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II

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Colonoscopia, la palabra es bonita a pesar de todo.

Cabaña de los Hernández, una pequeña cantina junto a una gasolinera en Xalapa, estado de Veracruz, México.
Uno de los chicos de la barra es del Madrid, el otro del Barça, y tan amigos. A uno lo llaman Messi, porque lleva messiymedio, sin dar un palo al agua. Nos reímos. A veces los amigos están muy lejos, hasta que viajas y los encuentras.

28 CADÁVERES EN GUERRERO.
Los encontraron esparcidos en tres fosas comunes.
Fosas comunes. ¿No lo son todas?
Desgraciadamente habrá más.
Creer en Dios es un prodigio que no nos acontece a todos.

Al hablar con una mujer creo haber comprendido algo, al hablar con otra me confundo.

Las mujeres son las cosas más curiosas del mundo. No sé qué más decir al respecto, sólo eso: las mujeres son las cosas más curiosas del mundo.

Soy chaparrito, así que puedo decir con la cabeza no muy alta que no me arrepiento de ninguno de mis besos.
Ni me enorgullezco de ninguno de mis actos.

Me muevo despacio, me sobra el tiempo, literalmente. Con lo ya vivido tenía más que suficiente.

No construyamos una solución que supere en tamaño al problema. Esto vale para Cataluña, para España y para Zambia.

Entre el ruido se escribe mejor, por eso un bar. En el silencio sólo se te escucha a ti. Y tú no tienes nada que decir.

Al final quien insulta vive con el veneno del insulto mucho más tiempo que el insultado.

Cuando muere uno de una enfermedad famosa todo el mundo se inquieta, a nadie le importan ya las enfermedades corrientes.

Sobre el amor: ¿cómo me vas a regalar algo que ya he robado?

Patria. Qué palabra. Destruye voluntades y construye cárceles.

Cuando una niña de cierta edad te mira, vuelves a nacer. Sobre todo si suspende la mirada más tiempo del necesario.
¿Vanidad o buen juicio? En cualquier caso es su poder, no el tuyo.

“El progreso gris sigue avanzando.” Roberto Bazlen.

Bazlen escribió un libro prodigioso que no está acabado. Ningún libro debería estarlo. 
Sólo las impresiones son fértiles, que decía Smithson.

Una hora corta y larga. Larga mientras la espera, corta frente a la acción necesaria. ¿Qué hacer con  sólo una hora?
Dejarla pasar.

SE MUERE AL CAER DE UNA HAMACA.
Diario de Veracruz. En portada.
Probablemente ya estaba muerto, mucho antes de caer.

ESTRELLAS MÁGICAS LE INFORMAN DE QUE NO TIENE SUPERPODERES. El mismo diario, también en portada.
Resulta que unas estrellas se convirtieron en ángeles para convencer a un tal don José con delirios de chamán, de que finalmente no tenía ninguna capacidad sobrenatural, y de que todas y cada una de sus visiones no eran más que meros inventos.

Quien habla consigo mismo, siempre discute.

¿Para qué quiere uno tener razón si luego no sabe qué hacer con ella?

Dentro de cada uno hay un enemigo de todos.

En los hospitales: ¿por qué nos importan algunos y no los demás?

En los cementerios: ¿por qué escogemos algunos nombres para dejar nuestros silencios, falsamente graves, y nuestras flores, falsamente frescas?

Sólo hablamos de dinero, a veces decimos amor, para soñarnos distintos a los avaros.

Fui feliz al acompañar a un amigo a su colonoscopia, cuando la enfermera me citó como familiar cercano, supe que por fin era su hermano.
Por si a alguien le interesa, los resultados fueron negativos, es decir, positivos.

Al volver de México comienza el frío, en Madrid el otoño mezcla mi tequila con gotas de lluvia. En cualquier caso, nunca fui un gran bebedor de tequila. La amistad, en cambio, reconforta. Al fin y al cabo, tanto a la ida como a la vuelta, el destino de todo viaje son los otros.

Más días en hospitales, más amigos heridos. Todo va a ir bien, me digo, y luego lo repito una y otra vez, como si fuese una canción que aún necesito aprender. Uno se tranquiliza muy mal a sí mismo, para esa difícil tarea, una vez más, están los otros.

Quien convive con la libertad se siente también culpable de cada accidente.

De pronto tengo la sensación, que no la certeza, de que la felicidad nos espera, sin mirar siquiera el reloj, pacientemente.

Obligar a una incertidumbre a convertirse en certeza quiebra las leyes fundamentales del universo, entregarse a la desazón sin resistencia, también.

Cuando era joven me imaginaba, ahora, tristemente, me reconozco.

Tal vez no haya que dar de comer a los elefantes, pero tampoco estaría bien robarles la comida.

De tanto cruzar los dedos, mi médico piensa que tengo artritis. Parece que ya casi nadie cree en la buena suerte.

 

Imágenes: El Graff Zeppelin sobre Pernambuco, La Reina de las Islas, El firmamento nos dice y El regreso, de Dis Berlin