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La somme de nos amours

Diario de Jauja en el Festival de Cannes

Una correspondencia entre Lisandro Alonso,
Fabián Casas y Viggo Mortensen

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VIGGO, 4 DE MAYO

Queridos Lisandro y Fabián:

Como saben, la revista El Estado Mental nos ha propuesto escribir juntos un diario vinculado a la participación de Jauja en el Festival de Cannes. Observaciones cortas o largas, fotos, lo que sea. Si les parece bien, arranco nomás: estamos a exactamente dos semanas del estreno mundial de nuestra película en la edición 67 del festival. La producción nos ha regalado un viaje hermoso, complicado y sorprendente desde que los tres decidimos, a mediados de 2011, que íbamos a intentar hacerla. Para mí que terminaste creando una obra extraordinaria, Lisandro, y tu vuelta al festival que presentó tu primera película, La libertad, en 2001, es muy merecida. Nunca disfruté más de un esfuerzo colectivo como lo hice durante la colaboración ultracreativa y multilinguística que vivimos como equipo en esos bellos paisajes naturales de la Argentina profunda. La película vibra con tu estética, Lisandro; con el humor y la fuerza metafísica de tu poesía, Fabián; con la nítida fotografía y hermosas composiciones del genio finlandés Timo Salminen; y con el espíritu de un pequeño equipo valiente y leal. Con muy pocos medios y el tiempo justo pudimos construir una odisea tan de un mundo fantástico como del “real” en el que creemos vivir, y un cuento de cine que se puede considerar tan danés como argentino —cosas poco fáciles de conseguir.

Y pronto nos juntaremos en un lugar muy diferente a los del rodaje, lejos del viento de la costa patagónica, la soledad otoñal de La Pampa y el invierno del extremo sur de las Américas. El 18 de mayo estrenaremos Jauja en la selección oficial Un Certain Regard. Estaremos en La Croisette con las actrices danesas Ghita Nørby y Viilbjørk Malling, y con nuestro equipo de productores argentinos, daneses, holandeses, franceses, mexicanos, brasileños, norteamericanos y Cuervos para presentar el “cuento raro”. ¿Se acuerdan de cómo muchos se enteraron de nuestra producción con ese título, “Un cuento raro”? En una entrevista que hice para la peli Todos tenemos un plan de Ana Piterbarg me preguntaron por nuestro proyecto argentino-danés; yo dije que lo que ustedes dos habían ideado era un cuento raro, y ahí agarraron eso. Hasta hace poco no había manera de parar ese virus. En realidad, hasta el mes pasado la peli todavía se llamaba “Sin título” porque no se nos ocurría un buen nombre. Por poco nos quedamos con ése, ¡para no tener que aguantar que la peli se llamara “Un cuento raro”! Creo que al final Jauja es lo más acertado, el nombre de un lugar real pero también de un enigma fantasioso y seductor. El problema de momento es que los franceses y otros se ponen un poco nerviosos con esa palabra. El miedo a la “j” castellana. Para mí que Jauja suena raro en cualquier idioma, incluso en castellano. Lo que tiene de bueno es que es una palabra distinta, misteriosa, que provoca preguntas y puede confundir un poco —exactamente lo que le pasa al Capitán Dinesen en nuestro cuento.

Los que conocen la palabra “jauja” en Latinoamérica y en Europa tienen sus propias ideas de lo que significa: por un lado tenemos lo específico de una ciudad en Perú llamada Jauja, en el Valle del Mantaro, nombrada por Francisco Pizarro como Santa Fe de Hatun Xauxa en 1534. Por otro lado existe la idea utópica de un sitio extraño y maravilloso donde todo es fácil, delicioso, divertido y bello —un paraíso terrenal. Esta noción de un lugar de abundancia y felicidad en el Nuevo Mundo empezó a extenderse en Europa en el siglo XVI, en gran medida como una maniobra de promoción. Lo que pasó fue que los marineros que volvían de los primeros viajes con Colón y otros capitanes se quejaban de la dureza de los viajes y de las condiciones en esas extrañas e inhóspitas tierras que habían “descubierto”. Para llevar adelante la conquista hacían falta soldados y marineros fuertes y ambiciosos, gente que estuviera dispuesta a aguantar de todo con el fin de enriquecerse y vivir grandes aventuras. Se empezó a hablar de un lugar lleno de oro, de infinitas cantidades de manjares listos para disfrutar, de mil cosas lindas para atraer nuevo personal colonizador. Los ciudadanos del imperio español se tragaron el cuento. Algo parecido habían hecho Erik el Rojo y sus compañeros vikingos varios siglos antes cuando volvieron de descubrir Groenlandia (Grønland). Le dieron ese nombre, que significa “tierra verde”, para atraer a colonos e inversiones desde Noruega e Islandia. En realidad era un lugar helado e inhóspito, pero los escandinavos pensaron que tal nombre prometía un lugar fértil con interminables pastizales. Cuando llegaron a esas tierras heladas y jodidas ya era demasiado tarde para volver. Tuvieron que aguantarse y hacer patria.

Lope de Rueda publicó un libro llamado La tierra de Jauja en 1547, en el que decía que ahí pagaban a los hombres por dormir y castigaban a los que insistían en trabajar, y que las hojas de sus árboles eran de rico pan fino, sus ríos de miel y leche, sus calles llenas de huevos fritos y carne asada, incluso que había comida que hablaba y le gritaba a la gente “¡Cómeme!”. La obra de Lope de Rueda se trata de dos ladrones hambrientos, Honzigera y Panarizo, que convencen a un inocente llamado Mendrugo, quien lleva una olla de comida, de que Jauja es un lugar lleno de espectaculares riquezas culinarias. Los ladrones siguen contándole de las mil delicias de Jauja mientras se turnan para comerle el puchero al gil codicioso. El sombrero de nuestro Capitán Dinesen podría considerarse un guiño subconsciente al genial actor y dramaturgo sevillano que escribió ese entremés…

La leyenda se extendió rápidamente por el viejo continente. En 1567, Pieter Brueghel el Viejo pintó un cuadro de un edén gastronómico al que llamó Het Luilekkerland (“tierra vaga y deliciosa”) en referencia a ese perfecto lugar lejano llamado Jauja. Pero el nombre viene de Andalucía, de un pueblo de Córdoba fundado por árabes en el siglo XII. En su idioma, “Xauxa” se puede traducir como “pasillo” o “portillo”. O sea que tiene para los españoles y latinoamericanos el significado de paraíso, y para los árabes es una entrada o una vía a algo. Para nuestra película, como verán los espectadores, ambos significados valen. El viaje que hace el Capitán en nuestro cuento es hasta cierto punto para recuperar la felicidad, pero resulta ser una puerta a descubrimientos personales más allá del tiempo lineal y las añoranzas que lleva en su cabeza y su corazón. “Jauja” es una idea y un lugar que nos parecen concretos, pero que al final resultan ser tan inalcanzables como indescriptibles. Lo que acordamos poner al comienzo de la película es el siguiente párrafo:

“Los antiguos decían que Jauja era una tierra mitológica de abundancia y felicidad. Muchas expediciones buscaron el lugar para corroborarlo. Con el tiempo, la leyenda creció de manera desproporcionada. Sin duda la gente exageraba, como siempre. Lo único que se sabe con certeza es que todos los que intentaron encontrar ese paraíso terrenal se perdieron en el camino”.

Todo esto lo pongo para establecer de dónde venimos y hasta dónde aspirábamos llegar con nuestro inevitablemente inútil esfuerzo por hacer ¡la primera película perfecta en la historia del cine! Ahora vamos a hablar de lo que nos espera, a ver si llegamos a buen puerto o nos perdemos en el viaje.

 

FABIÁN, 12 DE MAYO

Ayer salimos del Hospital Alemán con Guada muy emocionados. En la pantalla de la ecografía se veía más de lo que esperábamos: un niño bastante grande, con los brazos abiertos, girando en el líquido amniótico como un astronauta. Me emocioné. Mientras cruzábamos la calle para comer algo en el bar de enfrente del hospital, recordé que había plantado un árbol cuando era muy chico, en la casa de un amigo de la primaria. Tengo ese recuerdo siempre: estábamos en la isla, era un día nublado y frío, éramos muy chicos y el padre nos ayudó a plantarlo. Fue genial. También tengo una hija y ahora parece que voy a tener un hijo. Y escribí un guión. Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un guión.

A pocas horas de volar para juntarme con mis compañeros de aventuras, me acuerdo de la primera vez que me senté en el bar en la esquina de San Juan y Boedo, antes de ir a almorzar con mi padre, y que, en un cuaderno, empecé a escribir a mano lo que posteriormente sería el guión de Jauja. Siempre pensé y sentí que los logros colectivos eran superiores a los logros individuales, y el cine es un arte colectivo como pocos. Es increíble la cantidad de cosas que se tienen que dar para que termine existiendo una película. Con la creación de un ser humano también. Pensemos en lo que tuvo que tardar la evolución para que el hombre saliera del mar, se trepara al árbol, se bajara y caminara hasta llegar a hacerlo en la alfombra roja del Festival de Cannes. A mí me gustan las películas que están hechas como si fueran poemas. Es decir, que se encuentran en estado de pregunta y no dan respuesta y no conducen al espectador. Rumble Fish, La noche del cazador, Solaris, Ordet, etc. Son películas gigantes, claro, pero uno trata de mirarlas desde abajo y sentirse inspirado para poder dar el salto.

No me interesa y no creo en la retórica del cine: los festivales, las competencias, los fotógrafos, los críticos y sus sistemas de puntaje deportivo. Me gustan las películas y me gusta la sala a oscuras cuando se proyectan. No tengo ni idea de cómo será Cannes, pero estuve por mis libros en la Feria de Frankfurt y esa experiencia fue demoledora: casi te deja sin ganas de escribir. Así que pienso llevar una tabla de surf bien grande para poder surfear la representación y disfrutar, en cambio, de haber terminado una película de la que me siento orgulloso por el trabajo increíble de la gente implicada en ella. Tengo en la valija un traje claro, unos pins del CASLA para regalar y hacer evangelismo azulgrana en la tierra del cine, y muchas ganas de ver el film terminado en una pantalla grande.

 

LISANDRO, 13 DE MAYO

Amigos, acá los leo también.

Andamos a las corridas, como todos los que estarán presentando sus películas en los próximos días por esa costa francesa que a veces recuerdo durante el mes de mayo.

Entre imágenes de Jauja y valijas a medio armar, me preparo con la mayor expectativa posible y con muchas ganas.

Al no ser fanático de San Lorenzo no tengo idea de lo que pasó ayer durante el partido de la Copa Libertadores contra Cruzeiro. Espero que los Cuervos se hayan portado bien en la cancha. ¡Sé que ustedes son dos locos y que esos resultados cambian un poco su forma de pensar el mundo! Luego de terminar esta carta voy a enterarme del resultado para estar preparado antes de nuestra reunión…

Jauja está picante y quiere romperla el domingo 18. Así será, seguramente. Han pasado seis años desde que estrené mi película anterior en Cannes. Me casé y también formé familia, pero todo esto es diferente al placer que tengo encima por el trabajo con ustedes y Timo y toda mi banda argentina que no me deja solo en ningún proyecto.

Acá les meto unas imágenes para que conozcan un poco los comienzos del proceso de hacer Jauja. Son de cuando inicié la búsqueda de locaciones en Dinamarca, en 2011. La primera es una vista desde el castillo Egeskov, la casa del personaje de Viilbjørk Malling, donde empezó el rodaje, y la otra de unos posibles vestidos para nuestra Ingeborg, del archivo del castillo:

Y ésta es de Timo preparando la primera escena:

 

VIGGO, 16 DE MAYO

Lisandro llegó ayer a Cannes, y mañana llega Fabián. Yo llegué hoy a medianoche. Traje un kilo de yerba por las dudas, y Lisandro también trajo, así que tendremos mate de sobra.

Hablamos un rato del festival en la terracita de nuestro departamento alquilado, tomando unos vinos blancos de Provenza bien fríos con Esteban Bigliardi, que tiene el papel de Ángel Milkibar en Jauja, e Ilse Hughan, nuestra coproductora holandesa. Será probablemente de los últimos momentos más o menos tranquilos de nuestra estadía en Cannes. Colgué las banderas de San Lorenzo para que se sienta cómodo Fabián cuando llegue. A causa de la huelga de los controladores aéreos en Francia, mi vuelo desde Madrid fue demorado varias horas. Peor lo pasaste vos, Lisandro, teniendo que esperar en París con tu familia después de tu largo vuelo desde Buenos Aires, finalmente obligados a tomar un tren para llegar a Niza. Esperemos que Fabián tenga mejor suerte. El departamento que alquilamos para estos días tiene dos dormitorios, uno para la familia de Lisandro, y otro para nosotros los Cuervos. Las danesas Viilbjørk y su madre Petrine están en otro departamento cerca del hotel de Ghita. El festival sólo nos concedió una habitación de hotel, y se la dimos a ella. Así tendremos acceso al Carlton, un hotel muy fino, a su bar y a la habitación de Ghita para armar fiestas de emergencia. Mañana nos vamos a reunir acá en nuestro departamento para hablar con la prensa danesa. Ya tenemos queso, fiambres, mejillones y arenques para armar una picada escandinava. Falta un poco más de cerveza y aquavit, el aguardiente danés. Ya hemos decorado las paredes para la ocasión:

Paré de fumar hace una semana. Me está costando un huevo mantenerme limpio en este circo que va creciendo de a poco en esta capital de la promoción cinematográfica, pero voy a tratar de cumplir con la promesa que me hice. Supongo que va a ser un poco raro para ustedes verme sin el pucho, ya que siempre he sido la chimenea ambulante de nuestro trío. A ver si aguanto las tentaciones y ustedes se acostumbran a verme sin humo.

P.D. Es hermoso el afiche, el póster de la peli. Y cuando digo “el” no es una manera de hablar. Sólo hay UN afiche. Lo vimos en la oficina de la directora de la sección Un Certain Regard. Cuando pregunté dónde se podía conseguir uno para llevar a casa, dijeron que era el único y que había que guardarlo ahí. ¡Si llega a tener éxito la peli, va a ser un objeto muy valioso, EL póster!

 

FABIÁN, 17 DE MAYO

Sábado. Exterior. Luz. Acabo de salir del aeropuerto y tomar la conexión. Me llama la atención que no me paren ni me detengan para nada y que no me revisen hasta debajo de las suelas de los zapatos. Cuando finalmente llego al aeropuerto de Niza, me espera un hombre mayor, con un cartel escrito a mano con mi nombre. En dos horas más voy a estar con Viggo haciendo un cartel similar, pero que dice “Queremos la Copa”.

En la valija llevo dos trajes y camisas. Guadalupe, mi mujer, dice que en Cannes va a hacer mucho calor y que también va estar todo el mundo bien vestido. Yo le digo que Lisandro no va a estar bien vestido porque no le interesa la ropa, y ella me dice que seguro se va a tener que vestir para ir por la alfombra roja y esas cosas. La mezcla de calor y elegancia me hace pensar que Cannes debe ser una comarca africana repleta de modelos. Llego finalmente a la casa y me esperan Viggo y Lisandro. Nos abrazamos. Estamos juntos en un departamento amplio, cómodo.

Me acuerdo de que Viggo me dijo mientras se filmaba la película que una de las mayores virtudes de Lisandro era construir familias para el trabajo. Y algo de eso hay. Estamos juntos para ver la peli, pero también hay un placer intenso en vernos, interactuar, comer, charlar, matear, fumar. Termino la noche en un restaurant vietnamita al que nos invitaron los productores mexicanos de la película. Lo que comemos es extraordinario. Me duermo parado.

 

VIGGO, 17 DE MAYO

Fui con Lisandro al pase privado para los posibles compradores de nuestra película. Es la cuarta vez que vengo a Cannes, pero nunca había visto la locura del gran mercado de todo tipo de cine así de cerca. Como soy productor responsable de los derechos norteamericanos de Jauja, quería ver cuáles de los potenciales distribuidores gringos habían venido a verla. Fue interesante ver entrar a la gente y, un poco más de una hora y media después, verlos empezar a salir de la pequeña sala. Normalmente, según me habían contado otros productores, los compradores entran y salen de las proyecciones, viendo un poco de cada peli, hablando por teléfono y mandando mensajes de texto todo el rato, pero en este caso se quedaron casi todos hasta el final. Cuando salían hablaban entre ellos, muchos sonriendo. “Me parece que les interesó, puede ser muy buena señal para el estreno oficial mañana en la sala Debussy”, les dije a Lisandro y a Fiorella Moretti, la jefa de ventas internacionales de nuestra peli. A ver si hay suerte.

Por la tarde nos juntamos los actores, nuestra productora danesa Helle Ulsteen, Lisandro y Fabián en el comedor de nuestro departamento para hablar con una docena de periodistas daneses. Se habló en danés, pero también bastante en inglés para que todos pudieran entenderse. Los periodistas no habían visto la película todavía, lo que los dejaba un poco en desventaja, así que les contamos muchos chistes mientras tomábamos cerveza, vino y un poco de whisky. Describimos los lugares hermosos y las condiciones descomunales del rodaje. Nos reímos mucho. Vaya uno a saber lo que van a decir de nuestro equipo. Creo que lo pasaron bien. Por lo menos no fue la rueda de prensa de siempre, organizada en una sala de conferencias de un hotel de La Croisette.

Ghita se divirtió contando con muchos detalles cómo había aprendido a inseminar cerdos en Dinamarca hace unos cuarenta años, en la granja de un novio que ella tenía entonces. Dijo que inseminaba mejor que los profesionales, y que todos los hombres de la granja se quedaron asombrados por el talento aparentemente nato que Ghita tenía para meterle cantidades importantes de semen a las chanchas sin que éstas se agitaran. La clave habrá sido su voz, que es impresionante, seductora, como se puede escuchar en nuestra película. Seguro que las hipnotizó. Fabián, recién llegado de Buenos Aires, vía París, padecía de un jet lag bestial, que le daba un aire misterioso, con su mirada perdida en el horizonte marítimo más allá de la ventana al lado del sofá en el que él se había hundido. Para los periodistas daneses tiene que haber quedado perfectamente claro que este señor metido en una especie de trance profundo tenía que ser el autor —con su linda camisa planchada, su pañuelo, sus anteojos impenetrables, su sonrisa enigmática, su inglés suavemente susurrado y ligeramente formal— o un loco total. Lisandro les contó de la suerte que había tenido en la isla de Sjælland para encontrar la propiedad en la que pudo rodar las secuencias del castillo y sus bosques con la Viilbjørk, y de los catorce perros que tuvieron que manejar para una de esas secuencias danesas. Se contaron muchas cosas divertidas sobre la filmación en Argentina. Incluso hablamos de nuestra visita con Ghita al embajador danés en Buenos Aires, Ole Frijs Madsen. Cuando el embajador se enteró de que el Dansk Filminstitut (el instituto de cine de Dinamarca) nos había negado su apoyo, el tipo quiso armar una cruzada para conseguir su participación oficial. Le dimos las gracias y dijimos que no hacía falta, que ya contábamos con el apoyo del INCAA, el instituto de cine de Argentina, y que de lo demás nos ocuparíamos nosotros. Conseguí hacerlos hinchas de San Lorenzo a él y a toda su familia. La mañana después de la fiesta que nos había armado el embajador pasé por su portería y le dejé remeras Cuervas y entradas para el siguiente partido del CASLA. Por suerte ganamos ese partido, y ahora los Madsen, que la pasaron muy bien en nuestra cancha, son reCuervos.

 

 

LISANDRO, 18 DE MAYO

8:35 a.m., salgo rajando para realizar el check técnico de la película. A las 9 a.m. me encuentro con Álex, el encargado técnico del festival, un español de muy buena onda que había conocido ya en el 2001 cuando presenté mi primera película en la misma Un Certain Regard. Todavía seguía con el efecto de la noche previa, pero recordamos nuestra colaboración de hace trece años y sonreímos…

Volvemos al 2014: no hay tiempo para mucho, nunca lo hay, pero ahora hemos crecido y parece que estamos bien maduros para hacer como se debe la prueba técnica. Veo por primera vez la proyección de Jauja en una sala, me emociona lo increíble que se ve y se oye todo, pienso que ¡esto no puede fallar!, y damos por concluida la prueba en la sala Debussy. Nos dirigimos con el mismo grupo de antes, al que se han sumado Sylvie Pialat, la coproductora francesa, y su asistente Christophe. También está la petisa Céline, la encargada de prensa para Francia. Llegamos a la segunda sala, apodada Bazin, y hacemos de nuevo las pruebas. Me vuelvo a repetir que esto no puede fallar.

Salgo al encuentro con el resto de la comitiva que va al photocall oficial. Nos encontramos en el Carlton con Ghita, Viilbjørk, Fabián, Esteban y Viggo, más algunos de los otros productores. Salimos por la entrada trasera del hotel para subir a los autos oficiales. Antes vemos pasar a las corridas, con un estilo descuidado similar al de Viggo, nada menos que a Roman Polanski. Mis ojos no dan crédito. Lo admiro mucho al polaco. Lo veo diluirse de espaldas, dándose a la fuga. Adiós Polanski, mucho gusto en conocerlo.

Nos subimos en carros separados. Damos unas vueltas hasta llegar por una calle paralela al puerto donde Viggo baja y la gente lo reclama. Estamos pegados al casino que está incrustado al Palais donde se desarrolla el festival. Es raro que el casino y el cine estén unidos como siameses. Bueno, la cosa es que bajamos todos de nuestros respectivos autos y comienza el griterío… Todo por ver si aparece una estrella, poco por la película en sí, parece. Vi dando sus vueltas por el complejo a Steve Carell, Ryan Gosling, Robert Pattinson, John Cusack, David Cronenberg, Julianne Moore, Mia Wasikowska y otros más de los que no recuerdo el nombre. Dan cierto color al día de nuestra fiesta con Jauja, un día increíble para sacarnos fotos por un rato al aire libre, soleado y con poco viento. Al llegar al mostrador donde están las dos plateas de fotógrafos, por detrás y delante de nosotros empieza la lluvia de gritos y flashes. Poco me importaba, la verdad, y me concentré en observar el trabajo de Viggo, Ghita, Viilbjørk, Fabián y Esteban Bigliardi, hasta que me tocó posar con Viggo. Él, claro, ya había sacado su bandera de San Lorenzo para la ocasión.

Me acordé de la Patagonia donde habíamos filmado, de cómo dormíamos afuera y de las noches que pasábamos. De cuando en cuando se me escapaba una mirada al costado donde todavía estaba siendo fotografiada Monica Bellucci con un infartante vestido rojo con lunares negros. Me encanta Monica. Viggo la saluda. Es… Es mi productor, pensé. Genial. Es sólo cuestión de tiempo, la voy a conocer. Luego, desde Buenos Aires, me voy a arrepentir, porque nunca más volvimos a verla. Cannes es así. Nos acomodan de diferentes maneras, haciendo grupitos mezclados entre la comitiva de Jauja, primero unos, luego otros. Fin del photocall.

Seguimos en caravana a un almuerzo especial donde me quedo a solas con Viggo y Ghita por unos minutos en una especie de restaurante llamado Agora, dentro de una gran carpa pegada a la playa. Al rato se nos acerca Alberto Barbera, el director del Festival de Venecia. Lo saludo y enseguida comenzamos una charla muy amena con Viggo sobre los festivales en general. Los de Venecia, Cannes, Toronto y otros. Lo interrumpo de repente y le pregunto si no puede invitarme de jurado a Venecia, que no quiero venir más al de Cannes. Me mira un poco perplejo. Le contamos unos cuantos chistes, y entonces nos dice que sería genial lo del jurado y que también quiere invitar a Viggo. Viggo dice que no le gusta juzgar el arte. Nos seguimos riendo hasta que llegaron los daneses Mads Mikkelsen y el director Kristian Levring, con el cual rodó The Salvation, un western danés que se muestra fuera de competencia acá en Cannes. Me distraigo tomando un poco de vino mientras Ghita, Viggo y los otros daneses se ríen y la pasan como en casa.

Al rato nos vamos a sentar para almorzar juntos y picar algo sentados. Es un buffet y salgo, plato en mano, a servirme algunos tomates y un pedazo de pan. Me sorprende que el mismísimo Thierry Frémaux, el seleccionador del festival, esté a mi lado. No hablo, quedo estupefacto, y se produce un silencio complejo. Un silencio que envuelve un montón de idas y vueltas… Las sugerencias de su parte con respecto a la película semanas atrás, mis reacciones. En fin, las rarezas de un director de festival. Seguimos sin hablar, y me doy cuenta de que no puede ser de otra forma, de que no puedo hablar si no tengo afinidad en un momento dado con la persona que está frente a mí. Su francés sale a la luz, escucho bon appétit y poco más.

Va a ser un día de lo más largo. Recién son las 2:15 cuando pasamos a dejar en manos de Esteban Bigliardi a nuestra gran Ghita Nørby. La va a llevar al bar del Majestic mientras Viggo y yo corremos a nuestro departamento a empilcharnos para el estreno. Pedimos disculpas y decimos que volveremos enseguida, y Bigliardi nos grita en inglés en medio de La Croisette: “Get out of here, you bastards!”.

Nos da risa, pero no hay tiempo de festejarlo tanto. Salimos corriendo a nuestra guarida para cambiarnos y encontrar a Fabián, mi mujer Coca, mi hijo Román y Julieta, que nos ayuda a cuidarlo.

 

FABIÁN, 18 DE MAYO

Viggo, que es un mandril con el culo rojo (en su caso, rojo y azul) que no para un minuto, ya está levantado desde temprano. Tomamos mate mientras nos vestimos para el photocall, y entonces vamos hasta un hotel inmenso donde están entrevistando a las actrices danesas. Hay gente que habla en muchos idiomas en el cuarto, camarógrafos, un maquillador, gente de la tele escandinava. Yo practico esperanto. Es decir, hablo lentamente en español para que me entienda todo el mundo. Cuando salimos del hotel me choca alguien en el lobby, un enano que pasa corriendo. Es Roman Polanski, que corre más rápido que Angelito di María. Afuera Stallone está subido a un tanque promocionando una nueva película. Supongo que promocionar un tanque de Hollywood arriba de un tanque es tautológico. Viggo me dice que le va a decir a todo el mundo que soy el Duque di Casla, un productor especializado. Tengo puesto un traje claro, anteojos oscuros, un pañuelo en la garganta. Cannes, en las calles, está repleta de James Bonds. Subimos a un auto, bajamos para que nos fotografíe una pila de fotógrafos. Sacamos una bandera del Ciclón que Viggo lleva a todos lados. A la gente le llama la atención que hagamos eso, pero no les llama la atención la larga fila de fotógrafos gritando “Viggo, Viggo, Viggo, mirame a mí”, ni las personas paradas en bancos de plástico desde temprano para ver a las celebridades, ni la estupidez de la alfombra roja, ni que las películas sean examinadas por un jurado y puntuadas como eventos deportivos. Viggo y yo les parecemos dos payasos. Cannes y su parafernalia se entiende, nosotros no.

 

VIGGO, 18 DE MAYO

Cuando teníamos que ir a buscar a Ghita y Viilbjørk en el Carlton para ir al photocall, no podíamos entrar porque había miles de personas viendo la llegada de Stallone, Mel Gibson, Schwarzenegger, Banderas y otros compañeros de la película de acción The Expendables en esos tanques militares que mencionaste, Fabián. Tuvimos que esperarlas afuera, alejados del perímetro de seguridad construido para esos locos. Luego me entero de que gastaron un millón de dólares en la promoción para este día en Cannes de The Expendables. Con eso podríamos haber rodado dos o tres Jaujas más. En fin, todo es relativo, como quien dice. Entramos en un bar frente al hotel para esperar a Ghita y Viilbjørk, y ahí encontramos un cuadro hermoso, con los colores del Ciclón y tres ciervos algo nerviosos que perfectamente podían ser nosotros tres en Cannes. Le saqué una foto y apunté que se llamaba La somme de nos amours (“La suma de nuestros amores”):

Finalmente salieron las danesas y pudimos ir al photocall y a ese almuerzo con algunos de los otros participantes, incluso Polanski, Almodóvar, Mikkelsen y unos chinos a los que no conozco. Después corrimos Lisandro y yo a cambiarnos para la première. Nos reunimos en el bar del Majestic con todos los nuestros para esperar los autos oficiales que nos iban a llevar a la proyección. Los productores mexicanos aparecieron con tragos de mezcal en bolsitas de plástico. Tomamos varios, por cortesía. Tiene un buen sabor el mezcal. Llegó la hora. Como consuelo (creo) por no estar en la primera categoría de la competición, Thierry Frémaux le ha otorgado permiso especial al equipo de Jauja de hacer su entrada a lo grande por la alfombra roja del Palais, como hice otras veces con Cronenberg y Walter Salles en la selección oficial. Muy lindo el gesto de Thierry, un inesperado honor. Al final no llegan nuestros autos y decidimos ir a pie. Mejor, en realidad. Hay cantidad de fotógrafos, brilla el sol. Fabián y yo sacamos nuestro cartelito y, poco a poco, subimos a ser recibidos oficialmente por Frémaux. Muchos aplausos. La música es de una canción que grabé con el extraordinario guitarrista Buckethead, una que no usamos en la peli. Ponerla para la alfombra roja fue idea de Lisandro. La canción es linda, nos tranquiliza.

Entramos en el Palais y nos mandan por un pasillo a la sala contigua, la Debussy. Esperamos un ratito, algo ansiosos, mientras admiramos una hermosa foto hecha por Guadalupe de Lisandro en La Lobería, que colgaron en el lobby al lado de los otros directores que compiten en Un Certain Regard:

Finalmente nos invitan a entrar en la sala de proyección. Frémaux habla de su aprecio por el cine argentino, y nombra al presidente del jurado, Pablo Trapero. Después presenta a nuestros productores y, finalmente, a Lisandro, Fabián y a los actores. Thierry me pasa el micrófono diciendo que soy productor de la película. Se lo ofrezco a Lisandro, pero él me indica con un cabeceo que hable yo. Quiero decir que, pase lo que pase con el jurado y la prensa, nuestra película y el trabajo de Lisandro demuestran claramente que Tarkovski no está muerto, pero arranco con “Queremos la copa, así de sencillo”. Casi nadie entiende a qué me refiero, y los que sí pensarán que soy un pelotudo. Fabián y Lisandro se ríen. Pienso que debería hablar de muchas cosas importantes para subrayar lo que se ha logrado con Jauja, pero decido que no hay que explicar nada, y el arte nunca. Me conformo con decir que nuestro equipo internacional se siente orgulloso de presentar esta película y que, como todo este viaje se originó en la cabeza de Lisandro, él es el que debería decir algo sobre la película, si quiere. Nuestro director toma el micrófono y dice “Nada… gracias. I hope you will like our movie”. Así nomás, como debe ser. Tomo asiento entre mis compatriotas Ghita y Viilbjørk. La gente ríe varias veces, y los daneses los que más. Es que la película, además de ser hermosa y profunda, tiene un humor muy danés, seco e irónico. Dinesen es una especie de Quijote escandinavo. Al final hay un silencioso prolongado en la sala, y entonces empieza un fuerte aplauso. Ver la peli terminada de imagen y sonido por primera vez ha sido conmovedor, me siento muy orgulloso. Las actrices danesas la rompen en este cuento, los actores argentinos son maravillosos, la fotografía de Timo es de una terrible belleza, el ritmo de Lisandro es impecable y único. No hay palabras. Nos aplauden durante muchos minutos. Nadie se va de la sala hasta que decidimos irnos la familia Jauja. Lisandro saca una botella de mezcal que llevaba en el bolsillo de su saco y nos convida a todos mientras el aplauso disminuye. Él no quería ir con saco, pero le presté el mío. Coca, Fabián y yo quedamos contentos, porque Lisandro está guapo, como debe ser, y muy feliz. Ahora puede disfrutar del merecido reconocimiento público a su gran labor. Vamos a la fiesta, que está llena de gente que no conocemos, con su mojito o su champán. Antes de meternos de completo en el hervidero, decidimos ir a cenar algo en un comedor contiguo al bar con Coca, Lisandro, Fabián, Ilse y otros. Los que tienen esos teléfonos modernos miran los tuiteos y no sé qué otras cosas que te cuentan inmediatamente lo que se dice de cualquier cosa en cualquier parte del planeta. Parece que el boca-en-boca inicial con respecto a Jauja es casi unánimemente positivo. Varias personas que acaban de ver la película, incluso algunos periodistas, ya han escrito que Lisandro ha hecho una obra maestra y que la peli debería estar compitiendo por la Palma de Oro. Algunos dicen que es la mejor peli de todo el festival hasta el momento. Yo pensaba que Jauja iba a dividir la opinión mucho más, que la mitad de la gente iba a decir que es genial y la otra que es rarísima e incomprensible. Estamos muy contentos todos.

 

FABIÁN, 19 DE MAYO

Ayer pasaron la película. Fue una emoción intensa verla con mis seres queridos que son parte del equipo. La repercusión fue notable. Por la noche, hoy, con Viggo, nos pusimos a la madrugada, después de una cena que hubo, y una fiesta, a ver el partido del CASLA con Vélez en la compu. Perdimos y nos amargó la noche. Lisandro entró en nuestro cuarto para ver por qué estábamos gritando tanto a las 3 de la mañana. Zárate nos acababa de liquidar con otro gol. Lisandro nos sacó una foto con su teléfono, y entonces se fue de la cueva Cuerva y volvió a su habitación.

Mañana es mi último día en Cannes. Pienso mucho en ese día en que conocí a Lisandro y empezamos a pensar en hacer esta película. El cine es algo colectivo, demencial, son muchas vidas que penden de un hilo para que se pueda hacer una película, para que esto culmine bien. Ahora la película ya no nos pertenece y empezó su viaje sola. En la mente de los espectadores, en los festivales. ¿Y el Capitán Dinesen? ¿Dónde estará? ¿Y su hija? ¿Se habrá librado de Zuluaga? ¿Y los cabezas de coco? Todo continúa en la vida paralela.

 

VIGGO, 20 DE MAYO

Igual que ayer, esta mañana hicimos un montón de entrevistas con la prensa internacional. Los periodistas dijeron cosas muy positivas sobre Jauja. En las listas diarias de la FIPRESCI, la Fédération Internationale de la Presse Cinématographique, nuestra película está por encima de todas las de la categoría de Palma de Oro y de la nuestra, Un Certain Regard. Como dije antes de irnos al aeropuerto Fabián y yo, no me sorprendería que esta asociación le otorgara el premio de la crítica a Jauja. En cambio, veo poco probable que el jurado presidido por Trapero le dé algo a Lisandro. Ahora vuelo a Madrid, y ya me parece un sueño nuestro viaje a Cannes, tan imaginario y desequilibrante como la odisea de Dinesen. Ahora sólo quiero volver a casa, como nuestro Capitán —y como el de Homero: “Entonces decidí alzar mis súplicas a todos los dioses con la esperanza de que alguno de ellos me indicara la posible ruta para el regreso”.

 

LISANDRO, 23 DE MAYO

Acá estoy abrazado con otros directores luego de enterarnos de que no ganamos ningún premio en Un Certain Regard. En el otro extremo de la mesa está Abderrahmane Sissako, quien participó en la competición con una gran película que se llama Timbuktu. Él, lamentablemente, tampoco tuvo reconocimiento alguno de su jurado:

 

VIGGO, 24 DE MAYO

Fabián está de vuelta en Buenos Aires y yo en Madrid. Lisandro sigue en Cannes con su familia. Ayer los de la FIPRESCI nos premiaron como mejor película de Un Certain Regard, y las críticas y artículos que siguen saliendo en todos lados no paran de alabar el trabajo de Lisandro. Empecé a pensar que sí, capaz que el jurado lo habría premiado como mejor director, pero al final no le dieron nada más a Jauja. Los premios del jurado fueron a otras películas que habían recibido críticas bastante inferiores a la nuestra. Algunas probablemente son buenas también, qué sé yo…

Me acaba de escribir Lisandro lo siguiente:

“Insólito. Sobre el jurado no tengo palabras, pero les quiero escribir rápidamente sobre toda la admiración que tengo por ustedes como personas y artistas que son. ¡Voy a estar agradecido para siempre! ¡Estoy orgulloso de poder contarle a mi hijo ‘Ramón’ que trabajamos juntos en un mismo proyecto! ¡¡A la salud de nuestro trabajo!! Los quiero mucho”.

Lisandro me está hinchando las pelotas porque muchas veces me equivoco y le digo Ramón en vez de Román a su pibe. Su familia es de River Plate, aunque no le importa mucho el fútbol a Lisandro, y creo que me viene en mente el DT de los Gallinas, el ‘Pelado’ Ramón Díaz. No es justo que me equivoque así, y no sé por qué lo hago. El Pelado es un boludo egoísta y Román es un ángel. Bueno, espero que tu angelito esté respirando mejor, Lisandro, porque anoche me contaste que tiene alergia a algo allá en Cannes. Decile a Román que no se preocupe, que nosotros también tenemos un poco de alergia a Cannes ahora mismo. Un beso para él y para Coca. Fabián, por favor, dale besos a Guada y a Anita.

Queridos amigos, no importa nada lo del jurado. Me quedo con lo que publicó esta mañana el jurado de la FIPRESCI:

Jauja creó un original mundo imaginario con un paisaje de pasión, sueño y verdad interior”.

Lisandro Alonso

Lisandro Alonso (Buenos Aires, 1975) es director y guionista de cine. Ha dirigido los largometrajes La libertad, Los muertos, Fantasma, Liverpool y Jauja, que en total han obtenido una docena larga de premios en los festivales internacionales de Viena, Róterdam, Oslo, Karlovy Vary, Lima, Gijón y Cannes, entre otros.

Fabián Casas

Fabián Casas (Buenos Aires, 1965) es poeta y narrador. En su obra destacan los libros de poesía Otoño, poemas de desintoxicación y tristeza; Pogo; El spleen de Boedo y Horla City y otro; la novela Ocio; los libros de relatos Los Lemmings y Breves apuntes de autoayuda, y sus Ensayos Bonsái.

Viggo Mortensen

Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) es actor, poeta, fotógrafo, pintor y productor de cine. De origen danés, pasó su infancia en Venezuela y Argentina. Es mundialmente conocido por sus actuaciones en la trilogía de El Señor de los Anillos, así como en Una historia de violenciaLa carretera o Promesas del Este, película por la que fue nominado al Óscar.