Discos
Wadada Leo Smith / Jamie Saft / Joe Morris /Balazs Pandi
Red Hill
(RareNoiseRecords, 2014)
Desde su propia portada Red Hill es una obra evocadora. La fotografía campestre en tonos parduzcos enfocada en el centro y desenfocada gradualmente hacia sus bordes bien podría servir como imagen transmisora de la música que estamos a punto de afrontar. Vuelta a los básicos: los del lenguaje de la improvisación de inspiración jazzística mejor entendida. Estamos ante un cuarteto que incluye a tres pesos pesados de la improvisación contemporánea: Wadada Leo Smith (trompeta), Jamie Saft (piano, Fender Rhodes) y Joe Morris (contrabajo). La banda se completa con el semi-desconocido batería húngaro Balazs Pandi, un prodigio de versatilidad aplicada al buen gusto y el primer descubrimiento de este disco.
En los seis cortes que integran este álbum el cuarteto pone sobre la mesa sus amplísimos recursos de interacción. Las estructuras de los temas son absolutamente abiertas, la libertad para escucharse y responderse total. En complejas pero accesibles estructuras internas los cuatro músicos desarrollan luchas de poder horizontal y vertical. En algunas ocasiones la comunión es total, en otras muchas la batalla tiene claros ganadores: Smith impone su sordina o lanza cuatro frases violentas a las que no puede haber respuesta; Saft añade electricidad y volumen tensionando su Fender Rhodes; Pandi descubre una progresión entre el jazz y el folklore húngaro que el resto de participantes no puede hacer más que detenerse a escuchar. Espirales, zig zags, líricas amalgamas de ruido acústico y seguimiento imposible, esqueletos de sonido que saben desde su propia génesis que son efímeros, que habrán de crearse y destruirse en los minutos que dure cada composición y que, por tanto, se interpretan así, conscientes de que no hay pasado ni futuro, tan sólo ese instante preciso. Hay contrapuntos a modo de conversación, pivotes que ejercen de momentáneo punto de encuentro y forjan un idioma común que se esfumará en minutos, ritmos abiertos y sólidos sobre los que pisar sin miedo, lugares que se transformarán en no-lugares, aire y espacio que mutarán en su contrario, tormentas colectivas en las que Smith ejerce de monumental maestro de ceremonias, debacles y triunfos, pequeñas y grandes inflexiones (explícitas y sutiles a partes iguales), diálogos corales en los que la lucha de colores y sus tonos es el modus operandi, protagonistas principales y secundarios de lujo que intercambian papeles con total naturalidad, respuestas a estímulos y estímulos sin respuesta.
El disco empieza igual que acaba, naciendo y extinguiéndose en una progresión sencilla que parece pensada para quitarse importancia, que sugiere cierta candidez infantil, una nada forzada humildad de un cuarteto de altura que ha rozado la perfección de un idioma colectivo forjado desde la genialidad de cada uno de sus inventores.
Xylouris White
Goat
(Other Music Recording Co., 2014)
El encuentro es como mínimo improbable. Giorgos Xylouris: compositor, cantante e intérprete de laúd y originario de Creta y descendiente de una familia de músicos de gran recorrido histórico en la tradición musical de la isla. Jim White: batería de múltiples formaciones de filiación art-rock, entre ellas el proverbial combo australiano Dirty Three (junto a Mick Turner, guitarras, y Warren Ellis, violín). A la producción nada menos que el histórico Guy Picciotto, figura pivotal del hardcore en tantísimos proyectos y miembro de una de las bandas más importantes de los últimos veinticinco años, Fugazi.
Precisamente de Fugazi podría ser la apertura del disco, un espacio de tanteo a través de cortas y violentas ráfagas de silencio y sonido en el que ambos músicos empiezan a investigar posibles lenguajes comunes, esbozos, los trazos iniciales del interesantísimo cuadro que están por ofrecernos.
Los nueve cortes que conforman Goat son nueve diálogos –instrumentales, con la excepción de “Fandomas”, en el que Xylouris canta– en los que cabe casi de todo. Hay una fuerte presencia del folklore griego pasado por el filtro del rock más crudo; virtuosismo que busca la expresividad por encima de cualquier otro objetivo; largos desarrollos de ideas sobre una misma melodía y variaciones sin principio ni fin, con espíritu de improvisación algunas veces, de canción otras, de búsqueda en ambos casos. La voluntad es de entendimiento, de comunión, se puede sentir que White y Xylouris se escuchan con meticulosa atención, se aprenden y se aprehenden en cada nota, en cada nueva frase. Múltiples referencias a músicas tradicionales de innumerables partes del mundo (escuchamos melodías árabes, indias, americanas, africanas, mediterráneas) parten del laúd de Xylouris y su multitud sorprendente de técnicas en un instrumento a priori de corte tan tradicional. White responde entre respetuoso y retador, ora sutil y elegante, ora explícito y crudo. Ninguno de los dos teme abandonar su zona de confort para adentrarse en territorios por explorar y nuevas tradiciones por descubrir; los resultados son sobresalientes. Hay cortes de prueba y error, otros absolutamente ensamblados, en los dos casos las músicas resultantes son soberbias, pura emoción, naturalidad rock bien entendida, redonda conjunción de intereses amplísimos, equilibrio perfecto entre tantas culturas y referencias, entre tradición y vanguardia. Picciotto añade sobriedad y elegancia al sonido, profundidad, crudeza, dinámica; el círculo se cierra y quedan pocas dudas de que Goat es una de las obras de más peso del recién extinguido 2014.
Richard Dawson
Nothing Important
(Weird World / Domino, 2014)
Richard Dawson es un compositor y cantante inglés originario de Newcastle. A pesar de su juventud es un verdadero veterano de la escena folk inglesa de vanguardia. Entre sus colaboradores más cercanos dentro de esta escena se encuentra el inclasificable arpista galés Rhodri Davies.
Los dos primeros segundos de Nothing Important parecen ser toda una declaración de intenciones de lo que está por venir. Antes de escuchar la primera nota de la guitarra de Dawson escuchamos sencillamente el volumen, o lo que es lo mismo, la frecuencia que emite el amplificador al que Dawson está conectado y que será su cómplice durante toda la grabación. El volumen importa, y la suciedad del sonido también. Dicho queda.
“Judas Iscariot” abre el álbum con una pieza a guitarra (guitarra acústica de cuerdas de nylon que suena a eléctrica) sola de casi siete minutos en la que Dawson pone sobre la mesa algunas de sus cartas: afinación personal o inexistente (¿alguien dijo Jandek?) y acercamiento a la tradición del blues clásico norteamericano desde una estética ruidista y eléctrica. El tema se desarrolla entrecortado entre exploraciones sónicas, cambios de volumen, puntos de inflexión continuos, codas, transiciones a medio camino entre el noise y la repetición infinita de la melodía y sus no menos infinitas variaciones. “Nothing Important” es un radical ejercicio de folk abstracto y radical en el que Dawson da rienda suelta a su narrativa única, entre lo personal y lo colectivo, lo cotidiano y lo fantástico, lo terrenal y lo surreal, lo físico y lo espiritual, el nacimiento y la muerte. Relatada en capítulos independientes, instrumentales o vocales de crudo lirismo, en la canción abundan los lugares de reposo que desembocan irremediablemente en un tortuoso camino de profunda expresividad. En sonido y modo de contar este segundo corte del disco es claramente británico; de cantautor raro por necesidad: aparecen el grito y el susurro (ambos histriónicos y poderosos), frases afinadas en la misma cantidad que desafinadas…; Dawson parece dominar su voluntad y perder el dominio sobre la misma de manera incontrolable en su propia música. La dualidad es feroz y se revela sin duda como uno de los motivos centrales del disco, su punto de partida y su fin. “The Vile Stuff” abre la cara B del LP en un lento devaneo que nos vuelve a situar en una América de blues sombrío y actitud rock, afinaciones bajísimas y atmósferas acorde. La guitarra se transforma por enésima vez y adopta su versión más oscura en pasajes de perfecta armonía drone, aparece la percusión, densa y repetitiva, y las indagaciones sobre una melodía de aire árabe son ahora el motivo principal del desarrollo del tema. Dawson empieza a cantar sus letras de surrealismo sombrío en un mantra que se intuye vital; emoción pura, comunión de exaltado voltaje e intensidad sin fin para una disección inmisericorde de la guitarra, sus ruidos buscados y encontrados, agotar solos en apenas segundos, extenuar sus capacidades expresivas. El volumen del silencio y su amplificación vuelven a escucharse al principio de “Doubting Thomas”, corte instrumental que finiquitará el disco en un juego de repetición, distorsión y extorsión de la melodía; por el camino quedan la paleta de colores apagados y sus armonías acorde, la guitarra como metáfora de un cuerpo informe, de una abstracción muy física, de lo posible y lo imposible.
RUN THE JEWELS
Run the Jewels 2
(Mass Appeal, 2014)
Run The Jewels es el dúo de hip-hop político-apocalíptico formado por el MC de Atlanta Killer Mike y el productor y MC neoyorquino El-P. En su segunda entrega a dúo firman uno de los discos de hip-hop con más claro marchamo de clásico contemporáneo de los últimos años.
Run The Jewels 2 es un combate a muerte de principio a fin. Sus dos protagonistas se dedican a descuartizar todas y cada una de las entrañas de la sociedad contemporánea empezando por el individuo y sus motivaciones y terminando en la comunidad y sus falsas razones. Fraseos de vértigo, velocidad y sincronía, originalidad e improvisaciones de altura; Killer Mike y El-P pelean a muerte conscientes de que, si se dejan la piel en el intento, su extinción responderá a las razones adecuadas. Políticos, organizaciones religiosas, grandes grupos de comunicación, policías racistas, ciudadanos de a pie; todos y cada uno pasan por el rodillo letal de Run The Jewels. Bases a costa de sintetizadores analógicos, samplers de Radiohead, Sun Kil Moon o… ¡Loca academia de policía!, espacio para la ciencia ficción, bajos dúctiles del ultramundo, motivos árabes, dubstep, homenajes velados y explícitos a grandes clásicos de la música negra, reverencia al hip-hop old school vs producciones de vanguardia del mismo género… El rango expresivo es amplio, siempre oscuro, asfixiante, directo o indirecto duele igual, de flow rápido o lento, el feeling es callejero, del siglo XXI y finales de los 80 a un tiempo (hay respeto a lo antiguo y una querencia radical por lo que hay por venir; un lugar de encuentro perfecto para los aficionados al hip hop de ayer y de hoy), conocimiento enciclopédico de la melodía y las rimas que la articulan.
Hay un algo de frescura inédita en los poco más de treinta y ocho minutos de este disco. Una sensación de reivindicación del arte por el arte más allá de motivaciones comerciales, de la destrucción total como único punto de partida posible para la creación total. Hay un sentimiento de épica —por una vez— bien resuelta, de urgente llamada de atención, llamada a la acción. Hay dos realidades que se imponen según avanza la escucha: la reedición del modelo Gang Starr, Outkast o Clipse (dúos históricos que firmaron producciones históricas) es posible en todo su esplendor; y sí, estamos ante un disco que debería marcar un antes y un después en la historia reciente del hip hop.
DAVID SYLVIAN
there’s a light that enters houses with no other house
in sight
(Samadhisound, 2014)
Composición para electrónica de cámara, piano y poesía en prosa. Este es el lugar de encuentro entre David Sylvian (composición, piano, electrónica), Christian Fennesz (composición, electrónica), John Tilbury (piano) y Franz Wright (textos, recitado) en there’s a light that enters houses with no other house in sight. Christian Fennesz sugirió a Sylvian la posibilidad de idear un proyecto conjunto y girarlo. Mientras que para Fennesz la concepción era un directo basado en la improvisación, Sylvian prefirió buscar un punto de partida, un lugar común desde el que construir la gira. Inspirado en aquel momento por los poemas en prosa de Franz Wright de su libro Kindertotenwald, el propio Sylvian viajó a casa del poeta norteamericano en Massachusetts para grabar las voces que serían el material de partida para su composición y primer germen formal de la idea de Fennesz. A partir de ahí, Sylvian escribió gran parte de esta música “en tránsito”, sin otra herramienta que su ordenador portátil. Una que vez el esqueleto de la obra fue lo suficientemente sólido, Fennesz y Sylvian tocaron en directo el material en contadas ocasiones que sirvieron para afinar sonoridades, añadir improvisaciones, repensar los detalles y grabar por fin el resultado de todo el proceso junto a John Tilbury (uno de los colaboradores cercanos a Sylvian en los últimos años).
Estamos ante un disco que, estructural y conceptualmente, se articula a través de los textos (poesía de altura, original y necesaria; imposible de describir, ha de leerse o escucharse) de Wright para convertirse en una especie de sinfonía alrededor de los mismos. Pianos minimalistas, electrónica de cámara (creadora de atmósferas, perfecta compañera para los pianos de Tilbury y Sylvian); lo acústico y lo electrónico se conjugan a través del recitado de Wright que no sólo transmite sus poemas en prosa sino que se transforma en presencia vital para la transmisión de toda la música compuesta e interpretada en este trabajo.
there’s a light that enters houses with no other house in sight es una obra en busca del misterio, el de la vida y la poesía, quizás tan cercanos. Se dibujan paisajes, horizontes, perspectivas: los recitados son la combinación perfecta entre el sosiego del que se sabe vencido y la consciente decisión de no utilizar entonaciones que hayan de provocar sentimientos. Franz Wright invoca palabras y las modula inocuas, sin inflexiones, masculinas y de muchas edades posibles. Es un recitado en el que la invitación es a escuchar lo que se dice (no cómo se dice), a prestar toda la atención a los textos; su interpretación es el ejemplo perfecto de la no-interpretación, o cómo llegar a la emoción total desde el desapego total a la emoción. Sylvian pone todo su genio al servicio de los textos de Wright, crea una electrónica de estética minimalista, aparentemente sencilla y parca en esteticismos vanos, informe y distante, fría en su superficie, de profunda belleza si el oyente decide entregarse a ella sin reservas y los cinco sentidos. No estamos ante un disco de fácil apertura: necesita atención, volumen, dedicación, insistir en la escucha. Su dimensión es vasta, su capacidad evocadora infinita, insólitos los misterios que sugiere.
El empaquetado está a la altura de todas las ediciones de Sylvian para Samadhisound: los textos, fotografías, presentación y acabados añaden sobriedad y redondez, crean un objeto de deseo que puede ser llamado así en toda su extensión.
DISCO DEL MES
PANDIT PRAN NATH
Ragas
(Original de 1971 en Shandar; reedición de 2014 en Far Eastern Sunshine)
Pandit Pran Nath es, junto a John Coltrane y Ravi Shankar, el responsable de la introducción y popularización de la música clásica india en occidente. Figura central en el nacimiento del minimalismo norteamericano (La Monte Young, su creador para los libros de historia, fue discípulo de Pran Nath y reconoce abiertamente el papel clave que éste jugó en el origen del movimiento), el maestro Pran Nath es una de las personalidades de más peso en la historia de la música del siglo XX.
Ragas consta de dos ragas (estructuras o composiciones pertenecientes a la música clásica india entre otras tradiciones, con espacio para el desarrollo de melodías e improvisaciones) de más de veinte minutos de duración cada una, repartidas en sendas caras de este LP.
La cara A se abre con un raga que ha de desarrollarse durante casi media hora, de menor a mayor intensidad en fraseos, temática de sus versos y repetición de ritmos y melodías. En un asombroso recorrido a través de dos tanpuras (La Monte Young, Shyam Bhatnagar), la tabla de Fayyaz Khan y la voz del maestro Pandit Pran Nath, el cuarteto lleva a cabo en su más profunda expresión su acercamiento espiritual, su meditación trascendental a través de la música. Yaman Kalyan es una composición original (letra y música) de Pandit Prant Nath a partir de un raga del tipo Margi (de origen y temática divinos), escrito para ser interpretado tras la puesta de sol. El desarrollo empieza en lo que podría equivaler al momento de contemplación, con las dos tanpuras creando el drone (o repetición sin fin de la base de cuerdas pulsadas al aire) que será el campo de interacción en el que la voz y la tabla conversarán sin prisa en búsqueda de un estado de comunión total entre el hombre, la divinidad y la naturaleza. Con la lentitud inherente al desarrollo del raga, Pran Nath y Fayyaz Khan atraviesan un fascinante camino, establecen un diálogo de extrañas entonaciones, melodías de eco lejano y perpetuo, evocador, sugerente y necesario. La velocidad de ejecución crece de modo natural, la conversación muta en más intensa si cabe y el raga se resuelve en emoción salvaje y perfecta al borde de los treinta minutos.
La cara B está dedicada en toda su extensión al raga Punjabi Berva (del tipo Deshi, de origen folclórico, apegado a la tierra), que se puede cantar en cualquier momento entre la una de la tarde y medianoche. Está considerado un raga de gran complejidad en su ejecución pura, puesto que hay múltiples ragas de gran similitud en sus desarrollos melódicos que acaban por introducirse en su interpretación de manera casi natural. La estructura y el modo de formalización de esta meditación es muy similar al raga Yaman Kalyan: drone hipnótico provisto por las tanpuras y la maestría (más evidente en esta ocasión, si cabe) de Pran Nath en la búsqueda de los límites de las posibilidades expresivas de su ejercicios vocales en debate continuo con la abismal belleza (sutil y poderosa a un tiempo) de la tabla de Fayyaz Kahn. Ragas es una de las pocas grabaciones oficiales del maestro Pandit Pran Nath y su calidad de sonido es muy superior a la mayoría de sus grabaciones que circulan en la actualidad. Su relevancia histórica e influencia sobre otras corrientes musicales del siglo pasado (el minimalismo norteamericano fundamentalmente) convierten a esta reedición en una de las más importantes de los últimos años.
Álex Sánchez
Álex Sánchez (Barcelona, 1977) estudió Historia del Arte y Humanidades en la ciudad condal. Pasó por el seminario y vivió en Londres, Tokio y Berlín por cortos periodos de tiempo. Allí trabajó en tiendas de discos y escuelas de idiomas. Hoy vive en Madrid y participa en distintos proyectos culturales relacionados con la música.