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Ukraina

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En España, los conocimientos medios acerca de Ucrania no pasan de: frío, los equipos que juegan la champions y las ucranianas, mito análogo a las suecas magnificadas en su época por Ozores, Esteso y Pajares, pero en versión siglo XXI, promovido por la industria de la moda, algunos proxenetas y la trata de blancas.

Con poco más que eso en la cabeza me vine a fotografiar el país y cada paso ha sido un nuevo descubrimiento en un mundo bizarro para un español de la capital que sueña con pasar su jubilación en Benidorm.

La hospitalidad de Ucrania sólo es comparable a su rudeza. Si en algún momento deambulas por al calle buscando ayuda es posible que seas abordado a empujones por cualquier transeúnte para  ser interrogado acerca de tu problema: te quitarán el móvil de las manos para averiguar tu destino  y finalmente se ofrecerán, con gran autoridad, a llevarte en su coche. Todo esto en perfecto ucraniano, ruso, el maravilloso mundo de los gestos y el universal “si hablo despacio y grito me entenderá”. Aquí el inglés no existe así que olviden todas las horas invertidas durante su infancia aprendiendo con Muzzy, aquella aberración come relojes.

“Si algo funciona, no lo cambies”, ese es el lema nacional. Los trenes en funcionamiento siguen siendo aquellos que ya circulaban en la época soviética. Por carreteras llenas de baches sin asfaltar te cruzas con autobuses desechados de la España de Naranjito y coches particulares con 40 años e innumerables kilómetros a sus espaldas. Mencionar sólo esto sería faltar a la verdad. Por las grandes avenidas también se encuentran Zara (Amancio, we love you), H&M, coches de lujo y establecimientos de comida rápida americana con horarios de apertura que harían eyacular a cualquier liberal  licenciado en ADE salido de alguna mediocre universidad elitista.

La cultura americana lo conquista todo, desde la dieta de una nación hasta la cultura estética y musical. Las vallas publicitarias están plagadas por grandes empresas americanas mientras que hacer la compra en supermercados siempre está acompañado por un hilo musical con los grandes éxitos de Katy Perry. Todos queremos ser una “California gurl”.

Si por algún casual deciden recorrer el país, ármense de paciencia. Cualquier viaje entre ciudades supone como mínimo entre 7 y 12 horas de viaje. De hecho, todos los trenes están únicamente compuestos por coches cama. Aquí es costumbre dormir mientras se viaja.
Si por el contrario, urbanitas perezosos, prefieren quedarse en las grandes ciudades como Kiev, Tengan sumo cuidado al pasear por la ciudad. Los semáforos son meras sugerencias para los conductores, en ningún caso se sienten obligados a obedecerlas. ¿Un paso de cebra? No se lo recomiendo. Las señales verticales cuelgan de cables que cruzan las carreteras y disfrutan de ciertos diseños desconcertantes, un tanto “pop”. Espe sería feliz cometiendo tropelías al volante por estas calles sin que nadie la molestase.

Una vez que se encuentren a salvo por las aceras es posible que sientan una extraña sensación en sus cabezas: tranquilos, no están alcanzando el nirvana, son las ondas de los incontables puntos de acceso wifi que hay por las calles para mantener contentos a una población con salarios bases de 400 euros pertrechados con iPhones y tablets. Venta ambulante, puestos de comida, extraños mensajes dirigidos a la población sobre comportamientos poco seguros y ornamentos decorativos que sacarían los colores a cualquier publicación acerca de como diseñar tu propio jardín zen en casa. Ruedas, ruedas semienterradas en las esquinas, desde las más simples, a las pintadas de llamativos colores o las empleadas como macetas. Transitar por las calles de Kiev es todo un gozo para los sentidos.

En cuanto al “lifestyle”, se sentirán como en casa. Hay Hipsters, triatletas, amantes del yoga y la vida sana y jubilados contemplativos que pasan las horas en parques o pescando apaciblemente junto a una botella de vodka. En cuanto a “grupos urbanos” la única diferencia con España está en los filomilitares. Debido a la situación actual del país, se pueden ver paseando de uniforme a soldados, milicianos, estudiantes militares y a borrachos “wannabes” disfrazados con trajes sacados de Ali G.

Un último consejo: si eres uno de los miles de jóvenes españoles emprendedores buscando un futuro en el extranjero y eres diseñador de interiores, ucrania no es tu sitio. Tuve la suerte de disfrutar de la hospitalidad ucraniana y pasar algunas noches en casas de familias. Todo un viaje al pasado en viviendas que no han sido reformadas, modificadas o decoradas desde los años 50. Decoración y tuberías a la antigua usanza, No school like old school.

Olviden lo que han visto y también lo que les digo, viajen, disfruten y descubran por ustedes mismo que el mundo es una mierda.