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La supuesta superioridad de nuestra especie

Entrevista con Antonio Rosas
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La secuenciación del genoma neandertal abre un fascinante camino hacia el descubrimiento de la intimidad de esta especie extinguida, además de aportar valiosa información sobre nuestra propia naturaleza, la del Homo sapiens. Hablamos con Antonio Rosas (Madrid, 1960), director del Grupo de Paleoantropología del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, centrado desde 2003 en el estudio de los fósiles neandertales de El Sidrón (Asturias), sobre estos últimos hallazgos que esconden la redefinición de la noción de ser humano. Ya no es un estado adherido a un grupo concreto, sino que se erige en una conciencia perteneciente a varios grupos a lo largo de la evolución.

A lo largo de la historia evolutiva han convivido en la Tierra diferentes especies humanas, distintas de la nuestra. ¿Se puede hablar entonces de varias humanidades? ¿Qué significa ser humano?

Desde el conocimiento que se va estableciendo de la evolución humana, con un fundamento importante en la paleogenética, estamos viendo que han existido diferentes linajes humanos. De hecho, si cogemos la referencia arbitraria de hace 80.000 años, podemos distinguir sin dificultad cinco grupos humanos: Homo sapiens, los neandertales, los recientemente descubiertos denisovanos, los Homo floresiensis, y probablemente el relicto de una especie antigua, los Homo erectus, que también persistieron en el tiempo. Y si a esos tipos humanos los relacionamos con una especie, existe la posibilidad de que existan varias humanidades. Dicho de otra manera, lo que generalmente habíamos llamado humanidad y que estábamos relacionando con nuestra propia especie Homo sapiens, ahora, o lo extendemos a grupos humanos que no somos nosotros o asumimos que lo que habíamos llamado humanidad es un concepto más complejo, en el que los límites se hacen difusos. Algunos autores sostienen que humanidad es todo lo que engloba el género Homo. Sin embargo, la biología, la anatomía y probablemente el comportamiento de los neandertales son distintos y evolutivamente diferenciados de los nuestros. Más que respuestas, en este campo lo único que hago es plantearme preguntas, porque las respuestas están por llegar.

Sí que hay algo que estos estudios ya están cuestionando: la supuesta superioridad de nuestra especie…

La supuesta superioridad de nuestra especie está enraizada en un prejuicio de tipo imperialista. De hecho, cuando aparece el debate entre neandertales y sapiens, cuando se descubren los neandertales y se empieza a acuñar la noción a principios del siglo xx, es cuando se identifica al neandertal con lo primitivo, lo bruto e, incluso, con lo inmoral, frente a nosotros. Coincide con un momento en que el nuevo imperialismo está en su máximo apogeo y se está debatiendo, con unos intereses económicos claros, el establecimiento de unos principios morales de superioridad para justificar acciones interesadas. Y los neandertales vinieron muy bien para esta imagen. Una forma muy vieja de creerse mejor, o de autoreafirmarse, es buscarse un enemigo, ya sea físico, económico o moral. La supuesta inferioridad de los neandertales no deja de ser una reivindicación interesada de la arrogancia sapiens.

Siempre recordaré un editorial publicado en The Guardian que pedía disculpas a los neandertales por el trato despectivo que habían recibido durante años. Ahora sabemos que no eran menos inteligentes que los humanos modernos. ¿Qué hace que sean tan apasionantes?

Para los que nos gusta esto, hay una razón elemental: nos apasiona el estudio de los fósiles humanos per se. Los neandertales son una especie muy cercana a nosotros y plantean preguntas específicas y cada vez mejor definidas sobre cuáles son los procesos que nos configuran, algo que responde al interés legítimo de conocernos a nosotros mismos. Esa pasión responde también al interés de conocer a otros y, por último, de estudiar cómo funciona la evolución biológica en el caso concreto de la evolución humana. Por encima de todo somos biólogos que estudiamos la evolución biológica.

¿La respuesta a lo que somos se encuentra en yacimientos como El Sidrón o es preferible seguir invirtiendo esfuerzos en explorar el universo, el cosmos, para dar con la clave?

La respuesta a lo que somos viene del conocimiento global, viene de muchos sitios. Nosotros aprendemos un poco de lo que hacemos. Hay que tener una visión holística y siempre abierta, porque no hay una respuesta fija a lo que somos. Sobre todo porque no somos, sino que somos siendo. Somos un proceso.

“La supuesta inferioridad de los neandertales no deja de ser una reivindicación interesada de la arrogancia sapiens

Las últimas investigaciones apuntan a que hubo hibridación entre los neandertales y el Homo sapiens. ¿Hibridación significa que compartimos rasgos genéticos o supone algo más?

Compartimos rasgos genéticos por diferentes fuentes. Tenemos mucha evolución en común y, por lo tanto, compartimos la herencia común resultado de esa evolución hasta el último antepasado. Los últimos 3.600 millones de años los compartimos. Hace aproximadamente medio millón de años se produjo una separación de esa población y hay dos grupos que empezaron a evolucionar cada uno a su manera. Es durante ese proceso cuando se distingue lo que entendemos por neandertal y lo que entendemos por sapiens. Lo que se está viendo ahora es que, en ese proceso de divergencia, hubo ocasionalmente intercambio genético y parte del cambio genético que se produjo desde el antepasado común se transfirió en una dirección o en otra. Por tanto, compartimos material genético por herencia común y por transferencia, por hibridación. Significa que tenemos que reconsiderar las cosas a gran escala. Hasta ahora había dos teorías sobre la evolución del género Homo. Según la primera, hubo tres especies: Homo habilis, Homo erectus y Homo sapiens. Era una visión lineal que afirmaba que un flujo génico mantuvo la comunidad de las poblaciones y que el ser humano se estableció con el Homo habilis hace dos millones de años. La otra interpretación decía que la especiación fue divergente y que el Homo sapiens apareció recientemente y sólo en África. Después se expandió y desplazó a los demás. Una postura intermedia, minoritaria, aseguraba que había habido un flujo génico a pequeña escala. Estos paleontólogos estaban en minoría, pero los datos genéticos les han dado la razón. Yo no era partidario de esa interpretación, sin embargo no me queda más remedio que aceptar que se produjo ese intercambio.

¿Qué razones llevaron a su extinción y por qué no lo hicimos nosotros?

Al margen de las mil y una razones que se han planteado, algunas muy extravagantes, hoy tenemos un escenario que plantea dos factores. Por un lado, la llegada a Europa de los Homo sapiens, los que llamamos cromañones, una especie tecnológicamente más avanzada y que podría haber desplazado a las poblaciones neandertales de los lugares estratégicos del ecosistema y, con ello, haberles privado de sus fuentes básicas de alimentación. El otro factor tiene que ver con el cambio climático. En ese momento, se estaba produciendo un enfriamiento general en el planeta, una glaciación. Los neandertales habrían respondido refugiándose en las penínsulas del sur de Europa, lo que habría reducido drásticamente sus poblaciones hasta extinguirse. Posiblemente fue la combinación de ambos factores lo que llevó a su desaparición.

La respuesta a por qué no lo hicimos nosotros se encuentra en nuestra fisiología, biología reproductiva y capacidad genética para responder a las exigencias del medio ambiente. Estos factores jugaron en ese momento y juegan juntos ahora para seguir en la cadena de descendencia que hace que una especie sobreviva.

¿Y qué condiciones deberían darse para ello, para la extinción del Homo sapiens?

Ésta es una pregunta muy difícil de responder. Las causas que llevan a la extinción de una especie son de naturaleza muy diversa. Según la especie, su extinción es motivada por la competencia, la depresión genética, la desaparición de su medio natural, o la llegada de un parásito que acabe con ella.

En nuestro caso podrían ocurrir varias cosas, desde que acabemos con las condiciones naturales que nos hagan posible vivir, que una enfermedad nueva acabe con nosotros, o que la humanidad sapiens decida marcharse a otro planeta y acabe convirtiéndose en otra especie. En este caso ya no habría sapiens, pero no porque se produjese su extinción, sino porque se daría una evolución a otra forma de humanidad.

¿Los neandertales eran conscientes de su singularidad?

Es difícil de decir. Lo que sí sabemos es que, al final de su proceso evolutivo, empiezan a practicar algo que consideramos muy humano: enterrar a sus muertos. Además, tenían también sentido estético del adorno. Todo ello está asociado con una capacidad simbólica, de abstracción y de comunicación a través de símbolos. Una de las paradojas de los neandertales es que anatómicamente son muy dispares a nosotros, pero desde el punto de vista del comportamiento estamos encontrando cada vez mayores similitudes. A algunos no nos encaja y otros dicen que es lógico porque somos pequeñas variantes.

Se sabe, por ejemplo, que los cambios adaptativos de un gen implicado en el habla humana, el FOXP2, ya estaban presentes en los neandertales.

En los animales está muy bien conservado este gen, pero la mutación ligada a la capacidad del habla sólo está presente en nosotros y en ninguna especie de vertebrado más. Fue nuestro grupo de investigación del CSIC el que puso en evidencia que los neandertales ya tenían esa mutación. Se trata de un dato más a favor de que los neandertales tenían la capacidad del habla, pero no hacía falta disponer de este descubrimiento genético para darnos cuenta, porque toda su cultura material así lo indica.

“Una vez escuché que el paradigma conceptual que une a toda la humanidad es el miedo a la muerte”

¿Creían en la vida después de la muerte?

Los estudiosos del tema dicen que enterrar a los muertos esconde cierto sentido de la transcendencia. Una vez escuché que el paradigma conceptual que une a toda la humanidad es el miedo a la muerte.

No sabemos si los neandertales compartían ese miedo o no, pero sabemos que algunos enterraban a sus muertos, lo que puede denotar sentido de la trascendencia. Profundizar en una concepción del mundo y en el pensamiento de una especie extinguida no es una tarea fácil.

Y para un paleoantropólogo, ¿es razonable creer en la vida después de la muerte?

Esta cuestión creo que trasciende el ámbito de la actividad de la persona. Ser creyente viene dado por cuestiones culturales o por tu propia identidad. En mi caso, yo no soy creyente y mis estudios no me han llevado a ser más creyente o a serlo menos; no me han movido de esa actitud epistemológica a la que llegué con 14 años. Supongo que las personas que son creyentes tampoco se han movido porque entiendo que está en otra esfera de la persona. Es evidente que el pensamiento crítico matiza el grado y la forma de la creencia porque filtra gran parte de la mitología asociada a las creencias. El sentido de creer o no creer, con independencia del trabajo crítico, va en la persona, no en la profesión.

Esta cuestión me lleva a preguntarle por el creacionismo en Estados Unidos. Los creacionistas creen que los hallazgos de fósiles neandertales sustentan sus posturas porque consideran que pertenecieron a ejemplares del hombre moderno que han alcanzado una edad muy avanzada. No ven diferencias entre los neandertales y el hombre moderno y niegan la evolución. Por más que descubráis, no parece que deje de tener fundamento la intervención de un ser superior en la aparición del ser humano.

Me importa muy poco lo que digan los creacionistas. Afortunadamente, el mundo americano y el europeo se distinguen mucho en eso. Puede ser éste un debate que ocupe muchas horas en Estados Unidos, pero aquí no nos importa. Es como discutir el sexo de los ángeles, una cuestión que en la Edad Media llevó a muchas trifulcas. Sus razones tendrían, pero hoy en día nos importa poco el sexo de los ángeles. No nos dedicamos a eso. Las interpretaciones creacionistas y sus fundamentos me dan igual. Las ignoro y no me paro a leerlas. Afortunadamente en Europa no tenemos este debate.

Antes hablaba del proceso que supone ser humano. ¿Y la vida qué es?

“Yo cuando pienso en la vida pienso en bacterias, procesos metabólicos y ecosistemas”

Para responder a esta pregunta hay dos aproximaciones: una filosófica y otra científica. No es lo mismo la noción anímica que se tiene de la vida sin conocimientos biológicos que la que tiene la biología. Yo cuando pienso en la vida pienso en bacterias, procesos metabólicos y ecosistemas, pero si le preguntas a otra persona tal vez piense sólo en la gente de alrededor, en otros Homo sapiens.

Y para un paleoantropólogo la percepción de la vida en sentido genérico no se diferencia de la de cualquier biólogo, con los prejuicios y conocimientos que tenemos cada uno. Los avances de la bioquímica, la genética, la inmunología o la genética del desarrollo aportan un conocimiento común con el que nos vamos instruyendo unos a otros. La percepción de la vida es la percepción de nuestro tiempo. No puedo decir otra cosa. Pienso como los biólogos de principios del siglo xxi porque no soy tan original para ser un avanzado; sólo soy fruto de mi tiempo. El estudio de la evolución humana no nos da ningún plus de acercamiento al porqué de la vida y al porqué de la evolución. Simplemente somos unos profesionales que estudiamos los procesos de cambio que nos han hecho lo que somos.

Imagen: CSIC