Contenido

Negociar con la muerte

El tráfico mundial de tejidos humanos
Negociar con la muerte 01Negociar con la muerte 02
Modo lectura

El 24 de febrero de 2012 las autoridades ucranianas encontraron, en el interior de un minibús blanco, huesos y tejidos humanos metidos en neveras. Hallaron también sobres con dinero en efectivo e informes de autopsias redactados en inglés. Meses después, el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) documentó que aquel descubrimiento no era la obra de un asesino en serie, sino parte de una ruta internacional de tráfico de productos medicinales y dentales de uso habitual en todo el mundo. Cuando fueron incautados, esos restos mortales viajaban desde Ucrania a una fábrica en Alemania, que a su vez pertenecía a una compañía estadounidense que se encargaba de su distribución desde Florida.

Los tejidos humanos extraídos son usados en la producción de coberturas para las úlceras de los diabéticos, en la reconstrucción de ligamentos, alargamientos de pene, injertos de huesos, tratamientos de la incontinencia urinaria, ortopedia de la médula espinal, trasplantes a quemados severos, reemplazo de válvulas cardíacas, reconstrucción de nariz, implantes de córnea, relleno de arrugas, implantes dentales y reconstrucción de mamas tras una mastectomía.

Pero ¿cómo se obtienen los tejidos? ¿Son informadas las familias de los supuestos donantes? ¿Y los pacientes que se benefician de esos tejidos no artificiales? Durante ocho meses, el ICIJ rastreó por 11 países el recorrido de los “muñecos humanos destripados”
—como califican los investigadores a los cuerpos vaciados de todas sus partes reutilizables— para concluir que la urgencia de hacer dinero con los muertos prima sobre las buenas intenciones del sistema de donaciones tradicional, que monitoriza los órganos para garantizar su buen estado. De un cuerpo sano se pueden percibir entre 80.000 y 200.000 dólares.

La paradoja de Teseo —la hemos visto con Ray Kurzweil: cuando a un objeto se le reemplazan sus partes, éste sigue siendo el mismo— hace posible rentabilizar la muerte humana en un negocio que va a más. La industria que permite ver a los ciegos (mediante trasplante de córneas) y caminar a los discapacitados motrices (reciclando tendones y ligamentos para reparar rodillas) se ha duplicado en la última década. Y se concentra en EE.UU., donde se estima que se venden cada año dos millones de productos derivados de tejido humano. 

Mónica Serrano

Mónica Serrano (Cádiz, 1986) es infografista e ilustradora. Sus trabajos han sido publicados en el Corriere della Sera, el Courrier International y Público, entre otros medios. Vive en Buenos Aires.

Introducción de Carla Fibla