Nuevas jornadas electorales con himnos victoriosos en clave de merengue, pero desde el cuartel general moscarácnido estamos de luto por una razón de peso: la desaparición del maestro Armenteros. Recordamos a los Relámpagos, Pekenikes y Mustang, pero también saltamos hacia la era de las cajas de ritmo y los sintetizadores con Oviformia y Silueta Pálida. De pronto nos acordamos del chico más pálido de la playa de Gros y de los baños entre las olas de Zurriola, y urgentemente necesitamos un poco de brisa marina del norte. Salimos hacia la costa sin mirar atrás. Prometemos regresar.