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"El objetivo de la política antiterrorista no son los terroristas, sino la población"

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Julien Coupat formó parte de la aventura intelectual y política de la revista y el no-grupo Tiqqun a finales de los años noventa y principios de los dosmil. Una vez que el no-grupo se disgregó hacia 2001, Coupat y otros compañeros se mudaron al pueblo de Tarnac. Se trataba de empezar a constituir desde ahí, lenta y silenciosamente, un territorio para la vida y la acción, una base, una retaguardia, un punto de una red de potencias que volviese a plantear (en la teoría y en la práctica) el problema de la revolución, de la transformación radical de lo existente.

El gobierno Sarkozy decide acabar con la aventura. Y en noviembre de 2008, la policía antiterrorista aterriza en Tarnac y detiene a veinte personas acusadas de “asociación criminal con objetivo terrorista” en conexión con unos sabotajes del Tren de Alta Velocidad francés. Acusadas también de escribir el libro subversivo La insurrección que viene, firmado por el Comité Invisible (continuadores de la línea de pensamiento de Tiqqun). Siete años ya, pues, de un proceso (político, judicial, mediático) que se ha ido difuminando poco a poco por falta de pruebas, por inconsistencia de las argumentaciones y que, además, no ha minado la experiencia de Tarnac y ha multiplicado la capacidad de resonancia e interpelación de los textos del Comité Invisible (que se traducen a numerosos idiomas y aparecen como referencia de primer orden para quienes cuestionan el orden de cosas y se plantean alternativas prácticas).

Recientemente, en un clima muy influido por la instrumentalización gubernamental del atentado contra Charlie Hebdo, la Fiscalía ha despertado el caso, ratificando sus acusaciones contra tres de los detenidos: Julien Coupat, Yldune Levy y Gabrielle Hallez. Esta es la transcripción de la entrevista radiofónica que Julien Coupat dio a France Inter, a la periodista Léa Salamé, el pasado 12 de mayo.

 

Buenos días, Julien Coupat.

Buenos días.

Hace siete años que usted fue acusado en lo que se ha conocido como "el caso de Tarnac". Un caso de sabotaje de líneas de tren de alta velocidad. Siete años de investigación, siete años en los que no ha dado ninguna entrevista, ni en la televisión ni en la radio; solo una entrevista, cuando estaba en la cárcel, al periódico Le Monde, pero nunca hemos escuchado su voz. Esta mañana le escuchamos en France Inter. ¿Por qué ha aceptado hablar?

Nunca he tenido la intención de convertirme en un personaje público. Si he llegado a serlo, ha sido contra de mi voluntad. He sido proyectado al espacio público por un montaje policial bastante hilarante. Solo que, con lo que está pasando en los últimos meses, me parece justificado que demos la cara, que todo el mundo dé la cara.

¿Qué está pasando en los últimos meses?

Hay una secuencia particular que concretamente se abrió con la ley sobre la apología del terrorismo (en noviembre de 2014). En este momento, todas las personas que nos apoyaron cuando fuimos detenidos, sin las cuales todavía estaríamos en la cárcel, se podrían enfrentar a la acusación de apología del terrorismo. Es una forma de intimidación. Porque ese es el objetivo de esta ley. Y luego está la ley sobre información... [Ley sobre los servicios secretos franceses en virtud de la cual se les concede a estos servicios más poderes y menos control sobre sus actuaciones con la intención de luchar contra el terrorismo].

Se refiere al proyecto de ley sobre información que ha sido adoptado por una amplia mayoría la semana pasada a la Asamblea Nacional.

Valientemente, por parlamentarios esencialmente absentistas. Lo más inquietante es que el día después de la aprobación de esta ley, la Fiscalía haya juzgado oportuno filtrar a Le Monde su escrito de acusación. Es decir, el día después de la aprobación de una ley considerada con razón por todo el mundo por todas las personas sensatas como infame, la Fiscalía tiene la imprudencia de mantener la incriminación de terrorismo en uno de los mayores fiascos de la lucha antiterrorista de los diez últimos años.

Para los oyentes que hayan podido olvidarlo, lo que usted llama uno de los mayores fiascos de la lucha antiterrorista y ese escrito de acusación atañen al caso Tarnac. Efectivamente, la Fiscalía de París ha entregado la semana pasada, tras siete años de investigación, su escrito de acusación definitivo y ha decidido enviarle a usted, Julien Coupat, a su compañera en el momento de los hechos, Yldune Levy y a su exnovia Gabrielle Hallez, al Tribunal Correccional. Pero además, como usted mismo nos decía, la Fiscalía no ha abandonado la calificación de terroristas porque ustedes son sospechosos de asociación de malhechores con fines terroristas a causa de estos sabotajes de líneas de alta velocidad. Recordamos que fue en 2008, en octubre de 2008...

Yo diría que me considero más bien como bibliotecario... pero ellos han optado por eso.

¿Cómo reaccionó cuando se enteró de que la Fiscalía mantuvo la calificación de terrorista?

Mire, la situación presente y este hecho en particular me preocupan sobre todo porque parece que estamos dispuestos a darle más poder a gente en cuyas manos yo no dejaría a mi hija. Creo que cuando hablamos de dar más poder a los servicios de inteligencia, si nos planteamos hacerlo, es porque la mayoría de la gente no sabe de quién se trata. Nosotros les hemos visto, conocemos a esa gente. Hemos…

La gente de los servicios de inteligencia.

Así es. Sabemos quiénes son, sabemos que son unos mentirosos. Sabemos que es gente que no tiene escrúpulos en falsificar pruebas y sabemos que es gente que no tiene dificultad alguna para hacer pasar por hechos criminales lo que son operaciones políticas.

¿No considera usted que es gente que trabaja para prevenir que se cometan ataques terroristas en Francia? ¿No está de acuerdo usted con la premisa de que, a día de hoy, hay una fuerte amenaza terrorista en Francia?

Es un poco contra-intuitivo, pero la lucha antiterrorista no tiene absolutamente ninguna vocación –y los hechos nos lo recuerdan de manera elocuente– de detener a los terroristas. El objetivo de esta gente no son aquellos a los que luego se castiga. La lucha contra el terrorismo tiene como objetivo a la población, su objetivo es intimidarla.

La lucha contra el terrorismo es prevenir. La tarea de los servicios secretos es la prevención, para que no se cometan atentados.

Escuche, las estadísticas dicen que entre 1968 y 2005 la probabilidad que tiene un americano de morir a causa del terrorismo es equivalente a la de morir por la caída de un meteorito o por una alergia a los cacahuetes

¿Así que, para usted, no existe a día de hoy una amenaza terrorista en Francia?

Hay amenazas de todo tipo. Lo que pasa es que la decisión de si un acto es terrorista o no depende siempre de una decisión del Estado. Es decir, es una decisión política considerar que, por ejemplo, el hecho de que Andreas Lubitz haya precipitado a 150 personas contra una montaña es o no es terrorismo. Y por tanto tenemos que conseguir disociar los actos que se cometen de una política antiterrorista cuyo objetivo no es, en modo alguno, la lucha contra el terrorismo. Creo que la eficacia de los servicios franceses en la materia –o más bien su ineficacia casi absoluta, pues no nos acordamos de un éxito reciente de los servicios antiterroristas franceses– así lo señala.

Así que tenemos, por un lado, unos actos y, separada totalmente de esos actos, una modalidad de gobierno que se aplica a toda la población, y es una estafa servirse de los actos y del sufrimiento que producen para deducir la necesidad de una vigilancia generalizada de la población.

Antes de ser presidente, François Hollande habló respecto al caso de Tarnac y respecto a usted, Julien Coupat, como de un caso político, de un fracaso policial, estimando que la calificación de terrorismo no se sostenía. Hoy es presidente. ¿Le hace usted algún llamamiento?

Escuche, me parece que todos los que hasta ahora han pedido a François Hollande que se atenga a sus vagas promesas de campaña lo único que han conseguido es quedarse con un palmo de narices, así que no, por supuesto que no.

El Ministerio Fiscal se basa en un panfleto. Un panfleto que fue escrito un año antes del sabotaje de las líneas de alta velocidad. Un panfleto que conocen todas las personas que han seguido el caso. El panfleto se llama La insurrección que viene, donde está escrito: "Hay que llevar hasta el final la caída del Estado. Para eso hay que bloquear los ejes de comunicación y, en particular, la red de ferrocarriles de alta velocidad”. Y, a pesar de sus negativas, Julien Coupat, la justicia considera que usted es la pluma principal de este texto y por tanto utiliza este texto, este libro, para justificar la calificación de terrorismo. ¿Qué responde a esto? ¿Ha escrito usted ese libro?

Le respondo dos cosas: la primera es que, evidentemente, la cita que usted acaba de hacer no aparece en ese libro, sino que pone de manifiesto la imaginación particularmente fértil de la Fiscalía; la segunda cosa es que creo que da bastante igual quién escribió ese libro. Lo importante es que estamos en un proceso que se atreve a basarse en un libro que está en venta en la FNAC para justificar un delito de terrorismo, lo cual es simplemente grotesco.

¿Escribió usted ese libro?

Acabo de contestarle.

Usted, Julien Coupat, me dice esta mañana que no es un terrorista como hemos escuchado. ¿Se reconoce como un ideólogo de un grupúsculo de ultraizquierda?

Escuche, ese es el tipo de calificativos que me sitúa en abismos de perplejidad.

¿Por qué?

Porque pertenecen a un lenguaje, que es el lenguaje delirante de los montajes policiales y son claramente el producto de gente que ha dejado pasar su vocación de escritores de novelas policíacas.

¿Cuáles son sus influencias, Julien Coupat? ¿Se siente usted heredero del marxismo de los años 70 en Italia, por ejemplo?

Creo que, lo queramos o no, todos somos herederos del fracaso de las revoluciones pasadas. En las circunstancias relativamente extremas en las que vivimos, básicamente hay tres posibilidades: una huida hacia adelante con un control generalizado de las poblaciones para estabilizar el sistema; el fascismo y la tercera posibilidad es sublevarse. Organizarse y sublevarse.

¿En este momento hace falta una revolución en Francia? ¿Es eso lo que usted está diciendo?

Como mínimo, para empezar.

Así es que usted llama a un levantamiento generalizado, ¿es así?

Sí.

¿Dónde estaba usted el 11 de enero? ¿Fue a manifestarse usted tras los atentados de París?

Bueno, es un hecho un tanto peculiar porque, de hecho, ese día aterrizamos. Unos cuantos camaradas fuimos a encontrarnos con los zapatistas en México. Tuvimos la mala suerte de aterrizar el 8 de enero en París. Llegamos y aquello parecía una pesadilla. Uno veía en la calle todos esos uniformes y en la tele a toda la gentuza que nos había arrestado sacando pecho...

¿Fue eso la pesadilla o el hecho de que diecisiete personas habían fallecido?

Déjeme terminar. Por un lado, Charlie Hebdo es una revista por la que hace mucho tiempo que habíamos dejado de tener simpatía. Por otro...

Usted incluso dijo que es un periódico políticamente infame en la entrevista en Le Nouvel Observateur.

No, dije políticamente detestable.

Y por el otro lado, sobre los fallecidos, por un lado Charlie...

Por el otro, lo que este caso tiene de realmente diabólico es por ejemplo lo que toca a una figura como Cabu. Bueno, para la generación del 68, Cabu era L’Enragé, Hara Kiri, etc. [Revistas satíricas críticas]. Pero para nuestra generación fue Récré A2 [Emisión juvenil de la televisión francesa de los años 80] y creo que jamás imaginamos, ni yo ni mis compañeros de clase, que seríamos un día contemporáneos de un ataque con armas pesadas contra el Club Dorothée [Emisión juvenil de la televisión francesa entre mediados de los 80 y mediados de los 90, continuadora de Récré A2].

Hay quien cuestiona el espíritu del 11 de enero. Hoy los escuchamos, en particular a Emmanuel Todd, pero también a otros, ¿es usted uno de ellos? ¿Diría usted que no pasó nada el 11 de enero o que usted no forma parte de lo que ocurrió el 11 de enero? [Los días 10 y 11 de enero de 2015 se manifestaron en Francia varios millones de personas para mostrar su dolor y repulsa hacia los atentados ocurridos entre el 7 y el 9 de enero; la mayoría de los responsables políticos y muchos agentes sociales señalaron la unión más allá de las diferencias ideológicas de gran parte de los ciudadanos franceses ante estos eventos].

Yo lo que veo es que el 11 de enero es, en primer lugar, una obscena maniobra gubernamental para apropiarse de un shock, para apropiarse de un estado de extrema vulnerabilidad general. Y la tentativa. exitosa hasta el momento, de convertir un acontecimiento terrible en instrumento de dominación de la población en general.

¿No habría que haber hecho nada? Con diecisiete personas fallecidas en pleno París, el gobierno no tendría que haber hecho nada, ¿es eso lo que usted dice?

No estoy en situación de decidir lo que el gobierno debe o no debe hacer.

¿Cuál es su vida desde hace siete años, Julien Coupat? ¿Dónde vive? ¿De qué vive? ¿Trabaja usted?

Hemos seguido adelante. Es un poco una peculiaridad de este asunto. Normalmente, las tentativas colectivas son frágiles. Rara vez resisten a acciones antiterroristas y creo que uno de los méritos de Tarnac hasta la fecha es haber persistido en la dirección que nos habíamos propuesto sin desviarnos.

Así que la lucha continúa para usted...

Más que nunca

¿Usted se gana el sustento?

Me busco la vida

¿Cómo?

Como todo el mundo.

Una última pregunta: usted aceptó responder a nuestras preguntas hoy en France Inter, pero se negó a ser filmado. Ha solicitado expresamente que no pongamos ninguna cámara y hemos accedido. ¿Por qué no quiere ser filmado? ¿No quiere que nadie vea su imagen?

A nadie le importa mi imagen, y a mí tampoco, así que es mejor así.

Gracias Julien Coupat por haber respondido a nuestras preguntas esta mañana.

Gracias a usted.

 

Traducción: Raúl Suárez Tortosa

© El Estado Mental. Este texto puede copiarse y distribuirse libremente, sin finalidades comerciales, siempre que se mantenga esta nota.

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