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El último chiste en la tierra

“Se está generalmente habituado a ver
a los poetas 
ocuparse en pintar el amor”

Arthur Schopenhauer,
El amor, las mujeres y la muerte

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Es el fin de los tiempos. La Tierra es un cúmulo importante de basura, miseria y destrucción.
Los cinco últimos humanos, intoxicados de muerte, saben, sienten la llegada del final.

Decididos, afrontan una última misión o ejercicio de declaración de existencia. Realizarán, en un pequeño anfiteatro en ruinas que acaban de descubrir accidentalmente, una obra de teatro consistente en un único y simple movimiento: actuarán de hombres primitivos, hombres de Neandertal, realizando modestos rituales y actividades domésticas hasta morir1, hasta su extinción2.

La elección de representar a hombres de Neandertal en una última obra de teatro a muerte nos propone un giro histórico-evolutivo interesante. Los neandertales fueron desplazados por los Homo sapiens3. Recordemos, ambas especies fueron las dos últimas líneas evolutivas contemporáneas entre sí inmediatamente anteriores a la aparición del Homo sapiens sapiens. De este hecho se desprende parte del último plan humano: una gran broma o chiste jugado a la Madre Naturaleza y sus elecciones; retomar un camino olvidado o, mejor aún, desechado y no elegido por ella. El humano, último dios sobre la Tierra, toma la palabra por última vez y decide tirar los dados apostando a otro camino para la vida.

El teatro como espacio de representación, como campo de batalla o campo de fuerza, como antídoto. Es el hogar de las convenciones. Los últimos cinco humanos simplemente buscan un lugar específico donde activar el lenguaje, donde sus representaciones articulen sentido. Pero no seamos inocentes, el plan es más ambicioso aún. Ellos son los dueños del lenguaje. Al ser los únicos y últimos seres que producen pensamiento simbólico, básicamente convierten en anfiteatro todo el planeta y el cosmos —hasta donde podemos saber— por mero acto de presencia cognitiva.

Y en este caso en particular, el fin de la vida no es poca cosa.

Cualquier propuesta intelectual que proyecten sobre el mundo será respetada sumisamente por éste como la realidad.

Escupir en la cara de la naturaleza es el último gesto artístico rebelde de la humanidad.

Y hay un hermoso regalo paradojal resultante de esta última operación artística. Si las únicas personas que pueden medir el tiempo están justamente viajando en el tiempo, es imposible negar el hecho de que ese viaje está ocurriendo. El tiempo es suyo. El viaje en dirección negativa a la flecha del tiempo, negado por la ley de la relatividad especial, es en esta extraordinaria ocasión perfectamente posible y concretable4.

El espacio-tiempo es así expuesto a un último macabro y disonante pliegue, como dos espejos enfrentados, o como su equivalente sonoro, dos micrófonos cara a cara acoplando hacia el infinito. Arribamos con este simple acto a las orillas de los sistemas de representación o a las orillas del arte, el final último. La última palabra en el campo del lenguaje creado por el hombre. Sobreviene entonces el vacío de sentido, el silencio más absoluto después de siglos y siglos de ruido humano, de presencia humana desparramada sin cesar. Una obra de teatro constantemente repetida, como un gran bálsamo o anestesia, hasta el último suspiro humano. Quizás sólo quieran ver animales lindos.

Estamos ante una gran broma5.

Surge así la última obra de arte de la humanidad.

La expansión de la gran broma se despliega sobre nuestras conciencias, se trata de la búsqueda del arte previa a la mismísima existencia de éste6. ¿Qué tal si un bello ordenamiento de rocas producido por un australopiteco es recuperado en calidad de ready-made?7

No hubo puestas de sol impresionistas hasta que Claude Monet las pintó. “La naturaleza imita al arte”, se repite Oscar Wilde una y otra vez, caminando por las calles de Londres, hace apenas 200 años. Los atardeceres en las carabelas que transportaban a los marinos que descubrieron América. Los más hermosos paisajes y cielos impresos sobre esas gigantescas catástrofes, mierda, orina, hombres muertos y famélicos masturbándose sin cesar, y el sol, el sol, el sol y las nubes, las nubes8, las nubes.

Me quiero morir.

 

UN READY-MADE EN EL TRIÁSICO 

Tengo un regalo tonto para vos: las claves de acceso a mi mail, mi fotolog, mi flickr, mi myspace y un larguísimo etcétera empiezan con tu nombre. Tal vez ese password que empieza con la palabra Jazmín quede grabado en archivos y carpetas y directorios de servidores que luego, reenviados por satélites y satélites y más satélites, viajarán a Dios sabe qué rincón de la galaxia y de nuestro planeta. Dentro de miles de años, cuando la humanidad deje de existir, tu nombre, como una palabra sin sentido, va a estar flotando en el espacio, tu nombre que yo escribí para mí y que ahora te regalo a vos.

Escribamos cartas de amor en nuestros passwords, les aseguro que son cápsulas de tiempo.

 

— 1 — 

De sed, de hambre y de odio.

— 2 — 

De algún modo, la obra representa con extremo verismo la extinción humana camuflada, escondida, encapsulada bajo la repetición de la extinción del Neandertal, o quizás representa la renegación de la especie a dejar de existir, un artificio del lenguaje a partir de una negociación con el tiempo. El objetivo —el logro más o menos conscientede esta performance es justamente anular el hecho de la extinción humana reemplazándola por un artefacto-truco del lenguaje. (La teoría antrópica nos dice que la aparición de vida inteligente en el cosmos es parte intrínseca de su evolución formal. Claro, las estrellas no piensan, por ende, en algún momento de la historia del cosmos deben existir organismos con capacidades intelectuales desarrolladas para generar sentido dentro de él y para él. Una vez creada, esta forma de vida —según el tercer principio antrópico— no puede dejar de existir.)

— 3 — 

El Homo sapiens se expandió por toda la zona de la actual Europa, con un clima y geografía más propicios para el desarrollo de la vida, y variables más ricas que contribuyeron a su crecimiento simbólico-intelectual y físico.

— 4 — 

Cualquier tipo de viaje se mide en relación a dos puntos. En este caso, a falta de más humanos, carecemos del extremo que aguardaría anclado al presente para completar la medición del viaje propuesto por la paradoja.

— 5 — 

Hola, Dios. Yo mido en semanas. Vos medís en eones. Y no me importa. (Estoy leyendo acerca de cómo se originó el Universo —Planck epoch 10 a la menos 43 segundos—. Voy a la cocina, se lo explico a mi mamá, la angustio, “vamos a comer”, acababa de decirme. Miro el cielo gris que, de tan enorme, se pliega sobre sí mismo. De chica, me cuenta, cuando pensaba en el Sol, la Tierra y las estrellas, en “¿de dónde viene todo?”, ella se calmaba pensando: “tengo a papá, al menos tengo a papá”. Al menos. Cae una manzana de la heladera en este preciso momento y rueda felizmente dando pequeños saltitos coreográficos y perfectos frente a mí. No existe la inocencia en el universo. No existe tal cosa. No hay dudas.)

— 6 — 

Aún antes de que los humanos existieran.
Aún antes de que la Tierra existiera.
Antes de la vida misma.

— 7 — 

Oponer una fuerte voluntad estética a tiempos remotos y así leer toda la historia de la vida en la Tierra.

— 8 — 

Estamos tan habituados a escuchar que la naturaleza es infinita que me dan ganas de vomitar. ¿Qué cosas en la vida son discretas y cuáles continuas? Por ejemplo, las percepciones de los colores en las máquinas fotográficas digitales capaces de tomar instantáneas en blanco y negro y de destacar en color sólo aquellos objetos del tono previamente definido. Siendo azul el tono seleccionado, ¿en qué momento un objeto al límite discreto del azul deja de aparecer coloreado? La realidad es discreta —(una variable es continua si entre dos valores cualquiera existen infinitos valores, como por ejemplo con los números reales. En contraposición, una variable es discreta cuando existen valores sucesivos sin ninguno entre ellos)—, aunque parezca continua. Nuestros cuerpos son discretos, aunque parezcan continuos. Hay lo que hay.

 

Adrián Villar Rojas

Adrián Villar Rojas (Rosario, Argentina, 1980) ha realizado exposiciones individuales en el MoMA PS1 de Nueva York (2013), la Serpentine Sackkler Gallery de Londres (2013) o el Moderna Museet de Estocolmo (2015), entre otros. También ha participado en la 54 Bienal de Venecia, representando el pabellón argentino (2011), en la 13 Documenta de Kassel (2012) y, más recientemente, en la 12 Bienal de Sharjah (2015).