación del Help The Aged de Pulp donde cantan, por ejemplo: “Los viejos son la Nueva Ola, el Feminismo, el Rock and Roll. Los viejos son los ordenadores, los sintetizadores, el futuro”. “Sí, es la canción con el mensaje más claro, es como leer la cartilla”, aseveran. “No hay que olvidar que los viejos que tenemos nosotros son de lujo, no sabemos qué viejos van a tener las generaciones futuras. También hablamos de ello por gusto. Nos dimos cuenta de que nos gustan las cosas o las personas que duran mucho tiempo. Esto es así, no sabemos muy bien por qué. Hay grupos que hacen canciones dedicadas a los niños, o para los padres de los niños, nosotros preferimos hablar de los viejos.” 

A ello hay que añadir el ‘chorrazo’ de referentes culturales de todo tipo que aparecen en sus canciones y que, en este caso, eyaculan a modo de orgasmo final en Aquí y ahora, donde aparecen Álvaro Pombo, Flaubert, Gainsbourg, Chopin, Bill Drummond, Kylie Minogue y Jason Donovan, Cleopatra, Elizabeth Taylor y Terenci Moix para concluir que todo está en tu cabeza. Que Roma está en tu cabeza. Roma como estado mental. “En esa canción necesitábamos un gran reparto de personajes y de atrezo para invocar escenas de otros tiempos y otros lugares. A veces usas personas que te gustan como protagonistas de una historia, pero a veces los usas como decorado”, admiten ellos, secundando también la idea de su amigo Stephin Merritt (The Magnetic Fields) de que sus canciones se inspiran siempre en los discos que escucha o las películas que ve y que, como esa es su vida, sus canciones siempre se remiten a su vida. Todo ello, en este caso, además, con una complejidad caótica (parte también de ese estado mental romano) que hace de este álbum algo menos digerible que los anteriores. “Pensamos muy seriamente que el oyente va a agradecer que estas canciones no sean escuetas y directas, porque van a resultar más disfrutables durante más tiempo. Además de que es muy importante para nosotros inventarnos cada vez un método nuevo, así como buscar ideas nuevas para hacer canciones”, justifican. 

 

Sí a todo

Otra de las peculiaridades de Hidrogenesse es que se ha convertido en un grupo que puede aparecer en los lugares más insospechados: su último álbum se gestó en parte en la Academia de España en Roma gracias a una beca, han realizado proyectos para instituciones culturales, museos, festivales de cine o fundaciones e incluso ironizado sobre el arte y la política de subvenciones en su canción El artista, para la que se inspiraron en unas declaraciones de Albert Serra. Pero, más allá de establecer teorías más o menos sesudas sobre la convivencia entre alta y baja cultura, ellos dicen: “Hacer cosas relacionadas con el mundo del arte entra dentro de nuestro lema «Sí a todo», como cuando nos han propuesto hacer una canción para una película, una sintonía para un videojuego, un jingle publicitario, tocar en una boda, etc. Todo depende de que nosotros creamos que vamos a sacar algo de esa experiencia. Algo más que dinero, se entiende”. Teniendo en cuenta que también han actuado en un teatro de la Gran Vía como teloneros de The Magnetic Fields y que, en su momento, versionaron a Guilermina Motta, me da por sugerirles que sólo les falta hacer un musical en el Paral·lel. “Es que la carrera del grupo no ha sido nada apasionante, y nuestra vida pues tampoco”, responden modestos. “Más que una revista sobre Hidrogenesse, lo que procedería es una revista escrita por nosotros sobre… cualquier otro tema”. ¡No estaría mal!

 

El fabuloso mundo Austrohúngaro 

Tan importante como la trayectoria musical de Hidrogenesse, y paralela a la misma, es la de Austrohúngaro, uno de los sellos independientes más peculiares, creativos e inteligentes que han surgido en España en este siglo (según ellos, en su revisión cronológica, del siglo pasado en realidad). Fueron Genís y Manolo Martínez quienes lo iniciaron, aunque el vocalista de Astrud se iría desvinculando progresivamente, y Carlos Ballesteros se implicaría tanto que, desde hace ya años, Austrohúngaro e Hidrogenesse son uno. El nombre se acuñó en principio para su estudio de grabación, y su germen ya existía en proyectos como el Sonajero (un festival paralelo al Sónar ideado por ellos) o el recopilatorio Lujo y Miseria, que editó Acuarela en 1998 pero que, en realidad, incluía a grupos que eran el caldo de cultivo de lo que acabaría siendo Austrohúngaro. Lo mismo sucedió con el single de culto generacional Ese pedazo de onda, de Les Biscuit Salés, que editó el sello Piérdete pero tenía un claro ADN Austrohúngaro. Con el sello ya constituido como empresa en el año 2000 (1900 según su relatividad del tiempo), dicen haber nacido para sacar disco antes de romper el tocadiscos a Chico y Chica, el grupo al que Astrud dedicaron el canto de amor Todo nos parece una mierda (menos lo vuestro). Desde entonces, han hecho lo propio con artistas tan fascinantes como Hello Cuca, Lidia Damunt, Espanto, Feria, Mano de Santo, Alfacrepus, y en un rocambolesco acto de justicia poética (o algo así), emprendieron la reedición de Indicios, obra maestra de Carlos Berlanga, de 1994. No sé si es necesario decir que el nombre Austrohúngaro es un homenaje a la palabra-fetiche que aparecía en todas las películas de su padre, Luis García Berlanga. 

Además de eso, Carlos y Genís cada vez le encuentran más gusto a su labor como remezcladores y productores. En el primer caso han metido mano a temas de La Bien Querida, Los Punsetes, Fangoria o Javiera Mena. En el segundo, han grabado a Feria, Lidia Damunt, Single y Espanto, talentosísimo anti-grupo riojano de quienes anuncian que ya está en ciernes su nuevo álbum. “Tienen muchas canciones nuevas. Luis y Teresa las han trabajado mucho, descartando, rehaciendo, reescribiendo. Lo que deberíamos hacer todos. Ahora toca decidir cómo se hace y hacerlo”, apuntan.

David Saavedra

David Saavedra (A Coruña, 1971) es sociólogo de formación y ejerce de periodista todoterreno especializado en ocio y cultura. Sobrevive de esta vocación desde 1999.

Fotografías, por este orden, de José Luis Rebollo y Alicia Aguilera.