Contenido

Gente de coleta

Modo lectura

El fresco ventarrón sacudido por un buen puñado de coletas que recorre España está dejando un careto de cartón a los popes del viejo régimen. La propuesta de Podemos derrite la gomina del peluquín de los predicadores de la derecha mientras que en la otra banda la falta de aliento está dejando el rosal como la mojama. Pero lo más curioso es comprobar cómo el estupor, y también el pánico, que están padeciendo los teleñecos de corbatón y pezuña dura les altera hasta tal extremo el ánimo que, siendo tan taurinos y amantes de la Fiesta como dicen que son, se refieren con tanto desprecio a “los de la coleta”. Su furia les traiciona, y también les ciega. El mensaje es que “los de la coleta” son la hez y los que pretenden despeñarnos al abismo. ¡Qué tiempos aquellos en que la coleta llegó a ser un símbolo de distinción español! A los toreros se les llamaba “gente de coleta”. José Redondo, El Chiclanero, llegó a clamar, en un ataque de soberbia: “Soy la primera coleta de España”, y se quedó tan a gusto. Pablo Iglesias no es torero ni de Chiclana, pero bien se le podría atribuir ahora ese honor. 

Los nuevos coletas están montando una faena de Puerta Grande. Otoño será la primavera de Podemos con la celebración de su Congreso fundacional con el fin de “ser la palanca de cambio en nuestro país”. Estamos a mediados de junio y un marco vetusto, la facultad de Filosofía de la Complutense, sirve para el renacer de una nueva ola política en España. En los desconchados muros, pintadas de añejo espíritu: “Tu piropo es un acoso”, reivindicación feminista que el mismo General Franco asumió en los ‘50 prohibiendo el piropo callejero a raíz de un grave altercado en la Gran Vía madrileña. Y en el friso de la fachada lateral: “República sí, pero de los trabajadores”, firmada por los CJC y una hoz y el martillo. A su lado, otra más inquietante: “¡Viva el Mal!”. Junto a la puerta principal, un hombre con voz cantarina reclama tras una mesa y entre un montón de hojas “¡una firmita contra un desahucio en Pintooo!”.

El sol abrasa, pero la asamblea se ha convocado a la sombra de unos robustos plátanos. El entusiasmo corre por la sangre del cerca de millar de personas venidas de toda España que se van arremolinando en el lugar. Muchos coletas jóvenes conversan en corrillos, pero la mayoría de los asistentes son más bien talluditos, desencantados que buscan un camino que vuelva a hacerles vibrar el corazón. Una humilde tarima flanqueada por dos viejos altavoces hace de escenario para la intervención del equipo estelar de Podemos. Todo es tan precario… Hasta conmueve la furgoneta que suministra la asistencia técnica con su identificación en la puerta trasera: Producciones Aparicio. Organización de eventos, discoteca móvil, orquestas.

La fe mueve montañas y el buen rollo se palpa entre el personal, aunque a unos metros advierto el tenso diálogo que mantiene Juan Carlos Monedero, uno de los ideólogos de Podemos, con un reportero de Telemadrid al que acusa de hacer periodismo basura y de manipular las informaciones sobre el movimiento. Esa actitud a la defensiva contra parte de la prensa no le gusta nada a Raúl del Pozo, el Gay Talese español, que toma notas a pie de calle como un joven principiante sobre el acontecimiento.

—En eso se equivocan —me comenta el veterano periodista—, deberían pasar de ellos e ir a lo suyo.

—¿Cómo ve Podemos?

—Es normal que haya surgido esto.
El sistema está podrido y a los millones de parados y sueldos miserables se une un esclavismo intolerable. Esperemos que no haya estallidos sociales, eso sería peligroso.

—¿Hacia dónde derivará este proceso?

—Creo que desembocará en un partido clásico; es necesario y lo que deberían hacer. Pero tiene buena pinta.

Y en eso llega el comandante, Pablo Iglesias, el primer coleta de España. El personal le recibe con una atronadora ovación. Sobre la tarima se impone su verbo de mesías, despliega sus argumentos con la fluidez y firmeza de aquellos líderes universitarios de las asambleas de ayer. A su brillante intervención pone broche un octogenario que brinda a los asistentes una canción entusiasta que acaba de escribir. Al concluir, no me resisto a acercarme a su lado. Dice que se llama Eufemiano y que fue franciscano y, después, alto ejecutivo de una empresa de postín. Su situación económica es muy buena y desea regalar una finca de 60 hectáreas que posee en Guadarrama, una nave urbana y dos casas, todo valorado en más de dos millones de euros, para que se destine a una residencia de ancianos con escasos recursos. Y se lamenta porque se lo ha propuesto al padre Ángel, a Cáritas, a la Casa de Misericordia de Pamplona y a no sé cuántas instituciones más, y todos se lo han rechazado. No doy crédito. El hombre se muestra emocionado con Podemos:

—Jesús también tenía este sentimiento. Yo nunca he votado, pero ahora votaré a Podemos porque nos ha devuelto la ilusión de vivir con dignidad.

La jornada se desarrolla en un ambiente festivo y pacífico, y en las distintas asambleas que se van sucediendo los miembros de la organización sudan la gota gorda para tratar de complacer a todo el mundo en su ansia por participar. Los medios técnicos no pueden ser más precarios y la asamblea sobre formas de comunicación y coordinación no acaba de salir redonda porque falla, precisamente, la herramienta prevista para la comunicación entre los asistentes, que es el micrófono inalámbrico. Entonces, se aparta el micro y a tirar de garganta, faltaría más. “¡Fuera desperdicios!”, que dijo el torero Manuel Domínguez al arrancarse el pedazo de ojo que le quedaba colgando de la cuenca tras recibir un cornadón en el ruedo.

En este principio de viaje de Podemos hay alboroto y polvareda, la energía de la gente les ha atropellado, pero ésa es la fuerza, su palanca para cambiar las cosas
—como ellos predican—, para recuperar la esperanza de vivir con dignidad. Su potencia se basa en los Círculos, en las bases de organización que en cada rincón de España dan sentido a la causa. A lo mejor al círculo toca cuadrarlo, y en eso están. Un soplo de aire fresco recorre España, que se abran las ventanas y saquemos pecho por si las moscas. Y ahora, a lucirse. Y no os cortéis la coleta, de momento.

Germán Pose

Germán Pose es periodista y escritor. Ha trabajado en prensa, radio y TV. Es autor del libro ¡Rafa, no me jodas!