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La sangre que hierve

Canción de autor y sonoridades industriales se encuentran en Pablo Und Destruktion, personaje surgido entre la hierba húmeda y las ruinas de la siderurgia asturiana.

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Blixa Bargeld y los Einstürzende Neubauten, La Débil, Radiador, Nick Cave, Faust, Joy Division, Big Blood, Michael Gira, Akron/Family, Above the Tree, Mute Swimmer, Reds, Alberto Acinas, Lucas 15, Nacho Vegas y Nick Drake. Son los nombres esgrimidos por Pablo Und Destruktion al hablar de los artistas a los que admira y que más le pueden haber inspirado. También una forma bastante aproximada de situar artísticamente a este creador todoterreno que fantasea con trazar un túnel desde Asturias al infierno o visualiza a España como una vieja desdentada. “Para mí Asturias es mi prima guapa y España mi abuela chocha. Yo soy de respetar a la familia, pero sin pasarse”, afirma el músico, de verdadero nombre Pablo García Díaz, y que, alrededor de 2011, acuñó el seudónimo artístico con que ahora le conocemos porque, dice, vivimos tiempos convulsos y la destrucción se le nota en la mirada. “Creo que la mala hostia debe repensarse en nuestra sociedad y quería poner mi granito de arena, empezando por el nombre”, añade, al tiempo que eso vincula su origen astur con su segunda patria, filosófica, artística y sentimental. Con Alemania, donde también ha estado afincado y a donde regresa de vez en cuando. Alguna vez él dijo que entre ambos lugares hay tan sólo una descarga de adrenalina de distancia —algo que tiene más que ver con alguna experiencia biográfica real que con una imagen poética igualmente significativa—, y lo cierto es que eso se refleja, conscientemente o no, en una forma de hacer música que tiende puentes (o cava túneles, más bien) entre el folclore de su tierra y el post punk industrial, el desgarro interior y la rabia social. “La conciencia de clase ya la tenía de antes, pero es verdad que ahora he aprendido a reflejarlo en las canciones”, manifiesta. “En mi primer disco (editado por Pauken Grabaciones en 2012) estaba sobrepasado por mis circunstancias personales, y en el nuevo (publicado por Discos Humeantes este mismo año) lo estoy por las sociales. En cierta manera es la vida la que me sobrepasa y cada vez me adapto peor a ella, así que supongo que, mientras dure, tendré una carrera fértil. Me interesa la tradición musical, política y religiosa y la intento recoger para paliar la sensación de crueldad infinita que muchas veces me ataca”.

 

Los extranjeros

No se puede entender a Pablo Und Destruktion sin pensar en Fee Reega. Esta peculiar cantautora folk es el yang en su yin o al revés. Alemana afincada en Asturias cuando Pablo no está afincado en Alemania, suena como la némesis perversa de esas chicas cándidas con guitarra acústica y canta en castellano con marcado acento germánico cosas del tipo “El hombre que fuma heroína me quiere conocer”, “Atarme a la cama o cerrar la ciudad” o “Tienes el pito morado de mi amor”. A través de las canciones de ella y las de él –en especial temas de su primer álbum como “Extranjera”, “Pequeña retorcida” o “Pupilas dilatadas de ira”– se puede rastrear (o tal vez no) parte de la historia de su relación. “Nos enamoramos, me azotó ella, la azoté yo, criamos cariño y ahora nos hemos casado”, completa él, al tiempo que vislumbra una nueva estancia de los cónyuges en tierras alemanas como parte del que parece un constante viaje de ida y vuelta que espera finalizar aquí. “Estoy ahorrando para un nicho en Valdediós y sería una pena tener que pagar por la repatriación”, bromea.

Fee y Pablo crearon juntos el sello independiente Pauken Grabaciones (“surgió de la necesidad pero ahora nos lo tomamos como una sociedad discreta en la que lo importante es el mensaje y no el medio”) y han emprendido desde 2012 varias giras conjuntas. “Hemos actuado en unos cien lugares distintos entre Portugal, Reino Unido, Austria, Alemania y Suiza”, informa él. “Casi siempre tocamos en espacios autogestionados, asociaciones culturales, squats o teatros. La acogida suele ser buena y el público me recibe de forma muy distinta a como lo hace en España. Creo que ellos interpretan mi actitud asalvajada como algo español, en España lo hacen como algo asturiano y en Asturias como algo individual. Intento tumbar los clichés buenrolleros que se tienen del país y enseñarles la España negra. Trato de adaptar el discurso de clase al exilio y la melancolía a la nostalgia. El problema para mí es la lengua, desearía traducir cuanto antes mis canciones al inglés. El público puede que quede satisfecho sin entender mis letras, pero yo no.”

En uno de sus últimos conciertos, en Zúrich, surgió una curiosa epifanía personal: “Pensé en contar algo de mi vida al público para que conectara conmigo. Al final hablé sobre mi abuelo porque era más interesante. Cuando intercalé la vida de él con los temas de mi repertorio vi que encajaban a la perfección. Siempre he querido vivir con intensidad y lo proyecto en las canciones mientras que él lo hizo realidad, básicamente por haber estado en todas las guerras y en todos los bandos”. En esos conciertos también percibió vínculos con otros inmigrantes, trabajadores precarios o desempleados de diferentes razas y credos con los que comparte, compartimos, más cosas que con los españoles católicos en posiciones de poder, y eso le llevó a desarrollar la siguiente teoría política: “Es tan obvio que quizá sorprende. Creo que la izquierda debe volver a su objetivo inicial y dejarse de reclamaciones pseudoculturales e intelectuales. Hay miles de millones de personas en el mundo que se ven obligadas a vivir en el paro, la precariedad, la guerra o el exilio. Necesitamos una organización política internacional que actúe a todos los niveles para garantizar los derechos de estas personas. Creo que debemos fundar una nueva Internacional Socialista. Tenemos los medios para hacerlo, sólo falta valor, unidad y odio. Las alternativas que tenemos son capitalismo salvaje o fundamentalismo islámico. Los emigrantes lo decidirán”.

 

 

Asturias, gloria o barro

Si al principio de estas líneas, Pablo mencionaba a Nacho Vegas entre sus artistas admirados, el hombre que trazó un recorrido relativamente análogo entre la electricidad germanófila de Manta Ray y la canción tradicional (también explorada en Diariu y Lucas 15) le corresponde, hasta tal punto que le eligió como telonero para los tres conciertos de inicio de su gira “Resituación” en Madrid. “Pablo representa un punto intermedio entre grupos como Fasenuova y yo –explica Vegas–, es algo que sólo puede surgir de un entorno como la cuenca y que al mismo tiempo tiene esta parte un poco más lírica. Él es un amor de persona pero tiene una conciencia anarcosindicalista muy fuerte y eso se nota en sus canciones. Me gusta cómo está presente Asturias en ellas. Es un renovador del espíritu asturiano, porque no cae en el derrotismo. Su primer disco ya me gustaba mucho pero el nuevo tiene mucha unidad y una cosa muy épica que me encanta”. 

Parte de ese espíritu ya emergía en los inicios de Pablo Und Destruktion, también muy centrados en la performance y el vídeo. No en vano, estudió Comunicación Audiovisual en Madrid e hizo teatro en Galicia. Se fajó en grupos efímeros como Arroz (“era mongofolk excesivo y autodestructivo, nos peleamos y no nos hemos hablado en años, aunque parece que ahora podemos retomar la relación”) y Silencio Oso (“ahí pequé de optimista, estaba hundido en la miseria”), al tiempo que da vueltas a un proyecto paralelo llamado Duelo (“el fotógrafo Javier Bejarano hace la música y yo me limito a recitar y a aporrear cosas, es divertido y esporádico”). 

En la red, Pablo lleva tiempo colgando una serie de videoclips bautizada como “Crónicas Asturpsicodélicas” donde se percibe un interés por mostrarnos el fin de la era industrial, ese paisaje en el que conviven el monte, la hierba húmeda y las ruinas de la siderurgia. “El paisaje asturiano te permite vivir rodeado de fantasmas”, explica él. “Las ruinas industriales y agrícolas se funden y producen imágenes evocadoras y potentes que te recuerdan a diario que el tiempo pasa, que los finales se suceden. Este paisaje permite reflexionar sobre lo político, es evidente, pero también ayuda a pensar sobre la vida en un sentido más existencial. Esas ruinas han sobrevivido a las personas que las construyeron y les dieron uso, han sobrevivido a nuestros familiares y mi generación se identifica con esa ruina, porque aún no ha sido relevada. Mi generación es el desecho ruinoso de las anteriores. Toda esa tecnología no puede engañarnos: hemos perdido la fuerza productiva y vital”.

Un flashback para finalizar. Estamos en Semana Santa, Pablo ofrece un concierto ante una concurrencia escasa pero fiel en La Faena II, una sala autogestionada oculta en un garaje del barrio de Suanzes, en Madrid. Allí se toca prácticamente a ras del suelo. Termina su concierto a voz y guitarra eléctrica improvisando un bis. De su garganta, con intensidad extrema, surge esta tonada: “Nel pozu María Luisa/ Morrieron cuatro mineros/ mirái, mirái Maruxina, mirái/ mirái como vengo yo/ Traigo la camisa roxa/ Traigo la camisa roxa/ De sangre d’un compañeru”. “Es ”, explica él. “Esta canción refleja el sufrimiento y la dignidad de la clase obrera. Es un canto a la lucha y a la hermandad, que creo que son necesarios y nobles, y por eso la toco”. 

David Saavedra

David Saavedra (A Coruña, 1971) es sociólogo de formación y ejerce de periodista todoterreno especializado en ocio y cultura. Sobrevive de esta vocación desde 1999.

Fotografía de Javier Bejarano