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Aprende a motivarte (y olvídate de todo los demás)

Charla en la Biblioteca Pública de Usera
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Y mientras tanto, en el distrito de Usera, en la biblioteca pública, en la sala de usos múltiples:

—Hay que trabajar el proceso de motivación a tope.

Un rumor de plata se ha extendido por todo el distrito: hay una nueva ciencia que se llama motivación y ayuda a reducir la distancia entre nosotros y nuestras aspiraciones, entre la realidad y el deseo. Primero es el rumor y luego es el ruido, la charla en la biblioteca. «Aprende a conseguir tus objetivos y a motivarte». La persona que da la charla se llama Patricia y es experta en motivación, así que todo encaja. La sala de usos múltiples está llena a reventar y hay personas que incluso están dispuestas a seguir la conferencia sentadas en el suelo, o de pie, y un empleado de la biblioteca ha tenido que subir —en un ascensor transparente como los de los centros comerciales— sillas de refuerzo, y eso nos enseña una cosa: la gente en Usera sabe lo que quiere, pero no sabe cómo conseguirlo, y para eso han venido aquí.

Hay, dentro de unos Levi’s de ancho antiguo —no de pitillo—, un hombre de mediana edad y con la raya del pelo a la izquierda, a la derecha del lector, que juguetea con un bolígrafo Bic y mira el horizonte que se dibuja en la pared. No mira a la experta, no mira al tendido. ¿Qué esperaba de esta charla? Antes de que la experta empezara a hablar lo han llamado por teléfono y él ha dicho que estaba «fuera de casa», pero no ha dicho —no ha creído conveniente decir— que estuviera en la biblioteca, ni mucho menos en una charla sobre motivación. Hay una mujer con un jersey cuello cisne y el pelo rizado que se preocupa de que todo el que entra encuentre un sitio donde sentarse, lo cual no es fácil. Dice «ahí tienes una silla», «ahí queda un hueco», y hace el ademán de levantarse. Es evidente que ella sólo quería ser amable, pero enseguida se ha visto devorada por su propio personaje de mujer amable.

—La motivación —dice la experta en motivación— puede servir para muchas cosas: para que uno se decida por fin a ordenar el cajón de las facturas o para sacar al perro a pasear cada noche. Pero primero hace falta un objetivo, y también hace falta un voluntario.

—Aprender inglés —dice la mujer del cuello cisne.

—Por ejemplo: aprender inglés. ¿Te ves a ti misma hablando inglés?

—Bueno.

—Y ahora piensa en algo que no te cueste nada hacer, algo que te encante.

—Bailar.

A la experta también le encanta bailar. Se produce entonces un fenómeno extraño, o no tan extraño, porque en realidad ocurre muy a menudo aunque nadie lo acabe de comprender: un desdoblamiento. La experta y la mujer del cuello cisne ya no están en la sala de usos múltiples de la biblioteca pública de Usera, sino en una de esas academias donde la gente aprende bailes de salón y es feliz. Ese clima de excitación y danza organizada dura sólo unos segundos, pero esos segundos se expanden, se dilatan en el cerebro de los concurrentes. Bailar es bueno.

—En España se echan muchos balones fuera.

La experta, que ha vivido en el extranjero, da a entender que esto no pasa en otros países. Pero no dice nada sobre el destino de todos esos balones, que a lo mejor están en los Pirineos, o en la raya de Portugal, o en las aguas territoriales de Marruecos. Otro fenómeno extraño: en la pizarra donde la experta escribe conceptos clave aparece ahora un mapa de España delimitado por una franja de balones, son todos esos balones que los españoles han ido echando fuera a lo largo de los siglos.

La geografía está en todas partes. La experta establece una comparación que parece —con los expertos nunca se sabe— sincera. Dice que las personas somos como los GPS de los coches.

—Si vamos en coche a Galicia y resulta que alguien tiene que ir al baño, o que nos hemos pasado un desvío, no decimos de repente: «Vaya, nos volvemos a Madrid», sino que rehacemos la ruta en nuestro GPS.

La experta en motivación le ha pedido a otro de los asistentes a la charla que piense en una cosa con la que disfrute especialmente. Algo que lo motive. Responde un hombre de mediana edad y con una sudadera de los Golden State Warriors. No se lo ha pensado dos veces:

—Navegar por internet.

Es evidente que la experta no se esperaba una cosa así, pero ha encajado el golpe. Para ser experta en motivación hay que ser tan buen encajador como ‘Marvelous’ Marvin Hagler, el hombre que nunca besó la lona y era capaz de encajar y sacudir casi al mismo tiempo. La experta encaja y empieza a hablar de la serotonina y de todo ese montón de lava viscosa que segregamos cuando hacemos cosas que nos gustan o cuando coronamos algún objetivo, y habla de la misión de vida. Es un concepto que se maneja en ciertos ámbitos de la psicología divulgativa, y ahora ha saltado a las páginas de Vida y Estilo de los suplementos dominicales. Podemos decir que la misión de vida está de moda, igual que la procrastinación, la resiliencia o la gestión de las emociones. Cada vez que la experta usa una de esas palabras que están de moda, se produce un tercer fenómeno extraño. Se abre una sima en la sala de usos múltiples y el pueblo de Israel se divide entre los que conocen el significado de esas palabras y cabecean, y los que no lo conocen. Se produce una escisión casi dramática, porque en esta biblioteca de Usera hay gente que no sabe nada de la vida ni del estilo, gente que todavía levanta la mano y pregunta.

—¿Qué es eso de la misión de vida?

La respuesta que da la experta —«¿Tú para qué estás aquí?»— es muy optimista porque viene a suponer que todo el mundo está aquí por alguna razón. El hombre que no sabe lo que es la misión de vida está aquí para hacer preguntas incómodas.

—Estás diciendo constantemente que en los libros todo parece fácil pero que en realidad no lo es. ¿Por qué dices eso?

‘Marvelous’ Marvin Hagler se tambalea y enseguida se recompone. Lo que quiere decir es que los libros no son la solución, y tampoco esos consultorios radiofónicos en los que un experto —balones fuera: el experto son los otros— le dice a los oyentes que tienen que quererse más:

—Eso no me vale.

Y, sin embargo, acto seguido recomienda un libro. Se trata de Mi filosofía del éxito, y lo escribió el geógrafo, baloncestista y hombre de éxito Michael Jordan.

—«Paso a paso, no concibo otra forma de hacer las cosas».

Fin de la cita. Es obvio que Michael Jordan no se ha hecho rico ni ha llegado tan lejos diciendo cosas como ésta, sino jugando al baloncesto. Las personas que han llegado lejos y se han hecho ricas se ponen a sí mismas en el compromiso de explicarle al mundo cómo lo han conseguido —cuál es el secreto— y se olvidan de algo: a nadie le interesaría su filosofía de vida si no fuera por la calidad de sus fadeaway o tiros-en-suspensión-con-desvanecimiento-hacia-atrás. Y hablando de secretos. Hay muchas cosas que la experta podría contar, pero no lo hará porque aquí no hay tiempo para todo. Son cosas que salen de su boca pero enseguida vuelven a su boca: visualizaciones, PNL, inteligencia emocional. Suena bien, pero dura poco.

—No tenemos tiempo.

Pasan los minutos, la vida se esfuma por el respiradero de la sala de usos múltiples y se confirma que la experta en motivación no ha venido a revelar los secretos de la motivación sino a confirmar que esos secretos existen, y que hay alguien, ella, que los revela, en apretados cursos de nueve horas en la calle Rubén Darío.

—El curso son ochenta euros, ¿vale?

El rumor de plata es ahora un rumor de hojalata. Se intuye la idea terrible, desoladora, de que Rubén Darío es un sitio más adecuado que Usera para descubrir las claves de la motivación. Otra idea terrible: a lo mejor la experta también ha tenido que motivarse para desplazarse esta tarde hasta el distrito de Usera y dar esta charla sobre motivación.

—Una sana autoestima hará que nuestros objetivos se cumplan más fácilmente.

Eso no parece una gran noticia, dado que mucha gente tiene problemas de autoestima porque nunca consigue nada de lo que se propone. La experta también dice que el cumplimiento de nuestros objetivos hará que nuestra autoestima mejore. De modo que los que tienen una sana autoestima alcanzarán sus objetivos sin dificultad, y los que cumplan sus objetivos sin dificultad verán cómo mejora su autoestima. ¿No es esto una pequeña estafa o un partido amañado para que siempre ganen los mismos? ¿Qué fue primero, el huevo o la autoestima?

—No podemos sentirnos bien pensando mal.

Es verdad que la sala de usos múltiples está llena, pero hay que tener en cuenta que es sólo una sala de usos múltiples, y está ocupada en una tercera parte por una mesa enorme como las de los consejos de dirección de las compañías eléctricas, así que en realidad no hay más que treinta personas. Entonces: ¿qué está pasando en Usera?, ¿por qué sólo han venido treinta personas?, ¿es que la gente de Usera no tiene objetivos?, ¿es que la gente de Usera tiene objetivos pero ya sabe cómo conseguirlos y por eso se ha quedado en casa? Ah, la motivación no es un asunto fácil, y tampoco es un asunto que afecte sólo al distrito de Usera o a barrios copetudos como Rubén Darío. De hecho, en esta charla sobre motivación, en esta biblioteca pública, no sólo hay gente de Usera. Algunos han venido desde Villaverde y otros han venido desde la otra esquina del mundo: Fuencarral-El Pardo. También hay gente que ha hecho transbordo en el intercambiador de Avenida de América y eso demuestra que la marea de los asuntos humanos es ingobernable y, además, nos enseña una última cosa: la motivación es un asunto que interesa a gente de todos los distritos (aunque no interese a toda la gente del distrito).