Contenido

Máscaras y hojas de parra

Modo lectura

Entrémosle al asunto con una cierta urgencia antes de que el tema nos desborde, ¡hay tanto material de donde elegir! Digámoslo sin ambigüedades: de lo más ínfimamente cursi a lo más bufo, parece que los periódicos y revistas, las declaraciones de los famosos, la publicidad y el autobombo de los políticos van cumpliendo alegremente con aquello que observaba el filósofo español George Santayana en su librito de soliloquios escrito en Inglaterra, en donde quedó atrapado en plena guerra, entre 1914 y 1921. Con su acerada parsimonia de paseante solitario se va fijando en todo y cae en la cuenta de que nuestra naturaleza social es, ni más ni menos, que el carnaval. A mí me parece de lo más certero. Escribe: “En este mundo hemos de instituir formas convencionales de expresión o, si no, fingir que no tenemos nada que expresar: la elección es entre una máscara y una hoja de palmera”.

Me apresuro, como decía arriba a brindaros unos ejemplos, nada elegidos al buen tuntún, de esas máscaras y palmeras de las que nos advierte Santayana.

*

“Roban la caca hinchable de tres metros en Torrrelodones.”

Este suelto apareció en una esquina de un periódico de ámbito nacional, afortunadamente sin ilustración gráfica, para que el drama no moviese a la cuchufleta general. La caca en sí, para empezar, me parece corta; su precio, en cambio, 3.800 euros, inadmisible. La melonada ésta forma parte de una campaña para que los viejos y viejas artríticos (digo yo) se deslomen recogiendo los excrementos perrunos, mientras que a los barrenderos se les siguen acortando los salarios.

La cosa la promovía el ayuntamiento de Torrelodones, que desparramaba por el bello pueblecito, ya arrasado por la corrupción, unas cacas ovoides más pequeñas realizadas en cemento. Si te hacías una foto con ellas y las subías a la ¿hinchable?, te obsequiaban con una camiseta. Si encuentran la “caca madre”, propongo con toda humildad que sea donada al Museo Reina Sofía. O, si no, al de la ciencia de Jorge Wagensberg, un tipo con humor.

*

“En casa me inculcaron el surf desde niña.”

Declaración de una estrella española al ser preguntada por su educación.

¿Inculcar? ¿Pero no eran la moral, la buena educación, la higiene, los hábitos de lectura y al amor a los animales? ¿Inculcar el surf, la depilación brasileña y el alisado japonés? ¡Courage!

*

“Prestar interior mujer.”

Aparece en una lista, inserto en un suplemento económico, alineado junto a cosas tan dispares como “Agua mineral”, “Libros escolares”, “Tomates” , “Bomberos”, “Cucharillas de neopreno”, etc., etc. La lista nos ilustra sobre cuáles son los servicios y artículos de uso común —¡yo no tengo cucharilla, caray!— que (ya no me acuerdo) han subido o bajado de precio esta temporada.

¿Prestar interior mujer? ¿Es una errata o significa vagamente que el oficio de macarra se va estilizando a medida que el sufrimiento de las esclavas sexuales sube?

Si es un anuncio elusivo, malo; si es neorrealismo de sauna, antiguo.

*

“Recuerda: frases simples e ideas subordinadas.”

Estupendo dibujo de El Roto. Desgraciadamente me recordó que la “consigna” en algunas empresas periodísticas de última hora (eso seguro a este paso) es precisamente ésta, pero peor redactada: “Queremos productos simples”. Productos es como se llama ahora al humilde periódico. ¡Volvamos al papelón de quisquillas!

*

“Redefine el futuro de tu pelo.”

Se trata de una publicidad de una crema compuesta por micropartículas sedosas que, desde tu niñez, convertirán tu cabello en “un sueño”. A mí me bastaría con que algunas se desembarazaran definitivamente no sólo del “pelo de la dehesa”, sino que no se hicieran ilusiones respecto a un futuro inimaginable si se insiste con esta mezcla de máscara y hoja de parra.

*

Nota bene:

“El maquillaje fija los trazos de la muerte; la adelanta” (José Bergamín).

 

Dibujo de Fátima de Burnay.
La autora del artículo y el historiador y crítico de arte Ángel González García fotografiados por © Luis Asín.