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SEMANA LX: Permanencia

Cuarta Parte
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CAPÍTULO V:
Escribí algo hace dos días, después de lanzarme al limbo sin conceptos de fogueo ni paradójicos salvavidas. Algo escribí y lo hice porque pretendía contar cualquier cosa pero esa cosa no llegaba a estrellarse ni a salvarse. No sé dónde la arrojé, pero un amigo lejano, Gunder El Rubio, la leyó y la recogió, como se salva a un gorrión recién nacido, caído del nido de su paz. Y así Gunder El Rubio me dio migas de pan con leche y me puso en la celosía de su patio para que volviese a volar, para verme sufrir y celebrar mi esfuerzo, mi locura, mi destino, mi manía de vivir en tríadas y entre alambres. Y también recogió mis palabras y las alimentó…  y les regaló un título ("La esperanza") y una dolorosa reflexión:La parte de nada que le toca a El Herrador”.

Me acerco al mar, pero el mar ya no es el mar.

Creo que ha nacido algo nuevo e inesperado dentro de mí.

Una necesidad terrorista de eliminar lo mejor y lo peor de mi vida. Necesito dejar de reconocer el mar. Necesito dejar de odiar a los malos.

(Si no hay mar ya no tengo que nadar.)

Podría dejarlo aquí. Podría haber dejado de escribir hace días.

Ahora entiendo que me he esforzado demasiado sin darme cuenta de que mi único objetivo en esta vida era la permanencia.

En portada, Bandada de nubes (PG, 2017).