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Acabaos los pistachitos

aber si tienes amigas es tan recurrente y fácil como intentar averiguar si te has enamorado. Una amiga de verdad rellena el espacio a tu alrededor de una forma tan densa que no queda lugar para la duda. Normalmente se nota también desde fuera. Si tienes dudas, si hay unas chicas que te caen bien y con las que quedas para tomarte algo o ir de tiendas de vez en cuando, lo siento pero no tienes amigas. Y lo siento de veras porque es una situación muy dura.

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No os conforméis con esa resignación vitalicia. Os va a consumir, os va a matar. Dejad que las putas se aburran solas, que hablen de lo que se van a poner, de unos chicos a los que no conocen, que hagan como que se ríen de sus chistes. Adriana La Cerva es más valiosa que cualquiera de las que se sientan apretadas en los bares bonitos dejando intacto el plato de frutos secos sin rechistar.

 

 ADRIANA LA CERVA

Adriana La Cerva, una joven dulce y guapa, responsable, apañada, se ha visto arrojada a una posición complicada en la sociedad. Es la prometida de un pariente de Tony Soprano. Una heroína, una mártir, un espíritu acorralado por el sucio devenir de los acontecimientos.

Ella sólo deseaba amar y ser amada. Nadie llegó a quererla lo bastante pese a sus tremendos esfuerzos porque no se le ocurrió escaparse por su cuenta, buscar en otro sitio. Un ingenuo sentido de la fidelidad la mantuvo encadenada a las costumbres de su barrio. Un barrio lleno de malísimas personas.

En ese entorno sólo dos aspirantes a amiga se le aparecieron. La primera, un putón que le quiso robar el novio. La segunda, una detective del FBI disfrazada de choni. Lo demás no fue más interesante que quedarse en casa fumando cigarros y planchando lycra delante de la tele. La última imagen que se le vino a la cabeza antes de morir fue la de una huida que no había emprendido. Ella sola yéndose con una maleta. Pero ya se había hecho tarde.

También yo me he visto sentadita tirándome de los pelos frente al tribunal de las piernas bien depiladas. Parpadeando, sin saber hacia dónde mirar, contando los minutos para escaparme de su juicio constante. Sacar al perro, poner la lavadora, dormir catorce horas, cualquier cosa con tal de no compartir más tiempo con quienes no te aprecian.

Que no cunda el pánico porque este marrón tiene arreglo. Cuando las putas se alejen meneando el culo nos vamos a sentar en su mesa y nos vamos a comer sus pistachitos sin que se dé cuenta el camarero.

Adara Sánchez Anguiano, Marta Altieri y yo en pijama tras la presentación de mi libro en Madrid. Elena López Macías ya se había dormido.

 

 YA BISH, YA BISH 

Varias y oscuras temporadas he pasado rodeada únicamente de conocidas circunstanciales. Algunas eran divertidas pero malas. Otras, un tostón bondadoso. Y de los tostones bondadosos tampoco te puedes fiar porque todavía no se les han presentado dilemas morales ante los que pronunciarse. Desconfiad de las mosquitas muertas más que de Britney Spears. Britney ha tenido que tomar decisiones en mitad de la barbarie, sabemos cosas sobre ella. Lo que se está maquinando en la cabeza de una pavisosa fustigada es inimaginable.

Mi madre me había enseñado que las mujeres son así: aburridas o malas. Sin darse cuenta de que su propio discurso hacía goteras, porque ella misma, la primera mujer que me fue presentada, no es una cosa ni la otra.

Tras muchos disgustos e intentos fallidos, siguiendo los remotos consejos de mi madre, hace cinco años me encontraba en una situación de desamistad desesperada. Desamistad es la palabra. Sólo formaba parte de una pequeña legión de desdichados incapaz de alimentarse a sí misma. Hombres mendicantes, que la Blanca Paloma les haya acogido en su seno, consumidos por el rechazo. Tan amargados como yo.

 

 FUCK SCHOOL 

Estaba casi tan enmierdada como cuando iba al instituto. Porque no hay nada peor que ir al instituto. Si de mí dependiera, esa trampa, simulacro absurdo de mala vida, estaría prohibido. Millones de niños pletóricos podridos a costa de un saber pobre e insignificante. En su periodo preescolar, mi amiga Marta, mi familia, gritaba de alegría con dos coletas en el salón de su casa. Le enseñaba el chocho y el ojete a la cámara de vídeo. A continuación, tras una década de buenas notas, una página cualquiera de su diario:

Diario de Marta Altieri

 

Desprendeos de lo que os obligaron a aprender por la fuerza. El sentido de las matemáticas no está garantizado. La igualdad de oportunidades es una farsa. La mayoría de maestros no se entera de lo que está pasando y los padres son capaces de despreocuparse de cualquier otro contratiempo con tal de que sus hijos aprueben con un positivo o dos.

Marta y yo hemos necesitado toda la veintena para recuperarnos del susto de la escolarización. Mientras escribo esto en la cama ella está durmiendo a mi lado entre dos gatos. Me huele el sobaco regular, pero a ella no le importa y a los gatos tampoco. A veces soñamos que vamos al colegio, nos despertamos con mal cuerpo y, en cuanto nos vemos, chillamos de asco y alivio. Ya se ha pasado. Ya se ha pasado. Ahora estamos juntas. Semejante terror es inconcebible.

Olvidaos cuanto antes de la miseria que tuvisteis que soportar. De vuestro papel como alumnos, de los compañeros de clase, de las asignaturas aburridas, de los servicios llenos de malotes, de los horarios inclementes, de los deberes, de las mesas y las sillas duras, de las broncas que os pegaron por no cumplir sus ridículas normas. De todo. Amaneced limpios y despeinados. Como si no os hubieran llevado ni a la guardería.

 

 INFORCHAT 

Es posible desintoxicarse del colegio. Por fortuna también es posible contar con gente válida que no anda cerca cuando todo lo que te rodea está apestando y tienes que levantarte cada mañana a las siete para aguantar un sermón de horas con un humillante recreo en el centro. Internet se convirtió en el reino absoluto de los feos del patio, y si la victoria final ha llegado para nosotros ha sido gracias a lo virtual. Si nos quitaran de repente este ámbito no sé cómo nos apañaríamos.

Me resulta difícil imaginarlo, pero creo que sin Internet nuestra vida habría sido muy desgraciada. Qué íbamos a hacer si no. Dónde nos habríamos encontrado.

Esto puede resultar un poco chocante para los que han sido jóvenes sin Internet y han conseguido ser felices de todas formas. Pero en serio, qué hubiéramos hecho nosotros. No tenéis ni idea de lo cagados que estábamos, de lo que los demás pensaban sin la inestimable ayuda de Inforchat. Éramos muy torpes, muy cutres. Hoy en día no se nos da bien ni hablar por teléfono. En vuestras condiciones no hubiéramos llegado a nada. Internet es un escalón para todos los niños cabezones que antes se quedaban escondidos en su habitación hasta morir. Yendo a la universidad, consiguiendo un trabajito, criando más niños tarados. Tengo la sensación de que a mí en concreto, sin Internet, no habría llegado a pasarme nunca nada. Nunca, nada.

Aunque hubo gente próxima de mi parte desde el tímido principio, que yo haya sacado un libro no se debe a ningún favor, a ninguna simpatía, a ninguna chispeante conversación de bar. Igual que todas las cálidas amistades que hoy me arropan, el envío de mi manuscrito a Esto no es Berlín Ediciones se tramitó a través del chat de Facebook. Entonces yo todavía pensaba que Elisa Fuenzalida, que me hablaba en nombre de la editorial, era un hombre. Un hombre amable, tal vez con una segunda intención oculta. Estaba estupefacta, jamás una desconocida me había favorecido de esa forma.

“Eres muy valiente”, me dijo Elisa Fuenzalida, “lo vas a petar”. Me lo dijo gratis, sin buscar nada a cambio. Ella fue la primera de una larga lista de mujeres buenas que aún no se ha cerrado. Entonces todavía ni siquiera había aparecido Gabriela Wiener como una cigüeña para hacerme un hueco bajo su suave, suave cabellera.

 

 DE CÓMO UN LIBRO SOBRE NO TENER AMIGAS ME TRAJO AMIGAS 

Hace un año me dormía cada noche apretando los ojos dando las gracias por mi única y anheladísima amiga. Me consideraba muy afortunada, pero mi crédito respecto al resto de la humanidad permanecía muy débil. Antes de publicarse el libro pensaba que las cosas iban a ponerse feas, que lo mejor que podía ocurrir era que nadie lo leyera. Tenía miedo de las arpías que se dejan los cacahuetes porque sé que están locas por pillar un nuevo trozo de carne que despellejar. Pensé que me iban a desollar las cachas, en privado y en público.

Nada de esto pasó, o por lo menos no me enteré. Por el contrario, más hadas madrinas se apresuraron a rescatarme, más ángeles de buen comer. Cocineras, cineastas, ilustradoras, fotógrafas, escritoras, auténticas doctoras en dulzor. Me abrazaron, me invitaron a patatas fritas, me dibujaron caritas y corazones, me propusieron colaboraciones que acepté con el culo derretido.

Mi escéptica madre no tenía razón esta vez. Hay femineidad más allá de los cuenquitos intactos de frutos secos y yo he tenido la suerte de comprobarlo. Qué bien que te equivocaras, mamá. Había un montón de mujeres buenas, y al ver que yo no me había dado cuenta todavía, se montaron en una ambulancia y vinieron a por mí. Sin despecho, sin rencor. Con un bidón de oxígeno como mi casa de grande, obviando la correspondiente disculpa que les debía por haberlas subestimado tanto. Recrearse en el perdón es un asunto de muy poca monta comparado con la importancia de hacer una nueva amiga.

Ahora he aprendido que a estas coleguitas les gusta la pizza, que si alguien se mete conmigo me van a defender y que si me quito la ropa delante de ellas no apartarán una mirada esquiva y traidora tratando de escudriñar mis estrías por el rabillo del ojo como quien no quiere la cosa. Si me desnudo delante de ellas me van a sonreír. Celebrarán mis bragas bonitas y si las llevo rotas me colarán una moneda de dos euros por la hucha cuando me agache. Las llamas putas y no se enfadan. No, estas pavas no se enfadan por tonterías. No saben de competi ni de magneti.

Marta durmiendo con Cheto y Pancha.

 

 QUERIDAS NIÑAS, NO PERDÁIS LA FE 

Adriana La Cerva, pobre corazón cándido, nunca llegó a hacer amigas. No os conforméis con esconderos debajo de una piedra por muy siniestro que se ponga el camino. Lo último que necesitamos es otra alma pura desperdiciada.

Abandonad la reunión de chicas que suspiran con picardía
y complicidad al mencionar lo cachondas que se ponen frente a un cabrón impío cualquiera. Fomentar ese comportamiento agrava el problema. Acabaos los pistachitos, salíos del bar y llevaos a cuantas podáis del brazo como si las estuvierais salvando de una piscina de lava.

Sé que es difícil, pero no sintáis vergüenza de asumir vuestra propia soledad. Cuando alguien está muy solo se nota de todas formas y da mucha pena que se empeñe en hacer como que se lo está pasando bien. Habrá quien se os ría en la cara, pero habéis estado matriculados en un montón de cursos y ya conocéis cómo va. Estáis tristes, bueno. Dejad de rebajar vuestra condición quedando con esas pirañas y decidlo, de otro modo el resto de tristes no podrá escuchar vuestra llamada, no podréis reuniros, mezclar vuestras esencias y crear algo gordo. No se puede socorrer a quien no ha entendido que necesita ayuda.

Estáis todos tristes por el mismo motivo, podéis confiar los unos en los otros. Os dieron caña en el cole, en la calle, os quedasteis aplastados por la frivolidad de Occidente. El mundo es decepcionante, la vida incierta, el ser humano poco fiable. Si gritáis lo bastante fuerte, y no hace falta montar un expolio, vuestros semejantes se acercarán para proponeros una alianza inquebrantable. Hay una gran pandilla, sabia y honesta, escrutando el panorama con una lupa desde las alturas con la suficiente voluntad como para no desistir en su empeño de montar un ejército basado en el amor y la verdad. Mantened la fe como si fuese una religión, porque lo que os cuento es cierto y está a vuestro alcance.

Si todavía no habéis conocido una amistad genuina no tenéis ni idea de lo felices y cariñosos que pueden volverse los afligidos cuando consiguen algo en lo que ya no creían. El mundo puede ser vuestro. Y el mundo, al final, no es una decepción. Es una fiesta.

Marta en pijama por la mañana

 

 A MARÍA YUSTE Y JOSEFINA ANDRÉS 

A María Yuste y Josefina Andrés, que están también en estas páginas, deseo expresarles mi gratitud y mi más hondo sentimiento de esperanza. Ellas dos encarnan todo lo que he pretendido explicar aquí. Nunca hemos merendado juntas, nunca hemos tenido una fiesta de pijamas. No hace falta. Su bondad, su desinterés y sus ganas de abrazar todo lo blando que existe están por encima de tales requisitos físicos.

Siempre quise creer que había niñas como vosotras dos. Me abrí las tripas delante de la gente a las bravas, muerta de miedo, y vosotras, cubiertas de vuestras propias y preciosas cicatrices, acudisteis a soplarme la herida y decirme lo bonita que me había quedado.

Josefina, María. Gracias. Os quiero.

Elisa Victoria

Elisa Victoria (Sevilla, 1985), creadora del magazine cultural Ardemag, teclista en A German Brunette y colaboradora en varias publicaciones bonitas de pequeña tirada, es autora del libro Porn & Pains con el sello Esto no es Berlín Ediciones. En 1992 se rompió la paleta izquierda jugando al pollito inglés.