Gastro apocalipsis
El fin se acerca. El Día Después, el day after, se aproxima, y una variedad de catástrofes se cierne sobre la especie humana. Calentamiento global, tsunamis, fuegos del infierno, seísmos, colapso económico mundial, epidemia zombie, meteoritos impactando en la superficie terrestre. Y no hay que soslayar la amenaza nuclear, el hongo gigante abrasando el paisaje, el destello luminoso de las luces de Ozymandias y el posterior Reino de las Sombras bajo una campana de hollín.
Nos precipitamos hacia el final, ya sea el de la escatología religiosa con trompetas de arcángel o el de la conclusión de la historia de la dialéctica marxista con la derrota inesperada del proletariado. Las preparacionistas acopian raciones de comida de supervivencia (a 6 dólares las raciones Tactical Sammich; a 4 dólares las raciones de emergencia Mayday, con hasta 3.600 calorías y con una vida de 5 años, ambas de venta en Internet). Mientras los fundamentalistas preppers guardan latas de alubias en sus sótanos, el foodie urbano de paladar inquieto encara el apocalipsis con apetito, sin renunciar al placer. Hablemos del milenarismo: el milenarismo va a llegar. Y nos encontrará con una servilleta al cuello.
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