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El 12

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El 12 tiene tres momentos benjaminianos. Los protagonizan Eva Perón, Manuel Gutiérrez de la Concha, Marqués del Duero, y José Rizal.

El primero es en la confluencia de Ortega y Gasset, antes Lista, Francisco Silvela y Cartagena. Tres calles con fuerte personalidad que se juntan bajo la vigilancia de Evita que se esconde en el parque de su nombre. Una mirada argentina que recorre la calle y la vida de José Ortega y Gasset. Frente a Evita el 12 se cruza con el 1 y ambos llevan a Cristo Rey en la frente porque volverán a coincidir en la plaza de ese nombre. Todo se conjura para que Madrid no entienda a Evita.

El segundo en la plaza del Doctor Marañón con la estatua del Marqués del Duero dirigiendo el tráfico, aunque ya nadie sepa quién es, ni le quede como a Alberto Lista el refugio de una estación de Metro. Héroe de la tercera guerra carlista, levantó el cerco de Bilbao y sus restos reposan en el reducto masónico que es el Panteón de Hombres Ilustres. Curiosa coincidencia la de Ortega y Marañón desplazando del callejero a dos personalidades del liberalismo decimonónico con pocas simpatías entre el franquismo. Tras la foto del Marqués del Duero se puede apreciar la casa en la que vivió Marañón y que es ejemplo de la idea madrileña de confort que puso en boga Gutiérrez Soto.

Por último José Rizal, uno de los mejores escritores en castellano de la segunda mitad del XIX, congelado en un monumento sin gusto al que el Ayuntamiento ha colocado enfrente un centro deportivo de color verde bautizado como “Go Fit”. No se sabe si para recordar que en las islas filipinas se habla inglés o para hacer rabiar al Instituto Cervantes y demostrar que, al menos en Madrid, el español está en franca decadencia.