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Las relaciones de poder ya no se pueden medir a escala humana
Una conversación con Armen Avanessian
Dibujos de Andreas Töpfer
Nos encontramos con el filósofo Armen Avanessian (Viena, 1974) en el Café Bravo del Kunst-Werke Institute for Contemporary Art (KW), una estructura de cubos de cristal construida por Dan Graham. El KW fue la primera de las sedes de la Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, marco en el que Avanessian presentó inicialmente DISCREET, The Intelligence Agency for the People, una agencia de “inteligencia” entendida como herramienta política, es decir, no como investigación o información recolectada porque sí, sino con el fin de actuar, tal y como las usan los gobiernos: para producir acciones (cambios) que trasciendan. Algo muy distinto, por ejemplo, a WikiLeaks, que según Avanessian “provee un montón de información y no sirve de nada”.
Autor de referencia del llamado realismo especulativo dentro de la filosofía contemporánea, con una media docena de libros publicados, algunos de ellos con versiones en inglés como Present Tense. A Poetics (coescrito con Anke Hennig), Speculative Drawing (con el ilustrador y ensayista visual Andreas Töpfer) o Irony and the Logic of Modernity, el austriaco es un filósofo al que no le agrada demasiado abordar teorías “abstractas”. Como buen germano, es un teórico muy práctico. Antes de comenzar la entrevista, aclara que no está interesado en charlar solamente sobre DISCREET, sino que le gustaría aportar una visión más amplia sobre el rol de la teoría filosófica y política que también explora el umbral que comparte con el arte en tanto acción y práctica. Y hacia allá vamos.
María Muñoz Para contextualizar y comenzar nuestra conversación, describes DISCREET como una para-agencia de inteligencia modelada a través de los servicios secretos existentes. En la presentación se puede leer: “¿Puede un pequeño grupo de individuos con diferentes y limitadas formas de conocimiento encontrar respuestas a los problemas en un mundo donde las relaciones de poder ya no se pueden medir en la escala humana? ¿Es éste el nacimiento de un nuevo actor dentro de lo que ha sido el no libre mercado de los proveedores de servicios secretos?”. Y las respuestas son…
Armen Avanessian Bien, creo que podemos. Durante la residencia de tres semanas en la Bienal de Berlín nos reunimos expertos renegados de los campos de las artes, la teoría, la tecnología, la política, el derecho, el hacktivismo y las finanzas para analizar y reelaborar algunos de los códigos básicos del siglo XXI, como la post-soberanía estatal, el feudalismo financiero global o los nuevos regímenes algorítmicos, con el fin de establecer las bases del programa de un servicio de inteligencia de código abierto que existiría en una sociedad posterior a la (actual) guerra contra el terrorismo. El objetivo precisamente es acabar con este estado de emergencia permanente y con la guerra contra el terror.
M. M. El punto de partida es la relación que existe desde hace mucho entre el mundo del arte y la filosofía política. Pero el proyecto en sí, ¿va a continuar?
A. A. Desde luego. Como digo, esta intervención ha sido el trampolín de lanzamiento, la incubadora del proyecto. Los participantes ya están trabajando en el impacto del mismo en sus proyectos individuales o en pequeños grupos, y quiero que en la próxima etapa se involucren comunidades locales. Este primer encuentro internacional ha sido muy valioso, pero ahora lo que me interesa es traspasar el conocimiento y actuar con comunidades locales. Por ejemplo, ¿qué pasaría en España? Me gustaría encontrarme con gente, por ejemplo, en Barcelona, y discutir lo que se debería hacer allí, traspasar saber, experiencias y conclusiones para compartirlas con activistas, artistas, teóricos políticos, hackers, etc. localmente. Sería un paso muy interesante, porque no se trata de dar un discurso, sino de poner los pies en el suelo y que trascienda. Es necesario repensar de qué modo la teoría puede ganar tracción, cómo cierto deseo y ciertas ideas políticas pueden hacerse realidad y quién sería el agente del cambio, quiénes pueden actuar en el siglo XXI. De nuevo, cuando hablo sobre comunidades locales, ya sea en Madrid, Marrakech o Kuala Lumpur, es crucial colaborar localmente para poder impulsar la agenda y comenzar a funcionar; no solamente producir teoría.
Una de las claves de la idea primigenia de DISCREET como agencia es que la “inteligencia” es información básica que se reúne o recolecta con el fin de actuar. Es diferente a la investigación o al activismo en sí mismo. En general e históricamente, las agencias de inteligencia que conocemos recogen y suministran información a un gobierno, un rey o un presidente con el fin de que estos puedan actuar. Nos debemos preguntar qué es “inteligencia” en el siglo XXI. Me explico: todos sabemos suficiente, pero incluso sabiendo todo lo que sabemos las cosas no cambian; como ejemplo tenemos a WikiLeaks, que provee un montón de información y no sirve de nada. Necesitamos trabajar en la diferencia entre información e inteligencia y esto no puede venir desde arriba hacia abajo, se debe tratar a nivel de la población.
M. M. ¿Cuáles son las ideas filosóficas que os llevan a acometer contra esta era en constante estado de emergencia, era de vigilancia y control? Quiero decir, Deleuze a través Foucault explica el paso de las antiguas sociedades de soberanía que operaban con máquinas simples como palancas, poleas, a las sociedades disciplinarias posteriores equipadas con máquinas energéticas, con el riesgo pasivo de la entropía y el riesgo activo del sabotaje. En la actualidad, las sociedades de control actúan mediante máquinas informáticas y ordenadores cuyo riesgo pasivo son las interferencias y su riesgo activo es la piratería y la inoculación de un virus. Supongo que ahora este riesgo se convierte en nuestra salvación. No es solamente una evolución tecnológica, es una mutación del capitalismo: para ganar y ganar más, hay que controlar. ¿El control no es intrínseco a la existencia de un colectivo de gente al servicio de otro/alguien/lo que sea?
A. A. Primero me gustaría insistir en que la Agencia de Inteligencia para la Gente no está únicamente formada por filósofos. Se trata de una academia expandida: artistas que con sus trabajos expusieron sus ideas al respecto y también comisarios con un buen respaldo teórico que forman parte del desarrollo conceptual. Volviendo a la sociedad del control, y con respecto a esta teoría, no soy totalmente consciente de si la usamos o no en nuestros planteamientos. En cualquier caso, la teoría ahora es bastante diferente de la de hace veinte años y me enfocaría en la producción de datos masiva. Creo que vivimos un paradigma que está causado y desencadenado por este nuevo entorno de comunicación socio-tecnológica y por la digitalización. Todavía no hemos comenzando a entender de qué se trata y lo que significa para la sociedad, para la política o para la democracia, incluso para la distribución de imágenes (entre las que incluyo al arte) o para la filosofía…
Este sería un poco el background y la reclamación que hace DISCREET: poner en perspectiva el hecho de que este nuevo paradigma tecno-político tiene su énfasis en la información, en los datos, que estos son realmente los recursos importantes del siglo XXI. La cuestión ahora es decidir qué jugadores o, como decíamos antes, qué actores están realmente cualificados para lidiar con este importante recurso. En la actualidad, la respuesta es clara: los actores son básicamente las compañías de Silicon Valley: Facebook, Amazon, Google, etc., y las agencias de inteligencia. El problema es que las agencias de inteligencia existentes no están legitimadas democráticamente, no está claro lo que hacen, cómo y para quién lo hacen, para qué autoridad y en favor de quién. Por eso es muy importante, repito, trabajar el concepto de información versus inteligencia.
Las agencias de inteligencia pueden actuar, saben cómo actuar. Históricamente la izquierda ha estado demasiado preocupada en abolir las agencias de inteligencia, o no tomándolas en serio, o solamente considerándolas fuera de la lógica. La idea de la izquierda política actual en la que me sitúo es paradójica. Quizás no tenemos que abolir las agencias sino aprender de ellas: cuáles son las técnicas, cómo se equipan, qué saben sobre la información o qué información se convierte en relevante con el fin de usar este aprendizaje en nuestra agencia de un modo que beneficie a la gente. La verdad es que no existe una alternativa, no existe una agencia de inteligencia de la izquierda o una agencia de inteligencia democrática. Hoy en día las agencias a veces trabajan juntas, otras veces pelean entre ellas. Como agencias me refiero tanto a las compañías de Silicon Valley como a las agencias de inteligencia conocidas como tal.
Vivimos en un mundo en terror; terror que fue declarado por las agencias de inteligencia existentes. Es cierto que hay unos pocos miles de extremistas, pero vivimos desde hace mas de dos décadas en este estado de terror. Es increíble: durante cuarenta años sufrimos la Guerra Fría, en la que había cientos de millones de los llamados comunistas. Cuando cayó el Telón de Acero, dichas agencias —probablemente para seguir subsistiendo— declararon la “guerra al terror”, así que por razones obvias esta guerra sólo puede ser concluida por otro tipo de agencia de inteligencia diferente. Ahí es donde entra DISCREET, y la cuestión más importante es cómo establecer esta nueva organización. En lugar de constantemente hacer crítica institucional nos deberíamos enfocar en crear estas nuevas instituciones.
Vuelvo a insistir en que para acabar con la “guerra al terror” no es necesario acabar con las agencias de inteligencia; en lugar de eso, queremos sugerir una especie de análisis comparativo para que se analice qué es una buena agencia de inteligencia, cuál es mala, cuál es realmente democrática y a qué se parecería.
M. M. Me parece que ha habido visionarios de la situación actual en la literatura, luego llevada al cine: Orwell, Huxley, Nolan y George Clayton Johnson o Zamyatin ofrecen esta visión distópica derivada de la vigilancia global, quizás no enfocada al mundo de los datos, pero donde está presente la manipulación y el constante control. ¿Tú crees que la sociedad actual ha alcanzado este nivel de distopía?
A. A. Bueno, personalmente no estoy muy interesado en el tema de las utopías o distopías, es demasiado abstracto para mí. Creo que tenemos que observar de cerca qué significa esta sociedad de la vigilancia y qué tipo de vigilancia tenemos. Cuando se habla de vigilancia, la mayoría piensa en cámaras de televisión de circuito cerrado e imágenes grabadas…
M. M. Yo me refería también a los datos.
A. A. A eso me refiero: ya hemos pasado el paradigma del panóptico, para usar un término foucaultiano, aunque todavía se usa, por ejemplo, si se quiere controlar cómo la gente conduce o los atascos o el tráfico, para que no llegue al centro de la ciudad. En el siglo XXI, aquí en Berlín, tú y yo, en el mundo occidental, ya no se trata de mantener a la gente al margen, ni de prácticas de inclusión o exclusión; el sistema de control ahora es diferente, los datos que producimos y que se capturan de varias maneras son monetizados o convertidos en dinero. La vigilancia de datos es lo que Suhail Malik y yo tratamos de analizar en nuestro ensayo Der Zeitkomplex. Postcontemporary (El complejo del tiempo. Postcontemporáneo)[i]: el tiempo presente esta cada vez más gobernado por el futuro, o sea, por predicciones de comportamientos futuros.
POSTCONTEMPORÁNEO, O EL COMPLEJO DEL TIEMPO
M. M. Pasemos, pues, al tema del “complejo del tiempo”.
A. A. Como decía, el futuro llega antes que el presente, el tiempo viene del futuro. Veamos el término Big Data, que se aplica a la masiva producción de datos, datos que generamos nosotros mismos como individuos y que algunas compañías usan no sólo para hacer predicciones estadísticas (en el sentido de especular con si esto pasará o no pasará), sino que han llegado a otro estadio y lo utilizan para producir un tipo de realidad paralela, para forzar nuestros deseos. El ejemplo que siempre usamos es el de Amazon, la compañía que ha llegado a cotas superiores. Amazon te envía información del producto que quieres incluso antes de que tú sepas que lo quieres; no sólo recomienda o predice, sino que produce otra realidad. Forman parte de ello todos estos fenómenos de personalidades preventivas o personificaciones preferentes[ii] —con derecho de prioridad— e incluso los reportes policiales planeados, como en la película Minority Report (Spielberg, 2002), donde la brigada pre-crimen predice los crímenes antes de que pasen. Si el algoritmo dice que cometerás un crimen, inmediatamente te conviertes en culpable incluso sin haberlo cometido. O las hermosas escenas de la anunciación, paradójicas en sí mismas, cuando aparece el ángel y la Virgen pregunta: “¿Me voy a casar?”. Y él contesta: “Ya estás embarazada”. A una cuestión se responde con una predicción o una anunciación; es un tipo de aprensión, en el sentido de un temor formado antes de la experiencia.
A consecuencia de esto, muchos tenemos la sensación de carecer de opciones de control de nuestro futuro. El futuro está automatizado y en el presente no hay nada que podamos hacer. Esto es lo que llamamos “postcontemporáneo” o “complejo del tiempo” y es un fenómeno que, por supuesto, también está conectado directamente con la digitalización y la producción masiva de datos como he indicado al principio.
M. M. Pensando en este comportamiento reglado me viene a la mente la figura del disidente, y pensando en la película Alphaville (Godard, 1965), en el disidente que ve a los ciudadanos de Alphaville como esclavos de las probabilidades. Hay teóricos que dicen que los sistemas sociales siempre responderán de manera impulsiva e impredecible si se suprime su derecho a actuar irracionalmente. ¿Sería esa irracionalidad, entendida como la imposibilidad de ser predecible de algún modo, equivalente a la disidencia en esta postcontemporaneidad?
A. A. Bueno, me estás preguntando dos cosas diferentes, creo: una es disidencia y otra, irracionalidad. En realidad no soy un fan de la irracionalidad y no creo en ella. El hecho de que haya cosas que no podemos explicar no significa que sean irracionales.
¿De qué tipo de irracionalidad estamos hablando en un paradigma universalizado de probabilidad? Quizás estás hablando de impulsos, no sé si racionales, pero que se pueden salir del sistema de predicciones o que pueden ser difíciles de predecir. Por ejemplo, entiendo el deseo como un impulso.
Mi opinión política, o filosófica si quieres, no me permite establecer cuál es la irracionalidad existente basándome en estos algoritmos de probabilidades que calculan todo para producir la realidad y donde la única disidencia es ser irracional o ser impulsivo. Diría que existe una forma de racionalidad probablemente equivocada, hay algo más allá de este modelo de probabilidad, quizás hay cosas que no se pueden explicar con probabilidades. ¿Qué pasa con los accidentes? Echa un vistazo al mercado de valores, todo este comercio, esta compra-venta de alta frecuencia está basada en cálculos de probabilidades, aunque parece no funcionar; al contrario, produce problemas, errores, accidentes y graves crisis financieras. Para concluir con este punto diría que hay una errónea implicación filosófica en la idea de la probabilidad: deberíamos ir más allá para dirigirnos al marco de la contingencia, donde autores como Elie Ayache están trabajando por ejemplo en esta idea aplicada al sector financiero.
Con esto no quiero decir que todo en este mundo deba ser súper racional, porque lleva a un tipo de dicotomía hippy que es peligrosa y que ha hecho mucho daño al activismo en sí. Los hippies no están de acuerdo con la homogeneidad de conceptos que ofrece el sistema: el Estado, los políticos, la ciencia, todo es demasiado racional para ellos, carece totalmente de espiritualidad. Su única manera de salir de ello es siendo irracional y aislándose en una serie de comunas en las islas griegas, pero no cambian el rumbo de las cosas, su acción o actitud no lleva a ninguna parte, todo sigue igual.
ACELERACIONISMO
Por otro lado, lo que sí que ha dado la vuelta al tema del fallo sociopolítico y económico ha sido la idea de aceleracionismo: plantearse que algo en esa racionalidad no es tan racional, que su ciencia o su economía no son muy científicas. El aceleracionismo augura el colapso del capitalismo y traza la línea de un posible futuro después de esa crisis definitiva[iii]. Haciendo uso de las nuevas tecnologías se trabaja sobre nuevas propuestas para implementar un cambio en el presente de acuerdo con una imagen positiva que tomamos del futuro. Nuestra tarea es desarrollar este nuevo tipo de cambio racional en la agenda filosófica.
Después de todo esto, quiero aclarar que no soy el que tiene todo el conocimiento, pero mis preferencias filosóficas, y también mis preferencias políticas, no se basan en la irracionalidad, sino en probar que esta llamada racionalidad no es tan racional. Como he mencionado con anterioridad, tenemos que romper con esta dinámica de creencia absoluta en la probabilidad. En sociedades de bienestar preventivo, dicha probabilidad se aplica a las finanzas, a los informes personales de la policía, al Big Data, a todo. La creación de personalidades preventivas se basa en deducir que a alguien que compró esto y esto le debe encantar esto otro también. Coloca a los ciudadanos en cajas de características similares: hombre, blanco, homosexual, heterosexual, europeo, categorizando todo. Éste es nuestro presente, basado en una especie de futuro automatizado que, además, no es futuro en absoluto. Deberíamos ser mas racionales y no dejar que esa racionalidad irracional o sin razón gane.
CONTINGENCIA
M. M. Me parece muy interesante el ejemplo de la bolsa: podría ser el ejemplo más claro de que con cálculos probabilísticos matemáticos el éxito y la ausencia de fallos están garantizados, sin embargo no es así. ¿Por qué se generan estas graves crisis económicas?
A. A. Honestamente, debo decir que los mismos economistas no entienden su sistema. Para la realización del libro Making of finance[iv] discutimos durante mucho tiempo con gente del mundo de las finanzas —que son los que producen este mundo en el que vivimos— con el fin de tener una visión más cercana al problema. Uno de estos personajes es el ya mencionado Elie Ayache, un tipo muy interesante que por un lado escribe programas para financieras de fondos de cobertura y, por otro, tiene ensayos que exploran la intersección entre la filosofía y las finanzas en los que trata el concepto de contingencia partiendo del filósofo Quentin Meillassoux. Simplificando, Ayache dice que para entender el mundo de las finanzas hay que abandonar el marco de la probabilidad y dirigirse al marco de la contingencia, o sea, incluir en el modelo la existencia de factores inesperados. El problema es que en finanzas todo “puede ser” racionalizado de acuerdo con la teoría de probabilidades, pero no se incluyen las disfunciones, los accidentes o errores. Históricamente, en filosofía existen las sustancias y los accidentes: la sustancia tiene que ver con lo real y las cosas accidentales son “accidentes”. Es hora de repensar que los accidentes son sustanciales, ya no sirve el pensamiento que clasifica lo uno como accidente y lo otro como sustancia, uno principal y otro secundario, sino que ambos son igual de importantes.
M. M. Antes hablábamos de que el recurso del siglo XXI es la información, o el tratamiento de datos, y que los únicos operadores globales reales son las potencias económicas de Silicon Valley: Google, Facebook, Amazon, Apple. Me pregunto si ellos reconocen o están al tanto de lo que su sistema de crecimiento exponencial de beneficios supone para la sociedad. ¿Dónde está el límite, si existe, entre el interés económico y este colapso total del sistema?
A. A. En primer lugar hay que aclarar que somos nosotros los que producimos datos y no hemos aprendido que estos datos hacen ricos a alguna (poca) gente. No sabemos cómo monetizar este nivel inmaterial que producimos constantemente y ésa debería de ser nuestra tarea, saber cuánto dinero estoy produciendo cada día en Facebook o en otras redes sociales. Simplemente mientras caminamos se recogen nuestros datos y se venden a diferentes compañías. Por un lado está la producción de datos y por otro está el Big Data, entendido como la recolección y reunión de grandes cantidades de datos para darles cierto significado, es decir, hacer útil la información.
Como decíamos al principio, se puede tener acceso a muchos datos, pero esos datos no sirven de nada sino se analizan y se entienden. Si ando por aquí, de los diez sitios por los que paso, visito tres de ellos. Tú también andas por esta zona y también visitas los mismos tres sitios. Así pues, estos datos ya se han convertido en información, en un patrón, han pasado a ser algo significativo. Estos patrones son los que usan las compañías que escriben algoritmos; en el ejemplo anterior sería que alguien que está interesado en el arte viene al Café Bravo y además le interesa “x” tipo de comida, así que la próxima persona que entre en el café recibirá un anuncio de este tipo “x” de comida.
Nuestro sistema de capitalismo digital, o semiocapitalismo, trata cada vez menos de la producción, entendida de la manera clásica (fabricar) y con capacidad de ser monetizable, sino que se basa en la inmaterialidad de producción de datos. Es por eso que el Big Data es cada vez más y más importante. Los únicos que se dieron cuenta de ello fueron las compañías de Silicon Valley y las agencias de inteligencia, que además se reinventaron a sí mismas tras este nuevo hallazgo. Por un lado nos hacen esclavos consumistas y por otro nos incluyen en este cuento de la guerra al terrorismo, posicionándose en el paradigma de esta nueva era y forzándonos a entrar en él. Así que la NSA, la Agencia de Seguridad Nacional del gobierno de Estados Unidos, nos tiene a todos como una especie de rehenes.
M. M. De cualquier modo, la infraestructura (el hardware) que soporta nuestra tecnófila sociedad actual es bastante controlable y está bastante concentrada. Una cosa son los servidores, que están muy deslocalizados, y otra las líneas de comunicación en sí: hay cuatro o cinco puntos o nodos de comunicación por donde pasa el 80% del tráfico del planeta, y estos nodos están en manos de una o dos compañías de telecomunicaciones. Hablo de tráfico intercontinental, no exclusivamente el de Estados Unidos. Así que no es todo tan inmaterial: la nube no es tal nube, está llena de cables, máquinas y gigantescos centros de proceso de datos. Soy optimista y básicamente creo que se podría arreglar todo este lío sabiendo quién orquesta todo y para eso solamente hace falta analizar este tráfico.
A. A. Sí, tienes razón; solamente trato de ser cuidadoso en el modo en que me expreso. No he dicho que vivimos en un mundo inmaterial y que lo único que producimos es trabajo inmaterial. No es eso. Lo que sí es que detrás de este aparente tiempo libre sin esfuerzo en el que estamos online buscando cosas, comunicándonos con amigos mediante redes sociales y demás, se genera dinero. En cualquier caso, no sé si es exagerado afirmar que internet es propiedad de Estados Unidos y que hay un nexo muy, muy fuerte entre Silicon Valley, las agencias de inteligencia y el gobierno de ese país. Hay mucha gente que habla de esto, pero no soy muy fan de esta visión paranoica de Assange y demás sobre el nexo de unión entre Silicon Valley y el Departamento de Estado americano. Creo que no están necesariamente apareados; los veo concurrentes, pero con diferentes intereses. Sinceramente, creo que nosotros, desde la izquierda, podríamos explorar este tema, volviendo a la idea de agencias de inteligencia alternativas por y para la gente. De otro modo se acaba uno convirtiendo en un paranoico en un universo donde todo está conectado con todo. Por supuesto estoy convencido de que el presidente de Google está relacionado con el Departamento de Estado americano, pero no creo que esto sea todo, o al menos no lo más importante. Nuestra propuesta, desde la izquierda, formada por artistas, filósofos, teóricos políticos, eco-teóricos, activistas, hackers, se debe basar en aprender a explorar estas diferencias. No podemos seguir adheridos a este sinsentido, desechar las estrategias y huir de la realidad. Al contrario, tenemos que bucear en ellas, investigarlas y usarlas de un modo diferente y provechoso.
M. M. ¿Y la estrategia de una agencia de inteligencia para la gente sería empezar a infiltrar agentes en las grandes compañías, en especial las de Silicon Valley, y desde dentro entender a dónde lleva todo esto?
A. A. Para tener un impacto no necesariamente hay que ir a través de una institución o compañía, introducirse ahí y esperar veinte años a ver qué pasa. El activismo no funciona así. No se trata de algo aislado, sino de todos nosotros, entre todos poseemos un gran conocimiento. Las cosas que tú sabes sobre arte, las cosas que yo sé sobre la Academia, las cosas que el vecino podría saber sobre el sistema médico, todo se puede usar a modo de denuncia o alerta (whistleblowing), ¿entiendes lo que quiero decir? Tenemos que encontrar nuevos modos de distribuir el conocimiento, porque el que tenemos no funciona, no basta con tener acceso a la información, hay que saber manejarla. La razón por la que gente como Snowden o Assange han tenido tanto éxito es porque entendieron “algo” de cómo funciona la información en el siglo XXI, el impacto y el poder que tiene.
M. M. Entiendo entonces que la misión de una agencia de inteligencia para la gente —“en un mundo donde las relaciones de poder ya no se pueden medir en la escala humana”— sería crear una red horizontal de conocimiento, donde la información e interpretación de la misma esté relacionada directamente con el impacto que produce en la gente y en la sociedad. Quizás si las cabezas dirigentes de las grandes empresas tuvieran una visión más horizontal, más próxima a la sociedad, y no esa visión tan miope desde la cima de una pirámide, ¿la cosa cambiaría?
A. A. Exacto: es lo que mi primer invitado a unirse a la agencia, Alexander Martos, y yo estamos tratando. DISCREET sería esa plataforma en la cual, como fundador, no sería yo el que controlase todo lo que pasa. La idea es que sea una red horizontal y dinámica. DISCREET surge de una especie de frustración o insatisfacción personal. Honestamente, por lo general estoy sentado en mi escritorio, soy filosofo, teórico político y hay muchas cosas a las que no tengo acceso. Sin embargo, puedo proveer de esta plataforma donde la gente se puede encontrar, conectar y pasar a la acción. En este orden de ideas, no creo que tenga sentido que ahora mismo intente convertirme en un hacker para poder acometer el proyecto, lo ideal es invitar a hackers reales a unirse al proyecto. Para ponernos manos a la obra y proveer una plataforma en la que la gente pueda impulsar las cosas hacia el cambio hay que introducir expertos en las conversaciones y, entre los más importantes, están los hackers y programadores. Como mencionaba al principio, es un proceso de aprendizaje continuo, también para mí, y debería funcionar como ejemplo para otros filósofos, activistas y teóricos políticos. Deberíamos cambiar nuestra estrategia, porque quizás no ayuda escribir otro libro sobre la sociedad de control, o sobre Gramsci y la teoría hegemónica, o Althusser y sus lecturas sobre Marx.
M. M. Bien, ¿ y cómo puede uno como individuo con su conocimiento particular y en base a esta horizontalidad unirse a la agencia de inteligencia para la gente?
A. A. El agente 000 es Alexander y yo soy el 001; en principio, cualquiera puede comunicarse con nosotros para unirse y por nuestra parte ya hemos contactado con gente alrededor del mundo. Hasta el momento, e insisto en que es únicamente el principio, hemos estado tres semanas —muy poco tiempo para el alcance del proyecto y la organización que queremos crear— que han sido muy importantes para determinar la agenda y los pasos a seguir. Además, se ha llevado a cabo en un ambiente complejo y altamente expuesto, no nos hemos retirado un par de personas a un casa en el campo para pensar, sino que lo hemos hecho en la Bienal y de un modo transparente. Las sedes de la Bienal también forman parte del statement, sedes que tienen un significado histórico pero que a su vez están rodeadas de turistas y, por lo tanto, muy expuestas, como Pariser Platz, donde nosotros desplegamos esta tensión absolutamente definitoria de nuestro tiempo: por un lado, las agencias de inteligencia significan secretismo y, por otro, la democracia necesita situarse directamente dentro de la transparencia. Nuestra agencia, en tanto democrática, necesita ser transparente y de acceso abierto.
Tú eres española; tu país y Grecia están sumidos en una pésima situación económica y social. En Grecia esta Varoufakis, al que también hemos invitado como participante a nuestro proyecto durante la Bienal. Pero la cuestión es: ¿son los partidos los que pueden proveer cambios?, ¿o es un movimiento internacional como DiEM25?, ¿o es una agencia de inteligencia? No es casualidad que DiEM esté cerca de WikiLeaks.
FEUDALISMO FINANCIERO
M. M. Volviendo a la “guerra al terror”, a la ansiedad, la obsesión por la seguridad que se ha generado a nivel mundial y la paranoia especialmente teledirigida contra el Islam, personalmente me resulta difícil de digerir este tipo de conspiración culpando a una religión como principal motivo del terror mundial. ¿Cómo es posible que se haya instaurado esta idea con tanta facilidad en Occidente? ¿Nadie mira atrás y culpa a Bush por destruir Oriente Medio en pos de intereses económicos, como siempre, e instalar esta inestabilidad que ahora supura por todos lados, tensiones entre las propias facciones religiosas incluidas?
A. A. Creo que es una reacción al miedo manejada de un modo incorrecto. Veamos, tenemos este tiempo que viene del futuro. La tecnología lo ha cambiado todo, pero no hemos aprendido a lidiar con ello, ni como individuos ni como sujetos políticos, ni siquiera como sociedad. La producción masiva de datos, el hecho de que un algoritmo sepa algo sobre nosotros que ni siquiera sabemos aún, tiene mucho potencial totalitario. Lo cierto es que estamos impresionados, pero negativamente, sabemos que cambia el modo en que la política y la economía funcionan: el hecho de que se necesite cada vez menos gente trabajando produce mucho miedo, y ese miedo no lo manejamos en el modo correcto, se desvía hacia algo que no tiene nada que ver.
Nuestros partidos socialdemócratas conservadores nos dicen: “Trabaja más horas, trabaja más”. Obviamente este “trabaja más” en tiempo de automatización provoca más desempleo. Estamos ante algo que llamo feudalismo financiero, ni siquiera estamos seguros de si todavía vivimos bajo el capitalismo. El poder económico y político ya no se basa en el trabajo y las inversiones, en su lugar tenemos un universo financiero que funciona por sí mismo, independientemente del trabajo y de los trabajadores. Todo esto produce mucho pánico, mucho terror; nuevamente nos lleva a que no sabemos cómo tratar este nuevo “complejo del tiempo, postcontemporáneo”.
Este tiempo ininteligible provoca dos reacciones. Por un lado, la izquierda crítica mira al presente deseando cambiar las cosas aquí y ahora y creyendo en sujetos individuales. En el mundo del arte, hay gran cantidad de artistas pensando en política y en un modo de intervenir el ahora contemporáneamente, pero no sirve de nada, porque realmente el tiempo viene del futuro. Esta lógica contemporánea de enfocarse en el ahora y cambiarlo con carácter de inmediatez ya vemos que no funciona.
La otra reacción es mirar al pasado. Esta posición la adoptan tanto fundamentalistas como movimientos de extrema derecha. Se trata de la glorificación de un pasado idealizado que se hace más y más fuerte, hasta el punto de que no se puede hacer frente a la temporalidad; de nuevo, el tiempo viene del futuro y la gente mira al pasado en busca de soluciones.
Hay además en la actualidad un movimiento hacia la extrema derecha tanto en el islam fundamentalista como en su equivalente versión cristiana, que se culpan mutuamente.
M. M. Es lo que pasa con Trump, que a pesar de ser xenófobo, racista, chovinista, etc., podría llegar a presidente. Crucemos los dedos.
A. A. Para mí está muy claro que el fenómeno de mirar al pasado es un síntoma del manejo incorrecto del miedo y es un modo muy reaccionario de aproximarse a él. Trump es un perfecto ejemplo de esto, por eso su lema “Hacer América grande de nuevo”, donde el pasado fue mucho mejor, propone la vuelta de ese pasado glorioso. Todos sabemos que no es posible que realice lo que dice, es absurdo y ridículo, pero ahí está.
LA ACADEMIA VS EL ARTE CONTEMPORÁNEO
M. M. Para concluir, me gustaría que relacionaras todo lo dicho con el mundo del arte contemporáneo, que es el que te ha dado la opción de dar visibilidad a tu proyecto.
A. A. En alemán hay un término, Zeitgenosse, que significa “compañero del tiempo”; la cuestión principal sería como podemos llegar a ser compañeros de nuestro tiempo. En el arte contemporáneo, la izquierda, el movimiento del 68, la idea siempre fue estar cerca del ahora; contemporáneo significa al lado de lo que pasa en el presente. Los reaccionarios son compañeros del pasado. Como ninguno de los dos modelos funciona, lo mejor convertirse en compañeros del futuro, usar las estrategias aceleracioncitas para cambiar el presente. Si permanecemos en el marco de las probabilidades, el futuro decide sobre el presente y da igual lo que se haga, que el futuro está predestinado. Nuestro agente del cambio, DISCREET, tiene como objetivo acabar con la guerra al terror y construir una continuidad en la era posterior, en la que el pueblo será el soberano.
Con respecto al marco del arte contemporáneo tengo que decir que cada nueva teoría filosófica en la que trabajo… Bueno, de hecho, en las últimas décadas, cualquier nueva teoría filosófica interesante tarda entre diez y doce años en ser aceptada por la Academia. Derrida o Deleuze llegaron a ser conocidos a través del mundo del arte y Derrida nunca fue profesor en París. A mí me ocurre lo mismo, tengo muchos seguidores fuera de la Academia.
Por otro lado, introducirse directamente en la esfera del arte también conlleva problemas. La filosofía contemporánea se ha convertido en una especie de lujo donde ciertas instituciones te invitan a escribir un texto en un catálogo sobre este u otro artista, sobre una expo y sus comisarios y cómo de críticos son en comparación con otros. También te pueden invitar a dar una conferencia o un seminario sobre un tema concreto. Personalmente, no quiero hacer este tipo de cosas; al contrario, quiero usar la conexión con el arte contemporáneo de un modo diferente, quiero mostrar la teoría en diferentes situaciones, porque la teoría también es una práctica. El conocimiento del artista, el conocimiento de la gente del teatro y del cine puede ser usado para producir teoría, por eso estoy interfiriendo en la Bienal como artista y también realizo filmes. Intento producir teoría a través de una pieza de arte sin reducir nada su fortaleza filosófica o su valor político, más bien al contrario, reforzándolo.
Y sobre la Bienal, DISCREET ha sido la reacción a una invitación especifica de DIS, comisarios de la bienal. DISCREET es un nuevo concepto que examina la intersección entre la teoría y el mundo del arte a través de una serie continuada de eventos. DISCREET no es sólo una idea filosófica abstracta, sino una intervención concreta que trata de poner en perspectiva lo que hace un filósofo en este mundo. Cuando me propusieron participar, pregunté: ¿Qué tipo de Bienal es? DIS tiene una Bienal poco convencional y yo quería también hacer algo inusual, así que en lugar de dar una conferencia sobre vigilancia en la red, construí DISCREET e invité a todos los expertos de los que hemos hablado. Fue durante la Bienal que se pusieron en contacto, surgieron ideas y discusiones de un modo horizontal, cosa que en la universidad hubiese sido imposible: no te dan dinero para organizar durante tres semanas reuniones con hackers y activistas.
Se cierra la conversación.
*
Armen Avanessian (Viena, 1973) vive y trabaja en Berlín. Formado en Filosofía y Ciencias Políticas en Viena y en París con Jacques Rancière, se define como estrategista del discurso, activista de la publicación y creador de plataformas. Es profesor en escuelas de arte en Europa y Estados Unidos. Fundador de la plataforma de investigación bilingüe www.spekulative-poetik.de, desde 2014 dirige la editorial Merve en Berlín.
Esta conversación se realizó en inglés, en Berlín, el 16 de agosto de 2016.
En la portada, Andreas Töpfer, Present shaped by future, GIF.
El vídeo es de Christopher Roth.
Los dibujos de Töpfer, en orden de aparición: terror; post-everything (in the age of wire); time-complex; preemptive personality (1 y 2); future stops the present; present taken to extend out indefinitely; preemptive personality (3); teletechnologies and the displacements of space; speculative time-complex; speculative time; past and present equally important; the now; yesterday, today, tomorrow; left-right y presentification.
[i] Avanessian, A.; Malik, S. (2016). Der Zeitkomplex. Postcontemporary. Berlín: Merve Verlag.
Avanessian, A.; Malik S. “The Time-Complex. Postcontemporary”. Consultado en línea en DIS Magazine.
[ii] Horning, R. “Preemptive personalization”. The New Enquiry. Septiembre, 2014.
[iii] Alex Williams, A.; Srnicek, N.; (2013). Trad. Comité Disperso. “#ACELERA. MANIFIESTO POR UNA POLÍTICA ACELERACIONISTA”. Critical Legal Thinking. Consultado en línea en Synthetic Edifice.
[iv] Ayache, E.; Bodek, H.; Henrotte, P.; Narang, R. K.; Oakley Thorp, E. (2015). Making of Finance. Berlín: Merve Verlag.
Documentación disponible:
Archivos de audio de las intervenciones de DISCREET, disponibles online (en inglés). Dos partes del programa de Radioee.net:
https://archive.org/details/FinalDISCREETPART27251612.36AM
https://archive.org/details/FinalDISCREETPART27251612.36AM_201608
La película Hyperstition (2016), producida en colaboración con el director Christopher Roth, se basa en la ontología, la ciencia ficción y la sociología para cuestionar el concepto de tiempo del que se habla en toda la entrevista. El filme consiste en conversaciones con filósofos como Slavoj Žižek, Nick Srnicek, Elie Ayache, Ray Brassier, entre otros. Disponible en Vimeo On Demand:
https://vimeo.com/ondemand/hyperstition/129305862
Las relaciones de poder ya no se pueden medir a escala humana
Dibujos de Andreas Töpfer
Nos encontramos con el filósofo Armen Avanessian (Viena, 1974) en el Café Bravo del Kunst-Werke Institute for Contemporary Art (KW), una estructura de cubos de cristal construida por Dan Graham. El KW fue la primera de las sedes de la Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, marco en el que Avanessian presentó inicialmente DISCREET, The Intelligence Agency for the People, una agencia de “inteligencia” entendida como herramienta política, es decir, no como investigación o información recolectada porque sí, sino con el fin de actuar, tal y como las usan los gobiernos: para producir acciones (cambios) que trasciendan. Algo muy distinto, por ejemplo, a WikiLeaks, que según Avanessian “provee un montón de información y no sirve de nada”.
Autor de referencia del llamado realismo especulativo dentro de la filosofía contemporánea, con una media docena de libros publicados, algunos de ellos con versiones en inglés como Present Tense. A Poetics (coescrito con Anke Hennig), Speculative Drawing (con el ilustrador y ensayista visual Andreas Töpfer) o Irony and the Logic of Modernity, el austriaco es un filósofo al que no le agrada demasiado abordar teorías “abstractas”. Como buen germano, es un teórico muy práctico. Antes de comenzar la entrevista, aclara que no está interesado en charlar solamente sobre DISCREET, sino que le gustaría aportar una visión más amplia sobre el rol de la teoría filosófica y política que también explora el umbral que comparte con el arte en tanto acción y práctica. Y hacia allá vamos.
María Muñoz Para contextualizar y comenzar nuestra conversación, describes DISCREET como una para-agencia de inteligencia modelada a través de los servicios secretos existentes. En la presentación se puede leer: “¿Puede un pequeño grupo de individuos con diferentes y limitadas formas de conocimiento encontrar respuestas a los problemas en un mundo donde las relaciones de poder ya no se pueden medir en la escala humana? ¿Es éste el nacimiento de un nuevo actor dentro de lo que ha sido el no libre mercado de los proveedores de servicios secretos?”. Y las respuestas son…
Armen Avanessian Bien, creo que podemos. Durante la residencia de tres semanas en la Bienal de Berlín nos reunimos expertos renegados de los campos de las artes, la teoría, la tecnología, la política, el derecho, el hacktivismo y las finanzas para analizar y reelaborar algunos de los códigos básicos del siglo XXI, como la post-soberanía estatal, el feudalismo financiero global o los nuevos regímenes algorítmicos, con el fin de establecer las bases del programa de un servicio de inteligencia de código abierto que existiría en una sociedad posterior a la (actual) guerra contra el terrorismo. El objetivo precisamente es acabar con este estado de emergencia permanente y con la guerra contra el terror.
M. M. El punto de partida es la relación que existe desde hace mucho entre el mundo del arte y la filosofía política. Pero el proyecto en sí, ¿va a continuar?
A. A. Desde luego. Como digo, esta intervención ha sido el trampolín de lanzamiento, la incubadora del proyecto. Los participantes ya están trabajando en el impacto del mismo en sus proyectos individuales o en pequeños grupos, y quiero que en la próxima etapa se involucren comunidades locales. Este primer encuentro internacional ha sido muy valioso, pero ahora lo que me interesa es traspasar el conocimiento y actuar con comunidades locales. Por ejemplo, ¿qué pasaría en España? Me gustaría encontrarme con gente, por ejemplo, en Barcelona, y discutir lo que se debería hacer allí, traspasar saber, experiencias y conclusiones para compartirlas con activistas, artistas, teóricos políticos, hackers, etc. localmente. Sería un paso muy interesante, porque no se trata de dar un discurso, sino de poner los pies en el suelo y que trascienda. Es necesario repensar de qué modo la teoría puede ganar tracción, cómo cierto deseo y ciertas ideas políticas pueden hacerse realidad y quién sería el agente del cambio, quiénes pueden actuar en el siglo XXI. De nuevo, cuando hablo sobre comunidades locales, ya sea en Madrid, Marrakech o Kuala Lumpur, es crucial colaborar localmente para poder impulsar la agenda y comenzar a funcionar; no solamente producir teoría.
Una de las claves de la idea primigenia de DISCREET como agencia es que la “inteligencia” es información básica que se reúne o recolecta con el fin de actuar. Es diferente a la investigación o al activismo en sí mismo. En general e históricamente, las agencias de inteligencia que conocemos recogen y suministran información a un gobierno, un rey o un presidente con el fin de que estos puedan actuar. Nos debemos preguntar qué es “inteligencia” en el siglo XXI. Me explico: todos sabemos suficiente, pero incluso sabiendo todo lo que sabemos las cosas no cambian; como ejemplo tenemos a WikiLeaks, que provee un montón de información y no sirve de nada. Necesitamos trabajar en la diferencia entre información e inteligencia y esto no puede venir desde arriba hacia abajo, se debe tratar a nivel de la población.
M. M. ¿Cuáles son las ideas filosóficas que os llevan a acometer contra esta era en constante estado de emergencia, era de vigilancia y control? Quiero decir, Deleuze a través Foucault explica el paso de las antiguas sociedades de soberanía que operaban con máquinas simples como palancas, poleas, a las sociedades disciplinarias posteriores equipadas con máquinas energéticas, con el riesgo pasivo de la entropía y el riesgo activo del sabotaje. En la actualidad, las sociedades de control actúan mediante máquinas informáticas y ordenadores cuyo riesgo pasivo son las interferencias y su riesgo activo es la piratería y la inoculación de un virus. Supongo que ahora este riesgo se convierte en nuestra salvación. No es solamente una evolución tecnológica, es una mutación del capitalismo: para ganar y ganar más, hay que controlar. ¿El control no es intrínseco a la existencia de un colectivo de gente al servicio de otro/alguien/lo que sea?
A. A. Primero me gustaría insistir en que la Agencia de Inteligencia para la Gente no está únicamente formada por filósofos. Se trata de una academia expandida: artistas que con sus trabajos expusieron sus ideas al respecto y también comisarios con un buen respaldo teórico que forman parte del desarrollo conceptual. Volviendo a la sociedad del control, y con respecto a esta teoría, no soy totalmente consciente de si la usamos o no en nuestros planteamientos. En cualquier caso, la teoría ahora es bastante diferente de la de hace veinte años y me enfocaría en la producción de datos masiva. Creo que vivimos un paradigma que está causado y desencadenado por este nuevo entorno de comunicación socio-tecnológica y por la digitalización. Todavía no hemos comenzando a entender de qué se trata y lo que significa para la sociedad, para la política o para la democracia, incluso para la distribución de imágenes (entre las que incluyo al arte) o para la filosofía…
Este sería un poco el background y la reclamación que hace DISCREET: poner en perspectiva el hecho de que este nuevo paradigma tecno-político tiene su énfasis en la información, en los datos, que estos son realmente los recursos importantes del siglo XXI. La cuestión ahora es decidir qué jugadores o, como decíamos antes, qué actores están realmente cualificados para lidiar con este importante recurso. En la actualidad, la respuesta es clara: los actores son básicamente las compañías de Silicon Valley: Facebook, Amazon, Google, etc., y las agencias de inteligencia. El problema es que las agencias de inteligencia existentes no están legitimadas democráticamente, no está claro lo que hacen, cómo y para quién lo hacen, para qué autoridad y en favor de quién. Por eso es muy importante, repito, trabajar el concepto de información versus inteligencia.
Las agencias de inteligencia pueden actuar, saben cómo actuar. Históricamente la izquierda ha estado demasiado preocupada en abolir las agencias de inteligencia, o no tomándolas en serio, o solamente considerándolas fuera de la lógica. La idea de la izquierda política actual en la que me sitúo es paradójica. Quizás no tenemos que abolir las agencias sino aprender de ellas: cuáles son las técnicas, cómo se equipan, qué saben sobre la información o qué información se convierte en relevante con el fin de usar este aprendizaje en nuestra agencia de un modo que beneficie a la gente. La verdad es que no existe una alternativa, no existe una agencia de inteligencia de la izquierda o una agencia de inteligencia democrática. Hoy en día las agencias a veces trabajan juntas, otras veces pelean entre ellas. Como agencias me refiero tanto a las compañías de Silicon Valley como a las agencias de inteligencia conocidas como tal.
Vivimos en un mundo en terror; terror que fue declarado por las agencias de inteligencia existentes. Es cierto que hay unos pocos miles de extremistas, pero vivimos desde hace mas de dos décadas en este estado de terror. Es increíble: durante cuarenta años sufrimos la Guerra Fría, en la que había cientos de millones de los llamados comunistas. Cuando cayó el Telón de Acero, dichas agencias —probablemente para seguir subsistiendo— declararon la “guerra al terror”, así que por razones obvias esta guerra sólo puede ser concluida por otro tipo de agencia de inteligencia diferente. Ahí es donde entra DISCREET, y la cuestión más importante es cómo establecer esta nueva organización. En lugar de constantemente hacer crítica institucional nos deberíamos enfocar en crear estas nuevas instituciones.
Vuelvo a insistir en que para acabar con la “guerra al terror” no es necesario acabar con las agencias de inteligencia; en lugar de eso, queremos sugerir una especie de análisis comparativo para que se analice qué es una buena agencia de inteligencia, cuál es mala, cuál es realmente democrática y a qué se parecería.
M. M. Me parece que ha habido visionarios de la situación actual en la literatura, luego llevada al cine: Orwell, Huxley, Nolan y George Clayton Johnson o Zamyatin ofrecen esta visión distópica derivada de la vigilancia global, quizás no enfocada al mundo de los datos, pero donde está presente la manipulación y el constante control. ¿Tú crees que la sociedad actual ha alcanzado este nivel de distopía?
A. A. Bueno, personalmente no estoy muy interesado en el tema de las utopías o distopías, es demasiado abstracto para mí. Creo que tenemos que observar de cerca qué significa esta sociedad de la vigilancia y qué tipo de vigilancia tenemos. Cuando se habla de vigilancia, la mayoría piensa en cámaras de televisión de circuito cerrado e imágenes grabadas…
M. M. Yo me refería también a los datos.
A. A. A eso me refiero: ya hemos pasado el paradigma del panóptico, para usar un término foucaultiano, aunque todavía se usa, por ejemplo, si se quiere controlar cómo la gente conduce o los atascos o el tráfico, para que no llegue al centro de la ciudad. En el siglo XXI, aquí en Berlín, tú y yo, en el mundo occidental, ya no se trata de mantener a la gente al margen, ni de prácticas de inclusión o exclusión; el sistema de control ahora es diferente, los datos que producimos y que se capturan de varias maneras son monetizados o convertidos en dinero. La vigilancia de datos es lo que Suhail Malik y yo tratamos de analizar en nuestro ensayo Der Zeitkomplex. Postcontemporary (El complejo del tiempo. Postcontemporáneo)[i]: el tiempo presente esta cada vez más gobernado por el futuro, o sea, por predicciones de comportamientos futuros.
POSTCONTEMPORÁNEO, O EL COMPLEJO DEL TIEMPO
M. M. Pasemos, pues, al tema del “complejo del tiempo”.
A. A. Como decía, el futuro llega antes que el presente, el tiempo viene del futuro. Veamos el término Big Data, que se aplica a la masiva producción de datos, datos que generamos nosotros mismos como individuos y que algunas compañías usan no sólo para hacer predicciones estadísticas (en el sentido de especular con si esto pasará o no pasará), sino que han llegado a otro estadio y lo utilizan para producir un tipo de realidad paralela, para forzar nuestros deseos. El ejemplo que siempre usamos es el de Amazon, la compañía que ha llegado a cotas superiores. Amazon te envía información del producto que quieres incluso antes de que tú sepas que lo quieres; no sólo recomienda o predice, sino que produce otra realidad. Forman parte de ello todos estos fenómenos de personalidades preventivas o personificaciones preferentes[ii] —con derecho de prioridad— e incluso los reportes policiales planeados, como en la película Minority Report (Spielberg, 2002), donde la brigada pre-crimen predice los crímenes antes de que pasen. Si el algoritmo dice que cometerás un crimen, inmediatamente te conviertes en culpable incluso sin haberlo cometido. O las hermosas escenas de la anunciación, paradójicas en sí mismas, cuando aparece el ángel y la Virgen pregunta: “¿Me voy a casar?”. Y él contesta: “Ya estás embarazada”. A una cuestión se responde con una predicción o una anunciación; es un tipo de aprensión, en el sentido de un temor formado antes de la experiencia.
A consecuencia de esto, muchos tenemos la sensación de carecer de opciones de control de nuestro futuro. El futuro está automatizado y en el presente no hay nada que podamos hacer. Esto es lo que llamamos “postcontemporáneo” o “complejo del tiempo” y es un fenómeno que, por supuesto, también está conectado directamente con la digitalización y la producción masiva de datos como he indicado al principio.
M. M. Pensando en este comportamiento reglado me viene a la mente la figura del disidente, y pensando en la película Alphaville (Godard, 1965), en el disidente que ve a los ciudadanos de Alphaville como esclavos de las probabilidades. Hay teóricos que dicen que los sistemas sociales siempre responderán de manera impulsiva e impredecible si se suprime su derecho a actuar irracionalmente. ¿Sería esa irracionalidad, entendida como la imposibilidad de ser predecible de algún modo, equivalente a la disidencia en esta postcontemporaneidad?
A. A. Bueno, me estás preguntando dos cosas diferentes, creo: una es disidencia y otra, irracionalidad. En realidad no soy un fan de la irracionalidad y no creo en ella. El hecho de que haya cosas que no podemos explicar no significa que sean irracionales.
¿De qué tipo de irracionalidad estamos hablando en un paradigma universalizado de probabilidad? Quizás estás hablando de impulsos, no sé si racionales, pero que se pueden salir del sistema de predicciones o que pueden ser difíciles de predecir. Por ejemplo, entiendo el deseo como un impulso.
Mi opinión política, o filosófica si quieres, no me permite establecer cuál es la irracionalidad existente basándome en estos algoritmos de probabilidades que calculan todo para producir la realidad y donde la única disidencia es ser irracional o ser impulsivo. Diría que existe una forma de racionalidad probablemente equivocada, hay algo más allá de este modelo de probabilidad, quizás hay cosas que no se pueden explicar con probabilidades. ¿Qué pasa con los accidentes? Echa un vistazo al mercado de valores, todo este comercio, esta compra-venta de alta frecuencia está basada en cálculos de probabilidades, aunque parece no funcionar; al contrario, produce problemas, errores, accidentes y graves crisis financieras. Para concluir con este punto diría que hay una errónea implicación filosófica en la idea de la probabilidad: deberíamos ir más allá para dirigirnos al marco de la contingencia, donde autores como Elie Ayache están trabajando por ejemplo en esta idea aplicada al sector financiero.
Con esto no quiero decir que todo en este mundo deba ser súper racional, porque lleva a un tipo de dicotomía hippy que es peligrosa y que ha hecho mucho daño al activismo en sí. Los hippies no están de acuerdo con la homogeneidad de conceptos que ofrece el sistema: el Estado, los políticos, la ciencia, todo es demasiado racional para ellos, carece totalmente de espiritualidad. Su única manera de salir de ello es siendo irracional y aislándose en una serie de comunas en las islas griegas, pero no cambian el rumbo de las cosas, su acción o actitud no lleva a ninguna parte, todo sigue igual.
ACELERACIONISMO
Por otro lado, lo que sí que ha dado la vuelta al tema del fallo sociopolítico y económico ha sido la idea de aceleracionismo: plantearse que algo en esa racionalidad no es tan racional, que su ciencia o su economía no son muy científicas. El aceleracionismo augura el colapso del capitalismo y traza la línea de un posible futuro después de esa crisis definitiva[iii]. Haciendo uso de las nuevas tecnologías se trabaja sobre nuevas propuestas para implementar un cambio en el presente de acuerdo con una imagen positiva que tomamos del futuro. Nuestra tarea es desarrollar este nuevo tipo de cambio racional en la agenda filosófica.
Después de todo esto, quiero aclarar que no soy el que tiene todo el conocimiento, pero mis preferencias filosóficas, y también mis preferencias políticas, no se basan en la irracionalidad, sino en probar que esta llamada racionalidad no es tan racional. Como he mencionado con anterioridad, tenemos que romper con esta dinámica de creencia absoluta en la probabilidad. En sociedades de bienestar preventivo, dicha probabilidad se aplica a las finanzas, a los informes personales de la policía, al Big Data, a todo. La creación de personalidades preventivas se basa en deducir que a alguien que compró esto y esto le debe encantar esto otro también. Coloca a los ciudadanos en cajas de características similares: hombre, blanco, homosexual, heterosexual, europeo, categorizando todo. Éste es nuestro presente, basado en una especie de futuro automatizado que, además, no es futuro en absoluto. Deberíamos ser mas racionales y no dejar que esa racionalidad irracional o sin razón gane.
CONTINGENCIA
M. M. Me parece muy interesante el ejemplo de la bolsa: podría ser el ejemplo más claro de que con cálculos probabilísticos matemáticos el éxito y la ausencia de fallos están garantizados, sin embargo no es así. ¿Por qué se generan estas graves crisis económicas?
A. A. Honestamente, debo decir que los mismos economistas no entienden su sistema. Para la realización del libro Making of finance[iv] discutimos durante mucho tiempo con gente del mundo de las finanzas —que son los que producen este mundo en el que vivimos— con el fin de tener una visión más cercana al problema. Uno de estos personajes es el ya mencionado Elie Ayache, un tipo muy interesante que por un lado escribe programas para financieras de fondos de cobertura y, por otro, tiene ensayos que exploran la intersección entre la filosofía y las finanzas en los que trata el concepto de contingencia partiendo del filósofo Quentin Meillassoux. Simplificando, Ayache dice que para entender el mundo de las finanzas hay que abandonar el marco de la probabilidad y dirigirse al marco de la contingencia, o sea, incluir en el modelo la existencia de factores inesperados. El problema es que en finanzas todo “puede ser” racionalizado de acuerdo con la teoría de probabilidades, pero no se incluyen las disfunciones, los accidentes o errores. Históricamente, en filosofía existen las sustancias y los accidentes: la sustancia tiene que ver con lo real y las cosas accidentales son “accidentes”. Es hora de repensar que los accidentes son sustanciales, ya no sirve el pensamiento que clasifica lo uno como accidente y lo otro como sustancia, uno principal y otro secundario, sino que ambos son igual de importantes.
M. M. Antes hablábamos de que el recurso del siglo XXI es la información, o el tratamiento de datos, y que los únicos operadores globales reales son las potencias económicas de Silicon Valley: Google, Facebook, Amazon, Apple. Me pregunto si ellos reconocen o están al tanto de lo que su sistema de crecimiento exponencial de beneficios supone para la sociedad. ¿Dónde está el límite, si existe, entre el interés económico y este colapso total del sistema?
A. A. En primer lugar hay que aclarar que somos nosotros los que producimos datos y no hemos aprendido que estos datos hacen ricos a alguna (poca) gente. No sabemos cómo monetizar este nivel inmaterial que producimos constantemente y ésa debería de ser nuestra tarea, saber cuánto dinero estoy produciendo cada día en Facebook o en otras redes sociales. Simplemente mientras caminamos se recogen nuestros datos y se venden a diferentes compañías. Por un lado está la producción de datos y por otro está el Big Data, entendido como la recolección y reunión de grandes cantidades de datos para darles cierto significado, es decir, hacer útil la información.
Como decíamos al principio, se puede tener acceso a muchos datos, pero esos datos no sirven de nada sino se analizan y se entienden. Si ando por aquí, de los diez sitios por los que paso, visito tres de ellos. Tú también andas por esta zona y también visitas los mismos tres sitios. Así pues, estos datos ya se han convertido en información, en un patrón, han pasado a ser algo significativo. Estos patrones son los que usan las compañías que escriben algoritmos; en el ejemplo anterior sería que alguien que está interesado en el arte viene al Café Bravo y además le interesa “x” tipo de comida, así que la próxima persona que entre en el café recibirá un anuncio de este tipo “x” de comida.
Nuestro sistema de capitalismo digital, o semiocapitalismo, trata cada vez menos de la producción, entendida de la manera clásica (fabricar) y con capacidad de ser monetizable, sino que se basa en la inmaterialidad de producción de datos. Es por eso que el Big Data es cada vez más y más importante. Los únicos que se dieron cuenta de ello fueron las compañías de Silicon Valley y las agencias de inteligencia, que además se reinventaron a sí mismas tras este nuevo hallazgo. Por un lado nos hacen esclavos consumistas y por otro nos incluyen en este cuento de la guerra al terrorismo, posicionándose en el paradigma de esta nueva era y forzándonos a entrar en él. Así que la NSA, la Agencia de Seguridad Nacional del gobierno de Estados Unidos, nos tiene a todos como una especie de rehenes.
M. M. De cualquier modo, la infraestructura (el hardware) que soporta nuestra tecnófila sociedad actual es bastante controlable y está bastante concentrada. Una cosa son los servidores, que están muy deslocalizados, y otra las líneas de comunicación en sí: hay cuatro o cinco puntos o nodos de comunicación por donde pasa el 80% del tráfico del planeta, y estos nodos están en manos de una o dos compañías de telecomunicaciones. Hablo de tráfico intercontinental, no exclusivamente el de Estados Unidos. Así que no es todo tan inmaterial: la nube no es tal nube, está llena de cables, máquinas y gigantescos centros de proceso de datos. Soy optimista y básicamente creo que se podría arreglar todo este lío sabiendo quién orquesta todo y para eso solamente hace falta analizar este tráfico.
A. A. Sí, tienes razón; solamente trato de ser cuidadoso en el modo en que me expreso. No he dicho que vivimos en un mundo inmaterial y que lo único que producimos es trabajo inmaterial. No es eso. Lo que sí es que detrás de este aparente tiempo libre sin esfuerzo en el que estamos online buscando cosas, comunicándonos con amigos mediante redes sociales y demás, se genera dinero. En cualquier caso, no sé si es exagerado afirmar que internet es propiedad de Estados Unidos y que hay un nexo muy, muy fuerte entre Silicon Valley, las agencias de inteligencia y el gobierno de ese país. Hay mucha gente que habla de esto, pero no soy muy fan de esta visión paranoica de Assange y demás sobre el nexo de unión entre Silicon Valley y el Departamento de Estado americano. Creo que no están necesariamente apareados; los veo concurrentes, pero con diferentes intereses. Sinceramente, creo que nosotros, desde la izquierda, podríamos explorar este tema, volviendo a la idea de agencias de inteligencia alternativas por y para la gente. De otro modo se acaba uno convirtiendo en un paranoico en un universo donde todo está conectado con todo. Por supuesto estoy convencido de que el presidente de Google está relacionado con el Departamento de Estado americano, pero no creo que esto sea todo, o al menos no lo más importante. Nuestra propuesta, desde la izquierda, formada por artistas, filósofos, teóricos políticos, eco-teóricos, activistas, hackers, se debe basar en aprender a explorar estas diferencias. No podemos seguir adheridos a este sinsentido, desechar las estrategias y huir de la realidad. Al contrario, tenemos que bucear en ellas, investigarlas y usarlas de un modo diferente y provechoso.
M. M. ¿Y la estrategia de una agencia de inteligencia para la gente sería empezar a infiltrar agentes en las grandes compañías, en especial las de Silicon Valley, y desde dentro entender a dónde lleva todo esto?
A. A. Para tener un impacto no necesariamente hay que ir a través de una institución o compañía, introducirse ahí y esperar veinte años a ver qué pasa. El activismo no funciona así. No se trata de algo aislado, sino de todos nosotros, entre todos poseemos un gran conocimiento. Las cosas que tú sabes sobre arte, las cosas que yo sé sobre la Academia, las cosas que el vecino podría saber sobre el sistema médico, todo se puede usar a modo de denuncia o alerta (whistleblowing), ¿entiendes lo que quiero decir? Tenemos que encontrar nuevos modos de distribuir el conocimiento, porque el que tenemos no funciona, no basta con tener acceso a la información, hay que saber manejarla. La razón por la que gente como Snowden o Assange han tenido tanto éxito es porque entendieron “algo” de cómo funciona la información en el siglo XXI, el impacto y el poder que tiene.
M. M. Entiendo entonces que la misión de una agencia de inteligencia para la gente —“en un mundo donde las relaciones de poder ya no se pueden medir en la escala humana”— sería crear una red horizontal de conocimiento, donde la información e interpretación de la misma esté relacionada directamente con el impacto que produce en la gente y en la sociedad. Quizás si las cabezas dirigentes de las grandes empresas tuvieran una visión más horizontal, más próxima a la sociedad, y no esa visión tan miope desde la cima de una pirámide, ¿la cosa cambiaría?
A. A. Exacto: es lo que mi primer invitado a unirse a la agencia, Alexander Martos, y yo estamos tratando. DISCREET sería esa plataforma en la cual, como fundador, no sería yo el que controlase todo lo que pasa. La idea es que sea una red horizontal y dinámica. DISCREET surge de una especie de frustración o insatisfacción personal. Honestamente, por lo general estoy sentado en mi escritorio, soy filosofo, teórico político y hay muchas cosas a las que no tengo acceso. Sin embargo, puedo proveer de esta plataforma donde la gente se puede encontrar, conectar y pasar a la acción. En este orden de ideas, no creo que tenga sentido que ahora mismo intente convertirme en un hacker para poder acometer el proyecto, lo ideal es invitar a hackers reales a unirse al proyecto. Para ponernos manos a la obra y proveer una plataforma en la que la gente pueda impulsar las cosas hacia el cambio hay que introducir expertos en las conversaciones y, entre los más importantes, están los hackers y programadores. Como mencionaba al principio, es un proceso de aprendizaje continuo, también para mí, y debería funcionar como ejemplo para otros filósofos, activistas y teóricos políticos. Deberíamos cambiar nuestra estrategia, porque quizás no ayuda escribir otro libro sobre la sociedad de control, o sobre Gramsci y la teoría hegemónica, o Althusser y sus lecturas sobre Marx.
M. M. Bien, ¿ y cómo puede uno como individuo con su conocimiento particular y en base a esta horizontalidad unirse a la agencia de inteligencia para la gente?
A. A. El agente 000 es Alexander y yo soy el 001; en principio, cualquiera puede comunicarse con nosotros para unirse y por nuestra parte ya hemos contactado con gente alrededor del mundo. Hasta el momento, e insisto en que es únicamente el principio, hemos estado tres semanas —muy poco tiempo para el alcance del proyecto y la organización que queremos crear— que han sido muy importantes para determinar la agenda y los pasos a seguir. Además, se ha llevado a cabo en un ambiente complejo y altamente expuesto, no nos hemos retirado un par de personas a un casa en el campo para pensar, sino que lo hemos hecho en la Bienal y de un modo transparente. Las sedes de la Bienal también forman parte del statement, sedes que tienen un significado histórico pero que a su vez están rodeadas de turistas y, por lo tanto, muy expuestas, como Pariser Platz, donde nosotros desplegamos esta tensión absolutamente definitoria de nuestro tiempo: por un lado, las agencias de inteligencia significan secretismo y, por otro, la democracia necesita situarse directamente dentro de la transparencia. Nuestra agencia, en tanto democrática, necesita ser transparente y de acceso abierto.
Tú eres española; tu país y Grecia están sumidos en una pésima situación económica y social. En Grecia esta Varoufakis, al que también hemos invitado como participante a nuestro proyecto durante la Bienal. Pero la cuestión es: ¿son los partidos los que pueden proveer cambios?, ¿o es un movimiento internacional como DiEM25?, ¿o es una agencia de inteligencia? No es casualidad que DiEM esté cerca de WikiLeaks.
FEUDALISMO FINANCIERO
M. M. Volviendo a la “guerra al terror”, a la ansiedad, la obsesión por la seguridad que se ha generado a nivel mundial y la paranoia especialmente teledirigida contra el Islam, personalmente me resulta difícil de digerir este tipo de conspiración culpando a una religión como principal motivo del terror mundial. ¿Cómo es posible que se haya instaurado esta idea con tanta facilidad en Occidente? ¿Nadie mira atrás y culpa a Bush por destruir Oriente Medio en pos de intereses económicos, como siempre, e instalar esta inestabilidad que ahora supura por todos lados, tensiones entre las propias facciones religiosas incluidas?
A. A. Creo que es una reacción al miedo manejada de un modo incorrecto. Veamos, tenemos este tiempo que viene del futuro. La tecnología lo ha cambiado todo, pero no hemos aprendido a lidiar con ello, ni como individuos ni como sujetos políticos, ni siquiera como sociedad. La producción masiva de datos, el hecho de que un algoritmo sepa algo sobre nosotros que ni siquiera sabemos aún, tiene mucho potencial totalitario. Lo cierto es que estamos impresionados, pero negativamente, sabemos que cambia el modo en que la política y la economía funcionan: el hecho de que se necesite cada vez menos gente trabajando produce mucho miedo, y ese miedo no lo manejamos en el modo correcto, se desvía hacia algo que no tiene nada que ver.
Nuestros partidos socialdemócratas conservadores nos dicen: “Trabaja más horas, trabaja más”. Obviamente este “trabaja más” en tiempo de automatización provoca más desempleo. Estamos ante algo que llamo feudalismo financiero, ni siquiera estamos seguros de si todavía vivimos bajo el capitalismo. El poder económico y político ya no se basa en el trabajo y las inversiones, en su lugar tenemos un universo financiero que funciona por sí mismo, independientemente del trabajo y de los trabajadores. Todo esto produce mucho pánico, mucho terror; nuevamente nos lleva a que no sabemos cómo tratar este nuevo “complejo del tiempo, postcontemporáneo”.
Este tiempo ininteligible provoca dos reacciones. Por un lado, la izquierda crítica mira al presente deseando cambiar las cosas aquí y ahora y creyendo en sujetos individuales. En el mundo del arte, hay gran cantidad de artistas pensando en política y en un modo de intervenir el ahora contemporáneamente, pero no sirve de nada, porque realmente el tiempo viene del futuro. Esta lógica contemporánea de enfocarse en el ahora y cambiarlo con carácter de inmediatez ya vemos que no funciona.
La otra reacción es mirar al pasado. Esta posición la adoptan tanto fundamentalistas como movimientos de extrema derecha. Se trata de la glorificación de un pasado idealizado que se hace más y más fuerte, hasta el punto de que no se puede hacer frente a la temporalidad; de nuevo, el tiempo viene del futuro y la gente mira al pasado en busca de soluciones.
Hay además en la actualidad un movimiento hacia la extrema derecha tanto en el islam fundamentalista como en su equivalente versión cristiana, que se culpan mutuamente.
M. M. Es lo que pasa con Trump, que a pesar de ser xenófobo, racista, chovinista, etc., podría llegar a presidente. Crucemos los dedos.
A. A. Para mí está muy claro que el fenómeno de mirar al pasado es un síntoma del manejo incorrecto del miedo y es un modo muy reaccionario de aproximarse a él. Trump es un perfecto ejemplo de esto, por eso su lema “Hacer América grande de nuevo”, donde el pasado fue mucho mejor, propone la vuelta de ese pasado glorioso. Todos sabemos que no es posible que realice lo que dice, es absurdo y ridículo, pero ahí está.
LA ACADEMIA VS EL ARTE CONTEMPORÁNEO
M. M. Para concluir, me gustaría que relacionaras todo lo dicho con el mundo del arte contemporáneo, que es el que te ha dado la opción de dar visibilidad a tu proyecto.
A. A. En alemán hay un término, Zeitgenosse, que significa “compañero del tiempo”; la cuestión principal sería como podemos llegar a ser compañeros de nuestro tiempo. En el arte contemporáneo, la izquierda, el movimiento del 68, la idea siempre fue estar cerca del ahora; contemporáneo significa al lado de lo que pasa en el presente. Los reaccionarios son compañeros del pasado. Como ninguno de los dos modelos funciona, lo mejor convertirse en compañeros del futuro, usar las estrategias aceleracioncitas para cambiar el presente. Si permanecemos en el marco de las probabilidades, el futuro decide sobre el presente y da igual lo que se haga, que el futuro está predestinado. Nuestro agente del cambio, DISCREET, tiene como objetivo acabar con la guerra al terror y construir una continuidad en la era posterior, en la que el pueblo será el soberano.
Con respecto al marco del arte contemporáneo tengo que decir que cada nueva teoría filosófica en la que trabajo… Bueno, de hecho, en las últimas décadas, cualquier nueva teoría filosófica interesante tarda entre diez y doce años en ser aceptada por la Academia. Derrida o Deleuze llegaron a ser conocidos a través del mundo del arte y Derrida nunca fue profesor en París. A mí me ocurre lo mismo, tengo muchos seguidores fuera de la Academia.
Por otro lado, introducirse directamente en la esfera del arte también conlleva problemas. La filosofía contemporánea se ha convertido en una especie de lujo donde ciertas instituciones te invitan a escribir un texto en un catálogo sobre este u otro artista, sobre una expo y sus comisarios y cómo de críticos son en comparación con otros. También te pueden invitar a dar una conferencia o un seminario sobre un tema concreto. Personalmente, no quiero hacer este tipo de cosas; al contrario, quiero usar la conexión con el arte contemporáneo de un modo diferente, quiero mostrar la teoría en diferentes situaciones, porque la teoría también es una práctica. El conocimiento del artista, el conocimiento de la gente del teatro y del cine puede ser usado para producir teoría, por eso estoy interfiriendo en la Bienal como artista y también realizo filmes. Intento producir teoría a través de una pieza de arte sin reducir nada su fortaleza filosófica o su valor político, más bien al contrario, reforzándolo.
Y sobre la Bienal, DISCREET ha sido la reacción a una invitación especifica de DIS, comisarios de la bienal. DISCREET es un nuevo concepto que examina la intersección entre la teoría y el mundo del arte a través de una serie continuada de eventos. DISCREET no es sólo una idea filosófica abstracta, sino una intervención concreta que trata de poner en perspectiva lo que hace un filósofo en este mundo. Cuando me propusieron participar, pregunté: ¿Qué tipo de Bienal es? DIS tiene una Bienal poco convencional y yo quería también hacer algo inusual, así que en lugar de dar una conferencia sobre vigilancia en la red, construí DISCREET e invité a todos los expertos de los que hemos hablado. Fue durante la Bienal que se pusieron en contacto, surgieron ideas y discusiones de un modo horizontal, cosa que en la universidad hubiese sido imposible: no te dan dinero para organizar durante tres semanas reuniones con hackers y activistas.
Se cierra la conversación.
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Armen Avanessian (Viena, 1973) vive y trabaja en Berlín. Formado en Filosofía y Ciencias Políticas en Viena y en París con Jacques Rancière, se define como estrategista del discurso, activista de la publicación y creador de plataformas. Es profesor en escuelas de arte en Europa y Estados Unidos. Fundador de la plataforma de investigación bilingüe www.spekulative-poetik.de, desde 2014 dirige la editorial Merve en Berlín.
Esta conversación se realizó en inglés, en Berlín, el 16 de agosto de 2016.
En la portada, Andreas Töpfer, Present shaped by future, GIF.
El vídeo es de Christopher Roth.
Los dibujos de Töpfer, en orden de aparición: terror; post-everything (in the age of wire); time-complex; preemptive personality (1 y 2); future stops the present; present taken to extend out indefinitely; preemptive personality (3); teletechnologies and the displacements of space; speculative time-complex; speculative time; past and present equally important; the now; yesterday, today, tomorrow; left-right y presentification.
Avanessian, A.; Malik S. “The Time-Complex. Postcontemporary”. Consultado en línea en DIS Magazine.
[ii] Horning, R. “Preemptive personalization”. The New Enquiry. Septiembre, 2014.
[iii] Alex Williams, A.; Srnicek, N.; (2013). Trad. Comité Disperso. “#ACELERA. MANIFIESTO POR UNA POLÍTICA ACELERACIONISTA”. Critical Legal Thinking. Consultado en línea en Synthetic Edifice.
[iv] Ayache, E.; Bodek, H.; Henrotte, P.; Narang, R. K.; Oakley Thorp, E. (2015). Making of Finance. Berlín: Merve Verlag.
Documentación disponible:
Archivos de audio de las intervenciones de DISCREET, disponibles online (en inglés). Dos partes del programa de Radioee.net:
https://archive.org/details/FinalDISCREETPART27251612.36AM
https://archive.org/details/FinalDISCREETPART27251612.36AM_201608
La película Hyperstition (2016), producida en colaboración con el director Christopher Roth, se basa en la ontología, la ciencia ficción y la sociología para cuestionar el concepto de tiempo del que se habla en toda la entrevista. El filme consiste en conversaciones con filósofos como Slavoj Žižek, Nick Srnicek, Elie Ayache, Ray Brassier, entre otros. Disponible en Vimeo On Demand:
https://vimeo.com/ondemand/hyperstition/129305862