Discos
CRAIG LEON
Anthology of Interplanetary Folk Music Vol. 1
(RVNG, 2014)
En plena fiebre de recuperación y reivindicación del sintetizador analógico, RVNG reedita bajo el título genérico de Anthology of Interplanetary Folk Music Vol. 1 (en clara alusión-homenaje a la Anthology of American Folk Music de Harry Smith) dos trabajos capitales del genial compositor y productor norteamericano Craig Leon. Nommos (editado originalmente en 1978 por Takoma, el mítico sello de John Fahey) y Visiting (que tuvo su edición original en 1982 a modo de private press en el sello del propio Leon, Arbitor) son dos discos concebidos como sendas partes de una obra total y clara vocación de continuidad. El productor de los primeros trabajos de nada menos que Ramones, Suicide, Blondie o Richard Hell se inspiró en las esculturas de la tribu Dogon (de origen maliense) que formaban parte de la exposición del Brooklyn Museum en 1973 sobre este pueblo africano para idear, madurar y finalmente ejecutar estas dos obras maestras. La religión de los Dogon sostiene su fe en la existencia de una raza extraterrestre, los Nommos, y basan toda su imaginería religiosa en recuerdos y tránsitos relacionados con la misma.
En lo que es un profundo ejercicio de estilo alrededor de los estudios de grabación y las posibilidades sonoras de sus maquinarias, Leon nos enfrenta a un discurso rotundamente personal. “Ring With Three Concentric Discs” abre el juego sobre un fondo sostenido de repetición sintética con mínimas variaciones melódicas, percusión elástica y pequeños experimentos lo-fi. “Donkey Bearing Cups” es Krautrock antes del Krautrock, ruido blanco sobre un beat cuasi marcial fundiéndose en incontables capas; espeso y digerible a partes iguales. “Nommo” es una suite a medio tiempo que progresa a través de sencillas melodías de teclado sobre meditativas bases analógicas y percusiones a pocas revoluciones por minuto.
“Four Eyes To See The Afterlife” es un viaje espacial en el que la new age y la pista de baile encuentran un insospechado lugar común: beats rotos, espacio para la experimentación, uso magistral de los volúmenes en la mezcla, voces espectrales y pequeñas polifonías a medio camino entre lo humano y lo sobrehumano cierran un collage magistral. “She Wears a Hemispherical Skullcap” es una deconstrucción del house en clave new age; el baile vuelve a mandar y las atmósferas crean poco a poco una melodía que desemboca en guateque postmoderno para cerrar Nommos. Del mismo modo se abre Visitng, con “One Hundred Steps”, o los primeros compases de una fiesta con sede en cualquier estación espacial. Cien pasos más allá la cosa se transforma en “Region of Fleeing Civilians”, corte a medio camino entre un proto-house volátil y aéreo y el dream-pop más sofisticado. “Three Small Coins” es la pieza en la que los extraterrestres por fin abducen a la raza humana: la intro del tema, que es pura atmósfera, muta en una lenta y progresiva percusión, la tensión crece y decrece en capas y volúmenes, y la abstracción prácticamente total desemboca en “Visiting”, donde la new age se encuentra en esta ocasión con un folk-pop de dormitorio, banjos sintéticos y grabación casera de cuatro pistas. “Details Suggest Fidelity To Fact” tiene vocación de interludio: beat espacial, voces en la habitación de al lado, patrón bombo-caja de sólida sencillez y otra era u otra galaxia para (con)fundirse en “The Customs of the Age Disturbed”, mantra sin ritmo y variaciones mínimas que es el aterrizaje final, la descompresión anterior a cualquier final de viaje. Un resumen sin ruido, una coda de cierre en elegante lucha no violenta entre abstracción y melodía.
“Visiting” y “Nommos”, “Nommos” y “Visiting” se aparecen al fin como dos estandartes para la reivindicación inequívoca del ingeniero de sonido y su herramienta de trabajo, el estudio de grabación, como fabricantes de la mejor artesanía. O como dos piezas a través de las que defender sin ambages la new age como género de profundidad y largo recorrido.
DRCARLSONALBION
Gold
(Autoeditado, 2014)
Drcarlsonalbion es el alias creado en 2011 por Dylan Carlson, cabeza pensante de Earth, bajo el que da salida a sus proyectos en solitario. Gold es la primera banda sonora que compone Carlson, que ha escogido para la ocasión un western de producción alemana filmado en Canadá.
En esencia, Gold podría ser un disco de Earth despojado de acompañamientos. Aquí suenan tan sólo la guitarra de Carlson y, ocasionalmente, percusiones mínimas en forma de campanas o recursos similares. Es una banda sonora que evoca a la perfección el paisaje que imaginamos en el western al que sirve de recurso estético.
24 cortes ideados para ser escuchados como suite completa, con una clara unidad temporal y discursiva. Distorsión, repetición y volumen son las fuerzas motrices sobre las que Dylan Carlson dará rienda suelta a su riquísimo imaginario del mejor blues y rock experimentales y creará sus mini esculturas de guitarra y espacio. Trabaja como un maestro de lo básico su amplia paleta de texturas, tonos, territorios abiertos, silencios, gestos, resonancias, relación entre cuerpo e instrumento. El motivo central que se pasea por todo el álbum aparece y desaparece a su antojo, ofrece pistas y luego borra cuidadosamente sus huellas exigiendo la atención al oyente. La guitarra de Carlson se adivina infinita, flexible e irrompible al mismo tiempo, y la suite avanza de su mano hacia un final en el que los dos últimos cortes ejercen de bibliografía e índice onomástico: posiblemente no sean centrales para tratar de comprender la obra, aunque sin duda deben ser leídos en busca de algunas claves esenciales que nos acercarán al imaginario de su autor.
Por acabados y resultado final, importancia para la obra —en este caso película— que acompañan (aunque su valor musical sea también independiente del metraje) y estética, Gold es una más que posible tercera pieza para completar el triunfal triunvirato de westerns psicológicos y unirse a Dead Man (Neil Young) y Paris, Texas (Ry Cooder). Hagan el ejercicio de intercambiar músicas entre las tres películas y vean si el desenlace de las mismas varía de manera sustantiva.
Gruppo di ImprovVisazione Nuova Consonanza
The Feed-back
(Original de 1970 en RCA, reedición de 2014 en Schema)
Formado en la Italia de mediados de los '60 por compositores e intérpretes de formación e ideas vanguardistas (entre ellos nada menos que el ilustre Ennio Morricone a la trompeta), el Gruppo Di Improvvisazione Nuova Consonanza es una de las formaciones fundamentales para entender la música contemporánea europea de los últimos cincuenta años. Si las reediciones anteriores de trabajos como Niente o Musica Su Schemi colocaban al grupo en un discurso único, a medio camino entre la improvisación jazzística y la composición contemporánea, este The Feed-back añade ritmos de inspiración funk-rock y desarrollos propios del Krautrock a una ecuación de originalidad insuperable.
“The Feed-back” abre el disco con un musculoso break de batería acompañado de una guitarra de poderoso rasgueo funk, fijando el leitmotiv de la pieza. Varios vientos apuntan improvisaciones jazzísticas de recorrido corto sobre el ritmo, buscan texturas al tiempo que andan a la caza de nuevas sonoridades que dan lugar a una vigorosa abstracción de experimental contenido. “Quasar” repite estructura: bajo y batería trazan el camino (de estética Kraut en esta ocasión) por el que habrán de jugársela vientos y cuerdas en busca de su lugar y su sonido en una improvisación colectiva de altísimo voltaje; interludios de jazz abierto y un gran finale en el que el ritmo impone cordura sobre la anteriormente mencionada improvisación grupal que ha evolucionado hacia un caos radical cierran seis minutos de inexplicable tensión. “Kumâlo” relaja los ánimos y empieza con un ritmo pausado de batería en el que vientos y cuerdas añaden poco a poco misterio hasta dibujar un paraje de inspiración india sobre el que se construirá una pieza en el centro exacto de lo improvisado y lo escrito; los continuos cambios de ritmo, las abstracciones de guitarras y vientos y la pasión por llevar los instrumentos al límite de sus capacidades expresivas rubricarán quince minutos de una originalidad apabullante.
En poco menos de media hora, el Gruppo Di Improvvisazione Nuova Consonanza ha construido y destruido funk, rock, Krautrock, composición contemporánea e improvisación jazzística, ha integrado y desintegrado lenguajes propios y ajenos, ha llevado (siempre) un paso más allá su descomunal concepción de lo que es o debería ser la música moderna. A nadie debería pues extrañar el enorme interés que despierta cada nueva reedición de este prodigioso Gruppo.
Meredith Monk
Radio Songs
(The Sound of White Columns, 2014)
Las cuatro composiciones —que se editan por primera vez en formato disco— que conforman Radio Songs fueron originalmente concebidas como parte de la ópera Quarry: an opera in 3 movements (Meredith Monk, 1976). Se trata de una obra en la que una niña norteamericana gravemente enferma ofrece su visión sobre la Segunda Guerra Mundial en orden cronológico y a través de un amplísimo mosaico de recursos estilísticos (vídeo, spoken word, performance, improvisación). Partiendo de la inocencia total de la infancia y de un personaje principal que no ha vivido en primera persona la guerra, el personaje de la niña va desarrollando en paralelo a los dramáticos sucesos un oscuro y cada vez más subjetivo mundo interior. Su enfermedad y la propia guerra avanzan a la misma velocidad hacia un final devastador. La radio, elemento central en la infancia de Monk y el medio a través del cual se difundían las noticias de esperanza y destrucción durante la Segunda Guerra Mundial, será un personaje central en la articulación del libreto de la ópera que nos ocupa.
“Quarry Radio” y “Quarry Waltz” (que abren sendas caras de este LP) fueron ideadas para dar la bienvenida al público entre su llegada a la sala y el comienzo del espectáculo. En ambas, una sencilla y misteriosa melodía de piano sitúa imaginariamente la acción en un lugar poco seguro, ciertamente poco tranquilizador, en el que una suave amenaza se adivina lenta pero inminente. Monk tararea, canturrea, apunta palabras que nunca concreta, añade tensión de un modo sutil y eficaz. Lo cuenta todo sin decir palabra. “Gotham Blues” completa la primera parte del disco con exactamente los mismos recursos: una ingenua —en apariencia— melodía de piano acompaña (o se hace acompañar) a un fluir de extrañas bellezas vocales carentes de forma que nunca se concretan, sugieren, templan, evocan sin evocar el desastre (esta pieza no formó finalmente parte del montaje final de la ópera; sí la utilizó sin embargo el director Ping Chong para su performance de título Fear and Loathing in Gotham, 1975). “Gotham Lullaby” (que en la ópera sonará a través de una pequeña radio, parte del imaginario de la niña) cierra el disco con un transcurrir similar: Monk al piano y las voces en una canción que quiere ser y no puede, en un discurso que quiere articularse y no lo logra, en una paz para la Gran Guerra y una cura para la enfermedad de la niña que luchan por suceder a sabiendas de que no sucederán.
INGRAM MARSHALL
Fog Tropes / Gradual Requiem
(Original de 1984 en New Albion, reedición de 2014 en Arc Light Editions)
La génesis de “Fog Tropes” tuvo lugar en la bahía de San Francisco en 1979, donde Marshall recogió (por encargo de la artista de performance Grace Ferguson), a modo de field recording, multitud de sirenas procedentes de barcos y faros de la zona. El compositor añadió posteriormente una sección de metales para completar la pieza, y la obra resultante es un inquietante, largo y pausado diálogo entre las mentadas grabaciones de campo convenientemente tratadas y manipuladas, una meditativa sección de metales y experimentos con cinta magnética. El ritmo es tedioso y repetitivo; la estructura, un mar abierto de espacios en los que los protagonistas de la pieza pueden interactuar con libertad; las texturas, un lugar de entendimiento a medio camino entre la naturaleza y la acción humana sobre ella. La pieza es un oscuro viaje a través de la bahía de San Francisco, una conversación sin prisa en la que Marshall consigue que escuchemos la niebla, el océano al fondo, las sirenas que parecen transformarse en un lamento humano, gaviotas, tubas, fiscornos, trompas, trompetas; cada elemento es uno y todos en perfecta y sólida comunión.
“Gradual Requiem” es similar a “Fog Tropes” en atmósfera y tratamiento de las técnicas compositivas (no obstante, Marshall solía interpretar ambas obras en un mismo programa): espacios amplios para la interacción de instrumentos y técnicas, y ligeras variaciones sobre la repetición de motivos y melodías conforman la base sobre la que se sustenta este trabajo. Dirigida por John Adams y dedicada al padre del autor, “Gradual Requiem” se divide en cinco partes e incorpora un sintetizador Serge y un gambuh (flauta balinesa) como co-protagonistas de la pieza. Manipulación electrónica de instrumentos, minimalismo, field recordings y la ya clásica experimentación con cinta magnética son en esta ocasión los elementos en juego. Las cinco partes del réquiem funcionan como entes independientes, y en cada una de ellas Marshall expresa los distintos estados de ánimo por los que ha pasado tras la muerte de su padre. Hay pasajes luminosos y oscuros de piano, progresiones personalísimas de mandolinas, gongs indefinibles en reiteración perpetua, coros de voces desdibujadas que entonan melodías desde un dolor profundo, desarrollos en los que sintetizador y cinta magnética dirigen el sufrimiento por caminos de infinita tristeza. El réquiem gradual hace honor a su título y al final de la escucha la sensación es de irremediable pérdida.
DISCOS DEL MES
John Cage
Early Electronic and Tape Music
(Sub Rosa, 2014)
Angus Maclise
New York Electronic, 1965
(Sub Rosa, 2014)
Ambos títulos pertenecen a la serie inaugurada por el sello belga Sub Rosa dedicada a grabaciones de música electrónica de primera generación (es decir, la realizada con maquinaria analógica y generalmente centrada en los experimentos con cinta y sus posibilidades expresivas).
En el caso de Cage, las grabaciones (algunas de ellas célebres, como “Fontana Mix With Aria”, “Imaginary Landscape Nº 5” o “Cartdrige Music”) que integran este trabajo son reinterpretaciones llevadas a cabo por el colectivo Langham Research Center sobre composiciones —ideadas entre 1952 y 1962— de base e inspiración electrónica del revolucionario compositor y pensador estadounidense. Varios conceptos sobrevuelan los aproximadamente cuarenta y seis minutos de música de Early Electronic and Tape Music: el uso de la propia tecnología como posible elemento político de democratización radical (uno de los puntos de partida de las teorías de Cage); el collage como lugar de encuentro entre disciplinas artísticas de la más diversa procedencia; la descontextualización de objetos (palillos, cinta adhesiva) y su uso como posibles agentes de intervención; la utilización del cuerpo humano y los sonidos de sus procesos internos como un instrumento más; la aparición de la radio como elemento central de los collages antes mencionados (bien a través de discursos políticos, los pasajes de ruido blanco que se producen durante la búsqueda de emisoras o su poder como medio de comunicación global); la experimentación con el material de estudio y sus procesos más básicos (feedback y distorsión conseguidos a través de sencillas combinaciones entre micrófonos); la concepción del azar como parte fundamental de las composiciones… El vastísimo imaginario de Cage se encuentra representado de forma amplia en este disco, en el que intentar escribir sobre la música que en él suena es hacerlo en vano: los estímulos que en él conviven son tan inexplicables que deben ser experimentados individualmente, en comunidad.
Las piezas incluidas en New York Electronic, 1965, combinan importancia documental y valor artístico. Angus MacLise fue una figura pivotal (de fascinante biografía) en el nacimiento del minimalismo norteamericano (a finales de los años ‘50 y principios de los ‘60), y en el radical desarrollo de una transversalidad artística más allá de géneros, disciplinas y técnicas. Poeta, calígrafo, compositor y percusionista, formó parte de la primera encarnación de The Velvet Underground y trabajó mano a mano con La Monte Young, Tony Conrad, John Cale, Marian Zazeela y Terry Riley en el colectivo fundacional Theatre of Eternal Music (para muchos el primer responsable del minimalismo). Su trabajo alrededor de la música electrónica había permanecido inédito hasta la fecha, de ahí el valor histórico de estas cintas descubiertas y conservadas por Gerard Malanga. La estética de nuestro protagonista está claramente presente en todas las composiciones: el drone es el epicentro moral y físico de todas las piezas. Variaciones y experimentos alrededor de la cinta magnética, repeticiones sin fin en las que las texturas y lo volátil son la única moneda de cambio. Si en la primera cara MacLise da rienda suelta a una larga e informe pieza de claro carácter composicional de casi veintiocho minutos de recovecos analógicos en los que, literalmente, perderse, la segunda cara es una especie de deconstrucción, de división (en seis partes esta vez), de estudio a menor escala de las posibilidades de creación, desarrollo y destrucción de la repetición a través de la cinta magnética y los efectos analógicos aplicados a la misma. En ambos casos los resultados son extraordinarios.
Álex Sánchez
Álex Sánchez (Barcelona, 1977) estudió Historia del Arte y Humanidades en la ciudad condal. Pasó por el seminario y vivió en Londres, Tokio y Berlín por cortos periodos de tiempo. Allí trabajó en tiendas de discos y escuelas de idiomas. Hoy vive en Madrid y participa en distintos proyectos culturales relacionados con la música.